[Villa Rodorio] - Posada

La carreta en la que iban Aspros y el rechoncho mercader traqueteaba inquieta de arriba a abajo, mientras recorrían lentamente un camino ancho y polvoriento que recorría la ruta comercial interna de la Villa Rodorio. El peliazul no dejaba de mirar de un lado a otro, admirando el paisaje y la vivacidad con la cual el pueblo y sus habitantes se movían, simplemente vivían sus vidas al máximo sin desperdiciar ni un solo instante. Aspros estaba maravillado de que existiera un lugar en el cual la vida fuera tan pacífica y el ambiente tan vibrante…la diferencia con Roma no solo se notaba, literalmente se podía vivir en la carne y en los huesos.

Que pasa forastero? Nunca habías visto edificios como estos o es que vivías en chozas? O ambos!? preguntó el mercader mientras levantaba una ceja y masticaba lo que parecía ser una ramita de heno, amarilla y totalmente seca.

Ha...no realmente, tan solo me parecía curioso el que esta aldea estuviera tan llena de…vida. De donde vengo no es así. respondió Aspros, manteniendo la vista fija al frente en actitud un tanto solemne, observando como varias mujeres cargaban canastas y saludaban a su rechoncho compañero cuando el vehículo pasaba cerca de ellas, al tiempo que este les devolvía el saludo con igual entusiasmo.

Y donde se supone que vivías compañero? En una cueva? comentó el hombre, dejando una rienda de lado para rascarse la barbilla y acto seguido la axila izquierda.

Podría decirse eso… contestó el peliazul, fijando la mirada en su interlocutor para detallar en la cara tan particular que tenía… si no fuera porque estaba marcada por el sudor y el pasar de los años, además de que este le hubiera jurado de frente que tenía 23 años, simplemente lo hubiera confundido por alguien mucho mayor a esa cantidad de veranos en la espalda. La verdad...provengo de Roma, no es el lugar más “alegre” del continente.

Ni el mejor vecino de las demás naciones, eh? La crueldad de las Legiones es conocida hasta aquí… comentó el mercader con una ceja levantada y el semblante más serio que antes, volviendo a fijarse en el camino e indicándole a la monta que debía doblar hacia la derecha. Aunque no pareces ser un soldado o algo por el estilo, tienes más la complexión de un estudioso eh? agregó el otro, sonriendo con confianza para darle un ligero toque a los delgados brazos (en comparación con los del otro) de manera casual, como si fueran amigos de tiempo atrás en lugar de recién conocidos.

Ha dado en el clavo. concedió Aspros.

Pasados unos diez minutos de recorrido, finalmente el caballo que llevaba a la carreta como carga se detuvo bajo las órdenes del rechoncho mercader, quien se bajó de un salto de su puesto y se dispuso a cargar varios fardos de heno. Haciendo lo propio Aspros se ofreció a ayudar a su guía, no sin antes recibir un “no lo vayas a tirar con esos bracitos tan delgados” de este. Entrando al establecimiento al que habían ido a llevar la mercancía, el peliazul notó que aquel sitio no era nada más que una posada…por lo visto, el destino de ambos había sido el mismo desde un inicio.

Hey ma’! Traje el heno y como bono, un cliente! Prepara la habitación 11! gritó el más bajo de los dos, pasando a través de una puerta entrecerrada que parecía ser el almacén del local para adelantarse al gemelo de Cambre, tomar el fardo que cargaba y tirarlo encima de los demás. Espero que no le moleste una habitación desordenada y preparada a último momento, pero no esperábamos un nuevo visitante por aquí a última hora del día laboral.

No hay problema, ya es algo haber conseguido donde alojarme. Supongo que será mañana que empezaré con la búsqueda que me trajo a Rodorio. dijo Aspros como contestación para su interlocutor, sin darle demasiada importancia al detalle sobre la habitación sin alistar, y fijándose en los detalles de la recepción de la posada, que ciertamente estaba muy bien cuidada.

Cierto cierto…y dígame, que lo trae por este rincón tan peculiar del continente? No es un tiro al azar, cierto? preguntó el rechoncho mercader, pasando al lado de Aspros para colocarse al otro lado del mostrador principal.

Vengo buscando información sobre…Athena. murmuró el peliazul con sinceridad, esperando una respuesta negativa pero recibiendo en su lugar una carcajada y una sonrisa cómplice de parte del otro.

Pues ha venido al lugar correcto, mi amigo.

Aspros tan solo levantó una ceja mostrando la ligera sorpresa que lo había embargado al saber que la información que quería conocer parecía ser algo de conocimiento público, por lo visto en aquella villa donde había ido a parar después de seguir una serie de pistas precisas en otros poblados las cosas no eran como en el “exterior”. Vibrante, llena de vida y ahora, fuente de conocimiento. Las cosas iban sobre ruedas para el gemelo mayor de Cambre. Antes de ponerse a hablar sobre aquellos asuntos, el mercader que lo había guiado a la posada lo invitó a sentarse en una de las tantas mesas viejas pero bien cuidadas que en otras horas estarían abarrotadas de personas ocupadas con las comidas, ya fueran el desayuno, almuerzo o cena. Sentándose con calma y sin dejar de observar a su guía, el peliazul esperó a que aquel hombre rechoncho comenzara a relatar todo lo que sabía.

Que es una buena historia sin algo con que acompañarla? Le gustaría una cerveza mi estimado erudito romano? preguntó el acompañante del ex-senador, sentándose con todo su peso apoyado en el espaldar de la antigua silla que soportaba su enorme masa corporal.

Sería de mala educación rechazar la invitación, claro…por favor, adelante. contestó Aspros, posando la mano derecha en la mesa e invitando a su interlocutor a que continuara con calma además de esperar la bebida que de un certero grito, ya el otro había mandado a llevarles.

Bien bien...por donde empiezo? A ver…bien, aquella montaña que puedes ver por allá- empezó el mercader, señalando a la ventana que tenían más cerca y a través de la cual se podía observar, muy a lo lejos, el tope de una formación natural enorme, coronada por lo que parecía ser una estatua…aunque Aspros no lograba distinguir muy bien su forma o ángulo exacto ya que la distancia y el emborronamiento generado por la luz del sol (incluyendo el calor que se vivía en el exterior) se lo impedían. -es un lugar conocido como el Santuario, es una enorme construcción dedicada al culto de Athena, la diosa de la Guerra y la Sabiduría. La información de conocimiento general sobre su estructura es que es un lugar sagrado conformado por Doce Templos, más un Salón y finalmente, el corazón de todo que vendría siendo el Templo de Athena como tal…verás, estos Templos están custodiados por varios guardianes (uno por cada Templo) llamados los Doce Santos Dorados. Mmm…creo que voy un poco rápido, de seguro no entiendes algunos términos, cierto? comentó de pronto el rechoncho compañero del peliazul, dándole un sorbo a la jarra de cerveza que tan solo unos segundos atrás les había servido una mujer de mediana edad con el mismo tono de cabello del más robusto de los dos.

Hay algunos que no logro comprender del todo…disculpe mi ignorancia en la materia. respondió Aspros, disculpándose de antemano para beber un poco de su propia taza.

No hay problema…déjame te explico. Verás, cada uno de estos “Santos Dorados” es lo que se llamaría un súper-humano, desde la era del mito se dice que existen para proteger todo lo que es bueno en el mundo, incluyendo a Athena.

Y cómo es que protegen a una…diosa…?

Suena raro verdad? Pues verás…cada cierto tiempo la misma Athena aparece en el mundo (son al menos unos doscientos años o algo por el estilo) ya que resulta que ese es el mismo momento en que otras deidades empiezan a caminar por el mundo y se ocupan de destruirlo…velo así, ellos son los niños que desordenan todo y Athena la niñera contratada para arreglarlo. Y no…no hay otro ser encargado para tal tarea…todo queda para ella. Como sea, volvamos al tema principal…los Santos Dorados son unos súper-humanos capaces de romper la tierra con un dedo o destruir una montaña de una sola patada, cosas normalmente imposibles. Cada uno se especializa en algo diferente y cada uno protege uno de los Doce Templos, están confinados a eso. explicó el mercader, tomando otro sorbo de su jarra para pasarse la mano sobre los labios y continuar como si nunca hubiera parado de relatar. La última generación pereció hace unos dos siglos, más o menos. Por ahora solo hay como uno o dos andando por ahí, al menos eso es lo que cuentan los rumores que rondan por el pueblo.

La última generación, eh? Y que sabe de ella? preguntó Aspros con aire ciertamente ávido de información…aquella explicación resultaba más que edificante y con todos los datos que se le presentaban gracias a su compañero y anfitrión, algunas cosas le quedaban más que claras. Varios de esos puntos eran: primero, que Octavius había sido elegido como la reencarnación humana de algún tipo de deidad de las que andaban en la tierra para propósitos poco nobles; segunda, algún tipo de catástrofe se iba a cernir sobre el mundo en poco tiempo si la descripción del rechoncho se cumplía al pie de la letra y tercero, que él, Aspros, era uno de esos “Santos Dorados”…no era algo que deducía, no era algo que intuía…era algo que sabía y sentía en todo su ser. Ja!...Eso no había ni que dudarlo… dijo una vocecilla en su cabeza, en un rincón oscuro de su cerebro al cual esta había sido confinada un rato atrás al llegar a Rodorio…suprimiendo rápidamente la influencia que aquel visitante no deseado pudiera desatar sobre su calma mental si dejaba que “actuara”, Aspros sorbió un poco más de su bebida y esperó la respuesta de su robusto compañero.

Bien...todo lo que puedo contarle son tan solo las leyendas que perduraron hasta ahora, no puedo asegurar que todas sean verídicas, pero ya que me lo pediste ahí te van. dijo el interlocutor del peliazul con una ceja levantada, palmeándose el estómago con lentitud para aclararse la garganta y retomar lo que llevaba dicho hasta los momentos. Bien...vayamos por órden. Primero tenemos a Aries, el custodio del Templo del Carnero Blanco…ese tópico es un tanto confuso, hay como siete versiones y ninguna es conclusiva, fácilmente lo podemos descartar. expresó el mercader, sorbiendo de su jarra con una calma que denotaba lo experimentado que era para beber alcohol, producto de noches de fiesta con amigos y familiares hasta altas horas de la madrugada. En Tauro, el guardián del Templo del Gran Toro estaba un tipo llamado Sharion…era enorme y fuerte, pero con cara de niño. Desapareció un buen día en un bosque lejano, se dice que murió en batalla, nadie está seguro.

En Géminis, el Templo de los Gemelos estaba apostado un sujeto llamado Aspros…murió peleando en una invasión al Santuario. Se decía que era un ángel reencarnado como humano.

Aspros, eh? Curioso... comentó el peliazul con una sorpresa mucho más pronunciada que lo que había mostrado con anterioridad. Si antes quedaba una ínfima duda sobre el destino que tenía por delante y que le pertenecía por derecho, esta había sido aplastada al instante. Tantas casualidades no podían ser normales, no en aquel mundo.

Curioso? Que cosa? No me digas que te llamas Aspros…o quien sabe, puede que seas algún tipo de reencarnación…¿? replicó el mercader mientras observaba de cerca de su interlocutor extranjero y se daba cuenta que por lo visto, había dado en el clavo. Hahahaha! Acerté! Hahahahahahaha! En serio te llamas Aspros???

Precisamente. contestó el menor de los dos con una sonrisa, sorbiendo nuevamente de su envase de vidrio con calma mientras esperaba a que el otro dejara de carcajearse con un vozarrón que no se correspondía con el curioso tono que le había visto emplear hasta los momentos.

Bueno...no hay problema en eso, supongo. No todos en el mundo tienen nombres diferentes y particulares para cada quien, pero hagamos un trato…si llegas a convertirte en un Santo de Oro, te ocuparás de patrocinarnos el negocio…acepta señor Aspros? convino el mayor, ofreciéndole la mano al peliazul quien la aceptó sin ninguna duda.

Agregaré la cláusula de protección total, le parece?

Más beneficios para nosotros, supongo…la pregunta es, cual es el precio? preguntó el rechoncho con una ceja levantada sin dejar escapar la delgaducha mano del gemelo de Cambre.

Que sea mi guía en la estadía en Rodorio. respondió el peliazul.

Espero que no le molesten las salidas inesperadas, mañana tengo que salir a la Isla Kanon. Aunque claramente, está invitado si gusta. sonrió el mercader terminando el saludo para volver a apoyar todo su peso sobre la silla, palmearse el estómago y sorber de su jarra.

Isla Kanon?

Sí, es una Isla cercana a la cual suelo llevar algunas provisiones como parte de un contrato de transporte, lo usual. explicó el mas robusto del dúo sin darle demasiada importancia al asunto mientras le devolvía la mirada al ex-senador y volvía a levantar una ceja para preguntar sin más rodeo. Entonces, continúo?

Adelante.

Bien...después de Géminis tenemos que pasar a Cáncer, el Templo del Gran Cangrejo, que en esos tiempos estaba custodiado por un tipo llamado Manigordo, se dice que murió enfermo después de abusar de las prostitutas de Rodorio al final de la guerra pasada, un caso particular.

Luego vamos con el Templo del León Dorado, custodiado por el Santo Dorado de Leo que murió como el de Géminis en aquella invasión de uno de los tantos dioses que hacen destrozos por ahí. Se dice que la explosión que destruyó el lugar fue monumental, hasta la sintieron por acá…pero me da que son mentiras.

Después esta el Templo de la Virgen, protegido por el llamado Santo Dorado de Virgo…ahí no se sabe mucho, solo que inexplicablemente desapareció.

El siguiente es el Santo Dorado de Libra…no puedo agregar mucho aquí tampoco, aunque según ella- dijo, señalando a la mujer que les había llevado las bebidas anteriormente con el dedo pulgar y una expresión de incredulidad moderada. -mi abuelo era su hijo, patrañas de vieja, ya sabes.

Después va el Santo Dorado de Escorpio, guardián del Templo del Escorpión…de ese si se sabe más, ya que vivió el resto de su vida por acá y llegó a contar detalles de la guerra como nadie. Incluso llegó a decir que se cayó de una nube. contó con calma, mostrando lo poco que llegaba a creer de todo lo que sabía o lo que se decía sobre los afamados guerreros del Santuario de generaciones anteriores.

Luego va el guardián del Templo del Centauro, a ese uno de los enemigos de Athena en persona lo cocinó en un caldero de aceite hirviendo…y no, no preguntes, yo quedo en las mismas.

...

De ahí están Capricornio y Acuario…el primero murió en un lugar lejano sin dejar rastro o eso se dice, y el otro al terminar la guerra salió del Santuario para no volver jamás. Finalmente Piscis que murió después de que frieran a Sagitario en público…y esos mi amigo, fueron los viejos guardianes de la diosa de la Sabiduría, todo un circo de bichos raros eh?

Ciertamente. replicó Aspros, terminando de sorber el fondo de cerveza que le quedaba a su jarra con relativa calma y observar como su compañero se pasaba una mano por la coronilla para peinarla un poco hacia atrás, soltando un bostezo poco después.

Yo creo que iré a descansar un rato, cargar heno todo el día agota a un tipo común y corriente como yo…así que solamente me despido, mi estimado colega romano. Hablaremos después…y debería prepararse si es que me va a acompañar a la Isla Kanon, es un lugar un tanto…agitado. finalizó el rechoncho mercader, levantándose de la silla y estirar las piernas para dirigirle un gesto de “hasta más tarde” al ex-senador, bostezar de nuevo y perderse detrás de una puerta cercana.

Mmm... correspondiendo al saludo del robusto hombre, Aspros también se había levantado de su silla. Pero en lugar de dirigirse a la habitación que le habían asignado en la posada se acercó a la ventana a través de la cual se vislumbraba el tope de la montaña conocida como el Santuario de Athena. Para un hombre como él, cuyas ambiciones empezaban a entrar en conflicto con esa parte que dominaba actualmente sus pensamientos y andar en la tierra, la revelación de que efectivamente parecía ser algo más trascendental que tan solo un mísero senador romano o el confabulador aliado del heredero al trono del imperio tan solo lo aunaban a continuar el camino que se le había abierto…el problema radicaba en saber que extremo era el indicado por el cual seguir la senda. Ambición o nobleza? Por lo visto, la batalla de voluntades en el interior del gemelo de Cambre no hacía más que iniciar, un evento que se vio reflejado cuando al estar solo en la recepción de la posada, llevó su mano derecha a la frente y murmuró para sí mismo entre temblores casi imperceptibles Santo de Athena? Ha!

Saliendo rápidamente de aquel pequeño descarrilamiento de la realidad, el peliazul volvió a levantar la vista y admirar la emborronada figura de la lejana estatua de la diosa de la Sabiduría…en su interior sabía que eventualmente, vislumbraría aquella estructura de cerca, tarde o temprano, pero sin duda alguna lo haría. Resoplando para calmarse, Aspros se volteó y subió las escaleras ubicadas al fondo del lugar para dirigirse a su habitación y darse un merecido descanso después del incasable viaje que lo había dejado completamente agotado. Lo último que se escuchó en el segundo piso después de los golpes secos de los pies del romano contra los escalones de madera, fue el rápido chasquido de la cerradura de la habitación número once cerrándose al instante que la puerta quedaba encajada en su marco desgastado por el tiempo y el uso constante. Ni siquiera se notaba que la habitación estaba ocupada y mucho menos por un sujeto tan peculiar como lo era el ex-senador y gemelo mayor de Cambre: Aspros. Y así, la tarde continuó su curso sin ser perturbada en las horas que siguieron…

Bastante tiempo había pasado, o al menos, eso era lo que había podido percibir Aspros, el ex-senador y gemelo de Cambre quien en esos instantes se encontraba en la habitación que le habían asignado en una posada ubicada en la zona más alejada del centro de la villa Rodorio, observando a través de su ventana como las personas iban y venían de un lado a otro, concentrados en ocuparse de sus trabajos y obligaciones para así avanzar en sus propósitos individuales…y todavía el aire de positivismo general que dominaba al asentamiento no lograba desvanecerse de ninguna manera, era algo permanente o así lo sentía el peliazul. Resoplando y dirigiéndose a la puerta de salida de la habitación con la bolsa de viaje a cuestas (consciente de que aquel día tendría que salir de viaje con el rechoncho mercader en dirección a Isla Kanon como parte del “contrato” que habían forjado el uno con el otro la tarde anterior) tan solo salió y bajó por las escaleras con algo de lentitud deliberada.

Ya en el vestíbulo, pudo observar como su compañero de contextura pronunciada se encargaba de llevar varios fardos de heno y mercancía embalada desde el almacén hacia la carreta que lo esperaba pacientemente en la calle adyacente al local, todo al mismo tiempo que le gritaba unas cuantas cosas poco decorosas a su madre, recibiendo respuestas de igual tono y contenido. Presenciar semejante escena fue más que suficiente como para que el peliazul esbozara una sonrisa y se acercara al otro, quien lo saludó con un movimiento de mano rápido antes de pedirle que se acercara.

Entonces, listo para partir? preguntó el más bajo de los dos, acomodando el fardo que llevaba a cuestas sobre el hombro derecho y secándose el sudor de la frente con la mano izquierda.

Cuando usted lo disponga. respondió Aspros con calma.

Perfecto, entonces andando. finalizó el otro, despidiéndose de la dueña del local con un rápido manotón al aire, saliendo y esperando al romano entre resoplidos que mostraban que deseaba marcharse cuanto antes del lugar.

... levantando una ceja con aire de comicidad, el peliazul siguió al otro mientras se despedía de la madre del que ya se encontraba fuera. Una vez en la calle cerró la puerta de acceso a la posada, observando como el rechoncho terminaba de cargar la carreta y se sentaba en la parte delantera del vehículo, esperando a su compañero. Dando pasos ligeros, el gemelo de Cambre simplemente se sentó en el mismo puesto que había ocupado antes y esperó a que el otro empezara a hacer marchar la monta, que pifiaba a intervalos irregulares.

Por cierto…

Si?

Deja esa actitud tan formal, no nos llevaremos bien si sigues en esas. completó el interlocutor del ex-senador, golpeándole el hombro con fuerza y dando la orden de marcha, iniciando el traqueteo propio del vehículo que ambos montaban y al cual uno de ellos ya estaba más que acostumbrado a manejar.

El viaje en barco había resultado ser igual o incluso, mejor que el primero en ida a la Isla Kanon. La conversación en la cubierta superior aunque hecha con menos personas, había estado llena de más historias que enriquecían más y más la piscina de experiencia de Aspros. Para él escuchar las vivencias de los demás representaba conocer un poco más del mundo y como era un tanto obvio para alguien letrado como lo era él, el conocimiento era poder…pero esa era la visión de su lado más ambicioso, quien seguía aparentemente dormido en el interior del gemelo de Cambre. La mañana en la que habían salido de la Isla simplemente se fue en aparentes segundos y ya a media tarde se encontraban cerca de la costa del continente, por lo visto el viento los favorecía en gran medida. El problema radicaba en que si llegaban a esas horas tenían dos opciones de cómo proceder…la primera de sus dos posibilidades era quedarse en el puerto y esperar hasta el día siguiente y la otra era por supuesto, arriesgarse a un viaje en plena noche a través del camino de mercaderes que según rumores estaba lleno de bandidos que habían iniciado a atacar caravanas recientemente. Aspros ni siquiera tuvo que abrir la boca para que su compañero y guía hablara, poniéndole punto final a la cuestión de manera rápida y decisiva.

No arriesgaré mi trasero, nos quedamos hasta mañana. había sido la orden, algo con lo que el peliazul ni se molestó en discutir por razones más que obvias. Así que la particular fiesta en la cubierta tan solo había sido extendida hasta la mañana siguiente en un conocido bar de la localidad pesquera de donde salían los barcos cada día.

Al mediodía y con una fuerte resaca (al menos en el caso del rechoncho mercader, quien se encontraba con la mano derecha sobre los ojos y confiando en que el romano podría manejar su carreta hasta Rodorio) ya se encontraban de camino al pueblo ubicado en las faldas del Santuario.

…

Hey...llegamos. dijo de pronto Aspros, dándole varias palmadas a su compañero en el hombro, mientras se bajaba del vehículo con la bolsa de viaje en el hombro y más que listo para irse.

Eh? Ya?...o-oh, bien…hey, ya te vas? preguntó el otro, apenas enfocando su visión lo suficiente como para ver la forma alargada del gemelo de Cambre con su saco encima.

Sí, ya está por atardecer y no debería perder más el tiempo. De verdad que te agradezco la hospitalidad pero no puedo perder más tiempo aquí. respondió Aspros, con una sonrisa algo melancólica en la cara.

Como te dije antes…no hay problema si regresas después…así que supongo que nos despedimos ahora. Nos vemos en unos días señorito romano. se despidió el interlocutor del peliazul con un movimiento fluido de su mano izquierda, mientras la derecha seguía ocupada en enjugarse los ojos.

Entendido...nos vemos…

...hora de actuar, je. sin que el otro pudiera verlo ya que se encontraba de espaldas, la expresión en la cara y el tono del ex-senador había cambiado radicalmente…el tiempo de control del lado menos asertivo del peliazul había acabado…el momento de que su parte más ambiciosa actuara, había llegado.

El joven que los acompañaba se había retirado la joven Michiru no se dio cuenta cuando este partió, el joven de cabellos azules se dirigió hacía una posada donde amarro las riendas del caballo en una estaca donde el resto de caballos yacían, el joven amablemente tendió su mano para ayudar a la violinista a bajar las palabras mencionadas por el amable caballero hicieron reír a Michiru de forma delicada y dulce - Muchas gracias muy amable- una vez abajo observaba como brillaban las hermosas luciérnagas dándole la sensación de estar en aguas termales, igualmente quería tomar un baño lo antes posible.

el joven que la acompañaba se mantenía muy callado ya que se encontraban por entrar pero por alguna extraña razón no lo hacía solo se encontraba hay observando a la violinista con una mirada un tanto seria cosa que desconcertó a la joven el silencio se rompió con las palabras de aquel joven indicándole que la había traído a salvo así que ya era hora de su pago Michiru un tanto sonrojada volvió a reír... -Muy cierto cumplió con su parte ahora debo cumplir con la mia- Musito aun sonrojada, tomo al joven de las mejillas para acercarlo a ella las cuales se encontraban calidas cerro sus ojos y levanto un poco sus labios besándolo dulcemente en la mejilla , la joven entro a la posada sonrojada -¿que le parece si yo invito esta noche?- sonriéndole tiernamente

El joven de cabellera azulada no perdió tiempo y si dirigió directamente hacía donde se encontraba una mujer de complexión robusta y aspecto de ama de casa preguntando si había vacantes disponibles dentro de la posada, la mujer rápidamente le respondió diciéndole que había unas cuantas en la planta del segundo piso al mismo tiempo pregunto que si se quedaría con su esposa, la joven de cabello verde se sonrojo volteando a ver a el joven que la acompañaba, a lo que el respondió que tomarían habitaciones separadas.

El chico pidió una copa de vino y alimentos ya que se encontraban realmente hambrientos después de haber hecho ese recorrido la mujer que atendía el lugar llevo dos copas de vino uno para el joven y otra para Michiru aprovechando que la mujer se encontraba hay Michiru sonrió con picardía -Así que no quieres dormir a mi lado esposo mío- poco después de colocar las copas de Vino y escuchar esas palabras la mujer se retiro y Michiru comenzó a Reír.

Cuando comenzó a tener un presentimiento algo estaba por ocurrir Algo que le cambiaria la vida por completo, observo al chico de cabello azulado preguntándose si tenía que ver con el

Michiru se encontraba nerviosa, ya que era la primera vez en mucho tiempo que estaba con un hombre y sobre todo tan apuesto por una parte temía que le pasara algo a aquel muchacho ya que el ultimo hombre con el que estuvo no termino muy bien ya que lo asesinaron y por un momento ella pensó que todos los que estaban a su alrededor corrían grave peligro al estar con ella.

Trato de no pensar en ello y solo dejarse llevar por sus impulsos cuando aquel hombre se acerco, solo faltaban unos centímetros para que sus labios se tocaran inmediatamente Michiru no pudo evitar el sonrojo ya que había algo en ese chico que llamaba su atención y no podía explicar de que se trataba igualmente Michiru sintió la mano del peliazul, eran tan fornidas y calidas.

aquel hombre parecía haberle hecho una pregunta a lo cual ella contesto - No creo que se lo sea- Musito con amabilidad como era de costumbre hasta que aquel hombre prosiguió hablando dejando anonadada a la violinista y un tanto halagada ya que nunca pensó que un chico pensara en ella la joven no pudo contenerse e igualmente con su mano acaricio la mejilla del muchacho peliazul respondido a su pregunta -Por supuesto eres muy lindo- la mano del peliazul se dirigió hacía sus labios provocando que la violinista se le erizaba la piel era tan extraño ya que se sentía tan a gusto con aquel joven y al tenerlo cerca por alguna extraña razón sentía la necesidad de besarlo pero se resistió ya que ni siquiera le había querido decir su nombre solo la joven cerro sus ojos mientras sentía la calida respiración del peliazul.

Al entrar a la habitación se percato de que se trataba de una posada humilde cosa que no le tomo mucha importancia, solo contenía unas cuantas Velas con las cual iluminaba el cuarto, la cama no se observaba muy cómoda pero era preferible a dormir a la intemperie.

Aquel joven sujeto de la brazo a Michiru de manera muy brusca colocando el cuerpo de la violinista junto al suyo, no tardo mucho ya que despojo la parte superior de su atuendo el cual se encontraba andrajoso y roto debido a la larga caminata desde el pueblo donde se hospedaba hasta el santuario. Dejando al descubierto el busto de Michiru, el peliazul hizo un cumplido referente al busto de la joven, cuando comenzó a succionar uno de ellos cosa que causo un leve estremecimiento y sonrojo.

La mano de aquel hombre se encontraba entre sus piernas cuando el hizo una pregunta -Aun Soy Doncella- Respondió aun sonriéndole, no podía negar que se encontraba apenada al realizar este tipo de actos