[Mesopotamia] Palacio - Pasillos

Estaba harto de ver la cara de Hester, harto de ver la cara de Nicholas, así que comenzó a avanzar en dirección a la salida. Era increíble, esas dos personas se habían vuelto tan detestables que incluso lo obligaban a abandonar sus propios aposentos. En definitiva aquello debía parar cuanto antes, ya que no iba a soportar mucho tiempo así. Le hubiera gustado más que nada que el rubio dejara volar a esa molesta plaga, pero para su desgracia seguía ahí, molestándolo.

Lux debería hacer algo excepcional para subir el ánimo del príncipe ya que aquella situación, entre más la analizaba, le causaba una jaqueca más persistente. Sentía la cabeza hirviendo por el coraje, casi echaba humo por sus orificios. Posó la mano sobre la guardia de su espada, deslizándola con suavidad y cuando pudo sujetarla bien la desenvainó con rapidez, desatando su furia contra lo primero que se encontró en su camino: una pared. Poseído por la furia realizó una estocada que penetró en el muro, como si éste estuviera constituido por el material más blando. El corte generó una enorme fisura en el muro, algo sumamente extraño. Por un momento tuvo la sensación de que perdería todavía más el control e iba a destruir todo el palacio a estocadas. Era peligroso que el príncipe se enojara, especialmente en un día en el que no era capaz de sujetar sus riendas.

Dejó caer la espada y caminó somnoliento hasta una de las ventanas, esperando que algo ahí afuera lo ayudara a recuperar su centro. Masajeó sus sienes, pues en cualquier momento esperaba que el extranjero apareciera. Tenía suerte de que hubiera dejado la espada atrás, porque en ese momento era capaz de encartársela Nicholas en el pecho, y él gozaba de una excelente puntería.