Recamaras del Senado

Recuerdo del primer mensaje :

En una recamara ubicada en el interior del senado se hallaba Solomon rodeado de tres ancianos, todos ellos le decían una y mil cosas al joven de cabellera rubia y mirada fría. Cada hombre trataba de imponerse por sobre los otros dos, estaban convencidos que el joven senador les estaba oyendo atentamente, la mirada fija del muchacho hacia lo hacía parecer.

...

Solomon era desde hacía poco uno de los principales líderes del senado romano, su inteligencia lo había llevado a tal rango, conocido por los ancianos como un hombre intachable, ovacionado por la gente quien lo consideraba el alma noble del senado. Pese a todo lo expuesto, nadie le conocía realmente, el Solomon que es agraciado a los ojos de todo mundo es solo para eso...pero lejos de ser feliz su mirada demostraba una profunda tristeza, su personalidad era cerrada, no permitía que nadie le conozca.

Glorioso imperio romano...

Dijo con desgano mientras sus ojos se escapaban enfocándose en el verde jardín alumbrado por el sol que se podía ver en el exterior. Los ancianos ni cuenta se daban, seguían en sus meollos. El silencio rondaba en el resto de salones, los nobles habían partido para preparar la bienvenida a Virgilius, gran capitán de las fuerzas imperiales, al parecer había logrado conquistar una nueva tierra. Las pisadas rápidas de un soldado se pudieron oír al instante justo en que su cuerpo se aventuraba de la entrada, los ancianos voltearon vituperándole el porqué de su intromisión...

Hombre...dime, que motivos te traen al senado.

Los senadores callaron ante la fuerza de voz del joven, se apartaron dejando ingresar al soldado que traía en su mano una carta.

Soldado: Acaba de llegar...

Solomon agarro con firmeza el papel leyéndolo rápidamente, luego de eso despidió al mensajero.

Notables...será mejor que vayan avanzando, la tropa llena de victoria llega a su casa...como miembros del senado es nuestro deber estar presentes.

Con gentileza les invito a retirarse diciéndoles que pronto les daría encuentro, ellos partieron sin objetarle demasiado al respecto. Todo mundo parecía embobado. Solomon tomo con relajado actitud una copa con vino recién traído de las viñas y se sentó sobre su banco a releer lo escrito en aquella carta.

Ahhh...

Se inclino levemente apuntando su vista al techo oscuro de la recamara. La figura de sus primos aparecía en sus pensamientos...en especial de esos dos: Virgilius y Fye.

Seguramente no se presentara.

Tomo un par de sorbos más y se dispuso a dejar aquel recinto, aun con todos los problemas actuales debía ir.

Narración// Dialogo de Samantha // Pensamientos de Samantha

-Un casamiento entre la señorita Selene y el hijo del Cesar el joven Octaviuz, ¡por los dioses! eso seria darle demasiado poder a los Egipcios (Samantha pensaba)… pero aun así, es conveniente el hacer nupcias, que seguir dando riendas a una lucha que agotaría a nuestras reservas, los soldado ahora están demasiado cansados y famélicos para poder desenfundar una espada de cobre…


Acallo sus pensamientos que hacia tema a lo que se vivía en el senado, puesto uno de ellos se levantaba y tomaba palabra, Samantha fijo su mirada en aquel caballero de dorados cabellos dejando atrás a su prima, por un lapso de tiempo indefinido, pues aunque Samantha en cierta forma odiaba a Mauritius, por la forma tan fácil de llegar a ser uno de los miembros destacados del senado, aun así, en aquel momento, sus palabras eran sabias para la tribuna, no diciendo nada solamente analizaba…

Y como si fueran monedas que caían del pórtico para los mendigos, era así, como este daba una lista de los posibles candidatos al matrimonio, pero un nombre al final altero a Samantha, pues sin mas ni menos era Richard su hermano mellizo a quien mencionaba, soltando bruscamente la mano de Sheznarda, aquella se levantaba por tal impresión, mirando el derredor como los demás senadores comenzaban a cuchichear, aquella se tornaba algo sonrojada, pero al igual eso ya no era de importarle, puesto sus pensamiento ahora estaban dirigidos al joven Alucard, repasando su diestra entre sus cabello y nuevamente tomando postura, era si como se sentaba cruzaba sus piernas y analizaba aquel tema a discutir, esperando la respuesta de Diva.

Pero de la nada un aclame a lo largo de la estancia y de hay tan solo otra opinión se alzaba al este de la recamada, dando su punto totalmente diferente al del joven Mauritius, escuchando una vez mas analizaba la mujer, para que tan solo terminara esbozando una sonrisa y bajara el rostro mientras se dirigía as u amiga, la cual había hablado anteriormente prometiendo que no aria absolutamente nada a lo que contesto Samantha:

-Espero eso de tu parte mujer…

Vergilius escuchaba atentamente sentado las oratorias de todos esos hombres sabios, conocidos ya por todos,habían expuesto sus ideas Diva,cuya idea principal era prolongar esa guerra por el uso de la fuerza sin importar las conseqüencias que le esperaban a Roma con el seguimiento de esa guerra, tambíen había hablado su hermano Octavius, inteligentemente había refutado el discurso de Diva, su opinión era claramente opuesta a la de esa maliciosa egipcia, al terminar el discurso de su hermano, Vergiulius asintió con la cabeza pensando: bien hecho hermano demuestra que has vuelto con todas tus fuerzas.

Los siguientes en exposar ante ese grupo de Senadores fue Alucard y Mauritius, los dos recalcaban la idea de Octavius de solucionar el conflicto de forma pasiva, con las nupcias de un familiar del emperador con la reina Selene de Egipto, Alucard apostaba fuerte quería que el pretendiente fuera el mismisimo Octavius, peró Vergilius creía que esa no era la mejor idea, luego Mauritius fue más abierto dando nombres de otros parientes menos cercanos pero no menos importantes.

Faltaban pocas personas para opinar, la desición estaba casi tomada, el general Noah como representante del brazo armado tambien hablo ante esas ilustres personas, su opinión tanto como la de Vergilius y la de Mauritius era favorable a las nupcias peró no quería ofrecer un descendiente directo al trono pues temía que la reina estranjera tubiese malasintenciones, bueno había llegado la hora era el turno de Vergilius, durante el tiempo pasado había removido su cerebro en busca de un buen discurso, así que levantandose del su silla y dirigiendose a los senadores y demás público dijo con voz firme y segura:

-Creo que todos ya me conoceís, mi nombre es Vergilius, hijo menor de emperador,poco trabajo me queda a mi aquí en esta sala, como muy bien han argumentado estos sabios hombres- señalando a los que anteriormente hablaron- mi opinión esta con ellos, el mejor camino para solucionar la hambruna y otros problemas de Roma es conciliar una alianza con el reino de Egipto, ya hemos visto que són gente valerosa pues nuestra legión mandada allí no pudieron someterlos, y aún así ellos han preferido mandar esta emisaria para ofrecernos la paz, creo que lo menos que podemos hacer es corresponderles, por mi parte pueden avanzar los planes de las nupcias, en cuando al candidato, muchos nombres han sido nombrados, ahora es el momento de que ustedes deliveren, el destino de Roma esta en sus manos.

No había más que decir, Vergilius volvió a su sitio, con la mente en paz, solo hacía falta paciencia y esperar el veredicto.

Despues de haberles leido la carta que mi señora habia enviado conmigo vi como todos los senadores presentes se ponian a hablar al respecto de lo que mi señora proponia para obtener la paz que anhelabamos. Mas se hicieron presentes varias personas entre ellas mi antigua señora Diva por lo cual solo atine a respirar hondo puesto que aun me daba cierto miedo el verla despues de lo que hizo sufrir a nuestro pueblo cuando fue emperatriz y ahora lo volvia a hacer pero desde Roma y con el puesto de emperatriz. Escuche con atencion su argumento el cual hablaba de la gloria romana y de que ya era demasiado tarde el venir a pedir paz puesto que no la obtendriamos de Roma cosa por la cual solo la mire con mas miedo mas manteniendome firme sin dejar salir ninguna reaccion, mas apenas termino de hablar otra poderosa voz se hizo presente en el lugar la cual pertenecia a uno de los hijos del Cesar quien hablo en contra de lo que decia la emperatriz y tenia bastante razon puesto que hacer otra campaña en los tiempos dificiles en los que se encontraba su propia nación era algo ilogico lo unico que harian seria hacer morir mas hombres en vano. Al mismo tiempo aparecio otro senador mas que se levanto en acuerdo a lo dicho por el hijo del emperador haciendo que nuevamente el senador que habia hablado primero se levantara aceptando la propuesta a lo cual me resiste a mostrar una pequeña sonrisa, la guerra que hace tanto tiempo azolaba nuestra tierra finalmente llegaria a su fin y habria paz y tranquilidad en Egipto. Despues de eso vi como todos los senadores, personas influyentes y generales de ejercito se ponian a discutir acerca de a que heredero mandarian la cual termino con la decision de que uno de los hijos menores del Cesar seria mandado a Egipto como prometido mas se le instruiria primeramente para que pudiera ser un buen gobernante a lo cual asenti conforme con lo dicho puesto que no era una mala oferta.

- Estoy de acuerdo y agradezco el buen juicio de los senadores y personas de gran influencia aqui en Roma... -dice haciendo una reverencia antes de volver a mirar al frente puesto que un senador le hablaba preguntandole si se encontraba cansada a lo cual asiente y despues de escuchar su propuesta solo lo ve antes de contestar- Sera un honor para mi el estar con un senador tan justo como usted -dice bajando la cabeza a modo de respeto-

Todo marchaba de acuerdo a lo planeado, mis palabras habían demostrado la cobardía por parte de la “nueva” emperatriz de Egipto, observaba como la mayoría de los senadores declinaban a mi lado para tomar una decisión hasta que una presencia hizo silenciar a esos hombres levantándose en señal de respeto, resbalaba la mirada en dirección a la entrada viendo nada menos que a Octavius.

Maldición… sabía que tarde o temprano aparecerías… pero esto es inaudito!!!

Mis pensamientos resonaban en un eco interminable expresando el profundo odio hacia él puesto que su intervención significaría no solo la lucha de poder entre ambos sobre los miembros del senado sino que también sobre toda Roma. Sin esperar retomaba la palabra para expresar su “opinión” solo que esta vez dejo entrever algo más que eso, sino que trato de ridiculizarme frente a esa congregación de inútiles, decidida iba a callar su palabra pero preferí sentarme a observar con detenimiento como se desarrollaba la situación y probar la lealtad de esos sujetos que encaraban el bienestar del pueblo, el discurso de ese hombre terminaba pero las dudas hacían desistir el tomar la decisión, sin tardar demasiado un joven rubio se colocaba de pie hablándome indirectamente… solo esa acción hizo enardecer mi alma al pensar ingenuamente el querer confrontarme en un juego que incluso perdería.- Malditas ratas… en verdad creen que son contrincantes para mí cierto?... pero Mauritius… tú tanto el sequito que siguen ciegamente a Octavius caerán tarde o temprano… solo esperare el momento indicado HAHAHAHA!!.-Sin retirar la vista de ese joven rubio fue él que comenzó a agilizar la reunión mencionando los posibles candidatos, mi pie se movía inquieto de un lado a otro, pasaba algo de saliva sintiendo como mi boca se secaba escuchando cada detalle. Asustada cerraba el puño cuando proponían directamente a Octavius lo cual solo acaecería el poder en Selene desplazándome por completo, algo que no estaba dispuesta a permitir, indignada por tal hecho retomaría la palabra sin importarme las consecuencias de ello pero uno de los más reconocidos Generales intervino justo en el preciso momento, su declaración cambiaba al rechazar que el sucesor al trono desposara a Selene, tomando en cuenta esto último por fin llegaban a una solución, el nombre de un joven se mencionaba: Bien PULGA… tendrás tu boda soñada… es lo único que podrás obtener aunque… tengo algo mucho mejor planeado para ti…

Miraba con deleite al General demostrando una amplia sonrisa en mis labios, haciendo una señal con mi dedo llamaba a uno de mis sirvientas susurrándole algo al oído: Escuchame sabandija, quiero que te dirijas al General Noah para entregarle un mensaje especial… no quiero que ni Virgilius u Octavius se den cuenta de esto… si cometes un error yo misma seré la que me encargare de tu vida, dile a ese hombre que lo espero en mis aposentos para una audiencia privada en el atardecer si se atreve a negarse adviértele que será encarcelado por traición directa al no cumplir con mi petición.. ahora retírate y no pierdas el tiempo.

Los aplausos no tardaron en escucharse pero lo que no sabían es que no olvidaría los rostros de aquellos hombres que osaron a enfrentarse conmigo, levantándome acompañaba con ironía en un tranquilo aplauso, mis ojos relucían de una manera más serena que nunca demostrando que la intervención directa de los hijos del emperador no me habían afectado en lo más mínimo, los ojos recaían sobre mi silueta con el temor a mi disgusto.

Mis felicitaciones a ustedes hombres del senado, espero que la decisión que tomaron no encamine la posible desgracia a Roma al dejarse llevar ciegamente por la inexperiencia… aunque siempre ha sido así si no mal recuerdo?... la duda siempre debe recaer en el posible enemigo que no pertenece a la familia real aunque este siempre ha mostrado buena voluntad y fidelidad al César… -ahora las siguientes palabras se dirigirían indirectamente a Octavius mostrando una angustia oculta- pero el depositar la fe tan fácilmente en aquel que sin pensárselo dos veces abandono su responsabilidad con quienes más dependían de su presencia opto por desaparecer… la devastación que sintió nuestro imperio fue dura enviando a uno de los mayores tesoros de Roma a terminar la misión que se le había encomendado… entonces nobles caballeros nadie está libre de pecados en este mundo, todos sin excepción alguna cometemos errores en algún momento de nuestras vidas pero de estas aprendemos a perdonar para avanzar a un mejor futuro, no expresare el sentimiento que me provoca al tomar su decisión solo que espero hayan sido conscientes de las consecuencias de las que trate de advertirlos… pero debo confesar una última cosa ante ustedes ya que he odiado las mentiras y los secretos para los que realmente amo… Es lamentable que la disputa que alguna vez tuve con las personas que llame MI FAMILIA haya sido la causante para que la confianza que se depositó en mí fuera con la que se ridiculizaría, no soy quién para defenderme pues sus dudas serían algo loable pero quiero que sepan esto ya que no me avergüenzo en lo absoluto… admito que considere que fuerzas romanas reforzaran la invasión a Egipto con la esperanza de salvar al resto de las legiones del General Edward pero no acaso ese hombre ha sido reconocido por sus nobles campañas trayendo con éxito las tierras de Britania e Hispania sin usar el empleo de la fuerza?... fue por esa misma razón que al no querer que más egipcios salieran heridos tras esta campaña hubiera mandado a alguien diferente sin importarme… también poseo el amor hacia mi “gente”… yo misma convencí a mi esposo de que fuera enviado precisamente el General Edward especialmente para esa tarea pero veo que mis deseos se vieron nublados bajo la oscuridad de algunos de los presentes dando a entender distintas intenciones.

Miraba directamente a Mauritius posando aflicción en mis ojos, mi cabeza lucía cabizbaja sobre la decepción en mis palabras. – Solo me queda orar a los dioses que bendicen esta bella tierra de que esto no nos conduzcan a la destrucción. Antes de retirarme no puedo evitar el preguntarles algo… si de verdad estaban en desacuerdo de que Roma hubiera declarado la guerra a las demás naciones porque solo causarían pérdidas innecesarias… no habría sido lo más sensato el detener esto desde que el Emperador les propuso directamente esta campaña?... Germania es una muestra de ejemplo… no hubiera sido más sensato el haber creado una alianza? y evitar someter a la nación bajo la destrucción inminente?... -más lejos no pude haber llegado puesto no solo ponía en duda la credibilidad del Emperador sino también de ellos mismos- Me retiro caballeros… fue un placer como siempre el poder acompañarlos a pesar de tener que haber presenciado un amargo momento.

Sin dejar que nadie ofreciera su respuesta me daba vuelta con la poca “dignidad” que había mostrado ante el Senado, retirándome del palco bajaba las escaleras para encaminarme hacia la carroza, una escolta me rodeaba para abrirme paso a la salida, manteniendo la vista sobre el suelo me acerque a tal punto donde alzaba el rostro para mirar al General y a los dos hijos del emperador inclinándome para mostrar mis respetos retirándome. Aprovechando la ocasión mi sirviente se colocaba dándole la oportunidad perfecta de entregarle mi mensaje, presuroso se retiró escabulléndose entre la concurrencia retomando sus tareas, el chofer me esperaba abriéndome la puerta, tomaba su mano para ayudarme a entrar marchándome finalmente del lugar.

Finalmente la sesión del senado había terminado tras una larga decisión, Gelum sería el enviado para contraer nupcias con Selene, la reina de Egipto, Vergilius estaba contento por la decisión, su primo había pasado por su mente cuando hacía sus razonamientos y al ser joven no había sido corrompido por la política romana, sólo hacía falta que alguien se encargase de su protección, no quería que nadie dañara al joven,y además pensaba que ya tenía al candidato perfecto para tal faena, si lo pensaba bien era buena idea Ioros ya había protegido la famiía, era un oficial leal, y además Gelum le conocía y podrían tener una buena relación.

Bueno a ver si ahora puedo tener el resto del día tranquilo- pensaba Vergilius mientras bajaba las escalinatas de edificio,peró otra vez las cosas se torcían, aún no había llegado abajo, un chico joven lo intercepto arrodillandose en el suelo y alargando las manos con un pergamino en ellas.

-Perdone señor Vergilius, me envia mi amo el general Ioros, me dió este mensaje con información clave y pide audiencia con usted cuanto antes posible.

-Claro, dile a tu amo que venga por la mañana, le estaré esperando en mi despacho de palacio, y dile también que tenemos que hablar de cosas de vital importancia.Puedes retirarte.

Vergilius vió como el sirviente obedecía sus ordendes retirandose apresuradamente,entonces el joven continuo con su descenso por las escaleras, por dios como me duelen las piernas, y entonces fue cuando se fijó, al lado de un carruaje apoyada contra la pared estaba un rostro que le parecía familiar,Vergilius tenía que ir a confirmarlo.

Habla latin / Habla Egipcio
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Despues de haber aceptado la invitacion que el senador me daba en aquellos instantes lo escuche preguntando si nos ibamos ya o preferia quedarme a ver la trifulca que se haria en cualquier instantes entre los senadores a lo cual solo di un suspiro, al parecer algunos senadores se guiaban por el poder de sus puños en vez de la razon. En ese instante escuche como la emperatriz se dirigia nuevamente hacia los senadores haciendo que todo mundo prestara atencion a lo que tenia que decir, solo escuchaba mas no decia nada puesto que mi palabra no tenia demasiado valor en Roma mas por cada palabra que decia me enfurecia mas y mas, nosotros no fuimos quienes quisimos la guerra solo la tomamos para evitar que nuestro pueblo muriera de hambre al pedirnos un tributo que no podiamos cumplir. Estaba totalmente indignada con lo que decia la emperatriz mas aun estaba insultando a su propio pueblo y al senado al decir que la decision tomada podia perjudicar a su pueblo sabiendo que de no haber sido tomada tal decision no hubiera habido salvacion para Roma, su pueblo hubiera muerto de hambre y sus legiones no tendrian la fuerza como para poder seguir adelante al ver como este iba decayendo poco a poco. Despues de eso vi como algunos senadores y otras influencias comenzaban a irse del lugar a lo cual solo volvi a suspirar intentando el calmar mi propio enojo hacia la emperatriz.

- Si sera mejor irnos ahora señor... Seiren vamonos ya -dice tranquilamente tomando el brazo del senador debido a que este se lo habia prestado- espero que tu ruina y desolacion sea lo que termine con tu vida y que el deshonor causado sea lo unico que quede de ti en este lugar Diva -dice en su idioma viendo disimuladamente como la mujer se iba del lugar-

EuriasPienso
Hablo
senador1

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Ya habiendo dejado la villa de Gelum todo parecía ser mas lucido para Solomon, esa primera desconfianza que nacía de parte suya en querer saber la razón de sus actos había desaparecido por completo, ahora creía ser el sucesor de su padre, un gran romano que pese a sus maldades logro consolidar el tiempo de paz en el que ahora vivían él y sus primos, los largos caminos que lo conducirían a Roma estaban plagados de centellantes colores del arcoiris, de fragancias primaverales de los más recientes retoños que brotaban de las plantas y árboles, la brisa fresca que solo podía existir en el campo abierto, junto a los viñedos vio pasar algunos ciervos, todo era más claro, hasta llegar a ser ligeramente surrealista.

Solomon estaba confiado y conocía los pros y contras de su proyecto, confiaba en que Diva hubiera concluido con su parte del trabajo. Era obvio para él que ella ya no era la mujer a quien tanto amo, era otra completamente, al igual que varios de sus conocidos y familiares residentes en la capital del imperio.

Recordaba con cólera la imagen del general Archer quien aun debía estar deambulando como alma en pena en los alrededores de palacio clamando justicia por su muerte, de seguro tenía que ver con la extrañas nubes rojas que iban y venían apareciendo en esa parte del globo, ya no pensaba q estaba loco, para él los extraños sucesos no eran solo parte de una fantasía elaborado, realmente sucedían y algo se tramaba.

Todo parece tener algo en común y ese es Egipto, las respuestas de todo deben estar en esa tierra maldita…jamás dejare que Roma caiga…jamás…

El panorama ya mostraba a la gloriosa ciudad establecido por Romulo y Remo, la que es la joya milenaria del imperio, levantada y mantenida con el sudor y la sangre de mucha gente, ese era su corazón y alma, nada más.

El sol brillaba cuando por fin se plantaba frente a la entrada del senado, era día de reuniones, y conocía bien las fechas y horarios, ciertamente toda esa banda de viejos enfermos y pervertidos jóvenes ricachones debían estar dentro, esperando como buitres la comisión egipcia que se les habría ofrecido por mandar al mas joven de la casta imperial a la boca del lobo en señal de sacrificio.

Solomon pasó de largo, firme y recto como siempre, no subió a ver al resto de senadores como de costumbre, ahora no, solo tenía algo en mente y tenia que resolverse a la brevedad. Entro al recinto principal, en medio del círculo de aquellos fósiles vivientes que de seguro esperaban al jovencito conocido como Gelum. Todos ellos lucían sorprendidos, aunque el senado no estaba lleno, era suficiente para comenzar su anuncio.

Senadores de este glorioso imperio…tengo algo que anunciar penosamente.

Desde luego, la presencia sola de Solomon era suficiente para que se le tomara toda la atención del caso, todos conocían que ignorar lo dicho por alguien de la familia real se consideraría un crimen tácito que solo podría ser ejecutado en contra suya por las sombras. A pesar de su integridad, Solomon no temía en asestar un zarpaso rápido en contra de quien fuera revoltoso o rebelde en contra de la hegemonía Claudia, eso ya todos lo sabían.

Conozco el pacto que pocos días antes han aprobado para con Egipto, el pueblo que habíamos decidió conquistar unos años atrás, se decidió en esta misma sala que se enviara a alguien a sellar el pacto con su reina mediante un matrimonio, siendo el elegido el joven Gelum. No vine a increparles en nada su decisión, pero es mi deber decirles que eso ya no podrá ser…Gelum a caído enfermo y le será imposible de momento ir hacía las tierras del sur.

El asombro y pánico no se hizo esperar, muchos sospechaban, otros callaban, de entre todos ellos un joven se paro para tratar de increpar a Solomon, pero su ineptitud a causa de la inexperiencia de su juventud fue inmediatamente callada por las palabras de un veterano senador.

Pero…nuestro plazo esta dado, debemos actuar pronto.

Solomon vio como aquellos hombres luchaban entre si como animales, siempre tratando de salvar el pellejo sucio que llevaban por debajo de sus túnicas blancas, eran una desgracia, una blasfemia contra los dioses, debían pagar todos ellos, pero eso no ocurriría hoy…su sentencia llegaría sin duda y Solomon sería el juez quien dictaminaría sus muertes.

Eso no podrá ser… en todo caso la fiebre contraída por Gelum pudo haber aparecido por su juventud, muchos de aquí señores conocemos los pormenores y peligros de ser aun tan chico.

Pero eso ahora no viene al caso, soluciones es lo que debemos encontrar. Desde luego Gelum deberá guardar reposo y recuperarse por completo, es una decisión de nuestra familia.

Algunos comenzaron a pedir la palabra reclamando que en lugar de Gelum fuera el propio senador, el cual se hallaba mucho más apto para el trabajo que el propio jovencito estuvo desde un principio. Solomon rechazo gestualmente lo mencionado, pero luego de un rato de pensar, no hallaban otra opción, la palabra de Roma tenia que cumplirse, un miembro de la familia real debía ser enviado a unirse a la reina egipcia, la vida de muchos vejetes estaría en juego, sin contar el dinero que corría en riesgo de perderse.

No cabe duda alguna, Solomon, tu debes ir a representarnos…es lo que tu padre habría querido.

Mi padre…

El senador bajo la cabeza ante las palabras del anciano miembro del real consejo, era obvio su propósito, todo había caído pro su propio peso, el miedo de los senadores estaría por anunciar sus propias muertes. Solomon levanto la vista algo vidriosa, su orgullosa postura no cambiaba, estaba seguro de lo que hacía.

Tienes razón senador Eurias…pero…

No existen “peros” que valgan Solomon, si se prolonga todo esto, Roma quedara sumida en la deshonra…es tu deber y responsabilidad velar por el imperio, por eso eres senador.

Mostrando finalmente resignación Solomon, el joven senador acepto el poder que se le confiaba, a penas dijo que si, todos clamaron su nombre, no porque así lo deseasen, si no, mas bien por que les convenía, todo quedaba solucionado para ellos, su apacible mundo de perversión podría seguir tal cual seguían llevando hasta esa mañana.Todos bajaron y le felicitaron, tomaron el concilio de nombrarlo como el enviado a Egipto.

Así ocurrió, en menos de una hora Solomon lograba su objetivo, solo quedaba lo ocurrido en su villa. Salio tranquilo aun con unos cuantos senadores apoyándole, sin gastar esfuerzos subió a su corcel y se dirigió a Villa Adriana para alistar los últimos detalles antes de su partida.

Una vez más llegaban al senado, Solomon bajaba con el blanco de sus túnicas ensuciadas por el fango seco que se había mezclado con las gotas de sangre de su hermana dándole un ligero tono rojizo, dejándolo ocre. Su mirada apuntaba con fiereza la oscuridad del interior del recinto, la noche ya mostraba señas de su reinado, la ciudad era cubierta por la penumbra y las estrellas a duras penas alumbraban en cielo, la luna permanecía oculta dejando que las antorchas cumpliesen con su obligación.

El joven sin dejar la mano de su prima se dirijo a esta sin dar la vuelta, sin alzar demasiado la voz pero con la suficiente resonancia para que le escuchara.

Lydia recuerda mis palabras, en breve iré a Egipto, mañana al alba, te esperare allí para irnos juntos a esta travesía, si no apareces, entenderé que nunca más confiaras en mí, pero créeme que todo lo que hago es por el bienestar de los míos que son también tuyos, derrotare a quien sea que se presente como piedra en mi camino…nos vemos prima…

Finalmente avanzo soltando la mano de la princesa, dejándola por un breve lapso de tiempo a su libre albedrío, si deseaba ella arremetería contra él en pleno senado, Solomon ya no pensaba en inútiles precauciones, solo mantenía fijo en su mente el cumplimiento de sus objetivos.

El susurro sería su único acompañante entre los viñedos de víboras que de seguro ya tramaban algo en contra suya, llego justo en el instante en que ellos ya daban por terminada su labor, listos para ir a los burdeles de la zona o para afianzarse más en el poder mediante pactos bajo la mesa, pocos eran a los que realmente debía respeto, y entre ese puñado de hombres sabios estaba quien le había propuesto desde un principio como enviado a Egipto en lugar de su primo convaleciente, era uno de los ciudadanos más antiguos y respetados, Eurias.

Él y algunos otros lo divisaron desde las alturas llamando de inmediato a los senadores que felices comenzaban a despedirse, para mala suerte de ellos Solomon venia a aguarles los planes, su mirada pétrea e irritada marcaba entre líneas el motivo de su visita.

Los cuchicheos no se hicieron esperar, viniendo de todas direcciones, los ojos acusadores de algunos pedofilos y zoofilicos eran insoportables para quien aun se consideraba respetable. El sabio senador se adelanto a la muchedumbre para pedirle a Solomon explicaciones del porque llegaba a tan altas horas a su segundo hogar, el senado.

Senadores, es mi deber como Pater reclamar la presencia del hombre que mancilla el honor de mi familia, al ser que no merece llamarse más miembro de nuestra hermandad gloriosa…aquel mismo que contradijo todas las normas y leyes impuestas desde tiempos antiguos, convoco a mi presencia al senador Alucard!!!

La gente sobresaltada comenzó a parlotear con aun más esmero, contándose unos a otros los pequeños detalles sobre lo acontecido días previos por parte de la hermana del senador y el no tan famoso Alucard. Entre tanto Solomon lo buscaba sin éxito...

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Off: Esperare a ver si se aparece Alucard xD, solo un día que tengo q hacer mas cosillas.