[Atenas] - Puerto

por Sophia Lun Dic 12, 2011 10:14 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando bajó del barco. Todos estaban ahí para despedirla. Despues de viajar juntos por 29 días lazos se habían creado y pensaba con sinceridad que en ese barco dejaba personas que recordaría toda la vida. El capitán, el señor Ghizcar además de dejarle la ropa de su hija (Que era bastante masculina al ser una mujer de mar) le dio un poco de provisiones que le durarían una semana en caso de que tuviese hambre, le devolvió su collar de oro y además le dio monedas para que pudiera encontrar a su hermano.

Les prometió que si algun día se mostraba su inocencia sobre el asesinato de Solomon, ella los recibiría en su casa como familia. Al comienzo, nadie había creido que esa muchacha muerta de hambre, sucia y pobre fuese una Juliai, de la familia del emperador de Roma, pero a pesar de que pasaban los días y fueron viendo la naturaleza gentil y sincera, demasiado inocente y hasta ingenua de Sophia, a nadie en dicho barco le cupo duda de que ella era quien decía ser.

Caminó, volteando a despedirse y se alejó corriendo. No era buena para las despedidas. Pero lo bueno de usar pantalones y ropa extranjera era la libertad que tenía para correr y moverse. Entre la multitud del puerto, era una más, una extranjera con el cabello trenzado a la usanza oriental de aquellos hombres que se dedicaban a asaltar barcos, pero otros era una belleza exotica de cabellera rojiza. Pero abajo de todo ese endurecimiento que había sufrido por el hambre, la pena y la culpa, seguía siendo la misma Sophia buscando desesperadamente a su hermano mayor.

Se sentó en un banco en el puerto mirando como las gaviotas se peleaban por los restos de un pez y miró el mar. Debía llegar pronto el momento de emprender nuevamente el camino, ir polis por polis, ciudad por ciudad, llamando a Fye, preguntando por él, por Gelum, por cualquiera ... lo tenia que encontrar pasara lo que pasara.

por Sokaro Jue Abr 12, 2012 10:38 pm

El sol brillaba en lo más alto del cielo y a su alrededor unas pocas nubes grisáceas se arremolinaban con lentitud. Respondiendo a la belleza del día los trabajadores del puerto griego de Athenas se movían con tranquilidad de un lado hacia el otro, llevando mercancías y hablando animosamente unos con otros.

Llegando poco después un enorme navío proveniente de Asgard anclaba en el muelle más cercano a un enorme rompeolas de rocas amontonadas las unas sobre las otras y a los minutos, una figura de cabello blanco y ojos dorados bajaba por la plancha hacia la calle principal, dándole indicaciones a una chica llamada Chrystalle. Sus palabras que delataban la presencia cercana de Villa Rodorio y de Athena, no eran importantes…al menos, no para la presencia que se hizo sentir de un momento al otro.

-Finalmente te encontré, Odín.- Dijo una voz angelical como ninguna otra. Al mismo tiempo el oleaje se volvió violento, anunciando la llegada de alguien que al parecer, preocupaba a la deidad de los hielos eternos.

Un relincho seguido de un chapoteo fue la campana de anuncio de la llegada del portador de semejante timbre divino; agitándose una y otra vez, teniendo como epicentro un punto lejano del mar un carruaje precioso de color negro con acabados azulinos surgió con gracia, sin producir más ruido que el de unos cascos chocando contra el agua del mar. Movido por un par de hipocampos enormes el vehículo se movió en dirección al punto donde se encontraba el señor del extremo norte del mundo, deteniéndose a una distancia exacta de tres metros.

Bajando de un salto y dejando que los dobladillos de su ropa negra ondearan, el General Marino de Lymnades clavó su no-vista en los ojos oscuros de la deidad.

-A ver a ver, ¿eres tú Odín de Asgard?- Inquirió el imponente hombre con una voz no muy cordial, avanzando un solo paso y posándose al lado de la enorme puerta que proveía el acceso hacia el interior del carruaje divino. Incluso si el señor de Asgard sospechaba su identidad, no podría deducirla tan fácilmente.

Con su atuendo de un perfecto ébano ceñido al cuerpo, una capa que se desligaba al nivel de la cintura y llegaba hasta los tobillos sumado a una máscara de cuero que apenas dejaba ver unos ojos oscurecidos por dos películas circulares igualmente negras, Sokaro esperó por la respuesta del albino.

por Chrystalle Jue Abr 12, 2012 10:54 pm

Pensamiento - Dialogo

La llegada a Grecia había resultado exitosa y de una forma tranquila mas al ver a su maestro pudo sentir la preocupación en su rostro el cual no pudo engañarla ya que ella misma portaba una faceta similar a la de él. Él descendió de forma rápida sin pronunciar vocablo alguno lo que inquieto mas a la peli verde que no demostró señal de ello.

-Algo anda mal-

Chrystalle descendió del barco segundos después para dar alcance a su maestro, acelerando un poco su velocidad par darle alcance mas cuando iba a hacerlo su voz fuerte e imponente hizo eco dentro de ella provocando que se detuviera a tan solo unos pasos de él. Con una preocupación casi inexistente en su rostro escucho sus palabras recordando claramente lo que le decía. “Rodorio” “Santuario”.

Sus próximos vocablos le dieron a entender que este era el final de su viaje acompañada de Ashrael, no planeaba refutar sus decisiones si así lo consideraba él debía aceptarlo pero fue el gesto de caricia en su nuca lo que le hizo denotar una leve sonrisa que murió instantes después al sentir aquella presencia fría y despiadada. ¿Era ese el motivo por el cual Ashrael le decía que se marchara? Así debía ser y no debía interponerse en aquel enfrentamiento porque eso era lo que se podía esperar de aquella situación tensa que se sentía en el aire.

-No puedo hacer nada para ayudarte Ashrael-

Antes de partir y dejar el lugar la peli verde observo fijamente a los intrusos guardando aquella imagen en lo más profundo de su mente para no olvidar esos rostros o apariencias jamás, después de ello la joven empezó a correr con sin antes dedicarle unas palabras a su apreciado maestro.

-Espero volvamos a vernos, Maestro Ashrael-

por Ashrael Vie Abr 13, 2012 6:50 pm

Un poco antes de que su joven discípula se marchara una presencia algo familiar se comenzó a sentir al mismo tiempo que los mares se comenzaban a tornar violentos todos los barqueros y personas que se encontraban cerca del mar comenzaron a alejarse del mismo. Pocos valientes se aventuraron a permanecer en aquel sitio para observar lo que estaba causando el embravecimiento de las olas. Anfitrite… Fueron las únicas palabras que pronuncio el joven albino al ver que un carruaje se alzaba de lo profundo del océano.

Los vientos marítimos que en su momento golpeaban con gran suavidad el rostro de la deidad comenzaron a embravecer al igual que las olas del inmenso mar. Los largos y plateados cabellos del joven comenzaron a ser empujados hacia atrás por la fuerza del viento mas el rostro del joven permanecía tranquilo mientras observaba la manera en que aquellos animales marinos arrastraban el oscuro carruaje hasta donde él se encontraba.

Ahora se estaba percatando de que sus suposiciones acerca de lo que posiblemente pasaría y ahora estaba pasando eran ciertas. La diosa y reina de los mares y océanos se encontraba ahora muy cerca de él. Los grandes hipocampos por más voluminosos que fueran corrían con cierta gracia que le comenzó a agradar al señor de los hielos eternos ya que de alguna forma le daban un toque de comicidad a lo que pronto acontecería en las costas Griegas. Ashrael comenzó a sonreír como si la presencia de la diosa y su acompañante no le importara demasiado.

Al ver que su joven discípula estaba a punto de retirarse como él le pidió se comenzó a tranquilizar por completo ya que ella era la única razón por la cual se encontraba intranquilo. No le respondió a la joven porque no miro caso de hacerlo, no había demasiadas posibilidades que se volvieran a rencontrar por lo menos no en esa vida aun a veces el destino daba vueltas casi inesperadas incluso para los dioses.

El cosmos de ambos eran fríos mas no eran completamente agresivos al parecer la reina de los mares no había ido a buscar una pelea con el dios de Asgard, al parecer lo había ido a buscar por otros asuntos de los cuales desconocía la deidad nórdica. Pero al no sentir agresividad no hubo razón por la cual este elevara su cosmos. Si así es yo soy Odín Dijo tranquilamente el albino antes de dar unos cuantos pasos hacia el frente acercándose con ello al carruaje de la diosa. Pero ¿A que debo la atención de Anfitrite, General marino? Ashrael aun tenía sus dudas sobre las intenciones que ellos podrían tener.

Pequeñas gotas de agua salada comenzaron a impregnarse en la piel descubierta del joven mientras este esperaba la respuesta de la diosa o de su acompañante. El albino sabio de antemano que aquel hombre era uno de los tantos generales marinos a disposición de los reyes oceánicos pero no podía percatarse exactamente de quien se podría tratar. Ashrael esperaba que sus nuevos guerreros no se entrometieran ya que aun eran muy débiles y sin las armaduras divinas que protegieran sus cuerpos no tendrían ninguna oportunidad

por Sokaro Sáb Abr 14, 2012 5:10 pm

Escuchando la respuesta del regente de Asgard el General Marino de Lymnades esbozó una media sonrisa, ligeramente divertido por el error de juicio del albino. Dando un paso hacia el enorme carruaje Sokaro dio un golpe sobre la portezuela, a lo que le siguió un chasquido que surgió desde el interior.

-Lo siento líder de Asgard, pero---

-La Reina Anfitrite está ocupándose con asuntos más importantes. Actualmente somos el General de Lymnades y yo quienes nos encargaremos de dialogar con usted.- Dijo la voz que originalmente había hablado apenas la presencia de la deidad marina se hizo presente en el puerto de Athenas. Abriendo la preciosa puerta una figura delgada envestida con ropa tan blanca como la tez de un ángel bajó la corta escalinata que al mismo tiempo se había desplegado desde el interior del carruaje. Con un cabello rubio semejante al de un dios, manerismos propios de la élite del mundo y unos penetrantes ojos azulados, el Zepar de Anfitrite conocido como Solomon extendía los brazos para saludar al señor de los hielos eternos.

-Saludos dios del invierno perpetuo, hace ya doscientos cincuenta que ocurrió nuestro ultimo encuentro; espero que en esta ocasión el resultado sea mucho más satisfactorio y menos violento. Dialoguemos en paz, ¿si?- Dijo Solomon con una sonrisa pacífica al mismo tiempo que por toda la zona se mantenía resonando la canción de la Reina del Mar. La playa antes soleada y perfecta, ahora se notaba húmeda y lluviosa. La razón principal…era que de seguro ya Odín había reconocido la apariencia del rubio: era el mismo sujeto que en su momento se hubo encargado de atravesar su corazón, hace ya una era atrás.

-Je. ¿Pacifismo? Eso suena tan idealista, señor muñeco.- Respondió Sokaro con sorna, arreglándose los cristales que seguían fijados por delante de sus ojos para así apoyarse en la superficie del carruaje con los brazos entrecruzados, escuchando un relincho de parte de los Hipocampos que inquietos esperaban su próxima orden.

-Por supuesto mi estimado General. Todo sea por lograr la utopía perfecta para nuestra Reina Anfitrite.- Le contestó Solomon con su sonrisa impecable. Sin duda, parecían un par de cómplices bastante divertidos el uno con el otro.

-Si tú lo dices, por mi bien.- Finalizó Lymnades encogiéndose ligeramente de hombros. Lo que quedaba entonces era esperar por la respuesta de Odín. De una forma u otra, ese encuentro sería bastante interesante.

por Ashrael Dom Abr 15, 2012 5:57 pm

Algo no estaba encajando del todo en la mente de la deidad nórdica, sabia de antemano que en aquel carruaje había un dios marino y en un principio llego a pensar que se trataba de Anfitrite pero al escuchar la respuesta del General Marino lo hizo dudar. Pero al ver a la personalidad que salía del carruaje. Poseidón… Por un momento el rostro de Ashrael se mostro sorprendido y un tanto confuso pero no duro demasiado tiempo antes de que volviera a su respectiva tranquilidad que lo distinguía.

Aunque fuese imposible que el fuese el rey de los mares lo trataría como tal, pero era prácticamente imposible ya que había sentido la forma en que su alma desapareció del plano mortal con ayuda de la diosa de la belleza. Tenia bastantes dudas sobre aquel que ahora se aparecía ante el pero no estaba de mas escuchar lo que él le tenia que decir. Como desees dios de los mares y océanos. Dialogare contigo ¿pero que no seria mejor ir a otro lugar? Un sitio en el que podamos estar tranquilos. Claro esperanto a que de verdad cumplas tus palabras y no tengamos que recurrir nuevamente a la violencia.

Ashrael se mostraba apacible y con deseos de escuchar lo que le tenía que decir el rey marino. Al ver que ya no había necesidad alguna de ocultar quien era dejo que su poder comenzara a salir casi con total libertad de su cuerpo mortal. El aura del dios de Asgard comenzó a enfriar aquel lluvioso paramo mas no mostraba hostilidad ya que tan solo estaba dejando de reprimir su aura. Entonces, después de este cálido saludo de tu parte ¿a donde nos dirigiremos? Preguntaba curiosamente el albino esperando a que el rubio le respondiera.

Francamente Odín no esperaba a que comenzara hablar en medio del puerto Ateniense, por lo menos no al ser uno de los tres grandes reyes que gobernaban a los demás dioses. Por un momento Ashrael perdió completo interés en lo que pasaba a su alrededor ya que no quería perder de vista a ese sujeto ya que por mas que poseyera parte del cosmos de Poseidón no era el…

Los barqueros que aun se encontraban cerca se mostraban completamente impactados por la presencia de la supuesta deidad marina, Ashrael sabia de antemano que sus acompañantes también lo estaban pero si alguno de ellos se llegaba a entrometer en el camino lo tendría que reprender ya que ellos debían de saber que un humano jamás se tenia que entrometer en los asuntos de los dioses a menos que se le requiriera.

por Sokaro Dom Abr 22, 2012 3:25 pm

-Eso que veo en tu rostro es acaso…dudas, Odín?- Preguntó Solomon con un rostro impasible y de cierta forma, siniestro. Sus orbes azulados ahora miraban al rey de los hielos eternos como si este último fuera algo…interesante. Bajando a tierra y pisando la arena de la playa, un ligero temblor se hizo sentir al tiempo que las olas de la playa se dementaran. La agradable brisa marina, antes calmada y destellante empezaba a transformarse en una corriente violenta y dura. Los pronósticos no eran para nada buenos. -Creo que deberíamos apurarnos, no piensas lo mismo General de Lymnades?-

-Exactamente. Alguien no parece estar feliz.- Respondió Sokaro de un salto, posándose sobre el asiento del conductor del carruaje y tomando las riendas que conducían a los hipocampos. -Mejor muevan ese trasero.-

-Lo se lo se, a Anfitrite no le ha hecho mucha gracia esta desviación.- Dijo el rubio más para sí mismo que con otra persona, bajando la mirada para luego encarar de frente al albino que todavía parecía exhalar ese aliento frío como ningún otro. -Bien rey de Asgard, es hora de tener nuestra charla después de doscientos cincuenta años de desentimiento. Adelante, primero usted.- Declaró Solomon con una sonrisa mientras arqueaba el brazo y apuntaba directamente a la escalinata que llevaba al interior del carruaje marino. Una vez que Odín subiera y Solomon cerrara la puerta, abandonarían Grecia para llegar al sitio de la peculiar charla que curiosamente, resolvería los problemas de todos ellos…de una forma, u otra.

Al mismo tiempo una lluvia fría e inmisericorde empezaba a caer cuales agujas sobre el territorio griego, junto a la tonada de Anfitrite por sobre el bramido de las olas. Misteriosamente y de las nubes, un solitario pétalo azulado de rosa apareció, posándose en el hombro de Ashrael…

por Ashrael Dom Abr 22, 2012 8:55 pm

No te equivocas. Tengo mis dudas pero será mejor guardármelas por ahora. Cerro por un momento sus ojos esperando a que el “dios” marino lo llevará a un mejor lugar para arreglar sus asuntos pasados. Ashrael aun se encontraba un tanto confundido por la presencia de ese hombre, pero mientras estuviera frente a su presencia ya no mostraría sus dudas ante alguien que dudaba fuese Poseidón. mmm… Las corrientes de aire marino comenzaron a tornarse violentas e impredecibles al igual que el oleaje que se podía apreciar a lo lejos, o por lo menos eso era lo que podía deducir la deidad nórdica después de escuchar el gran estruendo provocado por las inmensas olas del mar griego.

Ligeramente sonrió al pensar en que la reina de los mares y océanos se había molestado por el encuentro que tuvo su “esposo” con el joven que ahora serbia como recipiente para el alma de Odín. Abrió nuevamente sus ojos dorados para observar atentamente la próxima acción de su anfitrión. Sin decir nada mas se encamino al carruaje marino, caminando sin ninguna prisa dejando sus huellas en la clara arena mojada. Dio un último vistazo para ver el barco vikingo en el que viajo para llegar hasta la tierra de Atenas, con una leve sonrisa y un parpadeo su atención volvió a él rey de los mares.

Escondido entre el sonido de las incesantes olas se podía escuchar el divino canto de Anfitrite al mismo tiempo que la lluvia caía sin descanso sobre el puerto cubriéndolo todo con una fina bruma causada por el rebote de las finas gotas de agua sobre la tierra. Un poco antes de que el albino subiera al carruaje un solitario y hermoso pétalo azulado callo sobre su hombro enredándose entre sus finos cabellos plateados, extendiendo un poco su mano hacia su hombro derecho el joven tomo con delicadeza aquel solitario pétalo.

Aquel extraño pétalo de rosa azul era un tanto aterciopelado y algo en él le llamo la atención, por lo mismo decidió conservarlo por el momento. Subiendo los escalones de su transporte pasando a un lado de Solomon se sentó en uno de los costados del interior del carruaje esperando a que el rubio subiera y cerrara la puerta.

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