[Villa Rodorio] - Posada

La carreta en la que iban Aspros y el rechoncho mercader traqueteaba inquieta de arriba a abajo, mientras recorrían lentamente un camino ancho y polvoriento que recorría la ruta comercial interna de la Villa Rodorio. El peliazul no dejaba de mirar de un lado a otro, admirando el paisaje y la vivacidad con la cual el pueblo y sus habitantes se movían, simplemente vivían sus vidas al máximo sin desperdiciar ni un solo instante. Aspros estaba maravillado de que existiera un lugar en el cual la vida fuera tan pacífica y el ambiente tan vibrante…la diferencia con Roma no solo se notaba, literalmente se podía vivir en la carne y en los huesos.

Que pasa forastero? Nunca habías visto edificios como estos o es que vivías en chozas? O ambos!? preguntó el mercader mientras levantaba una ceja y masticaba lo que parecía ser una ramita de heno, amarilla y totalmente seca.

Ha...no realmente, tan solo me parecía curioso el que esta aldea estuviera tan llena de…vida. De donde vengo no es así. respondió Aspros, manteniendo la vista fija al frente en actitud un tanto solemne, observando como varias mujeres cargaban canastas y saludaban a su rechoncho compañero cuando el vehículo pasaba cerca de ellas, al tiempo que este les devolvía el saludo con igual entusiasmo.

Y donde se supone que vivías compañero? En una cueva? comentó el hombre, dejando una rienda de lado para rascarse la barbilla y acto seguido la axila izquierda.

Podría decirse eso… contestó el peliazul, fijando la mirada en su interlocutor para detallar en la cara tan particular que tenía… si no fuera porque estaba marcada por el sudor y el pasar de los años, además de que este le hubiera jurado de frente que tenía 23 años, simplemente lo hubiera confundido por alguien mucho mayor a esa cantidad de veranos en la espalda. La verdad...provengo de Roma, no es el lugar más “alegre” del continente.

Ni el mejor vecino de las demás naciones, eh? La crueldad de las Legiones es conocida hasta aquí… comentó el mercader con una ceja levantada y el semblante más serio que antes, volviendo a fijarse en el camino e indicándole a la monta que debía doblar hacia la derecha. Aunque no pareces ser un soldado o algo por el estilo, tienes más la complexión de un estudioso eh? agregó el otro, sonriendo con confianza para darle un ligero toque a los delgados brazos (en comparación con los del otro) de manera casual, como si fueran amigos de tiempo atrás en lugar de recién conocidos.

Ha dado en el clavo. concedió Aspros.

Pasados unos diez minutos de recorrido, finalmente el caballo que llevaba a la carreta como carga se detuvo bajo las órdenes del rechoncho mercader, quien se bajó de un salto de su puesto y se dispuso a cargar varios fardos de heno. Haciendo lo propio Aspros se ofreció a ayudar a su guía, no sin antes recibir un “no lo vayas a tirar con esos bracitos tan delgados” de este. Entrando al establecimiento al que habían ido a llevar la mercancía, el peliazul notó que aquel sitio no era nada más que una posada…por lo visto, el destino de ambos había sido el mismo desde un inicio.

Hey ma’! Traje el heno y como bono, un cliente! Prepara la habitación 11! gritó el más bajo de los dos, pasando a través de una puerta entrecerrada que parecía ser el almacén del local para adelantarse al gemelo de Cambre, tomar el fardo que cargaba y tirarlo encima de los demás. Espero que no le moleste una habitación desordenada y preparada a último momento, pero no esperábamos un nuevo visitante por aquí a última hora del día laboral.

No hay problema, ya es algo haber conseguido donde alojarme. Supongo que será mañana que empezaré con la búsqueda que me trajo a Rodorio. dijo Aspros como contestación para su interlocutor, sin darle demasiada importancia al detalle sobre la habitación sin alistar, y fijándose en los detalles de la recepción de la posada, que ciertamente estaba muy bien cuidada.

Cierto cierto…y dígame, que lo trae por este rincón tan peculiar del continente? No es un tiro al azar, cierto? preguntó el rechoncho mercader, pasando al lado de Aspros para colocarse al otro lado del mostrador principal.

Vengo buscando información sobre…Athena. murmuró el peliazul con sinceridad, esperando una respuesta negativa pero recibiendo en su lugar una carcajada y una sonrisa cómplice de parte del otro.

Pues ha venido al lugar correcto, mi amigo.

Fye ha desaparecido. Atacaron la Villa… todo destruido… todo… ruinas… fuego… muerte…. Debo encontrarlo… ¡Ayúdame!

En eso se resumía todo. Sin necesitar más que eso, ya Aspros había entendido que Sophia estaba desesperada. Todos los rumores que se suscitaban en Roma resultaban ser ciertos…y más de otros misterios parecían ser aclarados. Pero...

¿Mmm? Murmuró Géminis levantando la mirada al momento en que la posada era sacudida por el viento y un cosmos ajeno. Curiosamente parecía que Sagitario había acertado, algún tonto se atrevía a atacar el Santuario…aún si se trataba de un cosmos con naturaleza “divina”. De nuevo, no importaba.

Una secuencia de eventos, intercambios de palabras y apariciones inesperadas, en eso se resumía todo lo que le siguió a la destrucción del techo en la posada de la Villa a los pies del Santuario.

Por un lado estaba el “medio” hermano del gemelo de Cambre quien en realidad, no estaba impresionado en lo más mínimo. Ya se había adaptado a la idea de que posiblemente el otro estúpido fuera un guerrero o el envase de una divinidad. Lo más ridículo era que aún así…no tenía porte, ni presencia. El cosmos originado por el emperador del rayo y gobernante Olímpico le quedaban grandes…lo cual por supuesto, hizo que el peliazul desestimara aún más lo que pudiera hacer…

Ahí fue que se dio cuenta de su error: de una manera u otra, la exagerada aparición había sido la distracción perfecta en la cual un ataque dimensional actuaba presionando a Sophia, tragándosela a pesar de los esfuerzos de Vergilius para bloquear el ataque y recibiendo por esto un brazo herido más no inútil.

Manteniendo su postura tranquila y la caja de su armadura todavía envuelta por la tela de seda, Aspros solo suspiró para escuchar las palabras de Sagitario quien ingenuamente seguía confundiendo su posición y peor aún, a las personas que lo rodeaban.

No desgastes tu lengua Sagitario. Si secuestras a alguien, ¿le dirías a los amigos de la víctima donde está? Por favor, de nuevo pecas por estúpido. Dijo Aspros cerrando los ojos para así cargar la caja del ropaje dorado con su diestra, volteándose y encaminando al otro lado de la posada. Y realmente...si tienes dudas, ese es tu problema. Por otro lado…Sophia no es Athena, métetelo en la cabeza. Es tan solo una muchacha confundida en un mundo lleno de locura y deseos egoístas…por más pura que sea, eso no la hace una diosa tan solo porque TÚ lo quieras. Debe ser deseo de Sophia el convertirse en Athena o no…eso es libre albedrío, algo que ni los dioses ni el pasado nos pueden quitar. Si ella no lo quiere así, respeta sus sentimientos…de nuevo te lo digo, aprende tu sitio.

Si has entendido todo eso, empieza a usar el cerebro y los pies. Piensa: si quien la secuestró es un dios con un cosmos tan poderoso como el del mismo Hades, y Poseidón está en Roma ¿quién más podría ser? Y sobre todo, ¿dónde reside? Es aplicación de lógica.

Marchando Sagitario…aquí no vamos a hacer nada. Si te quedas, tan solo morirás en el medio de los ataques. Finalizó Géminis volteándose a mirar a Vergilius, cuya armadura y cosmos no pertenecían a otro más que al Emperador del Averno, sin embargo aquella actitud…

Sin detenerse a meditarlo mucho tiempo más el peliazul desaparecía de la escena en camino a las Doce Casas. Ya fuera que el otro lo siguiera o no, daba igual. La única forma de rescatar a su prima era clara: llegar al Olimpo y bajarla por la fuerza si era necesario.

Sin duda mi presencia podria haber causado unos que otros comentarios por parte de los mortales. Incluso aquella mujer parecia conocer este cuerpo que postaba como dios. Si que lo habia hecho. Hasta en ese momento en que ella pronuncio mi nombre se me hizo mas claro. No era cualquier mujer que iba a ser el recipiente de atena. Tambien era de la familia que nunca me quizo por ser uno mas del monton, por parte del padre que nunca quise y que nunca me intereso en lo mas minimo.

Poco a poco todas las dudas se iban despejando. Sophia parecia perderse ahora entre recuerdos y dolor. Solo la habia enviado hacia un lugar donde todos los demas no lo supieran. Pero antes de todo eso. Una sorpresa que no seria muy bien vista. Delante de mi. Y con una armadura que yo ya conocia desde hace mucho tiempo. Se hacia presente. El regrente del inframundo.

Asi que te has decidido ya a salir.... Hades.... Musite mientras me quedaba estatico. Despues de ver que mi objetivo desaparecia de poco en poco de aquel lugar... Pense que te habias quedado por siempre en tu ratonera. Pero ¡oh! Sorpresa. No creí que te habias enamorado de esa mujer. Tu. Que bien sabes todo acerca de ella. Y que ella solo servira como recipiente de Atena. Aun te dejas llevar por tus sentimientos de mortal.... Patetico.

Mire como su brazo habia quedaro herido despues de haber sentido mi ataque. Solo unas cuantas gotas de sangre cayeron al suelo. Y eso era mas que suficiente. Puesto que con su armadura podria no haber sufrido nada. A estas alturas ambos ya estabamos al mismo nivel, como habia sido siempre. Hermanos o no, ahi estabamos empezando lo que seria una nueva era. Guerras y demas se acercaba.

Asi que guardabas con recelo todo esto. ¿que tramabas?... Musite para luego escuchar lo que decia un guerrero, con una armadura dorada a lo lejos. Era un guererro de atena. Pero el solo preguntaba por su diosa. Como si yo tuviera tiempo de hablar con pequeños insectos... A ti que te importa simple mortal, conoce tu nivel, quedate donde estas y no te muevas...o simplemente largate.

Parecia que otro sujeto hablaba pero no le di mayor importancia y al fin y al cabo, solo estaria de pasada por ese lugar puesto que mi objetivo principal ya estaba en el lugar asignado. Me di media vuelta y sin ver a aquel sujeto solo dije... Atena, que le deparará a la pobrecita de atena... Quizas podria hacerla despertar... Y despues, cuando te mire a los ojos solo sienta desprecio por ti.... Y sin decir mas, mi cuerpo se disperso en el ambiente convertido en una estela de luz que se alejo rapidamente de ese lugar.

Mis pasos resonaban fuertemente en la soledad de las calles pedregosas que conducían hacia Grecia. Allí era donde sentía la presencia, tanto de Vergilius como de otros seres que no eran simples humanos; uno de ellos tenía un enorme poder como si de un dios se tratase, y más aún, sentía que a ese cosmos ya lo había presenciado antes, ya conocía la esencia de esa energía y tampoco era de mi agrado. Me preocupaba por la seguridad del recipiente del dios Hades, ya que no contaba con todas sus fuerzas aún y no era seguro que se encontrase sometido a semejante poder, al menos hasta que comprendiera su razón en el mundo, y no era precisamente seguir a una muchachita y estar todo el tiempo pendiente de su bienestar; Vergilius no había nacido para eso.

Entre por fin a las inmediaciones de un pueblo, que se decía era el más cercano al santuario de Grecia, hogar de la diosa de la sabiduría y sus fieles seguidores. El sólo sentir la paz y felicidad de los habitantes allí me causaba jaqueca, no estaba acostumbrada a eso y tampoco me gradaba mucho, tal vez porque yo no estaba hecha para soportar el bien y la paz de las personas, sino para liderar entre los mortales, acabar con todos los débiles que no debían existir en el mundo y ganar poder y más poder. Mis pasos rápidos me llevaron por fin hasta el arco de entrada del pueblo después de algunos minutos de caminar sin parar. Fue allí que decidí esconder mi energía, tanto así como el tridente que antes llevaba en mis manos. No quería que nadie sospechara de mi identidad ya que no era lo mío andar complicándome la existencia con conflictos innecesarios.

La presencia de Vergilius no se encontraba muy lejos de allí, su cosmos, aunque débil, podía indicarme que él se estaba en un sitio cercano, tal vez dentro de alguno de esos edificios del pueblo. Caminé recorriendo el lugar hasta que en una pequeña posada cercana pude notar una potente liberación de energía que me llamó poderosamente la atención. Debía estar ahí, y no estaba solo, podía sentirlo. Eso me llevó a correr hasta el lugar, estaba cansada por haber recorrido una larga distancia y ya casi no podía seguir, pero mi poder sobrenatural me permitía seguir en pie, aguantar un poco más; así que aunque agitada me adelanté y sin dudarlo empujé con fuerza la puerta de entrada a ese local.

Fue en ese momento que me percaté a simple vista de lo que vi ante mis ojos poco antes de que se marchara; la reacción sorpresiva en mí pudo indicarme lo que veía, y no era ni más ni menos que Zeus, a quien por algunos motivos que me habían molestado demasiado de su actitud, le guardaba cierto rencor. Y como si eso fuera poco, logré escuchar algunas de sus palabras, pero no alcancé a reaccionar antes de que se marchara tras un destello potente de luz.

Maldito desgraciado ¿Qué es lo que hacía aquí ese idiota? –Murmuré mirando hacia el sitio donde antes él estaba. También pude ver alrededor a un par de jóvenes que portaban armaduras doradas y se marchaban del lugar.

Algo estaba pasando, no sería una coincidencia el haber encontrado a Afrodita primero en el campamento con Vergilius, sospechaba que sus intenciones no habían sido buenas para con el hijo del difunto emperador de Roma, y posteriormente la presencia de Zeus en aquel pueblo de Grecia. Algo andaba mal y debía averiguar de qué se trataba. Si ellos no estaban en el templo de la discordia además, ¿Qué habría sido de Sheznarda? Aunque sorpresivamente para mí, su presencia no estaba lejos de mi posición, aunque podía sentirla débilmente pero distinta, su aura comenzaba a cambiar desde la última vez que lo había sentido. Fue entonces que recordé las palabras de Afrodita:

“…Y en cuánto a el fantasma del hambre, debo decir que no sé dónde se encuentra, pero estoy más que segura que cuando la veas te llevarás una sorpresa enorme…”

Entonces las cosas habían cambiado demasiado durante mi ausencia y no sabía lo que había pasado con todos ellos. Tal vez era cierto y mis sospechas no estaban erradas: La verdadera etapa de la guerra apenas estaba por comenzar. Suspiré volviendo a la realidad, saliendo de una vez de mis pensamiento; solía observarlo todo y cada detalle que veía; uniendo los hecho cada vez entendía más de qué se trataba todo lo que me rodeaba, a donde llevaba cada camino y mi verdadero lugar en el mundo.

Miré por un momento a mi alrededor y pude identificar enseguida a Vergilius, y sí, era cierto, en ese momento el joven se encontraba vistiendo una armadura divina, oscura, pero brillante. Era la mismísima Kamei del dios de los muertos, de Hades. Su rostro se veía tan serio como siempre, pero podía percibir que no era esa la sensación que emanaba de su interior, parecía preocupado, o cegado por un propósito; tal vez era aquella mujer llamada Sophia. Tan obsesionado se encontraba con la idea de encontrarla que daba la sensación que nada le importaba, ni siquiera arriesgar su propia vida, pero eso, desde mi punto de vista, tenía que acabarse de una vez por todas.

Vergilius, al fin te he encontrado. –Dije acercándome a él mientras que el joven miraba el cielo. Al parecer estaba herido, su brazo sangraba aunque la armadura que poseía se encontraba intacta.

Suspiré y me detuve frente al chico mirándolo con total seriedad en mi rostro, sin mostrar gesto que reflejara ninguna emoción en ese instante.

Sé que pasó algo aquí, y algo grande. Sentí la presencia de un poder superior, el poder de un dios y supongo que algo o alguien importante para ti debió haber estado involucrado en esto, sino ni siquiera hubieras venido siendo que por lo que sé, no te interesa el asunto de los dioses y demás.

En ese momento hice una pausa pensando que el motivo quizás hubiera sido la misma Sophia que Vergilius había estado buscando con desesperación y en ella había algo más también no era una simple humana sino que despedía una débil pero notable energía cálida que en cierto modo me incomodaba.

Has venido por Sophia ¿No es así? –Volví a guardar silencio.– Escucha sé que no debes conocerme y probablemente para ti sea extraño que te esté siguiendo a donde vas, pero mi deber es protegerte. Debes escucharme, tengo mucho para decirte… ya deja esa actitud tan impulsiva.

Si vas a involucrarte de esa manera en estos asuntos tienes que saber quién eres y dejar de ignorar a tu otra parte, que desea despertar en ti.

Luego de mis palabras se hizo un silencio enorme en aquel lugar, habiéndose retirado los causantes de semejante caos ya no había nadie más que pudiera estorbar.

Estás herido, debes agradecer que ese dios no debió utilizar todo su poder. No debiste venir solo, no se qué estabas pensando, pero esto puede ser muy peligroso para ti siendo que no eres consciente de tu verdadero poder. De igual manera vine para ayudarte, yo puedo sanar tus heridas, pero es tonto que te arriesgues de esa manera.

En ese momento guardé silencio, esperando la reacción de Vergilius. Sabía que con lo terco que había resultado ser desde que lo conocí en aquel bosque camino a Roma, probablemente intentaría negarse o cuestionar mis palabras. Mi plan era sanar sus heridas con los poderes que se me habían otorgado al convertirme en Pandora, pero primero tenía que conocer sus pensamientos, el por qué se había precipitado de esa manera y arriesgado ante el enorme poder de un dios, que, a diferencia de él, sí estaba consciente de quién era y del poder que poseía.

Chrystalle - Otras personas

Había llegado a la posada, sitio que lucia muy bien por fuera pero aún faltaba ver por dentro aunque solo buscaba un lugar para dormir por las noches o cuando estuviera cansada puesto que el resto del tiempo debía buscar a los caballeros que tanto le había hablado Ashrael.

Se adentro en el lugar observando los detalles de la recepción donde una señorita le recibía con una sonrisa lo que le hacia preguntarse por que todos sonreían casi siempre. Se alejó de la puerta y camino hasta llegar a ella preguntándole...

-Disculpe tiene una habitación disponible-

-Dejeme ver... Si tenemos una en el primer piso es la cuarta, puede ir por ese pasillo-

Chrystalle aceptó la propuesta y le pagó las monedas correspondientes para poder alquilar un tiempo el cuarto, la cantidad que le había dado era suficiente para una semana así que no debía preocuparse de ello si se marchaba antes ya que todo estaba pagado. Antes de darse media vuelta le dedico unas palabras a la señorita.

-Muy amable, con permiso-

Camino por el pasillo llegando hasta la cuarta puerta donde la abrio y se adentró en ella, fijándose en la habitación. Era pequeña pero lucia confortable así que no debía tener problemas cuando iría a dormir, cerro la puerta tras ella y abrió la pequeña ventana que daba a una de las calles de la Villa, se sentó sobre la cama y se recostó un rato para descansar de la caminata.

Chrystalle seguía recostada sobre la cama como si el techo fuera lo más interesante del mundo pero su mirada estaba perdida y ausente sobre todo lo que había ocurrido desde que llego a Roma por primera vez. Recordó su encuentro con Talos y con algunas personas más, su viaje hacia Asgard donde conoció a Ashrael, su maestro; tan sólo esperaba que él estuviera bien y sin ninguna herida.

-Ashrael... Espero volver a verte de nuevo-

Pronuncio como si pidiera un deseo hacia alguien, a pesar de ello no pudo sentirse un poco mal por haberle dejado solo en aquel lugar con otras dos personas de aspecto sospechoso pero ¿qué podía hacer ella? Recién conocía del cosmos y por lo que había notado ellos ya eran consientes y manejadores con más experiencia.

El pensar en ello provocó que la austriaca se levantara de repente para salir en busca de información sobre la Diosa Athena, sus santos y amazonas. Arregló su vestido blanco y camino hasta la puerta dejando su habitación. Camino por el pasillo de nuevo y escuchó el llamado de la señorita indicándole que servían la cena más tarde a cierta hora que logro escuchar antes de salir, al menos no tendría que buscar un lugar donde comer. Salio de la posada dispuesta a caminar y buscar algo útil en su búsqueda.

-No puedo descansar ahora-