[2º Fecha] - Mauritius vs Sokaro

Mauritius, dios Zeus vs Sokaro de Lymnades


ESCENARIO - TEMPLO DE POSEIDON




MODERADORA






DATOS DE MAURITIUS




Def. 5

Defensa - Lightning Shield AD - Crucificacion Sangrienta (500) (Quien reciba este ataque deberá descontarse -3 de defensa hasta el final del combate debido a las heridas y la poca movilidad al recibir el impacto electrico.) AM - Circus Flame (1000) (Quien reciba este ataque deberá descontar -150 HP por turno hasta el final del combate.) AF - Dark Coffin (2000) ( Si lo utilizas con cosmo 45 , puedes agregar 20% al daño final.)

DATOS DE SOKARO




Def. 5

Defensa - Bloqueo (Si te defiendes efectivamente, podrás aumentar en 5 el cosmo en tu contra ataque.) AD - Colmillo (500) (Quien reciba este ataque deberá descontarse -3 de defensa por 3 turnos.) AM - Garra (1000) (Quien reciba este ataque deberá descontar -100 HP por turno hasta el final del combate. Si la utilizas con cosmo 30 podrás aumentar su daño en 15%) AF - Destrucción (2000) ( Si lo utilizas con cosmo 45 , puedes agregar 20% al daño final.)

Reglas
1. No se pueden usar objetos
2. El plazo para responder es de 2 días.
3. Se podrá dar un día extra de plazo solo en caso de ausencia GRAVE y lo autorizará y determinará el moderador del torneo.
4. El mínimo de lineas es de 10.
5. Se tirará dado inicio para determinar quien parte.
6. El primer personaje que llegue a 0 HP perderá.
7. Cada batalla ganada se le dará al ganador 1000 de oro y al perdedor 500 de oro. El ganador se llevará 100 de experiencia y el perdedor 50 de experiencia.

Y después de haber derrotado a la nenita de Piscis...el ridículo evento continuaba y con ello el inexistente ánimo del General de Lymnades quien por su lado tan solo se había movilizado directamente hacia el templo Principal de Poseidón, donde fue que abrió la reserva personal de vino de Anfitrite para empezar a tomársela el solo. Después de todo, ¿qué le iba a decir la mujer? ¿Lo iba regañar? ¿Lo iba a rebajar? Gran cosa ya que igual, tenía asuntos mas importantes que atender como por ejemplo, regresar a su marido al fondo del océano.

Tirado encima del segundo tramo de escalones y tirando a un lado la última botella, el General tan solo cruzó las piernas así como mas manos, entrelazando sus dedos para empezar a tararear con calma, sin pensar en nada en realidad y disfrutando el día libre que tenía por delante. Lo bueno de trabajar en un Reino deshabitado como aquel era simplemente, estar libre de tener que tratar con imbéciles e incluso, un día de alcohol tampoco caía nada mal. Moviendo sus dedos una y otra vez, el Marino bostezo para levantar un tanto su máscara de cuero y picarse la nariz con calma. De verdad que sí, disfrutaba estar solo en ese lugar.

Pa-parapa~

Todavía tirado en el segundo tramo de las escalinatas que llevaban a la entrada principal del Templo del Emperador de los Mares, Poseidón, el General Marino de Lymnades se encontraba más ocupado contando los dedos de sus pies que en la figura que apenas se había presentado allí para arruinarle la celebración. Particularmente no le interesaba lo que fuera que sucediera ya que de todos modos, había acabado con el pescadito amanerado de Piscis y con eso se había dedicado a robarle la reserva principal de vino a Anfitrite…pero si tuviera que apostar, diría que aquel ser también quería ponerse a pelear o lo que fuera, últimamente los caprichos de los dioses se daban de esa forma, en la de ponerlos a todos a combatir por razones meramente idiotas.

Pa-pa-pa...papa- Tarareaba Sokaro levantando ambas piernas y con un solo impulso, levantarse y cayendo sobre sus dos extremidades, quedándose quieto por al menos dos minutos seguidos mientras buscaba su equilibrio interior. Papapa...papapapapa~ Sin previo aviso y sin nada mejor que hacer que gastar su tiempo contra alguien a quien ni siquiera podía enfocar bien el General tomó su particular sierra de doble filo del lugar donde la había dejado clavada para así girarla una y otra y otra y otra y otra y otra vez, tras lo cual tan solo adquirió un brillo blanco azulado. Con un solo ademán fluido atacó en la dirección donde veía un borrón que suponía, era un humano o algo por el estilo.

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Daño: 2000 + 300 = 2300

AF – Destrucción:

Girando su enorme sierra, el General tan solo reúne una potente cantidad de cosmos que aparte de aumentar el poder de corte del arma, también la hace vibrar a una frecuencia que permite que el filo se vuelva realmente sutil. Una vez que un brillo blanquecino azulado se apodera del arma el Marino solo la agita y libera una onda expansiva que se dirige al enemigo, que de chocar rasga los tejidos y destruye una a una las células, eliminando al objetivo en un tiempo inconcebible.

Aún si había encajado el golpe o como fuera, el General Marino de Lymnades poco caso hizo ya que poco después se resbaló y cayó algunos escalones más allá de lo que se encontraba antes. Normalmente emborracharse no lo ponía tan torpe, pero parecía que la reserva especial de Anfitrite tenía algo que para los humanos no era precisamente sano…pero si bastante adictivo. Quedándose tirado con la mirada puesta en el mar que actuaba como el techo/cielo de la Atlántida y del Templo Principal del Emperador de los Mares, Poseidón, Sokaro tan solo extendió los brazos para así seguir tarareando su canción, entrecruzando sus piernas y moviendo los dedos de sus pies al compás del ritmo que cruzaba su cerebro a una velocidad un tanto curiosa.

Papapaparapapa~ Murmuraba, cruzando las manos y empezando a juguetear con sus pulgares mientras que sus pies empezaban a girar sobre sus uniones. Su arma se encontraba a un lado, su mente se encontraba en otro lado y sus ganas de pelear eran inexistentes. Sinceramente, estaba más entretenido con su canción que con el supuesto torneo armado por las deidades griegas. Igual, tampoco que es Poseidón se hiciera respetar demasiado.

Aun la herida ardia, mientras hacia contacto con la interperie de aquel lugar, habia logrado parar un poco el sangrado, pero en cada movimiento que hiciera era muy probable que siguera vertiendose mas del liquido carmesi. Aun veia como habia quedado en el piso el charco de tan sangriento embiste. Mire a mi alrededor mientras que veia a aquel soldado, o guerrero, si es que asi se le podia llamar, como se perdia entre sus pensamientos. No tomaba en cuenta mi presencia, pero que mas daba, seguro que ni a su propio dios le tendria respeto.

Su arma se mantenia algo lejos de su mano, y por lo cual dude que atacaria esta vez, solo habia sido producto de la suerte lo que habia logrado hacer hasta esos extremos. De pronto mi cara se ilumino con un mueca, pero no era de alegria ni nada por el estilo, solo habia aparecido de la nada. Y lentamente comence a elevar mi cosmos.

Mi turno... Solo musite, mientras mi cosmos ardia, y a mi alredor, el suelo comenzaba a temblar de poco a poco, se rompia en alguna parte, y mis ropajes se perdian entre la fuerza de mi poder. Entonces aparecio en el suelo, donde se encontraba aquel gusano revolviendose entre sus pensamientos y murmuraciones, aquel ciclo arcano que invocaba rapidamente, un ataud, donde se podria perder en cualquier dimension ,afectando no solo sus musculos, tambien podria romperse los nervios y huesos.

Casi instantáneamente el General Marino supo que algo no iba precisamente bien...aunque con la poca preocupación que se cargaba simplemente exhaló con calma para moverse un centímetro y desaparecer antes de que el ataque del sujeto se llevara a cabo por completo.

Mmm...duele más pincharme con un alfiler. Murmuró el militar observando como su brazo izquierdo se doblaba ridículamente en una dirección antinatural que en condiciones normales resultaría ser una herida bastante agravante pero que en aquel punto no era la gran cosa. El grado de alcohol que le afectaba el cerebro era tal que los nervios no registraban mucho más que un simple pinchazo en el codo. Intentando mover los dedos con calma, el Marino tan solo resopló para dar la vuelta y con la derecha sacudirse el trasero que ya de por sí estaba polvoriento al haberse encontrado durante un rato en el suelo.

Bip...es ridículo ensuciarse con polvo en el fondo del mar… Se dijo a sí mismo, soltando un eructo con fuerza. Tomando su enorme sierra de doble filo tan solo caminó unos cuantos pasos más allá con lo cual se sentó con calma encima de una roca aplanada. Ya había acabado con el vino de Anfitrite y no tenía nada más interesante que hacer…ahora empezaba a dormirse.

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HP: 5000 – 1550 = 3450

Sentado en la roca aplanada cercana a la escalinata principal del Templo de la Atlantida, el General Marino de Lymnades pasaba el rato más aburrido de su vida. En aquel momento hasta pensó en que quizá no había tomado todas y cada una de las botellas que había guardado la esposa de la deidad marina…más que todo porque sabía que la vieja era mañosa y no siempre dispuesta a compartir todo lo que tenía en su poder y si eso era así…

Entonces podría buscar un poco más. Se dijo tomando su doble sierra dentada para hacerla girar una, dos, tres veces y cortar el aire con facilidad, desapareciendo y materializándose en el primer tramo de las escaleras dando un solo paso en una pierna, con lo cual otro desvanecimiento lo dejó parado en el segundo tramo, exactamente donde se encontraban todos los restos de las botellas que antes había vaciado sin demasiada dificultad. Clavando el arma en el suelo por enésima vez en lo que iba del día tomó la que tenía el cristal de color verde para examinarla de cerca con una expresión hartamente curiosa, levantando una ceja y relamiéndose los labios.

Definitivamente no tenía ni la más mínima idea de si en realidad iba a ser capaz de encontrar otra más que fuera de la misma calidad. Lo único que le quedaba era claro, pedirles a las sirenitas que fueran útiles y compraran ó robaran una en la Tierra. Sí, eso sería lo que haría.

Ahora...¿dónde encuentro a las sirenas? Hip.

O mejor déjalo de lado. Murmuró el General de Lymnades completamente aburrido, tirando la botella hacia un lado y escuchando como esta atravesaba el aire para finalmente chocar contra el suelo y partirse en cientos de pedazos que se dispersaron por las escalinatas pulidas del Templo Principal de Poseidón. De hecho, era lo más interesante que tenía para hacer en esos instantes, si ni siquiera sabía donde estaban las sirenas que servían a los dioses marinos entonces perdería el tiempo con cosas mucho menos perezosas. En ese instante fue que tomó todos los envases que podía cargar entre sus dos manos y brazos para sentarse en un escalón cercano, poniéndolas frente a sí mismo y con un solo movimiento agarrar la primera, haciéndola girar entre su índice y dedo medio. Un segundo después la botella ya se encontraba atravesando el aire para chocar contra el primer tramo de las escaleras, rompiéndose tal como la primera.

Y ahora…veamos. Murmuró el ex-militar dando un sol bostezo, metiendo el pico de otras tres botellas entre sus dedos, lanzándolas una a una a un lado distinto esperando por ver cual sería la primera que golpearía contra las baldosas del Templo. Justamente fue la de la derecha la que chocó contra su objetivo mientras que la otras dos sonaron al unísono.

Simplemente no había nada mejor que hacer.

Quiero un masaje de pies. Finalizó el Marino tirándose de nuevo sobre los escalones, totalmente desinteresado y sintiendo como el alcohol empezaba a influenciar sus funciones corporales…haciéndole caerse dormido poco a poco.