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Recamaras del Senado
En una recamara ubicada en el interior del senado se hallaba Solomon rodeado de tres ancianos, todos ellos le decían una y mil cosas al joven de cabellera rubia y mirada fría. Cada hombre trataba de imponerse por sobre los otros dos, estaban convencidos que el joven senador les estaba oyendo atentamente, la mirada fija del muchacho hacia lo hacía parecer.
...
Solomon era desde hacía poco uno de los principales líderes del senado romano, su inteligencia lo había llevado a tal rango, conocido por los ancianos como un hombre intachable, ovacionado por la gente quien lo consideraba el alma noble del senado. Pese a todo lo expuesto, nadie le conocía realmente, el Solomon que es agraciado a los ojos de todo mundo es solo para eso...pero lejos de ser feliz su mirada demostraba una profunda tristeza, su personalidad era cerrada, no permitía que nadie le conozca.
Glorioso imperio romano...
Dijo con desgano mientras sus ojos se escapaban enfocándose en el verde jardín alumbrado por el sol que se podía ver en el exterior. Los ancianos ni cuenta se daban, seguían en sus meollos. El silencio rondaba en el resto de salones, los nobles habían partido para preparar la bienvenida a Virgilius, gran capitán de las fuerzas imperiales, al parecer había logrado conquistar una nueva tierra. Las pisadas rápidas de un soldado se pudieron oír al instante justo en que su cuerpo se aventuraba de la entrada, los ancianos voltearon vituperándole el porqué de su intromisión...
Hombre...dime, que motivos te traen al senado.
Los senadores callaron ante la fuerza de voz del joven, se apartaron dejando ingresar al soldado que traía en su mano una carta.
Soldado: Acaba de llegar...
Solomon agarro con firmeza el papel leyéndolo rápidamente, luego de eso despidió al mensajero.
Notables...será mejor que vayan avanzando, la tropa llena de victoria llega a su casa...como miembros del senado es nuestro deber estar presentes.
Con gentileza les invito a retirarse diciéndoles que pronto les daría encuentro, ellos partieron sin objetarle demasiado al respecto. Todo mundo parecía embobado. Solomon tomo con relajado actitud una copa con vino recién traído de las viñas y se sentó sobre su banco a releer lo escrito en aquella carta.
Ahhh...
Se inclino levemente apuntando su vista al techo oscuro de la recamara. La figura de sus primos aparecía en sus pensamientos...en especial de esos dos: Virgilius y Fye.
Seguramente no se presentara.
Tomo un par de sorbos más y se dispuso a dejar aquel recinto, aun con todos los problemas actuales debía ir.
...
Solomon era desde hacía poco uno de los principales líderes del senado romano, su inteligencia lo había llevado a tal rango, conocido por los ancianos como un hombre intachable, ovacionado por la gente quien lo consideraba el alma noble del senado. Pese a todo lo expuesto, nadie le conocía realmente, el Solomon que es agraciado a los ojos de todo mundo es solo para eso...pero lejos de ser feliz su mirada demostraba una profunda tristeza, su personalidad era cerrada, no permitía que nadie le conozca.
Glorioso imperio romano...
Dijo con desgano mientras sus ojos se escapaban enfocándose en el verde jardín alumbrado por el sol que se podía ver en el exterior. Los ancianos ni cuenta se daban, seguían en sus meollos. El silencio rondaba en el resto de salones, los nobles habían partido para preparar la bienvenida a Virgilius, gran capitán de las fuerzas imperiales, al parecer había logrado conquistar una nueva tierra. Las pisadas rápidas de un soldado se pudieron oír al instante justo en que su cuerpo se aventuraba de la entrada, los ancianos voltearon vituperándole el porqué de su intromisión...
Hombre...dime, que motivos te traen al senado.
Los senadores callaron ante la fuerza de voz del joven, se apartaron dejando ingresar al soldado que traía en su mano una carta.
Soldado: Acaba de llegar...
Solomon agarro con firmeza el papel leyéndolo rápidamente, luego de eso despidió al mensajero.
Notables...será mejor que vayan avanzando, la tropa llena de victoria llega a su casa...como miembros del senado es nuestro deber estar presentes.
Con gentileza les invito a retirarse diciéndoles que pronto les daría encuentro, ellos partieron sin objetarle demasiado al respecto. Todo mundo parecía embobado. Solomon tomo con relajado actitud una copa con vino recién traído de las viñas y se sentó sobre su banco a releer lo escrito en aquella carta.
Ahhh...
Se inclino levemente apuntando su vista al techo oscuro de la recamara. La figura de sus primos aparecía en sus pensamientos...en especial de esos dos: Virgilius y Fye.
Seguramente no se presentara.
Tomo un par de sorbos más y se dispuso a dejar aquel recinto, aun con todos los problemas actuales debía ir.
Solomon- Dios/a
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Re: Recamaras del Senado
Finalmente me había adentrado y llegado a las Recámaras Oficiales del Senado, estaban reunidos la gran mayoria de los viejos decrepitos y repugnantes que ostentaban el título de Senador.
Los guardias que custodiaban la entrada mostraban el mayor y total de los respetos: Una posisión erecta sosteniendo con finura su escudo y lanza, con la vista en alto, era una "ofensa" mirar a los ojos a los máximos dirigentes del Imperio.
El guardia que hacía poco había dejado de gritar la llegada de la Emperatriz se hizo a un lado de la puerta, con su cabeza gacha, su mano derecha cruzando su pecho, haciendo una reverencia ante mi presencia.
Los ancianos reunidos, todos absolutamente todos habían girado sus cabezas en dirección al portón, esperando que atravesara aquella entrada, al momento de hacerlo, sentí muchas miradas inquisidoras, otras de desprecio, pero bien sabían que debían camuflar aquellos sentimientos, no sea que a alguno se le "escape" una mala palabra y terminé muerto, una ofensa a la Emperatriz es una ofensa al Emperador y por ende a la misma Roma.
Sonreía burlonamente, leía sus expresiones y descubría sus verdaderos sentimientos, me reía internamente de todos ellos, a paso firme y lento, mientras mi capa púrpura se ondeaba con la mayor de las gracias, cada eco de mis pisadas retumbaba en toda la habitación, caminé con elegancia hacia ellos, aún les dedicaba la misma sonrisa sarcástica, me detuve para empezar a acercarme a cada uno de los senadores para estirarles mi mano derecha para que la besaran, por más repudio que sintieran era un agravio no besar la mano de la Emperatriz. Uno a uno fueron besando mi mano mientras pensaba al momento de mirarlos a los ojos, sin retirar la capucha de mi cabeza: - Cuántos deseaban ver mi cuerpo crucificado, cuántos darían hasta sus propias fortunas por desaparecerme reí mentalmente, mentía con respecto a esto último, estos miserables no estarían dispuestos a perder su riqueza ni posición por desaparecer a la "Zorra de Roma" como bien me llamaban en sus conversaciones más intimas.
Aquel falso acto terminó para fortuna mía, sin esperar ninguna de sus hipócritas palabras llevando mis manos a la altura de mis hombros, tomando con delicadeza mi capucha y echándola hacia atrás dejando ver mi hermoso rostro, expresé:
- Señores del Senado, no quiero importunar sus "arduas" labores en estos sus aposentos donde se debaten grandes cosas por el beneficio y el resplandor de Roma... Casi podía reírme de mi amañada actitud, pero debía controlarme, ambos, tanto ellos como yo sabiamos que el odio era recíproco y el hecho de verme ahí solo ahondaba más aquel sentimiento. Disfrutaba verlos incómodos por mi presencia, gozaba el ver en sus rostros un poco la frustación y tener contener cada unas de sus palabras que mancillarían e hirían mi orgullo, pero debía continuar, seguir y terminar de expresar los motivos que me habían llevado al Senado
- ...He venido aquí para coordinar los detalles para la llegada de nuestros hombres a Roma, el retorno de nuestros heroes a su hogar!. Tomé aire, haciendo una pausa, mirando fijamente la entrada de aquella habitación donde sabía que pronto entraría mi mayor aliado: Maximo.
- Todos ya recibieron las noticias de que Vergilius está a uno o dos días de camino, por lo cual debemos organizar el Desfile tradicional... Deje de mirar la puerta para mirar ahora a los Senadores, retomando: - No vengo a solicitar autorización, solo vengo a informarles que el desfile se desplegará como se ha hecho las veces anteriores desde la entrada de Roma, pero esta vez terminará dicho evento en el Coliseo, el mejor lugar para honrar a nuestros hombres y ver a los nuevos esclavos. Espero que las demás legiones, excepto la del General de Edward arriben simultáneamente a Roma. Uds!... señalando el lugar donde se encontraban agolpados - A cada uno de uds se les asignará un lugar en los palcos principales del Coliseo para que sean, seamos lo primero que vean nuestros heroes al terminar dicho desfile. Por unos instantes el silencio se interpuso entre nosotros, al cabo de un rato, rompiendo aquel hielo invisible dije:
- No olviden aplaudir y ponerse de pie cuando vean a Vergilius y sus hombres. Aquellas palabras sabía que les despertaría más el desprecio hacia mi persona, solo me gustaba provocarlos, tratarlos como idiotas era uno de mis mayores placeres.
Inicié mi marcha, como si me dirigiera a la salida, a unos pasos de los Senadores, sin girarme dándoles aún la espalda, esbocé:
- Espero que todos puedan hacerse presentes en el Coliseo.
Esperando alguna recriminación de alguno de ellos, aunque lo dudaba, les estaba ahorrando "energías" en este evento. Además mis acompañantes me esperaban en la entrada, no "debía" hacerlos esperar.
Los guardias que custodiaban la entrada mostraban el mayor y total de los respetos: Una posisión erecta sosteniendo con finura su escudo y lanza, con la vista en alto, era una "ofensa" mirar a los ojos a los máximos dirigentes del Imperio.
El guardia que hacía poco había dejado de gritar la llegada de la Emperatriz se hizo a un lado de la puerta, con su cabeza gacha, su mano derecha cruzando su pecho, haciendo una reverencia ante mi presencia.
Los ancianos reunidos, todos absolutamente todos habían girado sus cabezas en dirección al portón, esperando que atravesara aquella entrada, al momento de hacerlo, sentí muchas miradas inquisidoras, otras de desprecio, pero bien sabían que debían camuflar aquellos sentimientos, no sea que a alguno se le "escape" una mala palabra y terminé muerto, una ofensa a la Emperatriz es una ofensa al Emperador y por ende a la misma Roma.
Sonreía burlonamente, leía sus expresiones y descubría sus verdaderos sentimientos, me reía internamente de todos ellos, a paso firme y lento, mientras mi capa púrpura se ondeaba con la mayor de las gracias, cada eco de mis pisadas retumbaba en toda la habitación, caminé con elegancia hacia ellos, aún les dedicaba la misma sonrisa sarcástica, me detuve para empezar a acercarme a cada uno de los senadores para estirarles mi mano derecha para que la besaran, por más repudio que sintieran era un agravio no besar la mano de la Emperatriz. Uno a uno fueron besando mi mano mientras pensaba al momento de mirarlos a los ojos, sin retirar la capucha de mi cabeza: - Cuántos deseaban ver mi cuerpo crucificado, cuántos darían hasta sus propias fortunas por desaparecerme reí mentalmente, mentía con respecto a esto último, estos miserables no estarían dispuestos a perder su riqueza ni posición por desaparecer a la "Zorra de Roma" como bien me llamaban en sus conversaciones más intimas.
Aquel falso acto terminó para fortuna mía, sin esperar ninguna de sus hipócritas palabras llevando mis manos a la altura de mis hombros, tomando con delicadeza mi capucha y echándola hacia atrás dejando ver mi hermoso rostro, expresé:
- Señores del Senado, no quiero importunar sus "arduas" labores en estos sus aposentos donde se debaten grandes cosas por el beneficio y el resplandor de Roma... Casi podía reírme de mi amañada actitud, pero debía controlarme, ambos, tanto ellos como yo sabiamos que el odio era recíproco y el hecho de verme ahí solo ahondaba más aquel sentimiento. Disfrutaba verlos incómodos por mi presencia, gozaba el ver en sus rostros un poco la frustación y tener contener cada unas de sus palabras que mancillarían e hirían mi orgullo, pero debía continuar, seguir y terminar de expresar los motivos que me habían llevado al Senado
- ...He venido aquí para coordinar los detalles para la llegada de nuestros hombres a Roma, el retorno de nuestros heroes a su hogar!. Tomé aire, haciendo una pausa, mirando fijamente la entrada de aquella habitación donde sabía que pronto entraría mi mayor aliado: Maximo.
- Todos ya recibieron las noticias de que Vergilius está a uno o dos días de camino, por lo cual debemos organizar el Desfile tradicional... Deje de mirar la puerta para mirar ahora a los Senadores, retomando: - No vengo a solicitar autorización, solo vengo a informarles que el desfile se desplegará como se ha hecho las veces anteriores desde la entrada de Roma, pero esta vez terminará dicho evento en el Coliseo, el mejor lugar para honrar a nuestros hombres y ver a los nuevos esclavos. Espero que las demás legiones, excepto la del General de Edward arriben simultáneamente a Roma. Uds!... señalando el lugar donde se encontraban agolpados - A cada uno de uds se les asignará un lugar en los palcos principales del Coliseo para que sean, seamos lo primero que vean nuestros heroes al terminar dicho desfile. Por unos instantes el silencio se interpuso entre nosotros, al cabo de un rato, rompiendo aquel hielo invisible dije:
- No olviden aplaudir y ponerse de pie cuando vean a Vergilius y sus hombres. Aquellas palabras sabía que les despertaría más el desprecio hacia mi persona, solo me gustaba provocarlos, tratarlos como idiotas era uno de mis mayores placeres.
Inicié mi marcha, como si me dirigiera a la salida, a unos pasos de los Senadores, sin girarme dándoles aún la espalda, esbocé:
- Espero que todos puedan hacerse presentes en el Coliseo.
Esperando alguna recriminación de alguno de ellos, aunque lo dudaba, les estaba ahorrando "energías" en este evento. Además mis acompañantes me esperaban en la entrada, no "debía" hacerlos esperar.
Diva- Berseker de Ares
- Status : MUERTA
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Re: Recamaras del Senado
La hija del emperador entró justo cuando su odiada madrastra dijo que haría un desfile de tal y cual manera, cosa que para ella era lo más ridículo que había escuchado, solo su madre sabía hacer buenos desfiles, sin embargo Lydia era muy inteligente, no dijo nada negativo, si no que más bien decidió darle un poco de alas a aquella mujer, y concentrarse en saludar amablemente al más querido de sus primos. Solomon.
El senado estaba lleno de tipos inútiles a los que ella odiaba, y no hábía nada más tentador para ella que decir algo que pudiera hacer que los del senado se fueran contra Diva y la hicieran pasar verguenza; como bien sabía esa mujer se preocupaba bastante por mantener su imagen y en el fondo sólo quería llamar la atención de todos ellos. Si Lydia no se controlaba haría que lo que ella quisiera se hiciese realidad y ese era un castigo peor que la muerte para ella.
-Pues ya que... Si te has esforzado tanto debería salir bien...- Dijo la hija del emperador mientras entraba y se sentaba en una silla, francamente a ella no le interesaba para nada estar en ese lugar con esos tipos tan aburridos, pero dado el caso de que ella se complacía en atormentar a Diva ese era un sacrificio que estaba dispuesta a ser. No importaba lo que soportara quería ser su sombra para cuando bajara sus defensas poder descubrirla como la maldita asesina que era.
- Ya que mi querido hermano viene lo indicado es eso, hacerle un desfile tradicional- Lydia miró a su primo y le dirigió una sonrisa de esas que poco o nada ella regala a los demás y antes que el abandonara el lugar dijo-Buenos días Solomon, siempre es un gusto verte, espero encontrarte en otra ocasión- La hija del emperador miró a su madrastra y le dijo con mucho esfuerzo por no poner un tono burlón y sarcástico lo siguiente:
-Y este desfile cuánto tiempo tiene de preparación? Espero sea lindo, porque pienso estar ahí- luego de mirar unos segundos al techo y pensar que no tenía caso que se quedare en ese lugar, ya que las mujeres no tenían ni voz ni voto en ese sitio, la princesa romana se puso de pie muy animada y siguió a Diva mientras decía- quiero ir contigo a ver el lugar que se me asignó.- Dado el humor de la princesa el hecho de que estuviera tan animada haría que Diva desconfiara de ella, pero como ambas lo sabían; a plena luz del día no se pueden cometer las más bellas matanzas, todas estas se veían mucho mejor con el brillo de la luna en sus garras sangrientas, por lo tanto a ninguan la preocupaba la presencia de la otra a plena luz del sol. A parte de eso la mujer que tanto odiaba sabía que a ella no le gustaba quedarse en un mismo sitio, y mucho menos en compañía de seres que ella consideraba unos inútiles.
Lydia- Dios/a
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Re: Recamaras del Senado
Unos pasos se escuchaban acercándose lo suficiente, con la fortaleza y con la decidión de entrar a las recámaras del Senado, finalmente se mostró, era nada más y nada menos que mi hijastra, la Princesa Lydia.
Su recelo lo ocultaba muy bien en aquellas acciones, bien sabía yo que Lydia era una chica caprichosa pero últimamente se había convertido en un maldito ácaro que me asediaba entre las sombras.
Se sentó en una de las sillas del Senado, me asombró un poco ese hecho, para ser tan educada y refinada compartir asiento con alguno de esos asquerosos viejos era algo considerado vulgar, pero que podía esperarse de la "consentida" de mi esposo que cualquier capricho que se le antojase, se le concedía y se volvía una realidad.
Ella habló para todos los presentes, me sorprendió un poco que ella estuviera interesada en aquellas banalidades referente a eventos de la vida pública de Roma, no era propio de ella, su actitud, su postura, ella misma resultaba ahora mismo sospechoso, ese hecho me daba la mayor de las desconfiazas pero si ella quería jugar, pues démosle rienda suelta al juego de poder, va a necesitar mucho para llegar si acaso igualarse a mí en esos menesteres.
- Princesa Lydia, Bienvenida!! Dije aún permaneciendo inmóvil en el lugar donde me encontraba
- No sabía que era de tu interés esta clase de organizaciones, pero como bien lo dije al Senado, tú y todos los tuyos tienen un lugar privilegiado en los palcos privados del Coliseo, estarás a mi izquierda querida mía. Sonriendo dulcemente entremezclado con el mayor de los sarcasmos.
Sus palabras mostraban la molestia que le causaba el hecho de tener que controlarse, cerré mis ojos, llevé mis manos hacia atrás, tomé mi capucha y la puse sobre mi cabeza, ocultando nuevamente mi rostro, la sombra escondía la expresión de placer que tenia mi rostro y mis brazos que aún estaban acomodando aquella prenda ocultaban la sonrisa que mostraba. Lydia volvió a hablar, tratando de ponerme en ridículo o peor aún en jaque, pero olvidaba que estaba ante una experta:
- Hija mía!.... expresé en tono materno, sabía que esto irritaría lo suficientemente a la hija del Emperador y la haría cometer cualquier imprudencia ante ellos quedando mal ante sus ojos, pero también sabía que no lo haría, ella era lo suficientemente lista para no refutar aquellas palabras delante de aquellos malsanos ancianos, - ...Qué clase de pregunta es esa.... llevo 3 años preparando los desfiles tradicionales de bienvenida de nuestros hombres y nadie hasta ahora ha tenido queja alguna, ahora con respecto al tiempo..... el tiempo no es lo importante, sino la dedicación con que se hagan las cosas. La falsedad de aquellas palabras me hubiesen otorgado el mayor premio en hipocresia del imperio, queria reirme, burlarme de ella y de todos ellos, pero como la Emperatriz, debía guardar mi compostura, debía mostrarle a ellos que a pesar de ser una extranjera estaba a la altura de cualquier dama romana de alta alcurnia.
Comencé a caminar dirigiendome a la salida, mientras lo hacía le expresé a Lydia:
- En este momento si quieres, podemos ver como van los arreglos en el Coliseo y puedas decir y decidir que te gusta y que no....hija querida
Era mejor tener a esa engreída cerca, ya tenía mis sospechas que ella se traía algo contra mi, además que sus acosos no eran normales como si quisiese comprobar y confirmar sus sospechas.
Me alejé lo suficiente llegando a la puerta reuniendome con mis acompañantes.
Su recelo lo ocultaba muy bien en aquellas acciones, bien sabía yo que Lydia era una chica caprichosa pero últimamente se había convertido en un maldito ácaro que me asediaba entre las sombras.
Se sentó en una de las sillas del Senado, me asombró un poco ese hecho, para ser tan educada y refinada compartir asiento con alguno de esos asquerosos viejos era algo considerado vulgar, pero que podía esperarse de la "consentida" de mi esposo que cualquier capricho que se le antojase, se le concedía y se volvía una realidad.
Ella habló para todos los presentes, me sorprendió un poco que ella estuviera interesada en aquellas banalidades referente a eventos de la vida pública de Roma, no era propio de ella, su actitud, su postura, ella misma resultaba ahora mismo sospechoso, ese hecho me daba la mayor de las desconfiazas pero si ella quería jugar, pues démosle rienda suelta al juego de poder, va a necesitar mucho para llegar si acaso igualarse a mí en esos menesteres.
- Princesa Lydia, Bienvenida!! Dije aún permaneciendo inmóvil en el lugar donde me encontraba
- No sabía que era de tu interés esta clase de organizaciones, pero como bien lo dije al Senado, tú y todos los tuyos tienen un lugar privilegiado en los palcos privados del Coliseo, estarás a mi izquierda querida mía. Sonriendo dulcemente entremezclado con el mayor de los sarcasmos.
Sus palabras mostraban la molestia que le causaba el hecho de tener que controlarse, cerré mis ojos, llevé mis manos hacia atrás, tomé mi capucha y la puse sobre mi cabeza, ocultando nuevamente mi rostro, la sombra escondía la expresión de placer que tenia mi rostro y mis brazos que aún estaban acomodando aquella prenda ocultaban la sonrisa que mostraba. Lydia volvió a hablar, tratando de ponerme en ridículo o peor aún en jaque, pero olvidaba que estaba ante una experta:
- Hija mía!.... expresé en tono materno, sabía que esto irritaría lo suficientemente a la hija del Emperador y la haría cometer cualquier imprudencia ante ellos quedando mal ante sus ojos, pero también sabía que no lo haría, ella era lo suficientemente lista para no refutar aquellas palabras delante de aquellos malsanos ancianos, - ...Qué clase de pregunta es esa.... llevo 3 años preparando los desfiles tradicionales de bienvenida de nuestros hombres y nadie hasta ahora ha tenido queja alguna, ahora con respecto al tiempo..... el tiempo no es lo importante, sino la dedicación con que se hagan las cosas. La falsedad de aquellas palabras me hubiesen otorgado el mayor premio en hipocresia del imperio, queria reirme, burlarme de ella y de todos ellos, pero como la Emperatriz, debía guardar mi compostura, debía mostrarle a ellos que a pesar de ser una extranjera estaba a la altura de cualquier dama romana de alta alcurnia.
Comencé a caminar dirigiendome a la salida, mientras lo hacía le expresé a Lydia:
- En este momento si quieres, podemos ver como van los arreglos en el Coliseo y puedas decir y decidir que te gusta y que no....hija querida
Era mejor tener a esa engreída cerca, ya tenía mis sospechas que ella se traía algo contra mi, además que sus acosos no eran normales como si quisiese comprobar y confirmar sus sospechas.
Me alejé lo suficiente llegando a la puerta reuniendome con mis acompañantes.
Diva- Berseker de Ares
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Re: Recamaras del Senado
Lydia escuchó las palabras de la serpiente que estaba dirigiéndose a ella, si algo había aprendido era qeu a personas como ellas se las tenía bien cerca y no se les daba el gusto; cuando Diva se dirigió a ella con un finjido tono marternal la princesa romana le siguió el juego de manera sorprendente. Diva la subestimaba, pensaba que era una inexperta, pero no sabía que ella había practicado bastante con sus primos y hermanos; muejeres como ella significaban malas noticias para mujeres como Diva.
-Esta mujer no se anda con juegos- pensó la princesa mientras sonreía de forma maquinal pero que eso sí engañaba a cualquier tonto que no la conociera bien, o que no fuera tan manipulador como ellas dos. -Bueno a mí sí me encanta jugar bastante- dijo otra vez en su mente la hermosa princesa de Roma y pensó en una respuesta que le dejaría en claro a Diva que ella no era ni un imbécil.
-En eso tienes razón, sabias palabras que sólo pueden venir de la emperatriz- dijo la hermosa mujer con sus finos modales y su tono tan diplomático, si Diva se llevaba el premio en lo de hipocresía, a Lydia no la dejaban entrar al concurso, puesto que no aceptaban profesionales. Francamente a ella no le interesaba en nada que su hermano llegara, o por lo menos eso era lo que ella quería que Diva pensara; estaba segura que ella estaría elucubrando para tratar de enteneder aquella situación, pero el sólo confundirla no era suficiente, tenía que ser muy inteligente para poder hacerle frente en aquel juego desquiciado. No sabía desde cuanto ella se había vuelto así,si era desde que su madre murió o desde la vez que mintió diciendo que ella no había sido quien había empujado a esa níña que casi mata un caballo desbocado; lo que sí sabía era que más le valía usar sus habilidades para defenderse de esa mujer o la próxima muerte sería la de ella.
-Muy bien señores... Espero estén ese día para honrar la llegada del hijo del gobernador del imperio, yo por mi parte me encargaré de que todas las cosas del desfile estén tan bien como lo dice mi- La princesa hizo una pausa y dijo como si fuera realmente algo salido de su corazón- querida madre.
Una vez dicho esto la hermosa princesa caminó detrás de su madrastra para seguirla, y mientras lo hacía pensaba en la forma de poder enfrentarla, hacerla caer, quería ver su sangre correr a sus pies, pero no... No iba a ser tan tonta, a las cucarachas se las deja jugar un rato antes de aplastarlas hasta destriparlas, y eso mis queridos lectores, era lo que haría esta hermosa pero pérfida serpiente romana en cuanto Diva se distrajera.
-Entonces puedo acomodar todo a mi gusto?- Preguntaba con fingido pero tan bien fingido asombro, que los del cenado se lo creerían; para una mujer como ella no era de sorprender que todos sus caprichos fueran cumplidos por sus esclavos. Después de todo el sinónimo de perfección era ella.
Lydia- Dios/a
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Re: Recamaras del Senado
Salí de las recámaras principales del Senado. Alcancé a escuchar una a una las palabras de Lydia, simplemente suspiré, ella se comportaba como una niña aunque no debía ni confiarme y mucho menos subestimarla, de pronto rápidamente se juntó conmigo, saliendo juntas de aquel salón.
Me acerqué a mis acompañantes, Nía, Nicole y Dimitri, debía controlar la ira que tenia contenida, tomé mi pequeño látigo y comencé a golpear mi palma izquierda con él, los látigazos no eran fuertes pero si sonantes.
- Nía!... Nicole! ..... Me acompañaran al Coliseo o desean regresarse al Palacio o ir a la Villa de su propiedad?
Seguía golpeando mi mano con mi látigo, con la mirada perdida claro ésta se mostraba oculta entre las telas de mi capucha púrpura:
- Dimitri ... ve y diles que tengan listo el carruaje, nos vamos para el Coliseo!
Le ordené con frialdad en mis palabras, aquel chiquillo me miró un tanto asustado y preocupado por que casi nunca lo trataba con esa frialdad. Detuve aquel golpeteo, me giré para mirar la salida y dije:
- Señoritas si deciden acompañarme, les arreglaré un transporte aparte.... ahora mismo si mi querida hija desea acompañarme, nos iremos ella y yo, aaah y claro Dimitri en el carruaje!
Miré a Lydia, la miré fijamente quería golpearla, quería lastimarla, marcarle aquel hermoso rostro, no sabía cuales eran sus intensiones pero ya se estaba mostrando bastante molesta, esta damita se estaba mostrando que podía ser tan arpía como yo. En ese momento me perdí en mis pensamientos, imaginé tomarla de su brazo con fuerza y arrastrarla por aquel pasillo hasta llegar a nuestro carruaje, abrir esa pequeña puerta y tirarla adentro, abofetearla hasta cansarme y dejarle claro quien era la que mandaba por muy hijita del Emperador fuera. Rebobiné aquella escena una y otra vez, hasta que desperté de mis sueños, sonreí dulcemente, mirando con ternura a la hija del Emperador, expresé:
- Lydia me acompañas en mi carruaje?
Fueron las únicas palabras que le dije a mi hijastra, dejando de mirarla, acercándome a uno de los guardias y dando indicaciones sobre el transporte de las mellizas, sin girarme siquiera emprendí de nuevo mi marcha, en la entrada principal de aquel edificio estaba Dimitri con la puertecilla abierta esperando que la abordaramos.
Y así lo hice, esperando que mi hijastra se subiera con nosotros y marcharnos rumbo al Coliseo
Me acerqué a mis acompañantes, Nía, Nicole y Dimitri, debía controlar la ira que tenia contenida, tomé mi pequeño látigo y comencé a golpear mi palma izquierda con él, los látigazos no eran fuertes pero si sonantes.
- Nía!... Nicole! ..... Me acompañaran al Coliseo o desean regresarse al Palacio o ir a la Villa de su propiedad?
Seguía golpeando mi mano con mi látigo, con la mirada perdida claro ésta se mostraba oculta entre las telas de mi capucha púrpura:
- Dimitri ... ve y diles que tengan listo el carruaje, nos vamos para el Coliseo!
Le ordené con frialdad en mis palabras, aquel chiquillo me miró un tanto asustado y preocupado por que casi nunca lo trataba con esa frialdad. Detuve aquel golpeteo, me giré para mirar la salida y dije:
- Señoritas si deciden acompañarme, les arreglaré un transporte aparte.... ahora mismo si mi querida hija desea acompañarme, nos iremos ella y yo, aaah y claro Dimitri en el carruaje!
Miré a Lydia, la miré fijamente quería golpearla, quería lastimarla, marcarle aquel hermoso rostro, no sabía cuales eran sus intensiones pero ya se estaba mostrando bastante molesta, esta damita se estaba mostrando que podía ser tan arpía como yo. En ese momento me perdí en mis pensamientos, imaginé tomarla de su brazo con fuerza y arrastrarla por aquel pasillo hasta llegar a nuestro carruaje, abrir esa pequeña puerta y tirarla adentro, abofetearla hasta cansarme y dejarle claro quien era la que mandaba por muy hijita del Emperador fuera. Rebobiné aquella escena una y otra vez, hasta que desperté de mis sueños, sonreí dulcemente, mirando con ternura a la hija del Emperador, expresé:
- Lydia me acompañas en mi carruaje?
Fueron las únicas palabras que le dije a mi hijastra, dejando de mirarla, acercándome a uno de los guardias y dando indicaciones sobre el transporte de las mellizas, sin girarme siquiera emprendí de nuevo mi marcha, en la entrada principal de aquel edificio estaba Dimitri con la puertecilla abierta esperando que la abordaramos.
Y así lo hice, esperando que mi hijastra se subiera con nosotros y marcharnos rumbo al Coliseo
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Re: Recamaras del Senado
Me fui al lugar que siempre solía hacerlo, rodeado de cuantos viejos decrépitos se me cruzaran y me saludaran. Yo con aborrecimiento, les correspondía el saludo, pero nada más de eso, con una media sonrisa un tanto falsa que no podía evitar usar. Hasta que Diva, comenzó a hablar, prácticamente sin dejarme tomar asiento. Quería hacerlo rápido, todo a las apuradas y así no se construía un Imperio, mas bien se hacía con paciencia y con esfuerzo, tal cual lo había hecho el Emperador.
Con aburrimiento observaba hacia otros lados, mirando a la hija del Emperador, vaya, vaya, vaya… esa sí que era alguien importante en esta reunión. Se mantuvo callada, hasta que Diva intentó irse y luego ella le contestó rápidamente. Una pequeña discusión se generaba, pero yo podía observar la mirada de la pequeña, sin duda alguna era de resentimiento. La estupidez mas grande de Diva fue ponerse una capucha, era mas que obvio que escondía sus sentimientos detrás de ella. Un dato que ya había sido guardado.
Hablaban de estupideces, como el desfile del recibimiento a Vergilius y Octavius, esos recibimientos los iba a hacer el pueblo. Era la gente quien apoyaba la causa de los Generales, que le daban gloria a Roma. Sin embargo era más que obvio que estas buscaban cualquier excusa estúpida para saber quien era mas falsa. Hice tronar mis dedos, mientras me dedicaba a escuchar, la sarta de boberías que decían con ‘cariños familiares’ de por medio. Bostecé por un momento cuando se marcharon.
Observé a los demás senadores y me puse de pie, todos eran viejos… estúpidos viejos vetustos que asentían a lo que decía Diva, sin importar que fuese. Eran inteligentes, pero apuesto a que si Diva daba la orden de que ellos peleen contra Leones, lo hacían solo por satisfacer a la ‘Emperatriz’, sarta de tarados. Extendí mi brazo, esperando que todos estén distraídos, para marcharme en silencio, detrás de la Emperatriz y su ahijada. ‘Yo también quería ver los preparativos’, de seguro iban a ser interesantes.
Con aburrimiento observaba hacia otros lados, mirando a la hija del Emperador, vaya, vaya, vaya… esa sí que era alguien importante en esta reunión. Se mantuvo callada, hasta que Diva intentó irse y luego ella le contestó rápidamente. Una pequeña discusión se generaba, pero yo podía observar la mirada de la pequeña, sin duda alguna era de resentimiento. La estupidez mas grande de Diva fue ponerse una capucha, era mas que obvio que escondía sus sentimientos detrás de ella. Un dato que ya había sido guardado.
Hablaban de estupideces, como el desfile del recibimiento a Vergilius y Octavius, esos recibimientos los iba a hacer el pueblo. Era la gente quien apoyaba la causa de los Generales, que le daban gloria a Roma. Sin embargo era más que obvio que estas buscaban cualquier excusa estúpida para saber quien era mas falsa. Hice tronar mis dedos, mientras me dedicaba a escuchar, la sarta de boberías que decían con ‘cariños familiares’ de por medio. Bostecé por un momento cuando se marcharon.
Observé a los demás senadores y me puse de pie, todos eran viejos… estúpidos viejos vetustos que asentían a lo que decía Diva, sin importar que fuese. Eran inteligentes, pero apuesto a que si Diva daba la orden de que ellos peleen contra Leones, lo hacían solo por satisfacer a la ‘Emperatriz’, sarta de tarados. Extendí mi brazo, esperando que todos estén distraídos, para marcharme en silencio, detrás de la Emperatriz y su ahijada. ‘Yo también quería ver los preparativos’, de seguro iban a ser interesantes.
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Re: Recamaras del Senado
Mi hermana Nia y yo habíamos permanecido fuera del cenado ya que solo podía entrar la emperatriz, Manteniendo un silencio profundo entre mi hermana y yo, se lograban escuchar fuertes voces pero solo era la de diva y una joven así que pensé *Vaya al parecer si que había un gran show dentro del senado* hasta los guardias daban miedo ya que solo permanecían hay de pie como si fuesen estatuas, la salida de diva no se hizo esperar, así que se abrieron las puertas del senada emergiendo de ellas la joven emperatriz acompañada de una joven mujer la cual parecía ser simpática , la emperatriz se encontraba molesta y no sabia porque razón ya que se dirigió a nosotras diciendo que si queríamos acompañarla o ir a algún otro lado
-Emperatriz si no le importa quisiera pasear por aquí ya que no quiero que se aburriera de mi presencia-
Diva se dirigió a Dimitri hablándole muy molesta tanto que logro darme escalofríos.
-Emperatriz si no le importa quisiera pasear por aquí ya que no quiero que se aburriera de mi presencia-
Diva se dirigió a Dimitri hablándole muy molesta tanto que logro darme escalofríos.
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Re: Recamaras del Senado
Despues del pequeño espectaculo hecho por la emperatriz y el sonso vi como esta entraba en la recamara del senado a lo cual me recargue tranquilamente contra uno de los pilares que habian en esa zona mirando con aburrimiento a cada una de las personas que iban pasando por alli. No paso mucho tiempo para que el sonso siguiera al fin el camino que habia seguido la emperatriz ademas del otro senador que habia estado paseando por el lugar, mas vi como una chica mas joven entraba corriendo hacia el salon de los senadores seguramente seria alguien de la familia real a quien desconocia puesto que nunca habia tenido el mayor interes de conocer a toda la familia real. Paso alrededor de una hora antes de que Diva saliera acompañada de la misma chica que habia entrado anteriormente mostrando claramente lo irritida que se encontraba llamandonos a mi melliza y a mi preguntando si querriamos acompañarla, mi melliza decidio el pasear por alli mas en mi caso le asenti con la cabeza e hice que prepararan un carruaje aparte del de ella debido a que ella iria con alguien mas ademas de dimitre quien parecia temeroso debido al tono que habia usado Diva para dirigirse a el. Apenas haber hecho aquello me retire del lugar siguiendo a la emperatriz viendo que habian dos carruajes preparados subiendome en el segundo con total tranquilidad sin aceptar la mano de los soldados.
- vamos a que esperan para marchar!! -dice desde dentro del carruaje con seriedad antes de que el jinete lo pusiera en marcha siguiendo el carruaje en el que iba la reina en esos instantes-
- vamos a que esperan para marchar!! -dice desde dentro del carruaje con seriedad antes de que el jinete lo pusiera en marcha siguiendo el carruaje en el que iba la reina en esos instantes-
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Re: Recamaras del Senado
La hermosa hija del emperador estaba caminando al lado de la mujer que decía era la emperatriz, pero todos sabían que no era más inútil que una oruga intentando volar para alcanzar una manzana en la rama de un árbol. Luego de escuchar las palabras de su madrastra Lydia solo asintió y se dirigió fuera del salón mientras pensaba las mil un forma de matar a Diva; la más hermosa y agraciada de todas era aquella en la que imaginaba que Diva salía corriendo tratando de huir de su arco con flechas envenenadas, al final de tanto correr por el jardín fuera de su cuarto una rama enredó la capucha de la mujer y la hizo ahogarse poniendo en su rostro aquel tono morado que tanto le gustaba ver en los seres que detestaba, además de eso debía admitir que la luna le daba cierto toque delicado a aquel rostro sin vida de su odiada madrastra.
Como todo en la vida tenía que terminar, los hermosos sueños también lo hacían y pronto la hermosa mujer tuvo que regresar a la realidad y dejar atrás el senado para dirigirse al coliseo, donde todo tenía que estar bien para el desfile de su querido hermano, con quien tenía la relación de un apático con un vestido de colores.
-Hermanito... Como si no supiera que desde niño no te han gustado los desfiles...- Dijo entre sus pensamientos esbozando una sonrisa de medio lado, una que casi nadie conocía porque la hija del emperador jamáas la mostraba a nadie- Ahora solo debo pensar bien a donde te irás a meter en lugar de estar ahí.-
Y así pensando esto Lydia se alejó del lugar para aburrirse por completo yal lado de su madrastra la única persona a la que ahora dedicaba el tiempo para intentar matar.
Lydia- Dios/a
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Re: Recamaras del Senado
No habia podido comenzar bien el dia, sin que mis responsabilidades me sacaran de la cama, despues de esa velada romantica, no tenia muchas ganas de querer venir, pero bueno, el deber es el deber, decia en mi mente, cruze levemente las calles de mi recinto y de los demas senadores y gente importante del senado, casi estaba solitario, podria decirse que yo era el primero que una ama de llaves despertaba, pero ya no tenia como regresar, camine ligeramente, respirando el aire del amanecer, viendo a las personas pasar una y otra vez, mientras que yo me perdia entre mis pensamientos.
Ayer con lady fue maravilloso, pero e estado pensando, la amo demasiado como para pedirle matomonio, o primero tenemos que conocernos, y despues veriamos, aunque, creo que todos los demas senadores no aceptaran mi relacion, he visto que varios me quieren sacar del juego, pero viendo a sus esposas, que son de la alta alcunia, podrian hacerme quedar mal y tirarme a la basura, con todo y mis riquezas...pero creo que es mejor tener esto por un momento mas, mientras veo como podre solucionarlo, tiene que haber una manera..
Me acercaba cada vez mas, mientras unas pequeñas tropas resguardaban el lugar, solo atine a ir directo hacia la puerta principal, no tenia ganas de siquiera mirarlos, poco a poco subi las escalinatas, y me dirigi hacia el palco, donde no habia ninguna alma viviente, me sente en mi lugar, mientras cruzaba mis piernas, levantaba mis manos hacia el cielo, y bostezaba a mas no parar.
Que bonito, para esto solo me levante, ja, malditos, si que me la han echo, pense que ya estaria lleno, escupi al suelo, pero eso me gano por querer ser el mejor senador...
Me levante camine en circulo por un momento, y poco a poco oia entre los escalones, alguien venia, quien seria, algun senador o la protectora de egipto.
Rol Pienso Hablo
Ayer con lady fue maravilloso, pero e estado pensando, la amo demasiado como para pedirle matomonio, o primero tenemos que conocernos, y despues veriamos, aunque, creo que todos los demas senadores no aceptaran mi relacion, he visto que varios me quieren sacar del juego, pero viendo a sus esposas, que son de la alta alcunia, podrian hacerme quedar mal y tirarme a la basura, con todo y mis riquezas...pero creo que es mejor tener esto por un momento mas, mientras veo como podre solucionarlo, tiene que haber una manera..
Me acercaba cada vez mas, mientras unas pequeñas tropas resguardaban el lugar, solo atine a ir directo hacia la puerta principal, no tenia ganas de siquiera mirarlos, poco a poco subi las escalinatas, y me dirigi hacia el palco, donde no habia ninguna alma viviente, me sente en mi lugar, mientras cruzaba mis piernas, levantaba mis manos hacia el cielo, y bostezaba a mas no parar.
Que bonito, para esto solo me levante, ja, malditos, si que me la han echo, pense que ya estaria lleno, escupi al suelo, pero eso me gano por querer ser el mejor senador...
Me levante camine en circulo por un momento, y poco a poco oia entre los escalones, alguien venia, quien seria, algun senador o la protectora de egipto.
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Re: Recamaras del Senado
En las afueras del senado comenzaban a congregarse algunos coches, seguramente el de unos senadores que acudirían a una sesión de suma importancia, esas que se originaban para tratar un tema de mucha relevancia. Noah que había tenido un entrevista con sus más altos mandos aceptó con desagrado asistir a aquella reunión diplomática.
« El maldito senado, si no fuera porque me lo han ordenado habría mandado al carajo este lugar.»
Para él, todos los diplomáticos no eran más que seres sin escrúpulos que velaban por sus intereses personales, haciendo enmiendas y asegurándose al mismo tiempo que sus fortunas no se vieran afectados. Si antes él gozaba del privilegio de ser general ahora también tenía que pagar un pequeño precio, puesto que en ocasiones, eran los mismos generales los que asistían para que la fracción militar, el brazo armado de Roma tuviera voz y voto en las decisiones a tomar.
Sabía poco, sólo que una delegada extranjera proveniente de Egipto había arribado a los muelles romanos y que una pequeña diligencia se había despachado para solicitar una audiencia en la camara de senadores. Eso le tenía sin cuidado, lo que mantenía cierto interés provenía directamente con el nombre de Egipto. Por alguna razón desde que llegó de Germania la ausencia de reportes de la legión de Edward le tenían pensativo, intrigado por el destino de un ejercito que debía haber conquistado aquellas tierras y que ahora era una emisaria de Egipto la que había llegado a Roma.
¿Por qué no entraron las fuerzas de Edward triunfantes en Roma como las demás legiones? ¿A que se debe que esa misteriosa delegada llegara a las afueras y convocará una auditoria con los senadores? Aquel par de interrogantes le retumbaban por la mente, debido a ellas había accedido de manera airada las ordenes de presentarse al senado. Le habían informado que no tardarían en reunir a los otros generales.
« Y con suerte el hijo de perra de Breda llegará para seguirse quemando su ya de por si atrofiado cerebro con esas sustancias de mierda.»
Por un lado le molestaba que el honor de los generales se viera opacado por tan despreciable persona. Aunque fuera muy efectivo y tuviera buenas ideas sus acciones demeritaban mucho de lo que él podría sentirse orgulloso. Apretó el paso y el sonido seco y hueco de sus pisadas retumbó por los pasillos, se le notaba la inconformidad de entrar en ese nido de víboras. Los efectivos militares que custodiaban los accesos le rendían el riguroso saludo cuando se acercaba a ellos.
En la sala donde se llevaría la sesión él apenas pudo distinguir a un solo senador, los demás estaban demorados por supuesto. No le dedicó más de diez segundos darle la debida atención cuando se dirigió hacia la zona designada para los generales romanos, se tiró sobre el asiento poniéndose lo más cómodo posible. A su entender esto llevaría tiempo y sería una larga sesión en lo que se ponían de acuerdo. Distaba por mucho de las reuniones entre militares.
Poco a poco sus ojos comenzaron a ser testigo de como entre habladurías de carácter político comenzaban a manifestarse de la mano de algunos senadores que ya estaban llegando. Sólo que los senadores de peso no hacían acto de presencia salvo aquél que estaba de pie y que se le notaba impaciente.
« Bonito lugar, pero aún así nunca sería un senador de mierda.»
Pensó y se puso a cerrar sus ojos, aún era víctima de la resaca. Lo único que le quedaba era resignarse y rogar a los dioses que el motivo de tal reunión se esclareciera.
« El maldito senado, si no fuera porque me lo han ordenado habría mandado al carajo este lugar.»
Para él, todos los diplomáticos no eran más que seres sin escrúpulos que velaban por sus intereses personales, haciendo enmiendas y asegurándose al mismo tiempo que sus fortunas no se vieran afectados. Si antes él gozaba del privilegio de ser general ahora también tenía que pagar un pequeño precio, puesto que en ocasiones, eran los mismos generales los que asistían para que la fracción militar, el brazo armado de Roma tuviera voz y voto en las decisiones a tomar.
Sabía poco, sólo que una delegada extranjera proveniente de Egipto había arribado a los muelles romanos y que una pequeña diligencia se había despachado para solicitar una audiencia en la camara de senadores. Eso le tenía sin cuidado, lo que mantenía cierto interés provenía directamente con el nombre de Egipto. Por alguna razón desde que llegó de Germania la ausencia de reportes de la legión de Edward le tenían pensativo, intrigado por el destino de un ejercito que debía haber conquistado aquellas tierras y que ahora era una emisaria de Egipto la que había llegado a Roma.
¿Por qué no entraron las fuerzas de Edward triunfantes en Roma como las demás legiones? ¿A que se debe que esa misteriosa delegada llegara a las afueras y convocará una auditoria con los senadores? Aquel par de interrogantes le retumbaban por la mente, debido a ellas había accedido de manera airada las ordenes de presentarse al senado. Le habían informado que no tardarían en reunir a los otros generales.
« Y con suerte el hijo de perra de Breda llegará para seguirse quemando su ya de por si atrofiado cerebro con esas sustancias de mierda.»
Por un lado le molestaba que el honor de los generales se viera opacado por tan despreciable persona. Aunque fuera muy efectivo y tuviera buenas ideas sus acciones demeritaban mucho de lo que él podría sentirse orgulloso. Apretó el paso y el sonido seco y hueco de sus pisadas retumbó por los pasillos, se le notaba la inconformidad de entrar en ese nido de víboras. Los efectivos militares que custodiaban los accesos le rendían el riguroso saludo cuando se acercaba a ellos.
En la sala donde se llevaría la sesión él apenas pudo distinguir a un solo senador, los demás estaban demorados por supuesto. No le dedicó más de diez segundos darle la debida atención cuando se dirigió hacia la zona designada para los generales romanos, se tiró sobre el asiento poniéndose lo más cómodo posible. A su entender esto llevaría tiempo y sería una larga sesión en lo que se ponían de acuerdo. Distaba por mucho de las reuniones entre militares.
Poco a poco sus ojos comenzaron a ser testigo de como entre habladurías de carácter político comenzaban a manifestarse de la mano de algunos senadores que ya estaban llegando. Sólo que los senadores de peso no hacían acto de presencia salvo aquél que estaba de pie y que se le notaba impaciente.
« Bonito lugar, pero aún así nunca sería un senador de mierda.»
Pensó y se puso a cerrar sus ojos, aún era víctima de la resaca. Lo único que le quedaba era resignarse y rogar a los dioses que el motivo de tal reunión se esclareciera.
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Re: Recamaras del Senado
Despues de que nos dejaran el mensaje ambas fuimos escoltadas por los soldados a traves de las largas y enormes calles de Roma para asi comenzar a dirigirnos hacia la camara del senado lugar en donde podria hablar el tema de la paz que nuestra senora Selene esperaba lograr para que asi ya no hubiera tanta perdida entre ambos pueblos. Mientras ibamos caminando por las calles vi como la gente que vivia en pobreza se divertia igualmente y sonreia mientras vivian el dia a dia vendiendo lo que podian y robando de ser necesario cosa que no me sorprendia ya que en Egipto habia una realidad algo parecida mas no era tan horrible como en Roma ya que al menos en nuestra tierra se les daba el grano para poder comer mas debido a la guerra y a la gran perdida de gente que a habido Roma entro en un estado de hambruna la cual repercutio en toda su gente ya que se podia ver como varios niños parecian enfermos por la falta de alimento y control sanitario. Al ir caminando mas de alguna persona se quedo mirandonos a Seiren y a mi puesto que era algo muy extraño el encontrarse con extranjeros, mas aun que estos extranjeros fueran egipcios ya que se sabia que la guerra contra estos continuaba mas intente ignorar lo mas posible las miradas de la gente sobre mi persona. Despues de un rato de andar caminando llegamos a una especie de palacio el cual al parecer era la camara de los senadores puesto que apenas llegar nos dieron las pasada y nos guiaron dentro del sitio hasta el lugar en donde se reunian estos, en el cual habia mas de alguno reunido. Apenas verlos mi mirada se volvio totalmente seria ya que habia llegado la hora de hablar de lo que se necesitaba hablar.
- Al parecer mi carta fue recibida por los senadores lo cual en cierto modo me alegra ya que asi podremos hablar mas seriamente acerca del tema -dice la mujer viendo a todos los presentes no con altaneria ni ironia sino que con total seriedad- como dice la carta e venido hasta aqui para hablar de la guerra que su nacion sostiene contra la de mi señora Selene y a tratar de hacer que este teatro del absurdo termine para bien de ambos bandos... si me lo permiten me gustaria el leer la propuesta que mi señora Selene le hace a su pueblo para asi terminar con esta guerra -viendo como todos los senadores se ponian a hablar entre ellos por unos instantes antes de ver que asentian a lo cual saca un pergamino de entre sus ropas el cual abre para asi comenzar la lectura-
'' Yo Selene Kamilah Nephthy…. hija de Isis, del linaje sagrado de Ankrahsenmun, Reina de Bajo y Alto Egipto y la tierra que se extiende hasta las cataratas… pide respetuosamente al Emperador de Galia, Helvetia, Hispania, Grecia y Germania, Marco Vinicius Vitellius Augusto Cesar, señor de Roma, Júpiter reencarnado, que cese la agresión contra las tierras bendecidas del Nilo y sus alrededores y le ofrece a cambio su eterna amistad y suministro de grano como tributo por dicha alianza. Como muestra de buena fe, la Reina Selene Kamilah Nephthy envía desde las tierras de Egipto los barcos derrotados en batalla por la flota de Isis, rebosantes en grano y joyas.
Promete por la sangre de sus antepasados, como testigo de esta alianza de amistad, liberar a la Legión del General Edward para que vuelvan a Roma… pues no es su deseo manchar las blancas arenas Egipcias con sangre ni sufrimiento ni tampoco seguir viendo desde Egipto la hambruna que esta pasando el pueblo romano. Promete además, triplicar el envió de grano desde Egipto en los siguientes 5 años y además, pone en disposición del Emperador a su ejercito para ayudarle a conquistar a los Perseos, enemigos de Roma y Egipto.
Pide a cambio, para hacer de esta alianza algo sagrado y una unión final entre las familias de Roma y Egipto, desposarse con uno de los descendientes de Marco Vinicius Vitellius Augusto Cesar y que la descendencia que resulte de dicha unión sea considerado el fruto de la eterna amistad entre Egipto y Roma.''
-Al terminar de leer el pergamino lo cierra y lo mantiene entre sus manos- Con todo dicho espero tomen su decision acerca del asunto... -dice haciendo una reverencia a los senadores-
- Al parecer mi carta fue recibida por los senadores lo cual en cierto modo me alegra ya que asi podremos hablar mas seriamente acerca del tema -dice la mujer viendo a todos los presentes no con altaneria ni ironia sino que con total seriedad- como dice la carta e venido hasta aqui para hablar de la guerra que su nacion sostiene contra la de mi señora Selene y a tratar de hacer que este teatro del absurdo termine para bien de ambos bandos... si me lo permiten me gustaria el leer la propuesta que mi señora Selene le hace a su pueblo para asi terminar con esta guerra -viendo como todos los senadores se ponian a hablar entre ellos por unos instantes antes de ver que asentian a lo cual saca un pergamino de entre sus ropas el cual abre para asi comenzar la lectura-
'' Yo Selene Kamilah Nephthy…. hija de Isis, del linaje sagrado de Ankrahsenmun, Reina de Bajo y Alto Egipto y la tierra que se extiende hasta las cataratas… pide respetuosamente al Emperador de Galia, Helvetia, Hispania, Grecia y Germania, Marco Vinicius Vitellius Augusto Cesar, señor de Roma, Júpiter reencarnado, que cese la agresión contra las tierras bendecidas del Nilo y sus alrededores y le ofrece a cambio su eterna amistad y suministro de grano como tributo por dicha alianza. Como muestra de buena fe, la Reina Selene Kamilah Nephthy envía desde las tierras de Egipto los barcos derrotados en batalla por la flota de Isis, rebosantes en grano y joyas.
Promete por la sangre de sus antepasados, como testigo de esta alianza de amistad, liberar a la Legión del General Edward para que vuelvan a Roma… pues no es su deseo manchar las blancas arenas Egipcias con sangre ni sufrimiento ni tampoco seguir viendo desde Egipto la hambruna que esta pasando el pueblo romano. Promete además, triplicar el envió de grano desde Egipto en los siguientes 5 años y además, pone en disposición del Emperador a su ejercito para ayudarle a conquistar a los Perseos, enemigos de Roma y Egipto.
Pide a cambio, para hacer de esta alianza algo sagrado y una unión final entre las familias de Roma y Egipto, desposarse con uno de los descendientes de Marco Vinicius Vitellius Augusto Cesar y que la descendencia que resulte de dicha unión sea considerado el fruto de la eterna amistad entre Egipto y Roma.''
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Re: Recamaras del Senado
Vergilius llegó a las récamaras del senado, llamó a uno de los asistentes que siempre había para cuidar de los senadores, y le pidio agua limpia y un poco de agua, pues estaba acalorado, había travesado media Roma corriendo tras recibir la notícia que lo enviaba allí.
-Flash Back-
Vergilius se retiraba del lugar dónde había tenido esa disputa con su primo, por dentro lo maldecia pero en público no podía perder los nervios y su cara permanecía de cera, su primer idea era dirigirse a sus estancias del palacio para descnsar un poco, peró a pocas calles un mensajero lo interceptó, el hombre se apoyo en sus rodillas para tomar aliento durante un momento y luego poniendose erguido dijo con toda serenidad:
-Señor traigo un mensaje importante, nos han llegado notícias sobre la flota mandada a Egipto, al parecer a regresado cargado lleno de joyas y grano, pero sin ningun miembro de la legión del general Edward, tambíen nos han informado que la flota llevaba consigo a una emisaria que pedía audiencia en el Senado.
Vergilius asimilando la nueva información recibida le respondio:
-Gracias, puedes retirate.
Parecía que el dia no iba a acabar nunca, entonces su siguiente paso sería ir al senado para ver la desición que tomaba Roma, por su parte estaba seguro que sería recibida pues todos en la ciudad esperaban con ansias las notícias de Egipto, pues la mayor cantidad de grano la recibian de ese caluroso país.
El joven subió las últimas escaleras a la carrera y entró en el recinto, y se dirigió a la zona reservada para el brazo militar, donde en las grandes reuniones tomaban sitio los generales, allí estaba plantado Noah.
-Final Flasback-
Finalmente llegó el asistente y Vergilius tras lavarse la cara lo despidio con un gesto de la mano, ahora escucharian la desición del pueblo.
-Flash Back-
Vergilius se retiraba del lugar dónde había tenido esa disputa con su primo, por dentro lo maldecia pero en público no podía perder los nervios y su cara permanecía de cera, su primer idea era dirigirse a sus estancias del palacio para descnsar un poco, peró a pocas calles un mensajero lo interceptó, el hombre se apoyo en sus rodillas para tomar aliento durante un momento y luego poniendose erguido dijo con toda serenidad:
-Señor traigo un mensaje importante, nos han llegado notícias sobre la flota mandada a Egipto, al parecer a regresado cargado lleno de joyas y grano, pero sin ningun miembro de la legión del general Edward, tambíen nos han informado que la flota llevaba consigo a una emisaria que pedía audiencia en el Senado.
Vergilius asimilando la nueva información recibida le respondio:
-Gracias, puedes retirate.
Parecía que el dia no iba a acabar nunca, entonces su siguiente paso sería ir al senado para ver la desición que tomaba Roma, por su parte estaba seguro que sería recibida pues todos en la ciudad esperaban con ansias las notícias de Egipto, pues la mayor cantidad de grano la recibian de ese caluroso país.
El joven subió las últimas escaleras a la carrera y entró en el recinto, y se dirigió a la zona reservada para el brazo militar, donde en las grandes reuniones tomaban sitio los generales, allí estaba plantado Noah.
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Finalmente llegó el asistente y Vergilius tras lavarse la cara lo despidio con un gesto de la mano, ahora escucharian la desición del pueblo.
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Re: Recamaras del Senado
Salía de los jardines dispuesta a retomar una caminata ya que esa reunión no me había dejado del nada contenta la actitud por parte de Solomon, tenía que relajarme rápidamente y distraerme puesto que el día se estaba volviendo molesto y bastante irritante. Los pasillos del palacio estaban vacíos hasta que de repente uno de los sirvientes salió a mi encuentro, temeroso se arrodillo pero la cara que traía era una de terror.
Mi emperatriz… han llegado noticias del puerto que unos barcos Egipcios han arribado en las costas…-la expresión de mi rostro cambio súbitamente a lo cual mis labios se apretaron conteniendo la furia que corría ahora por todo mi cuerpo, pero después de pensarlo un rato me calme..- Eso es una sorprendente noticia… debe de significar que las legiones de Roma salieron vencedoras- el cuerpo de ese hombre maltrecho tembló inclinando lo que más podía su ser al suelo casi queriendo desvanecer su presencia..- no su excelencia… al parecer es una embajadora la que ha venido a visitarnos… ahora se encuentra en la cámara de Senadores…
Indignada por tal descortesía empujaba al hombre apartándolo deliberadamente de mí, recorrí el trayecto mientras mis pasos dejaban el eco por todo el sitio. Preparen la carroza!!...- me limitaba a hacer un espectáculo puesto que debía manejarme con toda la tranquilidad para aceptar este tipo de cosas. Sin hacerse esperar los caballos ya estaban listos y algunos acompañantes preparados con lo que podría necesitar, me detuve antes de subir para hablarle al chofer específicamente- Si no te apresuras en llegar lo más rápido me encargare que sea esta la última vez que veas la salida del Sol… no quiero ningún tipo de ceremonias por mi trayecto en la ciudad!! cerraba la puerta de un golpe para caer bruscamente sobre el asiento, el látigo resonó en aquellas bestias que salieron disparadas en una carrera prácticamente ya que mis amenazas jamás se tomaban a juego, no tardamos bastante hasta que por fin llegamos al Senado, bajaba mientras me recibían algunos acompañándome a subir las escaleras, los saludos de esas personas no se hicieron esperar mostrando sus respetos, afirmaba con la cabeza seria pasándolos de largo, sin más aviso entraba reconociendo a una de las mujeres allegadas a mi “dulce hermana” subía la escalinata para tomar el puesto que solía ser de mi esposo debido a su ausencia, sin que la mayoría se diera cuenta observaba fijamente mientras una carta era leída ante esa congregación inútiles de hombres… mis dedos tamborileaban por la desesperación y sobre todo la forma en que trataban de conseguir la paz con Roma, algo que no permitiría por nada del mundo. La noticia parecía haberlos sorprendidos así que ser la primera en interferir, daba un pequeño aplauso colocándome de pie dejando que una bella sonrisa resbalara de mis labios.
Debo felicitar el valor que te dejo mi amada hermana para que seas tú la que venga a pedir tal petición escrita a través de la carta de Isis… -mis ojos se volvían más tensos ocultándolos tras una amabilidad dejando el aplauso, me repuse tomando mi posición- Senadores que traen la gloria a Roma al guiarnos en la ausencia de mi esposo… es verdad que miles de guerras han sido lideradas dejando pérdidas incontables para los que ahora puedo llamar MI PUEBLO… MI TIERRA… jamás había tenido este sentimiento al sentirme dividida cuando Egipto fueron atacadas por nuestras tropas pero lo acepte como una señal de los Dioses… una señal donde el mismo Ra se doblegaba ante el poder de Júpiter… Roma ha demostrado que a lo largo de los siglos demostrara su grandeza desde que fue fundada esta magnífica ciudad pero tengo que desistir a la petición que hace mi propia hermana puesto como es sabido la Señora a la que se refiere esta joven es perteneciente al linaje de mi familia.
Un silencio casi sepulcral era llevado en todos los rincones de esa sala, si la noticia de paz no era suficiente pues debían enterarse ahora donde se doblegaría la lealtad anhelada por todos esos senadores. Serenamente miraba a Rain y a la joven que acompañaba para no olvidarme de sus presencias.
Ustedes deben comprender que existe un protocolo… tú sabías de esto desde un principio y deliberadamente decidiste escoger solo a los indicados precisos para exponer los deseos de tu emperatriz… creías que algo como así lo pasaría de largo Rain?… - decía con cierto toque de sarcasmo aunque no ofrecería más escenas que solo esa al insinuar que se estaba aprovechando de llamar a unos cuantos para manejar la situación a su antojo, llevaba una mano sobre el pecho indignada de lo que estaba sucediendo- si me permiten lo único que puedo decir es que si desean que la paz sea lograda con Egipto no solo deshonraran a Roma sino que también el gran legado de sus antepasados al querer forjar un mundo en el que podamos compartir no solo gloria sino también riquezas, el tratar de considerar una petición que fue escrita a través de una carta me parece simplemente absurdo!! -recargaba ambas manos sobre el barandal reclinando mi cuerpo hacia adelante, miraba a la concurrencia hasta clavar mis ojos sobre esa mujer- dime donde se encuentra tu emperatriz?... donde se encuentra tu “diosa”?... si es verdad que todo lo que expone en su carta es cierto ella debería de ser la que tiene que estar aquí y no una de sus simples subordinadas… además como pueden confiar de la palabra de alguien como ella?... o también debo mencionar que ustedes mismas fueron las que ofrecieron su lealtad hacia mi persona cuando gobernaba Egipto?... donde quedo su lealtad?!!
Me erguía levantando mi cabeza hacia los cielos, extendiendo mis brazos a lo alto.- Mi lealtad siempre será con los que amo… mi esposo y Roma!!... las absurdas amenazas de querer negociar con la vida de nuestros legionarios es algo que no solo podrá encender la ira de nuestros compatriotas sino también la ira vertida de los mismos dioses!!
Mi emperatriz… han llegado noticias del puerto que unos barcos Egipcios han arribado en las costas…-la expresión de mi rostro cambio súbitamente a lo cual mis labios se apretaron conteniendo la furia que corría ahora por todo mi cuerpo, pero después de pensarlo un rato me calme..- Eso es una sorprendente noticia… debe de significar que las legiones de Roma salieron vencedoras- el cuerpo de ese hombre maltrecho tembló inclinando lo que más podía su ser al suelo casi queriendo desvanecer su presencia..- no su excelencia… al parecer es una embajadora la que ha venido a visitarnos… ahora se encuentra en la cámara de Senadores…
Indignada por tal descortesía empujaba al hombre apartándolo deliberadamente de mí, recorrí el trayecto mientras mis pasos dejaban el eco por todo el sitio. Preparen la carroza!!...- me limitaba a hacer un espectáculo puesto que debía manejarme con toda la tranquilidad para aceptar este tipo de cosas. Sin hacerse esperar los caballos ya estaban listos y algunos acompañantes preparados con lo que podría necesitar, me detuve antes de subir para hablarle al chofer específicamente- Si no te apresuras en llegar lo más rápido me encargare que sea esta la última vez que veas la salida del Sol… no quiero ningún tipo de ceremonias por mi trayecto en la ciudad!! cerraba la puerta de un golpe para caer bruscamente sobre el asiento, el látigo resonó en aquellas bestias que salieron disparadas en una carrera prácticamente ya que mis amenazas jamás se tomaban a juego, no tardamos bastante hasta que por fin llegamos al Senado, bajaba mientras me recibían algunos acompañándome a subir las escaleras, los saludos de esas personas no se hicieron esperar mostrando sus respetos, afirmaba con la cabeza seria pasándolos de largo, sin más aviso entraba reconociendo a una de las mujeres allegadas a mi “dulce hermana” subía la escalinata para tomar el puesto que solía ser de mi esposo debido a su ausencia, sin que la mayoría se diera cuenta observaba fijamente mientras una carta era leída ante esa congregación inútiles de hombres… mis dedos tamborileaban por la desesperación y sobre todo la forma en que trataban de conseguir la paz con Roma, algo que no permitiría por nada del mundo. La noticia parecía haberlos sorprendidos así que ser la primera en interferir, daba un pequeño aplauso colocándome de pie dejando que una bella sonrisa resbalara de mis labios.
Debo felicitar el valor que te dejo mi amada hermana para que seas tú la que venga a pedir tal petición escrita a través de la carta de Isis… -mis ojos se volvían más tensos ocultándolos tras una amabilidad dejando el aplauso, me repuse tomando mi posición- Senadores que traen la gloria a Roma al guiarnos en la ausencia de mi esposo… es verdad que miles de guerras han sido lideradas dejando pérdidas incontables para los que ahora puedo llamar MI PUEBLO… MI TIERRA… jamás había tenido este sentimiento al sentirme dividida cuando Egipto fueron atacadas por nuestras tropas pero lo acepte como una señal de los Dioses… una señal donde el mismo Ra se doblegaba ante el poder de Júpiter… Roma ha demostrado que a lo largo de los siglos demostrara su grandeza desde que fue fundada esta magnífica ciudad pero tengo que desistir a la petición que hace mi propia hermana puesto como es sabido la Señora a la que se refiere esta joven es perteneciente al linaje de mi familia.
Un silencio casi sepulcral era llevado en todos los rincones de esa sala, si la noticia de paz no era suficiente pues debían enterarse ahora donde se doblegaría la lealtad anhelada por todos esos senadores. Serenamente miraba a Rain y a la joven que acompañaba para no olvidarme de sus presencias.
Ustedes deben comprender que existe un protocolo… tú sabías de esto desde un principio y deliberadamente decidiste escoger solo a los indicados precisos para exponer los deseos de tu emperatriz… creías que algo como así lo pasaría de largo Rain?… - decía con cierto toque de sarcasmo aunque no ofrecería más escenas que solo esa al insinuar que se estaba aprovechando de llamar a unos cuantos para manejar la situación a su antojo, llevaba una mano sobre el pecho indignada de lo que estaba sucediendo- si me permiten lo único que puedo decir es que si desean que la paz sea lograda con Egipto no solo deshonraran a Roma sino que también el gran legado de sus antepasados al querer forjar un mundo en el que podamos compartir no solo gloria sino también riquezas, el tratar de considerar una petición que fue escrita a través de una carta me parece simplemente absurdo!! -recargaba ambas manos sobre el barandal reclinando mi cuerpo hacia adelante, miraba a la concurrencia hasta clavar mis ojos sobre esa mujer- dime donde se encuentra tu emperatriz?... donde se encuentra tu “diosa”?... si es verdad que todo lo que expone en su carta es cierto ella debería de ser la que tiene que estar aquí y no una de sus simples subordinadas… además como pueden confiar de la palabra de alguien como ella?... o también debo mencionar que ustedes mismas fueron las que ofrecieron su lealtad hacia mi persona cuando gobernaba Egipto?... donde quedo su lealtad?!!
Me erguía levantando mi cabeza hacia los cielos, extendiendo mis brazos a lo alto.- Mi lealtad siempre será con los que amo… mi esposo y Roma!!... las absurdas amenazas de querer negociar con la vida de nuestros legionarios es algo que no solo podrá encender la ira de nuestros compatriotas sino también la ira vertida de los mismos dioses!!
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Re: Recamaras del Senado
Octavius mantenía una aparente calma durante el trayecto, se encontraba de brazos cruzados mientras que con el dedo índice golpeaba al parecer impaciente sobre su brazo. El conductor del coche lo hacía ir de la forma más rápida posible por las calles de Roma, su habilidad no tenía precedente, era por eso que Octavius confiaba en él. A estas alturas era complicado encontrar militares que no sirvieran a los deseos de la autoproclamada emperatriz.
Fueron pocos los minutos que tardaron para llegar a la ubicación del senado. Carruajes con distintivos de algunos senadores permanecían estacionados mientras que el dispuesto por Octavius se estacionaba en las escalinatas del senado. Un guardia salía al paso mientras abría la puerta. Emergiendo del interior la silueta del hijo del Cesar era ahora visible. Se detuvo apenas lo suficiente para mirar a su tía, por alguna razón no le gustaba dejarla a solas pero sin duda aquella reunión ya estaría en marcha.
- Una vez más los hechos inesperados tienden a modificar las decisiones tomadas, no dejan de momento afrontarlas con un plan de contingencia preestablecido pero siempre nos queda improvisar sobre la marcha. - Aquellas palabras las manifestaba con suma claridad, su voz no denotaba impaciencia alguna a pesar de que el tiempo apremiaba. La reunión para esos momentos seguramente ya estaría iniciada.
- Y por tal acto quisiera disculparme ahora por el giro inesperado a sus propósitos. Disponga con toda confianza los medios que están ahora al servicio de usted. Bodenius acatará cualquier petición que quiera, ya sea llevarla al mercado y guiarla hacia la banca para resguardar su fortuna o bien... - Guardó silencio un momento, lo que diría a continuación significaría cambiar aquella decisión previamente tomada.
- ... atestiguar de que va todo este embrollo en el cual no puedo dejar pasar por alto. No cuando en Roma hace mucho tiempo los hilos de la diplomacia están atados a los dedos de Diva la cual los mueve a su pleno antojo, manipulando así a la mayoría de los senadores cuales títeres inútiles. - Lucy quedaba ahora con la decisión de retirarse hacia Hispania o seguir a Octavius con la garantía que ahí mismo podría contactar a su hermano Virgilius.
Sin decir más el heredero al trono giraba en redondo apresurándose al interior del senado. No miraba hacia atrás, sus pasos eran largos pero de forma natural. Su estatura le permitía dar grandes zancadas y justo cuando llegaba a la puerta la voz de una chica con acento extranjero le hizo aminorar sus pasos hasta quedar detenido en la entrada. Por un rato estuvo escuchando lo que aquella emisaria tenía que decirle a los senadores, puso sumo cuidado a lo que la chica manifestaba en aquel pergamino desplegado, pudo haber dicho algo pero Diva se le adelantó a sus planes. Sus ojos centellearon al mirarla dirigirse a los senadores con todo ese despliegue de hipocresías que era habitual en una lengua como esa harpía.
Las voces de los senadores comenzaron a fluir como el caudal de un río alterado luego de una tormenta estrepitosa. Diva al parecer los tenía en sus manos y todo indicaba que ponía en entredicho a aquella persona extranjera que Octavius apenas advirtió con su mirada.
- La gran seguridad que en ocasiones muestran las personas y que pretenden reflejar una fortaleza no es más que una mirada al interior de nuestras almas, recurriendo a ella para exhibir una fortaleza que tiende a ocultar nuestras debilidades y más arraigadas ambiciones. - El breve tumulto de los senadores era sosegado por las palabras del hijo del Cesar que había sentenciado en toda aquella sala. Se encaminaba hacia el centro de la sala con una gran tranquilidad sin importarle confrontar a su madrastra.
- Su gran elocuencia y la agilidad de su mente no hace más que enturbiar los verdaderos intereses romanos. Dado que su gran discurso destila desde lo más profundo de su ser una rencilla personal al parecer contra el pueblo de Egipto. Habla de que la ira popular y el repudio podrían recaer si accedemos a las peticiones de los gobernantes egipcios que tienen voz por medio de esta chica. - Con un ademán de su brazo extendido señalaba ante todo el senado a la emisaria de Egipto.
- ¿Que solución pretende? ¿Financiar una nueva legión y mandarla hacia Egipto para mostrar aquella gloria romana de la cual su labia ha expuesto? ¿Podría entonces el pueblo romano ahora ensalzar a sus héroes mientras se están muriendo de hambre? ¿Experimentarían aquella grandeza cuando se les exijan impuestos elevados para costear la guerra que ustedes ahora han visto no ha resultado para nada beneficiosa? Me gustaría ver si no repudiará el pueblo romano a sus dirigentes al destinar los ya de por si escasos recursos del imperio en una empresa que uno de los grandes generales romanos no pudo llevar a buen término.
La mirada de Octavius se encendió, su corazón ardía y sus palabras seguían confrontando a lo expuesto por diva. - Le recuerdo que usted es solo la consorte de mi padre y que puede pronunciarse en este senado si él o alguno de sus hijos estuviera ausente. Pero ahora tanto Virgilius como yo estamos en este recinto. Ahora no le atañen dichas decisiones, no cuando el primogénito del Cesar está presente. - Se giró sin darle alguna importancia a su madrastra, luego se dirigió a todos los presentes.
- Miembros del senado, ustedes han visto que el camino a las armas contra un pueblo como el de Egipto no traerá más que el empobrecimiento de esta nación. Piensen en los costos que derivarán de una nueva campaña y el gran derroche militar y económico que se empleará. En sus manos está evitar tal error del pasado, la alternativa está planteada y una alianza con Egipto nos fortalecerá en lugar de diezmarnos. El futuro de Roma está en juego y si la gobernante de aquella nación ofrece sus mejores disposiciones para terminar este conflicto que ya nos ha costado muy caro, bien podrían considerar sus peticiones que parecen no son del todo exigentes. Queda en ustedes ahora decidir y dictaminar lo que el pueblo romano de verdad necesita, aboguen por el bien general y no solo el de unos cuantos.
Terminaba sus palabras mientras miraba de soslayo a la mujer que gobernaba sobre Roma. Ahora que los planteamientos de los dos estaban sobre la mesa era tiempo de tomar decisiones.
Fueron pocos los minutos que tardaron para llegar a la ubicación del senado. Carruajes con distintivos de algunos senadores permanecían estacionados mientras que el dispuesto por Octavius se estacionaba en las escalinatas del senado. Un guardia salía al paso mientras abría la puerta. Emergiendo del interior la silueta del hijo del Cesar era ahora visible. Se detuvo apenas lo suficiente para mirar a su tía, por alguna razón no le gustaba dejarla a solas pero sin duda aquella reunión ya estaría en marcha.
- Una vez más los hechos inesperados tienden a modificar las decisiones tomadas, no dejan de momento afrontarlas con un plan de contingencia preestablecido pero siempre nos queda improvisar sobre la marcha. - Aquellas palabras las manifestaba con suma claridad, su voz no denotaba impaciencia alguna a pesar de que el tiempo apremiaba. La reunión para esos momentos seguramente ya estaría iniciada.
- Y por tal acto quisiera disculparme ahora por el giro inesperado a sus propósitos. Disponga con toda confianza los medios que están ahora al servicio de usted. Bodenius acatará cualquier petición que quiera, ya sea llevarla al mercado y guiarla hacia la banca para resguardar su fortuna o bien... - Guardó silencio un momento, lo que diría a continuación significaría cambiar aquella decisión previamente tomada.
- ... atestiguar de que va todo este embrollo en el cual no puedo dejar pasar por alto. No cuando en Roma hace mucho tiempo los hilos de la diplomacia están atados a los dedos de Diva la cual los mueve a su pleno antojo, manipulando así a la mayoría de los senadores cuales títeres inútiles. - Lucy quedaba ahora con la decisión de retirarse hacia Hispania o seguir a Octavius con la garantía que ahí mismo podría contactar a su hermano Virgilius.
Sin decir más el heredero al trono giraba en redondo apresurándose al interior del senado. No miraba hacia atrás, sus pasos eran largos pero de forma natural. Su estatura le permitía dar grandes zancadas y justo cuando llegaba a la puerta la voz de una chica con acento extranjero le hizo aminorar sus pasos hasta quedar detenido en la entrada. Por un rato estuvo escuchando lo que aquella emisaria tenía que decirle a los senadores, puso sumo cuidado a lo que la chica manifestaba en aquel pergamino desplegado, pudo haber dicho algo pero Diva se le adelantó a sus planes. Sus ojos centellearon al mirarla dirigirse a los senadores con todo ese despliegue de hipocresías que era habitual en una lengua como esa harpía.
Las voces de los senadores comenzaron a fluir como el caudal de un río alterado luego de una tormenta estrepitosa. Diva al parecer los tenía en sus manos y todo indicaba que ponía en entredicho a aquella persona extranjera que Octavius apenas advirtió con su mirada.
- La gran seguridad que en ocasiones muestran las personas y que pretenden reflejar una fortaleza no es más que una mirada al interior de nuestras almas, recurriendo a ella para exhibir una fortaleza que tiende a ocultar nuestras debilidades y más arraigadas ambiciones. - El breve tumulto de los senadores era sosegado por las palabras del hijo del Cesar que había sentenciado en toda aquella sala. Se encaminaba hacia el centro de la sala con una gran tranquilidad sin importarle confrontar a su madrastra.
- Su gran elocuencia y la agilidad de su mente no hace más que enturbiar los verdaderos intereses romanos. Dado que su gran discurso destila desde lo más profundo de su ser una rencilla personal al parecer contra el pueblo de Egipto. Habla de que la ira popular y el repudio podrían recaer si accedemos a las peticiones de los gobernantes egipcios que tienen voz por medio de esta chica. - Con un ademán de su brazo extendido señalaba ante todo el senado a la emisaria de Egipto.
- ¿Que solución pretende? ¿Financiar una nueva legión y mandarla hacia Egipto para mostrar aquella gloria romana de la cual su labia ha expuesto? ¿Podría entonces el pueblo romano ahora ensalzar a sus héroes mientras se están muriendo de hambre? ¿Experimentarían aquella grandeza cuando se les exijan impuestos elevados para costear la guerra que ustedes ahora han visto no ha resultado para nada beneficiosa? Me gustaría ver si no repudiará el pueblo romano a sus dirigentes al destinar los ya de por si escasos recursos del imperio en una empresa que uno de los grandes generales romanos no pudo llevar a buen término.
La mirada de Octavius se encendió, su corazón ardía y sus palabras seguían confrontando a lo expuesto por diva. - Le recuerdo que usted es solo la consorte de mi padre y que puede pronunciarse en este senado si él o alguno de sus hijos estuviera ausente. Pero ahora tanto Virgilius como yo estamos en este recinto. Ahora no le atañen dichas decisiones, no cuando el primogénito del Cesar está presente. - Se giró sin darle alguna importancia a su madrastra, luego se dirigió a todos los presentes.
- Miembros del senado, ustedes han visto que el camino a las armas contra un pueblo como el de Egipto no traerá más que el empobrecimiento de esta nación. Piensen en los costos que derivarán de una nueva campaña y el gran derroche militar y económico que se empleará. En sus manos está evitar tal error del pasado, la alternativa está planteada y una alianza con Egipto nos fortalecerá en lugar de diezmarnos. El futuro de Roma está en juego y si la gobernante de aquella nación ofrece sus mejores disposiciones para terminar este conflicto que ya nos ha costado muy caro, bien podrían considerar sus peticiones que parecen no son del todo exigentes. Queda en ustedes ahora decidir y dictaminar lo que el pueblo romano de verdad necesita, aboguen por el bien general y no solo el de unos cuantos.
Terminaba sus palabras mientras miraba de soslayo a la mujer que gobernaba sobre Roma. Ahora que los planteamientos de los dos estaban sobre la mesa era tiempo de tomar decisiones.
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Re: Recamaras del Senado
Con gran prisa llego asta las cámaras del senado un sirviente de hay toma mi corcel , bajándome rápidamente del le dejo a mi corcel pues el ya sabia que hacer con el , tomando mi toga entre mis manso apresuro mi andar ya que ya estaban esperando mi presencia hay casi corriendo por los pasillo tomo un poco de aire para no llegar agitado a la as amble ay que no es digno de un senador llegar en tal malas condiciones .
tomando un poco mas de aire abro las puertas del a sala que desde que caminaba por los pasillo se alcanza a distinguir las cosas que se desean hay , volteando a mirar a todos hay solo asentí con la cabeza para no causar mas alboroto en el senado ya que fui uno de los que mas tarde llego sentando en mi lugar correspondiente empiezo a preguntar que había sucedido con en mi ausencia.
Vaya vaya todavía faltan en llegar mas senadores pero creo que los que estamos somos de los importante pero aun asi flatan muchos incluyendo a Solon y mauritius pero hay esta noah creo que mejor le preguntare a el que a pasado
M no comberso mucho con el pero el es al igual que yo uno de los mas imprtantes senadores asi que su opinión de lo que pase aqui deve importar .
tomando un poco mas de aire abro las puertas del a sala que desde que caminaba por los pasillo se alcanza a distinguir las cosas que se desean hay , volteando a mirar a todos hay solo asentí con la cabeza para no causar mas alboroto en el senado ya que fui uno de los que mas tarde llego sentando en mi lugar correspondiente empiezo a preguntar que había sucedido con en mi ausencia.
Vaya vaya todavía faltan en llegar mas senadores pero creo que los que estamos somos de los importante pero aun asi flatan muchos incluyendo a Solon y mauritius pero hay esta noah creo que mejor le preguntare a el que a pasado
M no comberso mucho con el pero el es al igual que yo uno de los mas imprtantes senadores asi que su opinión de lo que pase aqui deve importar .
Mientras me dirijia hacia noah una mujer extranjera toma la palabar quedandome quieto escucho sus palabras quedandome quieto escuccho atentamente las cosas que biene a desirnos , frunciando un poco mi ceja suspiro y empieso a pensar
Vaya así que era eso mmm no nos deja muchas opciones esta reina selene , muchas tropas han muerto ya y la hambruna por la que roma aposa la dejara devastada si de por si no se tiene los recursos suficientes para solventar ya esta guerra que debemos hacer
Vaya así que era eso mmm no nos deja muchas opciones esta reina selene , muchas tropas han muerto ya y la hambruna por la que roma aposa la dejara devastada si de por si no se tiene los recursos suficientes para solventar ya esta guerra que debemos hacer
Apunto de tomar la palabra yo , la mujer del emperador hace sonar su voz no muchos senadores incluyéndome a mi le prestamos , atención ya que ella solo esta hay como escucha del senado ya que las decisiones son tomas por el mismo y los hijos del emperador
Escuchando toda las palabras que surgen de su boca solo se le pueden tomar como de despecho así lo que una vez fue su pueblo , el hijo mayor del emperador , este octavius le hace ver sus mal en sus palabras el senado no puede hacer otra cosa mas que aplaudir este sece de la voz de diva ya que para todos su presencia no era muy grata , ya que su actitud de desprecio no era de buen ver en esos momentos y entonces al haberse callado ya todos me levanto digo
Honarables miemnros del senado dejandme tomar la palabra , su majestad diva seria mejor que ele expresar de lo que fue su pueblo no lo haga de esa manera ya que si usted habla así de los que una vez le dieron todo que se puede esprar de usted para con roma , dice usted que esta es su tierra y su pueblo ellos también lo fueron y ahora los repudio no creo que esta honorable cámara tenga motivos para poder escuchar tan aberrantes palabras de nuestra emperatriz para con los extranjero .
Ahora bien amigos mi os es momento de tomar una decisión definitiva para el bienestar de roma , todavía puedo ver que varios de los mas importantes senadores faltan pero debemos empezar a dialogar sobre el futuro de nuestra campaña en Egipto las tropas del general ed , están muy golpeadas , la hambruna en roma misma puede acaraba con lo que queda de nuestra población y los recursos con los que contamos nos están costando mas que lo que recibimos seamos honestos esta campaña nonos esta dando mucho debo decir .
Aunque también tu emisaria de la reina debes tomar en cuenta que la decisión no se basar solamente en el ofrecimiento de tu reina y ademas debo hacerte saber que cada persona mujer, emisario aun que el mismo rey sea quien lo envié es responsable de lo que diga en esta cámara así estas sobre aviso .
Ahora estoy deacuerdo con el joven octavius ya que vuelvo a repetir esta campaña nos esta costando mas de lo que estamos ganando , y olviden por un momento lo que dijo nuestra emperatriz sobre la gloria de roma si no actuamos ahora no que dará nada de esa gloria que defender , ahora bien la propuesta no eta mal sobre que la alianza se de entre nuestras naciones ya que ganaremos un fuerte aliado así como britania , o un mejor las cualidades de batalla de los egipcios nos fortalecerían como imperio y su suministro de grano ayudaría a levantar nuestra ya tan golpeada economía.
Asi que yo desido apoyar el cierre del pacto con las nupcias de la reina selene con nuestro joven heredero al trono Octavius .
Vaya esperare que los demás opinen lo mismo
Escuchando toda las palabras que surgen de su boca solo se le pueden tomar como de despecho así lo que una vez fue su pueblo , el hijo mayor del emperador , este octavius le hace ver sus mal en sus palabras el senado no puede hacer otra cosa mas que aplaudir este sece de la voz de diva ya que para todos su presencia no era muy grata , ya que su actitud de desprecio no era de buen ver en esos momentos y entonces al haberse callado ya todos me levanto digo
Honarables miemnros del senado dejandme tomar la palabra , su majestad diva seria mejor que ele expresar de lo que fue su pueblo no lo haga de esa manera ya que si usted habla así de los que una vez le dieron todo que se puede esprar de usted para con roma , dice usted que esta es su tierra y su pueblo ellos también lo fueron y ahora los repudio no creo que esta honorable cámara tenga motivos para poder escuchar tan aberrantes palabras de nuestra emperatriz para con los extranjero .
Ahora bien amigos mi os es momento de tomar una decisión definitiva para el bienestar de roma , todavía puedo ver que varios de los mas importantes senadores faltan pero debemos empezar a dialogar sobre el futuro de nuestra campaña en Egipto las tropas del general ed , están muy golpeadas , la hambruna en roma misma puede acaraba con lo que queda de nuestra población y los recursos con los que contamos nos están costando mas que lo que recibimos seamos honestos esta campaña nonos esta dando mucho debo decir .
Aunque también tu emisaria de la reina debes tomar en cuenta que la decisión no se basar solamente en el ofrecimiento de tu reina y ademas debo hacerte saber que cada persona mujer, emisario aun que el mismo rey sea quien lo envié es responsable de lo que diga en esta cámara así estas sobre aviso .
Ahora estoy deacuerdo con el joven octavius ya que vuelvo a repetir esta campaña nos esta costando mas de lo que estamos ganando , y olviden por un momento lo que dijo nuestra emperatriz sobre la gloria de roma si no actuamos ahora no que dará nada de esa gloria que defender , ahora bien la propuesta no eta mal sobre que la alianza se de entre nuestras naciones ya que ganaremos un fuerte aliado así como britania , o un mejor las cualidades de batalla de los egipcios nos fortalecerían como imperio y su suministro de grano ayudaría a levantar nuestra ya tan golpeada economía.
Asi que yo desido apoyar el cierre del pacto con las nupcias de la reina selene con nuestro joven heredero al trono Octavius .
Vaya esperare que los demás opinen lo mismo
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Re: Recamaras del Senado
De poco en poco se hiba llenando las gradas del senado, de los principales solo estaba yo, pero de la familia real se encontraba diva, la mujer del emperador, y octavius el hijo del emperador, y posible sucesor del poder, comenzaba a tomar la palabra la señora del emperador, diva, la cual comenzaba a hacer entre los presentes un pequeño balbuceo, todos estaban casi a la mayoria con ella, por el miedo en perder sus respectivos cargos, pero aun mas le tenian miedo por la advertencia que les habia echo, de matarlos si era preciso si no obtenia lo que queria, comenzo a hablar de la posible continuacion de las tropas hacia egipto para poder asi acabar con las defensas y promulgarse roma como la vencedora.
Siguio el heredero al trono, Octavius, el cual comenzo a hacerle enfrente a Diva con sus palabras, habia una pequeña discucion, en el senado, para variar querian hacerse de oidos sordos a las palabras de tan considerable familiar, pero ahora yo escuchaba con atencion a todo lo que decia, tenia razon en varios de sus criterios, todos sus puntos etsaban a favor de roma, no buscaba tener bajo control total a Egipto, tan solo buscaba la relacion amistosa junto con ellos, para poder asi bajarle a los impuestos, y poder saciar el hambre que comenzaba a hacer estragos en la sociedad humilde de roma, que por el mismo hambre comenzaba a hacer estragos, pequeñas sublevaciones y actos de bandalismos a la sociedad romana.
termiana de hablar, gire un poco la cabeza para mirar caminar de las escalinatas aun senador, "tarde como siempre" pense, y di un giro brusco para ver donde se sentaba, no se porque pero parecia haber estuchado lo que habia dicho Octavius, y se paraba a hablar el tambien, estaba de acuerdo con el, y tambien veia la necesidad de buscar la union de ambas tierras por el bien de ambas.
De momento a otro, me levante de mi asiento, como el senador que tenia la voz en el congreso, me dirigi hacia la multitud, y todos callaron, me acerque hacia diva, que se erguia orgullosa...
Digame una cosa diva, ¿cree usted que esas joyas podrian servir para el pago de las tropas que piensa enviar a egito? incluso, esas joyas vienen de ahi, todo, su comida sus trajes finos echos de lino viene de ahi , entonces digame, porque deberiamos hacerle caso...me aleje lentamente para acercarme a los senadores.
Bien camaradas, como podran haber escuchado, tenemos aqui solo la aceptacion por dos personas importantes de roma, el senador Alucard, y el hijo del cesar Octavius, por mi parte no queda mas que recalcar lo que ellos ya han dicho, necesitamos el reforzamiento de lazos con Egipto puesto, que ese pais es el unico que nos podra surtir de semillas en esta hambruna total, ya que nuestro mismo reino no puede autosatisfacerse en sus necesidades, y los impuestos son lo mas caro en la sociedad, puesto que tan solo estamos exprimiendo al mas necesitado.
Respire un poco, podria ser que el odio de Diva hacia mi se incrementera, pero tenia el poder del senado en mis manos, y de aliado al Señor Octavius, no habia que temer.
Asi que como senador, estoy de acuerdo con los lazos que nos propone esta mensajera, asi que como con los demas, concuerdo en que se debe celebrar la union en bodas de egipto y roma, entre selene y Octavius.
rol. pienso, hablo
Siguio el heredero al trono, Octavius, el cual comenzo a hacerle enfrente a Diva con sus palabras, habia una pequeña discucion, en el senado, para variar querian hacerse de oidos sordos a las palabras de tan considerable familiar, pero ahora yo escuchaba con atencion a todo lo que decia, tenia razon en varios de sus criterios, todos sus puntos etsaban a favor de roma, no buscaba tener bajo control total a Egipto, tan solo buscaba la relacion amistosa junto con ellos, para poder asi bajarle a los impuestos, y poder saciar el hambre que comenzaba a hacer estragos en la sociedad humilde de roma, que por el mismo hambre comenzaba a hacer estragos, pequeñas sublevaciones y actos de bandalismos a la sociedad romana.
termiana de hablar, gire un poco la cabeza para mirar caminar de las escalinatas aun senador, "tarde como siempre" pense, y di un giro brusco para ver donde se sentaba, no se porque pero parecia haber estuchado lo que habia dicho Octavius, y se paraba a hablar el tambien, estaba de acuerdo con el, y tambien veia la necesidad de buscar la union de ambas tierras por el bien de ambas.
De momento a otro, me levante de mi asiento, como el senador que tenia la voz en el congreso, me dirigi hacia la multitud, y todos callaron, me acerque hacia diva, que se erguia orgullosa...
Digame una cosa diva, ¿cree usted que esas joyas podrian servir para el pago de las tropas que piensa enviar a egito? incluso, esas joyas vienen de ahi, todo, su comida sus trajes finos echos de lino viene de ahi , entonces digame, porque deberiamos hacerle caso...me aleje lentamente para acercarme a los senadores.
Bien camaradas, como podran haber escuchado, tenemos aqui solo la aceptacion por dos personas importantes de roma, el senador Alucard, y el hijo del cesar Octavius, por mi parte no queda mas que recalcar lo que ellos ya han dicho, necesitamos el reforzamiento de lazos con Egipto puesto, que ese pais es el unico que nos podra surtir de semillas en esta hambruna total, ya que nuestro mismo reino no puede autosatisfacerse en sus necesidades, y los impuestos son lo mas caro en la sociedad, puesto que tan solo estamos exprimiendo al mas necesitado.
Respire un poco, podria ser que el odio de Diva hacia mi se incrementera, pero tenia el poder del senado en mis manos, y de aliado al Señor Octavius, no habia que temer.
Asi que como senador, estoy de acuerdo con los lazos que nos propone esta mensajera, asi que como con los demas, concuerdo en que se debe celebrar la union en bodas de egipto y roma, entre selene y Octavius.
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Re: Recamaras del Senado
Habíamos avanzado ya hacia el Senado… durante el trayecto veía con gran asombro las estructuras que se levantaban por toda Roma, la belleza de su arquitectura era demasiado diferente a lo que estaba acostumbrada a ver que no fueran pirámides y esfinges. Recordaba las palabras de Edward al describirme su ciudad pero lo que tal vez podría añorar en esos momentos era con que fascinación hablaba de cosas como el césped y el clima nada inclemente como lo era en Egipto a pesar de sus despiadadas arenas.
Sin atrasarme me mantuve junto a Rain por cualquier cosa que se le ofreciera, cabizbaja no dejaba de mirar ahora a los ciudadanos de aquella región en condiciones realmente deplorables, si al menos creía que nuestro pueblo sufría por la guerra causada por los legionarios como no se daban cuenta que ellos mismos también sufrían por sus acciones bélicas contra el resto del mundo. Uno de los hombres se interpuso entre mi vista para que no me distrajera y solo me limitara a avanzar ya que por lo visto no éramos dignas invitadas puesto a las diferencias que marcaban esta guerra, seguimos de frente ignorando las miradas de curiosidad que recaían ante nosotras. Sin más tardar se presentaba la estructura de la Recamara de Senadores, subiendo las escalinatas rebasábamos la entrada encontrándonos rodeadas por unos hombres.
La voz de mi señora no se dejo esperar dejando en claro cual era su misión y a que se debía su presencia ante esa sala, dicho esto se dispuso a leer la carta. Me congele al saber lo que se proponía nuestra diosa y no pude evitar el pensar como se encontraría Edward, apretaba las manos unas contra otras deseándole su bienestar…
Pero en que pienso?... si fue aquel que inicio el golpe contra Egipto… aun así… si no tuvo más opción como me lo dijo…
Sin embargo la voz de una mujer no se tardo en escuchar desde lo alto para tratar de humillarnos, sin evitarlo dirigí mi vista hacia donde se oía tan ensordecedor sonido, sus palabras me congelaron por unos segundos pues lo que declaraba expuesto por dicha carta parecía no tener efecto alguno ante esa congregación de hombres, sin querer reflejar miedo en sus palabras hice a un lado mi oscuro cabello levantando la vista solo a mi Señora esperando su respuesta. No hacía falta que descabellada idea por parte de la emperatriz de Roma se tomara en cuenta pues las palabras de un hombre hacían que la misma mujer quedara casi en ridículo; sin más espera sonaron las voces de otros de los hombres apoyando al que hacían llamar hijo del César declarando su votación que la guerra cesase uniendo en alianza Egipto y Roma tal como lo deseaba nuestra diosa Selene. Pero algo en mi interior me decía que esa mujer no se quedaría con los brazos cruzados, ya que si era cierto lo que se decía en mi pueblo haría lo que sea para que tal propuesta fuera rechazada.
Sin atrasarme me mantuve junto a Rain por cualquier cosa que se le ofreciera, cabizbaja no dejaba de mirar ahora a los ciudadanos de aquella región en condiciones realmente deplorables, si al menos creía que nuestro pueblo sufría por la guerra causada por los legionarios como no se daban cuenta que ellos mismos también sufrían por sus acciones bélicas contra el resto del mundo. Uno de los hombres se interpuso entre mi vista para que no me distrajera y solo me limitara a avanzar ya que por lo visto no éramos dignas invitadas puesto a las diferencias que marcaban esta guerra, seguimos de frente ignorando las miradas de curiosidad que recaían ante nosotras. Sin más tardar se presentaba la estructura de la Recamara de Senadores, subiendo las escalinatas rebasábamos la entrada encontrándonos rodeadas por unos hombres.
La voz de mi señora no se dejo esperar dejando en claro cual era su misión y a que se debía su presencia ante esa sala, dicho esto se dispuso a leer la carta. Me congele al saber lo que se proponía nuestra diosa y no pude evitar el pensar como se encontraría Edward, apretaba las manos unas contra otras deseándole su bienestar…
Pero en que pienso?... si fue aquel que inicio el golpe contra Egipto… aun así… si no tuvo más opción como me lo dijo…
Sin embargo la voz de una mujer no se tardo en escuchar desde lo alto para tratar de humillarnos, sin evitarlo dirigí mi vista hacia donde se oía tan ensordecedor sonido, sus palabras me congelaron por unos segundos pues lo que declaraba expuesto por dicha carta parecía no tener efecto alguno ante esa congregación de hombres, sin querer reflejar miedo en sus palabras hice a un lado mi oscuro cabello levantando la vista solo a mi Señora esperando su respuesta. No hacía falta que descabellada idea por parte de la emperatriz de Roma se tomara en cuenta pues las palabras de un hombre hacían que la misma mujer quedara casi en ridículo; sin más espera sonaron las voces de otros de los hombres apoyando al que hacían llamar hijo del César declarando su votación que la guerra cesase uniendo en alianza Egipto y Roma tal como lo deseaba nuestra diosa Selene. Pero algo en mi interior me decía que esa mujer no se quedaría con los brazos cruzados, ya que si era cierto lo que se decía en mi pueblo haría lo que sea para que tal propuesta fuera rechazada.
Seiren- Amazona Dorada
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Re: Recamaras del Senado
Sotavento, polvo y relinche, era lo que envolvía a Sheznarda y a Samantha en aquel recorrido frenético entre las verberas de la Roma, con tan solo un destino: llegar lo más pronto posible al Senado; y después de algunos minutos de cabalgar, por fin en frente se alzaba el monumental edifico, donde los ilustres romano se reunían apara discutir los problemas del “pueblo”.
Llegando a la entrada, Samantha denoto algunos plebeyos, que tenían como puestos el ser edecanes, Samantha no espera y baja por si sola del caballo, tomando firmemente con amabas manos, la cintura de Sheznarda y cargándola para así bajarla, no tenía tiempo para darse lujos; aquella rubia aparte de ridícula estatura, era demasiado delgada, por lo que la dama le podía cargar fácilmente, toando las rendas del caballo camina lentamente hacia un esclavo dándole a cuidar aquel agitado corcel, regresando al punto donde estaba Sheznarda , Samantha suspira y le roma de ambos brazos mirándole seriamente aquella se expresa:
-Entremos mujer y guardemos silencio, nada de jugueteos y cuida esas manso…
Tragado saliva le suelta y comienza a caminar entre los pasillos sólidos de senado, tan oscuros, tan lleno de nada y nada más que eso, una paz muy abnegada pero que gran desconfianza para aquella dama, lentamente Samantha podía escuchar en cada paso, más límpido las palabras de varios hombres pues a la sala principal no tardaba en llegar, frente a una enorme puesta aquella le empuja lentamente pues no quería hacer ruido, adentrándose en la estancia, observa cada hombre que conformaba el glorioso senado romano, alguna de ellos eran familia de aquella, aun así algo extraño pues su hermano no estaba entre aquello, a lo lejos su amado se dejaba ver, Samantha le observa detenidamente y tan solo esboza una tierna sonrisa.
-Bueno Sheznarda tomemos asiento…
Aquellas camina hacia una esquina, tomando lugar en la sala con gran cautela, Samantha entrecruzando sus piernas se pone demasiado seria, esperando a que comenzara alguno de aquello seres a hablar, sintiéndose algo incomoda por que varios de los caballeros no le dejaba de mirar… aun así entre sus pensamientos solo Alucard perduraba.
Llegando a la entrada, Samantha denoto algunos plebeyos, que tenían como puestos el ser edecanes, Samantha no espera y baja por si sola del caballo, tomando firmemente con amabas manos, la cintura de Sheznarda y cargándola para así bajarla, no tenía tiempo para darse lujos; aquella rubia aparte de ridícula estatura, era demasiado delgada, por lo que la dama le podía cargar fácilmente, toando las rendas del caballo camina lentamente hacia un esclavo dándole a cuidar aquel agitado corcel, regresando al punto donde estaba Sheznarda , Samantha suspira y le roma de ambos brazos mirándole seriamente aquella se expresa:
-Entremos mujer y guardemos silencio, nada de jugueteos y cuida esas manso…
Tragado saliva le suelta y comienza a caminar entre los pasillos sólidos de senado, tan oscuros, tan lleno de nada y nada más que eso, una paz muy abnegada pero que gran desconfianza para aquella dama, lentamente Samantha podía escuchar en cada paso, más límpido las palabras de varios hombres pues a la sala principal no tardaba en llegar, frente a una enorme puesta aquella le empuja lentamente pues no quería hacer ruido, adentrándose en la estancia, observa cada hombre que conformaba el glorioso senado romano, alguna de ellos eran familia de aquella, aun así algo extraño pues su hermano no estaba entre aquello, a lo lejos su amado se dejaba ver, Samantha le observa detenidamente y tan solo esboza una tierna sonrisa.
-Bueno Sheznarda tomemos asiento…
Aquellas camina hacia una esquina, tomando lugar en la sala con gran cautela, Samantha entrecruzando sus piernas se pone demasiado seria, esperando a que comenzara alguno de aquello seres a hablar, sintiéndose algo incomoda por que varios de los caballeros no le dejaba de mirar… aun así entre sus pensamientos solo Alucard perduraba.
Samantha- Status : Muerta y Sellada
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Re: Recamaras del Senado
La hermosa joven llegó al senado y puso cara de poca impresión, puesto que de los sitios en donde había estado estafando, este le parecía el más aburrido y el peor lugar para hacer de las suyas. Suspiró alfo resignada mientras su amiga la ayudaba a bajar del caballo y una vez estando abajo guardó bien sus cosas bajo la falda de su vestido y se sacó los guantes y los protectores de sus dedos para parecer una verdadera acompañante de una hermana de senador, luego de mirar estos detalles se dedicó a arreglar sus cabellos y arreglarse más el vestido.
-Bueno pues a aguantar todo esto- dijo la joven mujer mientras caminaba con rapidez detrás de su amiga, una vez que se abrió la puerta entró a la sala y sentó al lado de su amiga escuchando con atención cada cosa que ahí se decía; sólo aconsejaría a su amiga si de verdad lo veía necesario, y como siempre lo haría de la manera más discreta y recatada posible, tal y como se lo había pedido su amiga, ella no podía, o más bien no debía portarse mal, porque de ser así ya no se la ayudaría.
-Samantha recuerda, no te muestres tan enarmorada o dirán que es cierto aquella mentira que están diciendo por ahí.- Sheznarda dijo todo esto en voz baja, estaba llevando a cabo la primera parte de su plan, como ella simpre suele decir, para decir bien una mentira y hacerla verda uno debía empezar a creerla.
Sheznarda- Amazona Dorada
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Re: Recamaras del Senado
Narración// Dialogo de Samantha // Pensamiento de Samantha
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Samantha escudriñada minuciosamente cada centímetro de la sala del senado, pero aun así por brevedad de reojo observaba a su amado, fue distraída de su cautelosa impacción, por la rubia que a su lado sentada estaba, susurrándole palabras de advierte y unos cuanto conserjillos, a lo que ella contesto de igual forma:
-Si lo sé a la perfección, me mantengo con recato gracias mi niña, ¿y a cual mentida te refieres? Acaso al encuentro íntimo entre Alucard y Yo, el cual se propaga como peste entre las lenguas de la familia celosa, aun así, luego dialogare contigo de aquel exquisito tema, por el momento eso queda atrás, veamos de qué se trata esta reunión… (Suspirando mientras miraba a su amante)… guardemos silencio ¿te parece correcto mi niña?…
Guardo silencio y fijo mirada en frente, mientras se reacomodaba, cruzado ahora la pierna izquierda por encima de la derecha, admirando el panorama donde el marón era lo primordial y la carne lo secundario para alagar, relamiendo sus labios miraba de reojo lo tan confiada que estaba su amiga Sheznarda , para Samantha eso no era un buen presentimiento, pues conocía a la perfección las mañas de aquella rubia, alzando la diestras y sujetando la mano izquierda de Sheznarda y Samantha le susurra una última vez:
Por si las dudas mujer, no vaya ser que los dioses castiguen tu habilidades hoy en este día, así que te aprisionare esta mano, mientras admiramos al senado.
Girando de nuevo sus rostros aquella mujer de cabellos cortos, labios gruesos color turquesa y ojos límpidos de tonalidades azulados, combinados con morado, en mente divagaba a la espera de quien continuara aquella sección de conflictos diplomáticos.
-Que será lo que mi amado Alucard me obsequiara… que será por todos los dioses que impaciencia por besar, aun así admirare sus ojos de lejos aun mas excitante se torna aquel caballero…
Toda magia de enamoramiento de disipó bruscamente, cuando los ojos de Samantha se desvivan levemente hacia la derecha chocando con aquella mujer, aquella damisela de su sangre, su prima Diva, surcando una sonrisa no despega sus ojos de ella, esperando escrupulosamente sus movimientos, para así poderle refutar o aplaudir ya que la animadversión entre la familia siempre era de gran exagere.
-Si lo sé a la perfección, me mantengo con recato gracias mi niña, ¿y a cual mentida te refieres? Acaso al encuentro íntimo entre Alucard y Yo, el cual se propaga como peste entre las lenguas de la familia celosa, aun así, luego dialogare contigo de aquel exquisito tema, por el momento eso queda atrás, veamos de qué se trata esta reunión… (Suspirando mientras miraba a su amante)… guardemos silencio ¿te parece correcto mi niña?…
Guardo silencio y fijo mirada en frente, mientras se reacomodaba, cruzado ahora la pierna izquierda por encima de la derecha, admirando el panorama donde el marón era lo primordial y la carne lo secundario para alagar, relamiendo sus labios miraba de reojo lo tan confiada que estaba su amiga Sheznarda , para Samantha eso no era un buen presentimiento, pues conocía a la perfección las mañas de aquella rubia, alzando la diestras y sujetando la mano izquierda de Sheznarda y Samantha le susurra una última vez:
Por si las dudas mujer, no vaya ser que los dioses castiguen tu habilidades hoy en este día, así que te aprisionare esta mano, mientras admiramos al senado.
Girando de nuevo sus rostros aquella mujer de cabellos cortos, labios gruesos color turquesa y ojos límpidos de tonalidades azulados, combinados con morado, en mente divagaba a la espera de quien continuara aquella sección de conflictos diplomáticos.
-Que será lo que mi amado Alucard me obsequiara… que será por todos los dioses que impaciencia por besar, aun así admirare sus ojos de lejos aun mas excitante se torna aquel caballero…
Toda magia de enamoramiento de disipó bruscamente, cuando los ojos de Samantha se desvivan levemente hacia la derecha chocando con aquella mujer, aquella damisela de su sangre, su prima Diva, surcando una sonrisa no despega sus ojos de ella, esperando escrupulosamente sus movimientos, para así poderle refutar o aplaudir ya que la animadversión entre la familia siempre era de gran exagere.
Samantha- Status : Muerta y Sellada
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Re: Recamaras del Senado
El tema comenzaba lentamente a ser un poco mas participativo, teniamos en este momento el favor del hijo del cesar que igual apoyaba al cese de la guerra, pero habia dicho algo que no me podia tranquilizar, si octavius se hiba de roma decaeria mucho poder en Selene, y eso haria que egipto se hiciera mas fuerte que toda roma junta, por eso mejor claudique en mis palabras despues de estar sentado medite un poco, segundos pasaron para que pudiera otra vez reinidicarme, ahora los ojos de diva eran los que casi me querian matar con la mirada, sabia que me habia medito en la boca del lobo al hacerle frente, ahora todo estaba predestinado.
Levemente me levante de mi asiento, y fue a hablar con alucard, teniamos que hacer una pequeña reunion de senadores antes de dar el veredicto final y ver quien iria a egipto...
Alucard, viejo amigo, valla llegaste un poco tarde no es cierto?, pero bueno, como vez la tentativa que tenemos aqui, ven platiquemoslo con los demas.
Suavemente nos dimos vuelta hacia la multitud de senadores, se sentia un bombardeo de ideas, palabras antisonantes hacia la dama que habia enviado el mensaje, cosas sin sentidos, hasta que levemente alze mi mano, para que todos callasen, y asi lo hicieron, sabian que si alguien me interrumpia se las veria conmigo tambien.
Consejo de senadores, se que algunos de ustedes no estan de acuerdo en esta celebracion, pero piensen en Roma, su pueblo no resistira una pelea mas, todos los hombres de guerra estan siendo diesmados por la falta de comida, y nuestras preciosas mujeres, no tienen sus respectivas joyas y trajes echos de ahi, por eso exorto a que esta camara ha tomado una decision, por mi parte y como representante de este senado, digo que se haran las nupcias entre roma y egipto, pero eh aqui el pequeño problema no sabes quien podria ser el correcto, tenemos entre la familia real a los siguientes, Octavius, Vergilius, Fye, Gelum y Richard, de estos tendremos que escoger a uno, pienselo bien señores, que de aqui saldra el futuro de Roma.
Dije mientras la euforia se hacia presente, todos opinaban y se hacian escuchar, todos a la vez, gritos, murmullos, esto se decidiria de acuerdo a cada voto, Por mi parte yo ya tenia a mi favorito, y veia cada pro y contras que podia haber, solo era cuestion que los demas aceptaran.
Levemente me levante de mi asiento, y fue a hablar con alucard, teniamos que hacer una pequeña reunion de senadores antes de dar el veredicto final y ver quien iria a egipto...
Alucard, viejo amigo, valla llegaste un poco tarde no es cierto?, pero bueno, como vez la tentativa que tenemos aqui, ven platiquemoslo con los demas.
Suavemente nos dimos vuelta hacia la multitud de senadores, se sentia un bombardeo de ideas, palabras antisonantes hacia la dama que habia enviado el mensaje, cosas sin sentidos, hasta que levemente alze mi mano, para que todos callasen, y asi lo hicieron, sabian que si alguien me interrumpia se las veria conmigo tambien.
Consejo de senadores, se que algunos de ustedes no estan de acuerdo en esta celebracion, pero piensen en Roma, su pueblo no resistira una pelea mas, todos los hombres de guerra estan siendo diesmados por la falta de comida, y nuestras preciosas mujeres, no tienen sus respectivas joyas y trajes echos de ahi, por eso exorto a que esta camara ha tomado una decision, por mi parte y como representante de este senado, digo que se haran las nupcias entre roma y egipto, pero eh aqui el pequeño problema no sabes quien podria ser el correcto, tenemos entre la familia real a los siguientes, Octavius, Vergilius, Fye, Gelum y Richard, de estos tendremos que escoger a uno, pienselo bien señores, que de aqui saldra el futuro de Roma.
Dije mientras la euforia se hacia presente, todos opinaban y se hacian escuchar, todos a la vez, gritos, murmullos, esto se decidiria de acuerdo a cada voto, Por mi parte yo ya tenia a mi favorito, y veia cada pro y contras que podia haber, solo era cuestion que los demas aceptaran.
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Re: Recamaras del Senado
Lo que le pareció relevante a Noah en esos momentos era precisamente la falta de puntualidad de algunos miembros del senado. Tal hecho, era claramente evidenciado por el único senador presente que en ocasiones hacía gestos de impaciencia, como si un asunto sin terminar le estuviese atosigando el interior de su alma. Por otro lado, el general de la decimotercera legión romana no podía sentirse más hastiado con la resaca que le abrumaba desde las primeras horas de la mañana, era para este entonces que comenzaba a lamentarse tal abuso de vino en la Sobajera.
« Puede que este día sea diferente, algo me dice que esta reunión importante revelará hechos tan trascendentes que nadie podría imaginar.»
Lanzando un silbido apenas audible aquel miembro de las fuerzas militares trataba de animarse un poco, la tonada era más que nada un cántico que se empleaba en las escaramuzas, normalmente cuando se encontraba en plena línea de batalla. Aquel pequeño entretenimiento cesó en el momento en que por las puertas poco a poco los senadores iban adentrándose al sitio, todos aquellos hombres de poder, los que regían - si podía hacerse uso de esa palabra - las leyes en Roma atiborraban sus respectivos lugares en aquella cámara del senado.
Él desentonaba entre la ropa habitual de los senadores, pero no tanto cuando apareció su superior inmediato. El general Virgilius, virtuoso como ningún otro militar llegaba para tomar su lugar junto a Noah. Juntos habían participado en una de las campañas mas famosas y exitosas de toda Roma. - Salve gran Virgilius. - Expresó diligentemente ante la presencia de su superior sin que su tono de voz se mostrara adulador. - Veamos cual es el misterio de todo esto.
Virgilius asintió dirigiéndole una pequeña mirada, entre ellos las palabras sobraban. Se conocía la personalidad del hijo del Cesar como alguien de actitud fría, sólo mostraba cierta cordialidad con un grupo reducido de personas y Noah no pertenecía a ese selecto grupo. Pero aún así entre ambos existía el respeto y la aceptación por los logros individuales de cada uno, aunque en ocasiones la personalidad de Noah era algo que no compartía Virgilius como Noah no compartía los métodos y estilo de vida de Breda.
Los murmullos fluían por la sala de parte de los senadores, era una práctica habitual entre ellos, posiblemente trataban de sus aburridas vidas de lujos y depravaciones que comúnmente tenían. Eran casi aquellas fortunas las que ponían a sus disposiciones los excesos a los que estaban acostumbrados. De pronto el silencio reinó anunciando el inicio de la sesión. Las miradas de todos se centraron entonces en una mujer de ropajes extraños, eran bastantes distintos a los que se acostumbraban en la ciudadanía romana.
Noah sólo sabía que era una delegada de Egipto y ese hecho le intrigaba tanto, pero pasaba a segundo plano cuando ponía especial interés en su persona. Lo que le llamaba la atención era lo diferente que lucía ante la débil luz de la cámara del senado. No pasó mucho para que aquella chica se presentara y diera inicio a una lectura que trataba sobre los asuntos de la guerra. Noah prestaba poco interés a lo vertido por aquella lectura, la sola presencia de una mujer extranjera de rasgos tan definidos y finos era lo único en lo que se enfocaba.
Pero fue entonces que la voz de Diva le hizo eliminar aquellos pensamientos, se enfocaba ahora en lo que la emperatriz pronunciaba en favor de una nueva campaña. « Y aquí vamos de nuevo.» - La repulsión en su rostro no era en lo más mínimo disimulada. Luego del discurso de Diva, los senadores comenzaban un debate tras todo el informe recabado para esos instantes.
« Una boda con algún familiar del Cesar. Deben estar bromeando, ¿a quién rayos se le ocurre tal disparate? » - Se limitó a pensar un momento, comenzaba a abrazar la idea de que las cosas iban de mal en peor para Roma, pero aquellas meditaciones cesaron cuando la voz de Octavius resonó por toda la sala. Con su breve discurso el hijo del emperador había revertido las circunstancias y ponía en tela de juicio lo que significaría una nueva guerra en tierras extranjeras.
Todo ahora estaba en entredicho, la pasión reflejada en las palabras por parte de Octavius parecía contagiar a más de un senador que ya se pronunciaba en favor del heredero al trono. Fue entonces que Mauritius, el senador con más influencia y poder en el senado comprendía el peligro que suponía la nominación de un candidato como lo era Octavius. Y fue entonces que Noah se decidió a pronunciar palabra, después de todo no iba a ser un simple adorno en la sala de los senadores, por algo había sido enviado como representante de las fuerzas armadas de la ciudad romana.
- Entiendo y comparto el punto de vista por parte del senador Mauritius. Una petición para consumar una alianza no se puede tomar a la ligera. Y mucho menos acceder de buenas a primeras con las peticiones de aquella reina extranjera. - Expresaba al tiempo que una mirada discreta se enfocaba hacia Octavius. - Si ustedes han de llegar a un acuerdo y que se desencadene en una unión entre nuestros pueblos por medio de un matrimonio entre algún familiar del Cesar y la emperatriz Selene, entonces no se debería apostar por alguien que tiene tanto peso como lo es un hijo directo del emperador.
Su falta de respeto para casi todo el mundo, le había traído uno que otro problema pero Noah era indiferente a las repercusiones que podrían tener sus palabras. - No sabemos que es lo que tiene planeado aquella soberana, sus intenciones les pudieran parecer las indicadas, pero no por eso debemos ignorar la cautela. Recomendaría, a tal petición que se le conceda, entablar nupcias pero sólo con algún miembro de la familia que no suponga algún riesgo latente para Roma.
Permaneció en silencio mientras que algunos senadores comenzaban a dialogar entre ellos. La decisión que estaban a punto de tomar eran sin duda de suma importancia, todo con tal de salvar de aquella crisis a la poderosa nación romana.
« Puede que este día sea diferente, algo me dice que esta reunión importante revelará hechos tan trascendentes que nadie podría imaginar.»
Lanzando un silbido apenas audible aquel miembro de las fuerzas militares trataba de animarse un poco, la tonada era más que nada un cántico que se empleaba en las escaramuzas, normalmente cuando se encontraba en plena línea de batalla. Aquel pequeño entretenimiento cesó en el momento en que por las puertas poco a poco los senadores iban adentrándose al sitio, todos aquellos hombres de poder, los que regían - si podía hacerse uso de esa palabra - las leyes en Roma atiborraban sus respectivos lugares en aquella cámara del senado.
Él desentonaba entre la ropa habitual de los senadores, pero no tanto cuando apareció su superior inmediato. El general Virgilius, virtuoso como ningún otro militar llegaba para tomar su lugar junto a Noah. Juntos habían participado en una de las campañas mas famosas y exitosas de toda Roma. - Salve gran Virgilius. - Expresó diligentemente ante la presencia de su superior sin que su tono de voz se mostrara adulador. - Veamos cual es el misterio de todo esto.
Virgilius asintió dirigiéndole una pequeña mirada, entre ellos las palabras sobraban. Se conocía la personalidad del hijo del Cesar como alguien de actitud fría, sólo mostraba cierta cordialidad con un grupo reducido de personas y Noah no pertenecía a ese selecto grupo. Pero aún así entre ambos existía el respeto y la aceptación por los logros individuales de cada uno, aunque en ocasiones la personalidad de Noah era algo que no compartía Virgilius como Noah no compartía los métodos y estilo de vida de Breda.
Los murmullos fluían por la sala de parte de los senadores, era una práctica habitual entre ellos, posiblemente trataban de sus aburridas vidas de lujos y depravaciones que comúnmente tenían. Eran casi aquellas fortunas las que ponían a sus disposiciones los excesos a los que estaban acostumbrados. De pronto el silencio reinó anunciando el inicio de la sesión. Las miradas de todos se centraron entonces en una mujer de ropajes extraños, eran bastantes distintos a los que se acostumbraban en la ciudadanía romana.
Noah sólo sabía que era una delegada de Egipto y ese hecho le intrigaba tanto, pero pasaba a segundo plano cuando ponía especial interés en su persona. Lo que le llamaba la atención era lo diferente que lucía ante la débil luz de la cámara del senado. No pasó mucho para que aquella chica se presentara y diera inicio a una lectura que trataba sobre los asuntos de la guerra. Noah prestaba poco interés a lo vertido por aquella lectura, la sola presencia de una mujer extranjera de rasgos tan definidos y finos era lo único en lo que se enfocaba.
Pero fue entonces que la voz de Diva le hizo eliminar aquellos pensamientos, se enfocaba ahora en lo que la emperatriz pronunciaba en favor de una nueva campaña. « Y aquí vamos de nuevo.» - La repulsión en su rostro no era en lo más mínimo disimulada. Luego del discurso de Diva, los senadores comenzaban un debate tras todo el informe recabado para esos instantes.
« Una boda con algún familiar del Cesar. Deben estar bromeando, ¿a quién rayos se le ocurre tal disparate? » - Se limitó a pensar un momento, comenzaba a abrazar la idea de que las cosas iban de mal en peor para Roma, pero aquellas meditaciones cesaron cuando la voz de Octavius resonó por toda la sala. Con su breve discurso el hijo del emperador había revertido las circunstancias y ponía en tela de juicio lo que significaría una nueva guerra en tierras extranjeras.
Todo ahora estaba en entredicho, la pasión reflejada en las palabras por parte de Octavius parecía contagiar a más de un senador que ya se pronunciaba en favor del heredero al trono. Fue entonces que Mauritius, el senador con más influencia y poder en el senado comprendía el peligro que suponía la nominación de un candidato como lo era Octavius. Y fue entonces que Noah se decidió a pronunciar palabra, después de todo no iba a ser un simple adorno en la sala de los senadores, por algo había sido enviado como representante de las fuerzas armadas de la ciudad romana.
- Entiendo y comparto el punto de vista por parte del senador Mauritius. Una petición para consumar una alianza no se puede tomar a la ligera. Y mucho menos acceder de buenas a primeras con las peticiones de aquella reina extranjera. - Expresaba al tiempo que una mirada discreta se enfocaba hacia Octavius. - Si ustedes han de llegar a un acuerdo y que se desencadene en una unión entre nuestros pueblos por medio de un matrimonio entre algún familiar del Cesar y la emperatriz Selene, entonces no se debería apostar por alguien que tiene tanto peso como lo es un hijo directo del emperador.
Su falta de respeto para casi todo el mundo, le había traído uno que otro problema pero Noah era indiferente a las repercusiones que podrían tener sus palabras. - No sabemos que es lo que tiene planeado aquella soberana, sus intenciones les pudieran parecer las indicadas, pero no por eso debemos ignorar la cautela. Recomendaría, a tal petición que se le conceda, entablar nupcias pero sólo con algún miembro de la familia que no suponga algún riesgo latente para Roma.
Permaneció en silencio mientras que algunos senadores comenzaban a dialogar entre ellos. La decisión que estaban a punto de tomar eran sin duda de suma importancia, todo con tal de salvar de aquella crisis a la poderosa nación romana.
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Re: Recamaras del Senado
La joven mujer de cabellos rubios estaba escuchando los razonamientos de aquellos hombres, para una mujer como ella especializada en las artes del engaño y la estafa todos las ideas y argumentos le parecían traídos de los cabellos; pero como en su caso ella era solo una acompañante debía poner especial atención en hacer silencio y portarse bien, puesto que su amiga hasta había tomado una de sus manos para que no hiciera nada; aprisionada así como estaba sólo pudo rogar una cosa: Que no se aburriera tanto de forma que se durmiera haciendo quedar mal a su amiga.
Una vez que cada una de las personas terminaron de hablar Sheznarda se puso a observar a cada una de las personas que habían terminado de hablar, ambos eran hombres muy influyentes y seguro pudientes, es más! Estaba segura que aunque robara años enteros toda su fortuna no sería como la de ellos, pero en el caso de ahora no podía robarles nada porque no era correcto que ella se portara así arriesgando a Samantha.
-Ten calma Samantha... No haré nada malo- dijo por último en voz baja mientras miraba con atención aquel salón y analizaba cada una de sus estructuras; todas por supuesto muy bien puestas y con mucha gracia en cada acabado, casi como simulando un castillo.
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