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[Villa Rodorio] - Posada
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Dados
Edward
Defteros
Sophia
Kardia1
Arone
Michiru
Manigoldo
Rain
Aspros
14 participantes
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[Villa Rodorio] - Posada
Recuerdo del primer mensaje :
La carreta en la que iban Aspros y el rechoncho mercader traqueteaba inquieta de arriba a abajo, mientras recorrían lentamente un camino ancho y polvoriento que recorría la ruta comercial interna de la Villa Rodorio. El peliazul no dejaba de mirar de un lado a otro, admirando el paisaje y la vivacidad con la cual el pueblo y sus habitantes se movían, simplemente vivían sus vidas al máximo sin desperdiciar ni un solo instante. Aspros estaba maravillado de que existiera un lugar en el cual la vida fuera tan pacífica y el ambiente tan vibrante…la diferencia con Roma no solo se notaba, literalmente se podía vivir en la carne y en los huesos.
Que pasa forastero? Nunca habías visto edificios como estos o es que vivías en chozas? O ambos!? preguntó el mercader mientras levantaba una ceja y masticaba lo que parecía ser una ramita de heno, amarilla y totalmente seca.
Ha...no realmente, tan solo me parecía curioso el que esta aldea estuviera tan llena de…vida. De donde vengo no es así. respondió Aspros, manteniendo la vista fija al frente en actitud un tanto solemne, observando como varias mujeres cargaban canastas y saludaban a su rechoncho compañero cuando el vehículo pasaba cerca de ellas, al tiempo que este les devolvía el saludo con igual entusiasmo.
Y donde se supone que vivías compañero? En una cueva? comentó el hombre, dejando una rienda de lado para rascarse la barbilla y acto seguido la axila izquierda.
Podría decirse eso… contestó el peliazul, fijando la mirada en su interlocutor para detallar en la cara tan particular que tenía… si no fuera porque estaba marcada por el sudor y el pasar de los años, además de que este le hubiera jurado de frente que tenía 23 años, simplemente lo hubiera confundido por alguien mucho mayor a esa cantidad de veranos en la espalda. La verdad...provengo de Roma, no es el lugar más “alegre” del continente.
Ni el mejor vecino de las demás naciones, eh? La crueldad de las Legiones es conocida hasta aquí… comentó el mercader con una ceja levantada y el semblante más serio que antes, volviendo a fijarse en el camino e indicándole a la monta que debía doblar hacia la derecha. Aunque no pareces ser un soldado o algo por el estilo, tienes más la complexión de un estudioso eh? agregó el otro, sonriendo con confianza para darle un ligero toque a los delgados brazos (en comparación con los del otro) de manera casual, como si fueran amigos de tiempo atrás en lugar de recién conocidos.
Ha dado en el clavo. concedió Aspros.
Pasados unos diez minutos de recorrido, finalmente el caballo que llevaba a la carreta como carga se detuvo bajo las órdenes del rechoncho mercader, quien se bajó de un salto de su puesto y se dispuso a cargar varios fardos de heno. Haciendo lo propio Aspros se ofreció a ayudar a su guía, no sin antes recibir un “no lo vayas a tirar con esos bracitos tan delgados” de este. Entrando al establecimiento al que habían ido a llevar la mercancía, el peliazul notó que aquel sitio no era nada más que una posada…por lo visto, el destino de ambos había sido el mismo desde un inicio.
Hey ma’! Traje el heno y como bono, un cliente! Prepara la habitación 11! gritó el más bajo de los dos, pasando a través de una puerta entrecerrada que parecía ser el almacén del local para adelantarse al gemelo de Cambre, tomar el fardo que cargaba y tirarlo encima de los demás. Espero que no le moleste una habitación desordenada y preparada a último momento, pero no esperábamos un nuevo visitante por aquí a última hora del día laboral.
No hay problema, ya es algo haber conseguido donde alojarme. Supongo que será mañana que empezaré con la búsqueda que me trajo a Rodorio. dijo Aspros como contestación para su interlocutor, sin darle demasiada importancia al detalle sobre la habitación sin alistar, y fijándose en los detalles de la recepción de la posada, que ciertamente estaba muy bien cuidada.
Cierto cierto…y dígame, que lo trae por este rincón tan peculiar del continente? No es un tiro al azar, cierto? preguntó el rechoncho mercader, pasando al lado de Aspros para colocarse al otro lado del mostrador principal.
Vengo buscando información sobre…Athena. murmuró el peliazul con sinceridad, esperando una respuesta negativa pero recibiendo en su lugar una carcajada y una sonrisa cómplice de parte del otro.
Pues ha venido al lugar correcto, mi amigo.
Que pasa forastero? Nunca habías visto edificios como estos o es que vivías en chozas? O ambos!? preguntó el mercader mientras levantaba una ceja y masticaba lo que parecía ser una ramita de heno, amarilla y totalmente seca.
Ha...no realmente, tan solo me parecía curioso el que esta aldea estuviera tan llena de…vida. De donde vengo no es así. respondió Aspros, manteniendo la vista fija al frente en actitud un tanto solemne, observando como varias mujeres cargaban canastas y saludaban a su rechoncho compañero cuando el vehículo pasaba cerca de ellas, al tiempo que este les devolvía el saludo con igual entusiasmo.
Y donde se supone que vivías compañero? En una cueva? comentó el hombre, dejando una rienda de lado para rascarse la barbilla y acto seguido la axila izquierda.
Podría decirse eso… contestó el peliazul, fijando la mirada en su interlocutor para detallar en la cara tan particular que tenía… si no fuera porque estaba marcada por el sudor y el pasar de los años, además de que este le hubiera jurado de frente que tenía 23 años, simplemente lo hubiera confundido por alguien mucho mayor a esa cantidad de veranos en la espalda. La verdad...provengo de Roma, no es el lugar más “alegre” del continente.
Ni el mejor vecino de las demás naciones, eh? La crueldad de las Legiones es conocida hasta aquí… comentó el mercader con una ceja levantada y el semblante más serio que antes, volviendo a fijarse en el camino e indicándole a la monta que debía doblar hacia la derecha. Aunque no pareces ser un soldado o algo por el estilo, tienes más la complexión de un estudioso eh? agregó el otro, sonriendo con confianza para darle un ligero toque a los delgados brazos (en comparación con los del otro) de manera casual, como si fueran amigos de tiempo atrás en lugar de recién conocidos.
Ha dado en el clavo. concedió Aspros.
Pasados unos diez minutos de recorrido, finalmente el caballo que llevaba a la carreta como carga se detuvo bajo las órdenes del rechoncho mercader, quien se bajó de un salto de su puesto y se dispuso a cargar varios fardos de heno. Haciendo lo propio Aspros se ofreció a ayudar a su guía, no sin antes recibir un “no lo vayas a tirar con esos bracitos tan delgados” de este. Entrando al establecimiento al que habían ido a llevar la mercancía, el peliazul notó que aquel sitio no era nada más que una posada…por lo visto, el destino de ambos había sido el mismo desde un inicio.
Hey ma’! Traje el heno y como bono, un cliente! Prepara la habitación 11! gritó el más bajo de los dos, pasando a través de una puerta entrecerrada que parecía ser el almacén del local para adelantarse al gemelo de Cambre, tomar el fardo que cargaba y tirarlo encima de los demás. Espero que no le moleste una habitación desordenada y preparada a último momento, pero no esperábamos un nuevo visitante por aquí a última hora del día laboral.
No hay problema, ya es algo haber conseguido donde alojarme. Supongo que será mañana que empezaré con la búsqueda que me trajo a Rodorio. dijo Aspros como contestación para su interlocutor, sin darle demasiada importancia al detalle sobre la habitación sin alistar, y fijándose en los detalles de la recepción de la posada, que ciertamente estaba muy bien cuidada.
Cierto cierto…y dígame, que lo trae por este rincón tan peculiar del continente? No es un tiro al azar, cierto? preguntó el rechoncho mercader, pasando al lado de Aspros para colocarse al otro lado del mostrador principal.
Vengo buscando información sobre…Athena. murmuró el peliazul con sinceridad, esperando una respuesta negativa pero recibiendo en su lugar una carcajada y una sonrisa cómplice de parte del otro.
Pues ha venido al lugar correcto, mi amigo.
Aspros- Caballeros Dorados
- Reino : Santuario de Athena
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AD - Ignición (4200)*
AD - Disrupción (4300)*
AM - Golpe Centrado (4500)*
AM - Sentencia (4600)*
AF - Satan Imperial (4800)*
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TS -Destrucción Dual
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Otra DimensiónDE - Niebla Cósmica
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
- Spoiler:
- La violinista continuaba besándose con el peliazul, sinceramente no le interesaba estar desnuda y acostada debajo de él, es más tenía el descaro de decirse que hasta le estaba empezando a gustar. Poco a poco comenzaba a borrar todo asunto que le estorbara para pensar que ese joven si que la ponía nerviosa, no temía por ser su primera vez en intimidad, pensaba que aquel la trataría tiernamente por lo que su sonrojo aumentaba. Sentía como sus piernas se cimbraban al igual de que pequeñas descargas eléctricas comenzaban a recorrer por todo su cuerpo, dando inicio a una excitación que le gustaba mucho a aquella.
Michiru comenzó a suspirar suavemente al sentir como las manos del peliazul rosaban su piel sensible, hacia abajo. Su cuerpo se contraía levemente, generando una presión que afectaba especialmente su cálida y ya húmeda femineidad. El peliazul con un movimiento brusco y rápido, el cual no lo esperaba la violinista, provocó el abrir de sus piernas. Tal movimiento generaba un aire helado que rosaba la intimidad de la muchacha, provocando que ésta soltara por fin un gemido apenas sonoro.
La intimidad de la virgen quedaba expuesta ala vista del extraño que sin duda jadeaba con ese panorama excitante. La mujer no sabía que iba a suceder, si él introduciría ya su miembro para apagar sus ganas o tal vez jugaría un poco más, siendo considerado para que aquella sintiera de esos placeres humanos.
Él subió una de sus manos hacia sus muslos, eso generó que Michiru se girara y mordiera sus labios, cerrara sus ojos y tragara sus suspiros para no hacer un leve escándalo, mostrando que tan ansiosa estaba y es que ella aún pensaba que no era correcto mostrarse tan suelta con el extraño, aunque no podía negar que le encantaba aquellas manos que la estimulaban provocando el aumentar aún más de su temperatura.
Aquel tocando algo brusco con las yemas de sus dedos, los labios vaginales cálidos excitando aún más a la muchacha, cosa que antes nunca se había propuesto a sentirlo, pero que en esa noche estando desnuda por debajo de aquel fornido hombres, pues le encantaba. Sonrojada comenzó a morderse el labio inferior en señal de gusto, pero eso no le quitaba el temor de que sin duda le iba a doler, ya que cuando alzó una de sus piernas y la rosaba entre las de él, podía percatarse de que su miembro estaba demasiado duro.
Michiru miraba a los ojos a aquel muchacho mientras el seguía tocando su feminidad excitada. Ella producía leves gemidos, los cuales parecían excitar mucho más al peliazul. De pronto, él retiró su mano y tomó su miembro, colocándolo cerca de la lubricada entrada vaginal de ella, un poco sorprendida echó su cuerpo hacia atrás. No podía evitarlo y los muchacha terminó formando en su rostro un gesto de miedo, pues aquel se atrevía a penetrarla lentamente, cerrando los ojos se echó hacia el frente pegando sus senos en el pecho del extraño y abrazándose con fuerza, sólo enterró sus uñas en al espalda de éste. Mordiendo sus labios ahogaba en silencio cuanto dolor sentía por aquella primera penetración en su virgen vagina.
Michiru- Amazona Dorada
- Reino : Santuario de Athena
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
- Spoiler:
- - Sigue gimiendo. – Le ordenó mientras la penetraba nuevamente. – Sigue gimiendo Michiru…
No podía creer que alguien que nunca antes había estado con un hombre se pudiese mojar con tanta facilidad. Se había apegado a su cuerpo, presionando sus senos sobre los de él. El roce era agradable, sobre todo al sentir algo tan blando contra su pecho endurecido por el combate. La piel de Michiru era suave y tersa, joven y hermosa. Le estaba costado no ponerse violento de sobremanera, pero prefería no dañarle esa hermosa piel con arañazos, mordidas, apretones bruscos o palmeadas rudas.
Por el contrario, ella se estaba dando completa libertad de apretar sus uñas en la espalda de Manigoldo. Gimió cuando sintió aquello, pero se vengó penetrándola con bastante dureza. Cada embestida era más fuerte que la anterior, era eso lo que estaba provocando Michiru con sus gemidos y actos. No le dolía que le lastimara la espalda, estaba tan excitado que no sentía nada más que su miembro palpitando dentro de Michiru.
La mantenía apretada bajo su cuerpo, contra la cama. Tenía sus manos en los costados de Michiru mientras la penetraba, pero de pronto, se dejó caer completamente sobre ella y llevó sus manos a las caderas de Michiru para aferrárselas mientras mantenía su propio ritmo. Entrar en ella era placentero. Aún más pensar que era el primero en hacerlo y que su trofeo en ese instante sería la sangre que Michiru estaba esparciendo por las sabanas de hilo. No le molestaba para nada mancharse, era un hombre de sangre y no había nada más dulce que el líquido rojo de una virgen escurriéndose entre sus piernas.
- Ya eres una mujer… - Le gimió sobre los labios mientras se los besaba sin delicadeza, mordiéndolos con tanta fuerza que era probable que se los partiera. No le importaba. Quería saborearla por completo. Deseaba hacer de su cuerpo un lugar de diversión para él toda esa noche. – Aprieta tus muslos con fuerza cuando vaya saliendo de ti Michiru… y cuando entre relájate. Lo disfrutarás más si te relajas y dejas de mirarme con miedo. Mírame, pídeme que te folle… pídemelo…
Manigoldo por lo general sólo trataba con prostitutas en la cama. No era fuera de lo comun que cuando se llevaba a una chica medianamente descente, le hablase como si se tratara de una prostituta. Además, de seguro Michiru notaba por la forma en que le tomaba las caderas y las movía a su antojo, que Manigoldo estaba perdiendo el control de su cuerpo y el que estaba hablando era su miembro.
Enterró las yemas de sus dedos en las nalgas de Michiru las tomó con fuerza y se dio vuelta. Él quedaba entonces abajo y ella arriba. Le gustaba coger de esa forma, mirando como saltaban los senos de las mujeres con la fuerza de su cuerpo bajo ella. Movía su cadera contra ella, con rapidez, haciendo que el cuerpo de Michiru bajara y subiera… si seguía así terminaría rápido. Pero no le importaba.
- ¿Te gusta que te coja así? - Le preguntó mirando su rostro sonrojado. Podía ver una fina capa de sudor formandose entre los senos de Michiru... y el sudor entre sus piernas era aún más abundante.
Manigoldo- Status :
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
- Spoiler:
- El peliazul se dirigió a michiru pidiéndole que gimiera mientas el seguía penetrándola pero ella no podía evitarlo así que continuo gimiendo.
El parecía ya tener experiencia en ese tipo de actos ya que lo manejaba con mucha facilidad, así que el joven apego su cuerpo al de ella pudiendo sentir su piel marcada contra la suya rozando su busto contra el fornido cuerpo del joven. El rozamiento de sus cuerpos desnudos excitaba de sobremanera a la violinista.Aun continuaba presionando sus uñas contra el cuerpo del muchacho al sentir aquella acción el peliazul emitió un leve gemido pero no le impidió penetrarla aun con mas y mas fuerza cada vez era mas fuerte la envestida la cual provoco un gemido sumamente excitante, Michiru se mordía el labio inferior en señal de excitación.
El cuerpo de el peliazul la mantenía presionada contra la cama y coloco las manos sobre sus caderas y continuo penetrando al poco tiempo se dejo caer completamente sobre ella causando un ligero gemido y sangrado ya que ella era virgen la sangre escurría sobre las piernas, parecía que ya se estaba acostumbrando al miembro del muchacho ya que cada vez era menos doloroso y mucho mas placentero.
El peliazul se dirigió a ella musitándole que ahora ya era mujer y prosiguió para besarla sin mucha delicadeza mordiéndolos con bastante fuerza causando una herida y que de esta emanara sangre que bajaba hacia su mentón, aquel hombre comenzó a darle indicaciones de que hiciera, el comenzó a salir de ella e hizo lo que se le indico apretó sus muslos pero algunas de sus palabras de desagradaban era eso o quizás era la forma que la tratara como si fuese una vil mujer de la vida galante.
Comenzaron nuevamente pero ahora en una diferente posición el quedando abajo y ella arriba, el joven comenzó a mover su cadera elevando ala mujer junto con esta lo hacia con mucha rapidez, los senos de Michiru se movían al mismo tiempo que el movía su cadera. Una vez mas aquel hombre le hablo diciéndole unas palabras.. no muy decentes así que ella solo decidió no responderle pero era obvio que le estaba comenzando a gustar.
Michiru- Amazona Dorada
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Gran Espejo de Neptuno
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
- Spoiler:
- El rostro de Michiru se descomponía en gestos de placer. Manigoldo nunca antes había visto a una muchacha doncella que disfrutara tanto su primera vez con un hombre. De no haber sido por la sangre que escurría por sus muslos, habría pensando que le estaba mintiendo respecto a ese detalle. ¿Pero quién era él para juzgarla? Virgen, Doncella, Mujerzuela o incluso Prostituta... penetrar a Michiru era placentero y un respiro de goce en el arduo camino.
Respiraba con fuerza, estaba muy agitado al mirar el cuerpo de Michiru sobre su vientre. El torso de la mujer se movía hacia adelante y atrás montándolo como si se tratara de un caballo. Manigoldo no se quejaba, la dejaba darse placer a si misma de esa forma si era eso lo que a ella le gustaba. Sentía como los músculos dentro de la mujer se contraían una y otra vez alrededor de su miembro, por lo cual, era evidente que no lo estaba pasando tan mal. Entrar en ella se hacía cada vez más sencillo con lo húmeda que estaba, incluso no estaba haciendo casi esfuerzo alguno en penetrarla. Era prácticamente ella la que subía y bajaba y se movía hacia adelante y atrás gimiendo con cada embiste. Manigoldo sonrió con picardía mirándola hacerlo… ver que una mujer disfrutara el sexo tanto como un hombre era excitante.
Movió las manos hasta la cintura de Michiru y la sostuvo con fuerza mientras la dejaba moverse a su antojo sobre él. Su torso se contraía y se podía ver como las líneas de los músculos de su abdomen quedaban al descubierto. Subió sus dedos hacia las costillas de Michiru, acariciando su suave piel sin dejar de mirarla a los ojos, jadeando por el esfuerzo físico de estar arremetiendo contra ella con rapidez.
- Tsk… ahh… ahh…
Sus manos se fueron a la espalda de Michiru y tomándola con la misma brusquedad de antes, acercó su torso hacia el de él, apegando los pechos de la mujer contra su cuerpo. Podía sentir como los senos de Michiru rozaban contra su pecho de arriba hacia abajo mientras se movían juntos, cada vez con más libertad. Las inhibiciones se iban al diablo, los rostros sonrojados por timidez también, el único color que adornaba el rostro de Michiru era el rojo en sus labios.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Estaba realmente exhausto. Su pecho subía y bajaba aún por el esfuerzo que todo aquello había significado. Había terminado hacía no mas de 10 minutos, pero seguía encontrando que le faltaba el aire un poco. El ambiente se había vuelto silencioso y lo unico que escuchaba era el suave respirar de Michiru que había decidido que su pecho era el mejor lugar para quedarse dormida. Observó su cabello como el mar algunos minutos mientras lo enredaba entre sus dedos. Nunca había estado con una mujer como ella y de alguna manera, se sentía un tanto orgulloso de su actuación en la cama.
Podía sentír el vientre de la mujer apegado contra su cuerpo aun, mientras sus piernas se enredaban contra las suyas. Las sabanas estaban algo humedas por el sudor, pero parecía no importarle a ninguno de los dos. Michiru dormía y el estaba ahí mirando el techo, recuperando sus fuerzas. Movió su rostro de un lado a otro haciendo crujir su cuello, mientras con cuidado para no despertarla movió su cuerpo hacia un costado y se sentó en el borde de la cama, completamente desnudo.
Era hora de partir.
Manigoldo no era un hombre que pasaba más de una noche con la misma mujer. La única excepción a ello habría sido Bárbara con quien en constantes situaciones se había acostado, pero... tambien lo había hecho la mitad de Roma. Nunca hubiese esperado que Bárbara se le colgara esperando algo más de el que un orgasmo. Pasó la tela de su ropaje por sobre sus hombros y pensó que debería haberse dado un baño o algo así. Sus dedos aún olían a Michiru, y seguramente no era la única parte de su cuerpo.
Metió las manos dentro de su bolsillo, y a pesar de que sabía que Michiru no era una prostituta le dejó algunas monedas para que pagara por la habitación en la posada y se comprara a si misma un buen desayuno. Se puso de pie y se retiró de la habitación, bajando al nivel en donde a esa hora la mayoría de los hombres se encontraba borrachos.
Él mismo se tomó una espesa cerveza negra antes de irse. Debía ir por sus caballos y ver si encontraba algun lugar donde pudiera darse un baño. Estaba amaneciendo ya...
Podía sentír el vientre de la mujer apegado contra su cuerpo aun, mientras sus piernas se enredaban contra las suyas. Las sabanas estaban algo humedas por el sudor, pero parecía no importarle a ninguno de los dos. Michiru dormía y el estaba ahí mirando el techo, recuperando sus fuerzas. Movió su rostro de un lado a otro haciendo crujir su cuello, mientras con cuidado para no despertarla movió su cuerpo hacia un costado y se sentó en el borde de la cama, completamente desnudo.
Era hora de partir.
Manigoldo no era un hombre que pasaba más de una noche con la misma mujer. La única excepción a ello habría sido Bárbara con quien en constantes situaciones se había acostado, pero... tambien lo había hecho la mitad de Roma. Nunca hubiese esperado que Bárbara se le colgara esperando algo más de el que un orgasmo. Pasó la tela de su ropaje por sobre sus hombros y pensó que debería haberse dado un baño o algo así. Sus dedos aún olían a Michiru, y seguramente no era la única parte de su cuerpo.
Metió las manos dentro de su bolsillo, y a pesar de que sabía que Michiru no era una prostituta le dejó algunas monedas para que pagara por la habitación en la posada y se comprara a si misma un buen desayuno. Se puso de pie y se retiró de la habitación, bajando al nivel en donde a esa hora la mayoría de los hombres se encontraba borrachos.
Él mismo se tomó una espesa cerveza negra antes de irse. Debía ir por sus caballos y ver si encontraba algun lugar donde pudiera darse un baño. Estaba amaneciendo ya...
___________
OFF: Manipule un poco a Michiru ya que no respondió y esta ausente y no puedo seguir esperando por ella.
Manigoldo- Status :
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Me encontraba caminando unos cuantos pasos por delante de Kardia a través de las calles de la villa, las cuales se encontraban ya prácticamente bacías a causa de la noche. Guiaba sus pasos entre algunos pasillos que eran demasiado confusos incluso para mí, ya que por más pequeña que se viera esa villa en algunas ocasiones en mi mente se asemejaba a un laberinto del cual era difícil encontrar una salida por la cual escapar, pero desde cierto punto de vista era un tanto divertido.
La luz se comenzaba a hacer cada vez más escasa, quedaba poco tiempo antes de que la única fuente de luz fuese la luna y las estrellas, el calor de la tarde comenzó a bajar para dar lugar al frio de la noche. Caminaba tranquilamente entre las calles cubiertas por losas de un color café claro.
En algunas ocasiones comenzaba a bostezar quizás por cansancio o simplemente por un poco de aburrimiento. Faltaba un poco antes de que llegáramos a la posada en donde dejaría a Kardia, no me caía mal a decir verdad aunque me haya sacado de quicio pero por alguna razón sentía que era un buen tipo, pero no creo que el pensara lo mismo de mí. Un niño con problemas emocionales que seguramente se la pasa gritándole a las demás personas para después sonreírles jaja…eso era lo que seguramente estaba pensado el de mí, o por lo menos esa sería su primera impresión…
Después de unos cuantos minutos.-Ya hemos llegado Kardia.-Me adentre dentro de la posada antes que el para hablar con el recepcionista y que me diera las llaves de la habitación en la que estaría el.- Aquí tienes, tu habitación al parecer es la primera que esta después de subir las escaleras….-Le deje las llaves en las manos y segui caminando a la entrada del lugar para retirarme. Pero justo cuando estaba a unos cuantos pasos para salir me detuve y me di la vuelta.-Una cosa más si necesitas algo ve al santuario que se encuentra más adelante, ahí es donde he estado viviendo desde que llegue a Grecia…No de aria mal ir ahí alguna vez. Seguramente no te aburrirás si lo que te gusta es pelear jajaj… hasta luego.-Me di la media vuelta y seguí con mi camino.
Mientras caminaba entras las bacías calles tuve un extraño presentimiento, era como si sintiera que algo o más bien alguien se acercara…pero eso me hacía sentir emocionado ya que de alguna forma sabía que esa persona me traería felicidad y paz…
La luz se comenzaba a hacer cada vez más escasa, quedaba poco tiempo antes de que la única fuente de luz fuese la luna y las estrellas, el calor de la tarde comenzó a bajar para dar lugar al frio de la noche. Caminaba tranquilamente entre las calles cubiertas por losas de un color café claro.
En algunas ocasiones comenzaba a bostezar quizás por cansancio o simplemente por un poco de aburrimiento. Faltaba un poco antes de que llegáramos a la posada en donde dejaría a Kardia, no me caía mal a decir verdad aunque me haya sacado de quicio pero por alguna razón sentía que era un buen tipo, pero no creo que el pensara lo mismo de mí. Un niño con problemas emocionales que seguramente se la pasa gritándole a las demás personas para después sonreírles jaja…eso era lo que seguramente estaba pensado el de mí, o por lo menos esa sería su primera impresión…
Después de unos cuantos minutos.-Ya hemos llegado Kardia.-Me adentre dentro de la posada antes que el para hablar con el recepcionista y que me diera las llaves de la habitación en la que estaría el.- Aquí tienes, tu habitación al parecer es la primera que esta después de subir las escaleras….-Le deje las llaves en las manos y segui caminando a la entrada del lugar para retirarme. Pero justo cuando estaba a unos cuantos pasos para salir me detuve y me di la vuelta.-Una cosa más si necesitas algo ve al santuario que se encuentra más adelante, ahí es donde he estado viviendo desde que llegue a Grecia…No de aria mal ir ahí alguna vez. Seguramente no te aburrirás si lo que te gusta es pelear jajaj… hasta luego.-Me di la media vuelta y seguí con mi camino.
Mientras caminaba entras las bacías calles tuve un extraño presentimiento, era como si sintiera que algo o más bien alguien se acercara…pero eso me hacía sentir emocionado ya que de alguna forma sabía que esa persona me traería felicidad y paz…
Arone- Caballeros Dorados
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Caminé durante un buen rato a la par de aquel muchachito, de vez en cuando quedándome atrás por mirar alguna jovencita que pasara por las calles de regresos a su hogar. A esas horas la calle estaba casi desierta. Se sentían los ladridos de algunos perros de familias que esperaban en los patios o detrás de los barrotes de madera.
Pasaron algunos minutos hasta que llegamos a una posada que estaba un tanto vacía. No había casi nadie, tal vez ya estaban durmiendo o algo así. La verdad tampoco me interesaba mucho lo que hicieran los demás, yo quería dormir toda la noche y si era posible, todo el día siguiente. No tenía ganas de soportar a nadie.
Me quedé en silencio, parado en un rincón observando como el pequeño Arone pedías las llaves de una habitación. Después se volteó viéndome a mí para entregármelas. ¡Vaya! Por fin iba a poder encerrarme en una habitación y dormir bien. No hice ningún gesto de agradecimiento ante aquel acto y seguí escuchando las palabras que él decía mientras se acercaba a la salida de nuevo.
De pronto habló del santuario; debía ser ese del que la muchacha pelirroja me había hablado cuando llegué a Grecia. Para mí todos los habitantes de esos lados estaban locos de remate y hasta me dije que nunca en mi vida iba a visitar ese apestoso lugar. Pero cuando habló de pelea me quedé mirándolo con una sonrisa en mis labios. ¿Qué otra cosa mejor que armar escándalo y riñas en todos lados? Lo de la pelea era para mí, y más si tenía que usar mis puños, o mi espada. Eso me resultaba genial.
– ¡¿Pelean en ese santuario?! – exclamé justo cuando el chico salía de la sala. – Genial. Tendría que pasarme por ahí uno de estos días, quizás consiga un par de enemigos más haha. –
Entonces el muchachito se marchó, quedándome solo en aquel salón. – Como sea, adiós –
No quedaba más nada por hacer y ya casi me caía del sueño. Se me cerraban los ojos y necesitaba un lugar donde dejarme caer y descansar bastante. Entonces subí las viejas escaleras de madera hasta llegar a la habitación que me tocaba. Abrí bruscamente la puerta y me adentré ahí.
– Genial, ya era hora... –
Ni tiempo de contemplar todo el lugar me di, nada más me acerqué hasta esa cama que se veía tan acogedora y me dejé caer con todo el peso de mi cuerpo. Enseguida cerré los ojos y me dormí en un instante.
Pasaron algunos minutos hasta que llegamos a una posada que estaba un tanto vacía. No había casi nadie, tal vez ya estaban durmiendo o algo así. La verdad tampoco me interesaba mucho lo que hicieran los demás, yo quería dormir toda la noche y si era posible, todo el día siguiente. No tenía ganas de soportar a nadie.
Me quedé en silencio, parado en un rincón observando como el pequeño Arone pedías las llaves de una habitación. Después se volteó viéndome a mí para entregármelas. ¡Vaya! Por fin iba a poder encerrarme en una habitación y dormir bien. No hice ningún gesto de agradecimiento ante aquel acto y seguí escuchando las palabras que él decía mientras se acercaba a la salida de nuevo.
De pronto habló del santuario; debía ser ese del que la muchacha pelirroja me había hablado cuando llegué a Grecia. Para mí todos los habitantes de esos lados estaban locos de remate y hasta me dije que nunca en mi vida iba a visitar ese apestoso lugar. Pero cuando habló de pelea me quedé mirándolo con una sonrisa en mis labios. ¿Qué otra cosa mejor que armar escándalo y riñas en todos lados? Lo de la pelea era para mí, y más si tenía que usar mis puños, o mi espada. Eso me resultaba genial.
– ¡¿Pelean en ese santuario?! – exclamé justo cuando el chico salía de la sala. – Genial. Tendría que pasarme por ahí uno de estos días, quizás consiga un par de enemigos más haha. –
Entonces el muchachito se marchó, quedándome solo en aquel salón. – Como sea, adiós –
No quedaba más nada por hacer y ya casi me caía del sueño. Se me cerraban los ojos y necesitaba un lugar donde dejarme caer y descansar bastante. Entonces subí las viejas escaleras de madera hasta llegar a la habitación que me tocaba. Abrí bruscamente la puerta y me adentré ahí.
– Genial, ya era hora... –
Ni tiempo de contemplar todo el lugar me di, nada más me acerqué hasta esa cama que se veía tan acogedora y me dejé caer con todo el peso de mi cuerpo. Enseguida cerré los ojos y me dormí en un instante.
Kardia1- Caballeros Dorados
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Pasó bastante tiempo desde que me quedé dormido, o eso sospeché cuando, por culpa de una caída, desperté. Cuando abrí los ojos estaba tirado en el suelo al lado de la capa incómoda que en esa posada estúpida tenían. Bueno, al menos pude dormir un poco y eso era lo que me importaba realmente.
– Mierda… – murmuré mientras lentamente me sentaba en el suelo y miraba toda la habitación.
– ¿Dónde carajos dejé la llave? –
Empecé a buscar entre mis ropas y en el suelo pero no recordaba donde las había dejado. Era tanto el sueño que tenía que no pude ni siquiera pensar en donde dejar las llaves de la habitación antes de acostarme a dormir un rato. Suspiré fastidiado mientras me levantaba del suelo y me desperezaba un poco. Me quedé paralizado hasta que de pronto miré el suelo y estaban las llaves debajo de la cama. ¿Cómo llegaron allí? Ni idea tenía y tampoco me importaba. Entonces las junté y sin mucho pensarlo decidí marcharme de ese lugar. No sabía que hora eran, pero ya no tenía nada que hacer ahí, y mucho no me gustaba esa sucia posada.
Abrí la puerta que estaba trabada y volví a la plata baja donde estaba aquella mujer que le había entregado las llaves al muchachito de ojos grandes, entonces me acerqué a esa mesa de madera y sin siquiera mirar, lancé las llaves y dije.
– Gracias por todo, me fue bastante útil. – dije desinteresado y me marché por la misma puerta que había entrado esa noche.
No vi ni siquiera el rostro de la muchacha, pero seguramente debió haberme despreciado o algo así. No me interesaba. Ahora tenía mejores cosas que hacer, como buscar un caballo perdido… seguramente alguien más lo había encontrado. Lo olvidé por completo aunque no me iba a servir mucho si me iba a quedar un tiempo en el pueblo ese.
– Mierda… – murmuré mientras lentamente me sentaba en el suelo y miraba toda la habitación.
– ¿Dónde carajos dejé la llave? –
Empecé a buscar entre mis ropas y en el suelo pero no recordaba donde las había dejado. Era tanto el sueño que tenía que no pude ni siquiera pensar en donde dejar las llaves de la habitación antes de acostarme a dormir un rato. Suspiré fastidiado mientras me levantaba del suelo y me desperezaba un poco. Me quedé paralizado hasta que de pronto miré el suelo y estaban las llaves debajo de la cama. ¿Cómo llegaron allí? Ni idea tenía y tampoco me importaba. Entonces las junté y sin mucho pensarlo decidí marcharme de ese lugar. No sabía que hora eran, pero ya no tenía nada que hacer ahí, y mucho no me gustaba esa sucia posada.
Abrí la puerta que estaba trabada y volví a la plata baja donde estaba aquella mujer que le había entregado las llaves al muchachito de ojos grandes, entonces me acerqué a esa mesa de madera y sin siquiera mirar, lancé las llaves y dije.
– Gracias por todo, me fue bastante útil. – dije desinteresado y me marché por la misma puerta que había entrado esa noche.
No vi ni siquiera el rostro de la muchacha, pero seguramente debió haberme despreciado o algo así. No me interesaba. Ahora tenía mejores cosas que hacer, como buscar un caballo perdido… seguramente alguien más lo había encontrado. Lo olvidé por completo aunque no me iba a servir mucho si me iba a quedar un tiempo en el pueblo ese.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Mientras la joven hablaba me pareció que tal vez estaba emocionada, alegre, o era hiperactiva, pero no dejaba de hablar y hablar. Aún así la escuchaba mientras caminaba, de vez en cuando le dedicaba una mirada mientras oía sus historias. Al principio me parecía saber de qué hablaba y por supuesto, no podía ser otro más que Manigoldo… hacía tiempo que no lo veía y de hecho se me había pasado por la cabeza preguntándome a mí mismo en dónde debía estar ese desgraciado.
“Mierda... pero que pequeño es el mundo.” –Me dije en mi mente cuando escuché las palabras de la muchacha.
Enseguida volví a mirar de reojo a la joven que hacía tantas preguntas, aunque eso no me parecía molesto sino al contrario, se me hacía divertido al menos estar hablando con alguien me no me ignorase como era esa chica de cabellos violáceos, que al menos le interesaba informarse y demás, y saber algo de mí también; parecía alguien amable y bastante alegre. No me hacía gracia hablar mucho de mí pero no le veía nada malo.
Si, linda soy un legionario y la verdad... no se qué hago aquí. –guardé silenció por un momento mientras caminaba mirando al frente, y después de unos segundos volví la vista por un momento hacia la joven.
¿Conoces a Manigoldo? Hmm... Ese demente es mi hermano. – dije con algo de gracia e hice una pausa, suspirando y continué.– Y a decir verdad es el único familiar de quien me interesa saber de su existencia.
Podía sonar demasiado desinteresado o grosero con eso que decía, pero era la verdad. A estas alturas no me interesaba saber mucho más de algún familiar o otro hermano que pudiera tener. Siendo hijo de una puta de Roma que nos había abandonado en los distritos del Tiber... había tenido que arreglármelas para sobrevivir junto con Manigoldo y de hecho habíamos hecho mucho juntos, que más que hermano lo consideraba un amigo y sinceramente era el único de quien me interesaba saber.
Luego de una larga caminata llegamos a la entrada de esa posada de la cual había salido pocas horas antes; no era un lugar tan grande, tenía dos pisos y parecía ser que los dueños tenían el edificio bien cuidado.
Llegamos. –dije deteniéndome frente al local.– Esta es la posada de la que te hablaba, Sophia. Supongo que haz hecho un largo viaje hasta aquí, necesitarás descansar.
Ahora que estoy en este pueblo no pienso irme por un largo rato aunque no creo que tenga mucho que hacer. Es todo extraño aquí, pero de alguna forma me agrada, así qué no se... supongo que si lo necesitas puedo acompañarte a donde sea. No me parece bueno que una joven como tú ande sola en las calles.
No sabía qué era pero esa muchacha tenía algo extraño, algo la rodeaba y me hacía pensar que estaba loco. Pero cuando estaba cerca de ella sentía una energía cálida, una extraña sensación... no tenía idea de quién era ella, pero su presencia me hacía sentir cierta comodidad. Guardé silencio y me hice a un lado para que ella entrara al edificio si así lo deseaba.
“Mierda... pero que pequeño es el mundo.” –Me dije en mi mente cuando escuché las palabras de la muchacha.
Enseguida volví a mirar de reojo a la joven que hacía tantas preguntas, aunque eso no me parecía molesto sino al contrario, se me hacía divertido al menos estar hablando con alguien me no me ignorase como era esa chica de cabellos violáceos, que al menos le interesaba informarse y demás, y saber algo de mí también; parecía alguien amable y bastante alegre. No me hacía gracia hablar mucho de mí pero no le veía nada malo.
Si, linda soy un legionario y la verdad... no se qué hago aquí. –guardé silenció por un momento mientras caminaba mirando al frente, y después de unos segundos volví la vista por un momento hacia la joven.
¿Conoces a Manigoldo? Hmm... Ese demente es mi hermano. – dije con algo de gracia e hice una pausa, suspirando y continué.– Y a decir verdad es el único familiar de quien me interesa saber de su existencia.
Podía sonar demasiado desinteresado o grosero con eso que decía, pero era la verdad. A estas alturas no me interesaba saber mucho más de algún familiar o otro hermano que pudiera tener. Siendo hijo de una puta de Roma que nos había abandonado en los distritos del Tiber... había tenido que arreglármelas para sobrevivir junto con Manigoldo y de hecho habíamos hecho mucho juntos, que más que hermano lo consideraba un amigo y sinceramente era el único de quien me interesaba saber.
Luego de una larga caminata llegamos a la entrada de esa posada de la cual había salido pocas horas antes; no era un lugar tan grande, tenía dos pisos y parecía ser que los dueños tenían el edificio bien cuidado.
Llegamos. –dije deteniéndome frente al local.– Esta es la posada de la que te hablaba, Sophia. Supongo que haz hecho un largo viaje hasta aquí, necesitarás descansar.
Ahora que estoy en este pueblo no pienso irme por un largo rato aunque no creo que tenga mucho que hacer. Es todo extraño aquí, pero de alguna forma me agrada, así qué no se... supongo que si lo necesitas puedo acompañarte a donde sea. No me parece bueno que una joven como tú ande sola en las calles.
No sabía qué era pero esa muchacha tenía algo extraño, algo la rodeaba y me hacía pensar que estaba loco. Pero cuando estaba cerca de ella sentía una energía cálida, una extraña sensación... no tenía idea de quién era ella, pero su presencia me hacía sentir cierta comodidad. Guardé silencio y me hice a un lado para que ella entrara al edificio si así lo deseaba.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Las mejillas de Sophia se llenaron de un rubor suave al escuchar la forma en que Kardia le decía que la acompañaría para que no estuviera sola. Por un lado sentía verguenza de estar sola, sin un chaperón, con un hombre como el que parecía mucho más mundano que el joven Arone. Pero confió en que un Legionario Romano no le haría daño, menos si sabía quien era ella. Agradeció su compañía y aquella oferta con una simple reverencia sonriendo con algo de timidez.
- No se como agradecerle. - Volvió a pararse erguida. - Quizas... me dejaría que le comprara cena. Es de noche y vi que se comió un pan por el camino, tal vez tenga hambre. Al menos, se que yo tengo hambre... ahmm... - Sophia siempre empezaba a divagar cuando estaba nerviosa. El la ponía inquieta por algun motivo. - Y bueno creo que irse a la cama con el estómago lleno siempre es algo bueno. Fye siempre nos reunía antes de dormir para tomar vino caliente especiado para tener un buen sueño, aunque sólo me dejaba beber un sorbito, pues decía que una dama de verdad no podía caer en los vicios del licor... ya sabe... Ainsss...
Se tapó la cara con las manos pues sentía que con cada cosa que decía se ponía aun mas roja. Entró a la posada y miró a a su alrededor viendo que en el comedor principal había gente sentada tomando cerveza y vino, comiendo pan con aceite de oliva. La comida en el mediterraneo era bastante parecida. Se le antojaron de inmediato algunas olivas o aceitunas para cenar.
- Señor Kardia, ¿Tambien se esta quedando aquí para dormir? - Le preguntó mientras avanzaba hasta una mesa. Era comun antes de pedir una habitación para pasar la noche comer alguna cosa. Se sentó en un banquito cerca de la pared bajo una leve luz. Apenas y veía a Kardia. - ¿Me acompañará a cenar verdad?
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
No estaría mal. –Contesté a las últimas palabras de la joven cuando me ofreció acompañarla a cenar.– Supongo que es una buena manera de agradecimiento. –Añadí en un tono de voz un tanto bajo aunque podía oirse. Al menos no se me ocurría nada más por el momento; que la chica me comprara algo de comida era fantástico en ese momento. Hacía días que no comía algo decente y la idea de vivir a pan y frutas todos los días no era agradable, por lo mismo esa era justamente una buena oportunidad que tenía que aprovechar sin más.
Te acompañaré. –Comenté mientras seguía a Sophia a paso lento detrás de ella cuando entraba a la posada.
Mientras tanto pensaba en esa actitud tan extraña que tenía ella. Era tan buena, amable y mostraba también algo de vergüenza al hablar, y por cierto, no se callaba en ningún momento. Eran pocas y quizás... casi nadie, las personas que conocía con una actitud como la de aquella jovencita; serena, bondadosa, y algo especial.
Bueno, desde que estoy aquí uso este lugar para dormir, supongo que hoy también lo haré. –Contesté mientras me acercaba a la mesa en donde estaba Sophia, sentada en un banquito debajo de una escasa luz. Me senté cerca de ella en otro banco que se encontraba a un lado, en esa mesa y sin decir nada más me quedé ahí, un poco pensativo mientras que la joven decidía que iba a pedir para comer.
Te acompañaré. –Comenté mientras seguía a Sophia a paso lento detrás de ella cuando entraba a la posada.
Mientras tanto pensaba en esa actitud tan extraña que tenía ella. Era tan buena, amable y mostraba también algo de vergüenza al hablar, y por cierto, no se callaba en ningún momento. Eran pocas y quizás... casi nadie, las personas que conocía con una actitud como la de aquella jovencita; serena, bondadosa, y algo especial.
Bueno, desde que estoy aquí uso este lugar para dormir, supongo que hoy también lo haré. –Contesté mientras me acercaba a la mesa en donde estaba Sophia, sentada en un banquito debajo de una escasa luz. Me senté cerca de ella en otro banco que se encontraba a un lado, en esa mesa y sin decir nada más me quedé ahí, un poco pensativo mientras que la joven decidía que iba a pedir para comer.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Prontamente después de que tomó asiento en ese lugar, llegó una mujer un tanto rellenita y les puso una botella de vino, dos copas, una fuente con pan amasado, un bol con olivas cubiertas en aceite de oliva, y les trajo una presa de lo que parecía ser pollo. Sophia miró la cena con una gran sonrisa mientras que la mujer le sonreía de vuelta al darse cuenta que su cocinar era bien recibido.
- Disculpe pero, ¿Tiene leche? - Preguntó Sophia, recordando que no debía beber vino en un lugar tan público, podría verse mal que lo hiciese.
- Claro hija, espera aquí. - la señora respondió volviendo a la cocina.
Sophia sacó un poco de pan y lo comenzó a pellizcar para untarlo en el aceite de Oliva. Era una cena bastante frugal pero le agradaba la sensación de no tener que estar dependiendo de comer con tantas formalidades como ocurría cuando estaba en el Valle, muchas veces incluso había espectáculos mientras comían o se le pedía a una de las sirvientas que cantara. En las grandes casas Romanas el asunto era mucho peor. Las comidas eran servidas mientras que todos se acostaban en el suelo en granes sillones o cojines, y comían con el cuerpo tirado en la más absoluta decadencia. Al menos Fye no traía esas costumbres inmorales a su hogar.
- ¿Le gustan las olivas, señor Kardia? – Preguntó Sophia sonriendo mientras le daba pequeños mordiscos a su pedazo de pan. – En mi hogar tenemos muchos olivos, y mi hermano menor suele pasarse el día bajo ellos.
Suspiró, se notaba que extrañaba estar de vuelta en casa. Pero ese lugar no estaba tan mal, si encontraba a Fye claro estaba. Aún así, se sentía nerviosa y un tanto solitaria, le hubiese gustado que Gelum estuviese ahí con ella. Realmente extraña a su pequeño hermano y sus rabietas.
- Seguramente mañana me vuelva a marchar. El camino es largo. Debo buscar por muchos lugares antes de poder encontrar a mi hermano, ¡Pero algo me dice que lo lograré! – Sophia comió una de las olivas con mucha alegría, le gustaba su sabor amargo en la boca, pero al mismo tiempo suave y cremoso. Dependía claro de si sacaba una oliva verde o negra. – Muchas gracias por acompañarme a comer. Si debo ser sincera, nunca me ha gustado comer sola. Me da un poco de vergüenza.
La señora le trajo su vaso de leche y Sophia se lo fue tomando de a poco mientras que las luces de las velas de cebo se iban consumiendo. Había mucho ruido en la posada, hombres que se notaban de distintos lugares del mundo que ingresaban ahí con las botas embarradas y con rostro de estar cansados. Pero eso era lo de menos, estaban todos bebiendo cerveza, hablando de sus días. Sophia ni si quiera parecía notar las miradas que le daban. De seguro su aspecto extraño y su cabello trenzado a la usanza marina les debía llamar la atención. Pero Sophia era por lo general tan ingenua que nunca se daba cuenta cuando un hombre la miraba con otros ojos.
Terminó de beber su leche, comió un poco más de aceitunas, le dio algunos mordiscos a el tuto de pollo que le trajeron y se sintió satisfecha y feliz.
- Esa fue una muy buena comida. – Dijo con alegría, recordando los días en que había viajado a ese lugar y había sentido que se moriría de hambre. – Gracias a los dioses por ella. – Dijo una pequeña plegaria en voz baja. – Va siendo hora que me retire, señor Kardia. Ha sido un gusto poder disfrutar de su compañía.
Sacó algunas monedas de plata y pensó que con tres sería mas que suficiente para pagar lo que comieron, y dejarle un poco de sobra a esa amable señora. Seguramente tendría que ir a pedir una habitación para dormir tambien. Tenía justo para pagar por ambas cosas y luego tendría que comenzar a ver como pagar las cosas de otra forma pues su dinero era limitado.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Una posada pensó Defteros y decidió que era el lugar perfecto para pasar la noche, después de todo ya hace bastante tiempo que habia dormido en un lugar con techo, en sus constantes viajes lo único que tenia por cobija eran las estrellas y la luna, además de un trozo de piel que habia arrancado de un venado que la habia matado para poder comer, cuando estaba aun en el venado parecía cómoda y caliente, pero cuando la uso la primera noche que durmió a la intemperie en su viaje se habia dado cuenta que era un maldito fiasco, ni era cómoda ni caliente, pero al menos no se habia congelado del todo, pero eso era historia vieja y ahora dormiría en un lugar más re confortable o al menos eso era lo que Defteros esperaba, El viaje hacia Grecia desde Roma habia sido pesado y después de observar las ruinas del anfiteatro donde se daban los combates lo único que quería era un pequeño descanso, quizás si se relajaba podría analizar la situación en la que se encontraba y re organizar sus prioridades para después ser cumplidas paso por paso.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Desde las tierras de Roma un hombre habia viajado a Grecia con un unico proposito, era el momento de hacer que la esperanza por un mundo mejor despertara en este mundo. Los berserkers se hacian fuerte como habia podido comprobar en las tierras de Britania, y la guerra santa habia dando comienzo, por eso, solo una persona era capaz de contrarrestar el mal en este mundo, solo una persona podria luchar por el bien y la justicia junto a sus mas fieles guerreros, esa era Athena, diosa de la sabiduria.
Edward, caballero de Sagitario, era mucho mas que un hombre, era la persona que habia estado siempre al lado de Athena, mucho antes de esta era, sino tiempo atras siempre se habia dedicado a protegerla por toda la eternidad, pues ese era su destino, ser el escudo , ser sus alas que le llevaran a la victoria. Pero no era solo eso... sino que para Edward, Athena era mucho mas que su diosa, por eso prometio que aun despues de sus muertes, el volveria a buscarla una y otra vez, y fue entonces cuando se dio cuenta , que tenian un vinculo, un lazo que lo unia a Athena, un sentimiento que los mantenia juntos aun cuando no se acordaran de quien era el otro.
Ese vinculo habia despertado totalmente en Edward y solo tenia que seguir los latidos de su corazon para encontrar a su diosa. Y su corazon termino llevandole a Rodorio, ella se encontraba alli, en una posada cercana, podia sentirlo, asi que se puso en camino hacia ella.
La posada estaba tan ruidosa como siempre, con mucha gente alli, y entre todas esas personas estaba Sophia con otra persona. Y de pronto las puertas de la posada se abrieron de par en par, unas alas doradas entraron dentro del recinto y tras unos pasos metalicos un hombre portando una armadura dorada con grandes alas entro dentro de la posada.
Es.. es.. un caballero dorado...
La gente del lugar comenzo a susurrar, a hablar entre ellos. Conocian la existencia de los caballeros ya que cerca de alli se encontraba el santuario, pero ellos no solian aparecer en las posadas asi como asi. Todos estaban asombrados, dejaron de comer, de beber o de hablar solo por mirar al imponente caballero dorado.
Edward miraba a su alrededor buscando a Sophia, hasta que dio con ella y se acerco. Esta ver no seria igual que las otras veces , esta vez debia contarle la verdad, no habia tiempo para seguir ocultandolo, por su bien, y por el de los demas, tenia que hacer esto.
Sophia.. no.. quiero decir, señora Athena.
Se arrodillo frente a ella en una de sus rodillas y agacho la cabeza en forma de reverencia. No sabia cual seria su reaccion, pero debia empezar a tratarla como quien era en realidad.
He vuelto a por usted, para llevarla definitavamente conmigo. El mundo esta en peligro, y vos tambien, asi que debemos prepararnos.
Puedo que todo fuera muy confuso para ella, asi que lo mejor seria explicarselo todo de una vez. Edward alzo su mirada hacia ella, en ese momento se detuvo para observarla mas detenidamente, su cabello habia ido cambiando desde que la vio por primera vez cuando intento defenderla del ataque de Vergilius. Cada vez..se parecia mas a ella, y eso hizo que una sonrisa apareciera en los labios de Edward.
Escucheme, desde que la encontre por primera vez, he estado protegiendola desde las sombras, pero he dejado que tuviera una vida normal hasta el dia de hoy. He estado protegiendo las ciudades hasta que el mal ha aparecido de nuevo, los berserkers estan empezando a atacar las ciudades del mundo y no solo es.. la estan buscando.
Y la razon es, por que usted no es una persona normal , usted es la diosa Athena, lo se desde la primera vez que la vi. Y la guerra esta a punto de comenzar, asi que debo llevarla al santuario, a su templo, es el unico lugar donde estara segura, alli debe prepararse, hasta su despertar final, y liderar a sus guerreros hacia la victoria.
Asi que humildemente le digo, que tiene que venir conmigo, crea mis palabras, pues son verdad. Yo... la conozco mas de lo que cree, señorita Athena.
Y Edward termino alzando su mano hacia ella, esperando que ella aceptara. Esperaba que asi lo hiciera, pues no me gustaria tener que llevarla por la fuerza, me entristecia que ella no pudiera seguir con su vida normal, pero no queria poner en riesgo su vida por mas tiempo, mi deber era protegerla fuera como fuera
Edward, caballero de Sagitario, era mucho mas que un hombre, era la persona que habia estado siempre al lado de Athena, mucho antes de esta era, sino tiempo atras siempre se habia dedicado a protegerla por toda la eternidad, pues ese era su destino, ser el escudo , ser sus alas que le llevaran a la victoria. Pero no era solo eso... sino que para Edward, Athena era mucho mas que su diosa, por eso prometio que aun despues de sus muertes, el volveria a buscarla una y otra vez, y fue entonces cuando se dio cuenta , que tenian un vinculo, un lazo que lo unia a Athena, un sentimiento que los mantenia juntos aun cuando no se acordaran de quien era el otro.
Ese vinculo habia despertado totalmente en Edward y solo tenia que seguir los latidos de su corazon para encontrar a su diosa. Y su corazon termino llevandole a Rodorio, ella se encontraba alli, en una posada cercana, podia sentirlo, asi que se puso en camino hacia ella.
La posada estaba tan ruidosa como siempre, con mucha gente alli, y entre todas esas personas estaba Sophia con otra persona. Y de pronto las puertas de la posada se abrieron de par en par, unas alas doradas entraron dentro del recinto y tras unos pasos metalicos un hombre portando una armadura dorada con grandes alas entro dentro de la posada.
Es.. es.. un caballero dorado...
La gente del lugar comenzo a susurrar, a hablar entre ellos. Conocian la existencia de los caballeros ya que cerca de alli se encontraba el santuario, pero ellos no solian aparecer en las posadas asi como asi. Todos estaban asombrados, dejaron de comer, de beber o de hablar solo por mirar al imponente caballero dorado.
Edward miraba a su alrededor buscando a Sophia, hasta que dio con ella y se acerco. Esta ver no seria igual que las otras veces , esta vez debia contarle la verdad, no habia tiempo para seguir ocultandolo, por su bien, y por el de los demas, tenia que hacer esto.
Sophia.. no.. quiero decir, señora Athena.
Se arrodillo frente a ella en una de sus rodillas y agacho la cabeza en forma de reverencia. No sabia cual seria su reaccion, pero debia empezar a tratarla como quien era en realidad.
He vuelto a por usted, para llevarla definitavamente conmigo. El mundo esta en peligro, y vos tambien, asi que debemos prepararnos.
Puedo que todo fuera muy confuso para ella, asi que lo mejor seria explicarselo todo de una vez. Edward alzo su mirada hacia ella, en ese momento se detuvo para observarla mas detenidamente, su cabello habia ido cambiando desde que la vio por primera vez cuando intento defenderla del ataque de Vergilius. Cada vez..se parecia mas a ella, y eso hizo que una sonrisa apareciera en los labios de Edward.
Escucheme, desde que la encontre por primera vez, he estado protegiendola desde las sombras, pero he dejado que tuviera una vida normal hasta el dia de hoy. He estado protegiendo las ciudades hasta que el mal ha aparecido de nuevo, los berserkers estan empezando a atacar las ciudades del mundo y no solo es.. la estan buscando.
Y la razon es, por que usted no es una persona normal , usted es la diosa Athena, lo se desde la primera vez que la vi. Y la guerra esta a punto de comenzar, asi que debo llevarla al santuario, a su templo, es el unico lugar donde estara segura, alli debe prepararse, hasta su despertar final, y liderar a sus guerreros hacia la victoria.
Asi que humildemente le digo, que tiene que venir conmigo, crea mis palabras, pues son verdad. Yo... la conozco mas de lo que cree, señorita Athena.
Y Edward termino alzando su mano hacia ella, esperando que ella aceptara. Esperaba que asi lo hiciera, pues no me gustaria tener que llevarla por la fuerza, me entristecia que ella no pudiera seguir con su vida normal, pero no queria poner en riesgo su vida por mas tiempo, mi deber era protegerla fuera como fuera
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Apenas había dejado las monedas sobre la mesa cuando sintió que todo el lugar se volvía silencioso. Levantó la cabeza desde ese rincón oscuro en que Kardia y ella se encontraban y observó el motivo por el cual las palabras en las gargantas de los hombres es veían difuminadas.
Suspiró ante la sorpresa y la emoción de ver a uno de los legendarios guerreros del Santuario asomarse por el corredor de la sala común en que todos estaban comiendo. El dorado de la armadura brillaba con la luz de las velas, haciendo que Sophia exhalara en asombro y admiración.
Era extraño, pero ahora que veía esa armadura dorada sentía que ni si quiera era la primera vez que veía una.
<< Gelum portaba una armadura así… pensé que Fye se la habría mandado a hacer bañándola en oro… nunca pensé… por el amor de Juno… Gelum… ¿Gelum? Pero si es tan sólo un niño… no… no puede ser… debo estar pensando mal. Gelum es un niñito… no podría nunca ser un caballero dorado. Además, me lo habría dicho… él no tiene secretos conmigo… o ¿Me equivoco? >>
Pero cada paso que resonaba contra las vigas de madera se sentía más cercano, y con cada metro de distancia acortado entre ella y ese hombre, podía darse cuenta, que aparecía un rostro familiar ahí. Casi dejó caer por completo su bolsa con monedas por la sorpresa.
- ¿Señor Edward? – No tuvo tiempo de decir mucho más, pues el galante ex general Romano cayó sobre una de sus rodillas y comenzó a hablarle sin dejar que lo interrumpiese.
Sophia escuchó todo lo que tenía que decirle pasmada. Sus mejillas se ruborizaron por ello, queriendo esconder su rostro detras de sus manos. Que la llamara Athena la dejaba helada y nerviosa, temiendo que todo aquello fuera una broma de mal gusto para burlarse de ella por ser extranjera. Pero Edward también lo era, y de hecho, Kardia era un legionario Romano. ¿Por qué se estarían burlando de ella?
¿Pero llamarla Athena? Eso no era posible. ¿Acaso ese hombre frente a ella había perdido la razón? Ella era Sophia del clan Juliai, hija de Martelo Cambre y Flavia Juliai, hija de Roma, oriunda del Valle Dulce….Frente a él sólo había una persona común y corrien…te…
<< No. No soy una persona común y corriente. Desde hace tiempo noto cosas distintas en mí. El hecho de que sólo deseándolo pueda lograr que las personas sanen sus heridas con rapidez, o esa aura dorada que a veces me cubría de noche me decían todo este tiempo que había algo extraño en mi que era mejor ocultar.
Siempre pensaba a la mañana siguiente que era un sueño… pero no lo era.
Cada cosa que deseaba con
todo mi corazón se volvía realidad… a veces era sólo cuestión de cerrar
los ojos para ver el rostro de Vergilius cuando se fue a la guerra.
Podía desear en un día lluvioso ver el sol y repentinamente la lluvia
amainaba y todo volvía a verse verde.
Lo de Vergilius… el también me llamó Athena ese día. Octavius… cuando me llevó a la cima de esa tierra helada; también quería decirme esto.
No, creo que no soy una persona normal… pero… ¿La diosa Athena? Eso no es posible. >>
El señor Edward decía que estaba el peligro. Si eso era cierto, entonces todas las personas a su alrededor podrían también estarlo. Aquello la hizo sentirse tensa. ¿Y qué sucedía con los que había dejado en Roma? ¿Gelum? ¿Vergilius? ¿Aspros y Defteros? ¿Lydia? ¿Estarían ellos también en peligro?
- ¿Una guerra dices? – Sus manos temblaban. No podía imaginarse a si misma en medio de algo así. Ella que siempre había sido de naturaleza gentil y amable, nunca había visto de cerca los horrores de la guerra. – Yo…
Octavius le había enseñado todo lo que debía saberse sobre una guerra. Sabía que si tenía que indicar qué hacer lo podría hacer bien. ¿Pero liderar una? ¿Con que fuerza? Sí, sabía ocupar una espada, su primo mayor también se había encargado de eso haciéndola pelear con espadas de madera contra Vergilius cuando eran niños, nunca le temió a las armas, pero… ella no tenía la misma fuerza que un hombre, era pequeña, frágil, de cuerpo delgado. No tenía ni una cualidad posible para haber sido una guerrera.
- ¿Una guerra contra quien? – Preguntó confundida. Ella no tenía enemigos, ¿Por qué tendría que liderar una guerra entonces? ¿Acaso la diosa Athena tenía algun enemigo que la estuviera haciendo peligrar? Su mente estaba llena de preguntas que no tenían respuestas lógicas. – Señor Edward, se que usted es un caballero del Santuario, ¿Pero está completamente seguro de que yo soy la persona a quien está buscando? – No se refería a que no fuera Athena precisamente. - Míreme… ¿Cree que yo podría liderar un ejército? Apenas y pude llegar a este lugar por mis propios medios. Yo no tengo ese tipo de fuerza.
Miró hacia el suelo y permaneció en silencio. No sabía que más decir. No quería ser maleducada con ese hombre pero no podía pretender ser aquella a quien él estaba buscando con tanta fe en sus ojos.
Recordaba la forma en que Edward hablaba de Athena de vez en cuando al viajar juntos y el profundo amor que se escuchaba en su voz al referirse a ella. La describía como la salvación de todo lo bueno y lo puro, como la esperanza más allá de la tristeza de los corazones abatidos. Sonrojó dándose cuenta que todos esos comentarios secretos habían estados dirigidos a su persona sin que si quiera viera la obviedad frente a ella.
- Mi hermano Gelum portaba una caja dorada el día en que lo encontramos en el camino. No sólo eso… también lo vi portando una armadura como esa. ¿Quiere decir… qué el también es un caballero de Athena como usted?
La idea de que la vida de su hermano estuviera en peligro por estar cerca a una guerra hizo que algo surgiera dentro de si misma. Una cosa era que le dijeran que tenía que liderar un ejército, ir a una guerra, luchar y darle la victoria a un grupo de guerreros extranjeros. Otra muy distinta era empezar a hilar las cosas en su cabeza y darse cuenta de que su hermano menor estaba involucrado en ella. Aquello ponía todo en nuevas perspectivas. No podía dejar que él muriera o fuera dañado por estar defendiéndola... si es que ella en verdad era Athena.
– Gelum podía congelar las cosas a su alrededor sin querer hacerlo. Siempre hacía frío cuando acercaba su cuerpo al mío. Algunas veces estaba tomando agua y esta se congelaba en su copa. Una vez dijo que produjo una nevada en el Valle, cuando nunca nieva en ese lugar. ¿Es eso también por culpa mía?
En ese momento no pudo evitar pensar que todo ese asunto de ser Athena lo único que había provocado era daño a los que amaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin entender que estaba pasando.
- Y mi casa destruida… mi hermano perdido… Solomon muerto…. ¡¿Eso también es por mi culpa?!
Aun recordaba la forma en que los ojos de Solomon brillaban con locura. ¿Habría alguien intentado manipularlo para dañarla? Esa era la única explicación que ahora encontraba para entender su comportamiento. Él siempre la había tratado con amor, con cariño, cuidandola al ser mucho mayor. Nunca le habría hecho daño, jamás, ella hubiese arriesgado su vida en esa afirmación. Solomon era un caballero gentil y bondadoso, un hombre ejemplar y un orgullo para su familia, y había ido al Valle cobardemente a dañarla y a amenazar a Gelum con matarlo.
¿Era culpa suya entonces la muerte de su primo a quien había amado como a un hermano? ¿Y que tal Fye? Gelum había dicho que el había cambiado repentinamente, tal como lo hizo Solomon…
<< Todo esto es mi culpa. Que Fye desapareciera, que Vergilius lastimara a Gelum… todos querían matarme a mi. Puse en peligro a todos quedándome cerca de ellos… Si voy con él lo único que lograré será poner sus vidas en riesgo. Traeré muerte y ruina a este mundo en una guerra… no… me niego… me niego a participar de algo así… >>
- No lo haré. – Susurró tiritando. – Me rehúso… a acompañarlo ¡No lo hare! Sólo lo pondré en peligro, a usted... ¡A todos! – Subió sus ojos llenos de lágrimas, sus cejas tiritaban. Tomó la mano que Edward había extendido hacia ella y la cerró lentamente con las cuyas en un puño. – Si voy con usted, ¿Cuántas personas morirán por mí? ¿Cuánta sangre verá este mundo?
No lo deseo.
No quiero ver más sufrimiento… las guerras son muy crueles. Yo nunca tuve la fortaleza de Vergilius o la de Octavius que podían ir y acabar con pueblos enteros para volver como si nada hubiese pasado. No tengo esa entereza. Mi corazón no podría soportar ver el sufrimiento de otros. Se ha equivocado de persona... Yo no soy esa Athena que esta buscando. Por favor... no me obligue a ir con usted...
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Sophia terminaba de comer lo que le habían traído que parecía haberle agradado pues se veía contenta después de eso. Ya iba siendo hora de que se marchase y yo iba a quedarme un rato más ahí quizás bebiendo cerveza o algo de eso y después dormir un rato. Antes de que pudiera contestarle a la muchacha la puerta se abrió y algo le llamó la atención a todos los allí presentes, un extraño entraba con una armadura dorada que poseía unas enormes alas. ¿Cómo podría eso no llamar la atención de la mayoría? Todos murmuraban acerca de que se trataba de un caballero dorado o algo así.
(¿Ese es un caballero dorado?) - Pensaba extrañado mientras admiraba esa armadura tan brillante.
Sin comentar nada al respecto sólo lo veía mientras que se acercaba a Sophia y se arrodillaba ante ella, llamándola Athena. ¿Athena? De qué rayos estaba hablando, ese tipo parecía estar ebrio con todas las idioteces que empezaba a decir, o tal vez yo estaba alucinando. Aunque ciertamente no era tan descabellado todo eso, al menos no para mí.
Que una guerra se acercaba, que ella era Athena, que debía llevarla al santuario, que debía despertar y liderar sus guerreros y que la conocía más de lo que ella creía. Era demasiado, aunque a eso ya lo había escuchado antes. Primero los aldeanos hablando de Athena y sus guerreros; después el chiquillo Arone anunciando una guerra inevitable que involucraría a ese pueblo, después Sophia recordándomelo y finalmente ese sujeto que se lo tomaba demasiado enserio repitiendo todo lo anterior.
A decir verdad ya tanto era lo que había escuchado del tema, que empezaba a pensar que no era del todo una idiotez. Después de todo, el pequeño Arone me lo había mencionado también, incluso me invitó al santuario y ya creía que él estaba involucrado en el tema, como este chico de armadura.
(Y parece que ella lo conoce.) - pensé cuando Sophia mencionó el nombre del chico que estaba allí.
Sin decir nada me quedé en el lugar pensando qué debía hacer. Ya empezaba a creer que debía visitar ese santuario del que todos hablaban y averiguar de qué se trataba todo ese misterio.
Bueno parece que se conocen jeje. - mencioné con un tanto de gracia. - No quiero interrumpir así que hablen tranquilos. Yo no estoy aquí. - dije luego mostrando una sonrisa para después seguir comiendo un poco de lo que me había quedado en la mesa aunque por supuesto seguía escuchando lo que hablaban, sabiendo más acerca del tema. ¿Me convenía averiguar un poco más? Todo era muy extraño y si iba a haber una guerra ¿Cómo podía estar desinformado? Ese tema de Athena y el santuario empezaba a ser interesante para mí.
(¿Ese es un caballero dorado?) - Pensaba extrañado mientras admiraba esa armadura tan brillante.
Sin comentar nada al respecto sólo lo veía mientras que se acercaba a Sophia y se arrodillaba ante ella, llamándola Athena. ¿Athena? De qué rayos estaba hablando, ese tipo parecía estar ebrio con todas las idioteces que empezaba a decir, o tal vez yo estaba alucinando. Aunque ciertamente no era tan descabellado todo eso, al menos no para mí.
Que una guerra se acercaba, que ella era Athena, que debía llevarla al santuario, que debía despertar y liderar sus guerreros y que la conocía más de lo que ella creía. Era demasiado, aunque a eso ya lo había escuchado antes. Primero los aldeanos hablando de Athena y sus guerreros; después el chiquillo Arone anunciando una guerra inevitable que involucraría a ese pueblo, después Sophia recordándomelo y finalmente ese sujeto que se lo tomaba demasiado enserio repitiendo todo lo anterior.
A decir verdad ya tanto era lo que había escuchado del tema, que empezaba a pensar que no era del todo una idiotez. Después de todo, el pequeño Arone me lo había mencionado también, incluso me invitó al santuario y ya creía que él estaba involucrado en el tema, como este chico de armadura.
(Y parece que ella lo conoce.) - pensé cuando Sophia mencionó el nombre del chico que estaba allí.
Sin decir nada me quedé en el lugar pensando qué debía hacer. Ya empezaba a creer que debía visitar ese santuario del que todos hablaban y averiguar de qué se trataba todo ese misterio.
Bueno parece que se conocen jeje. - mencioné con un tanto de gracia. - No quiero interrumpir así que hablen tranquilos. Yo no estoy aquí. - dije luego mostrando una sonrisa para después seguir comiendo un poco de lo que me había quedado en la mesa aunque por supuesto seguía escuchando lo que hablaban, sabiendo más acerca del tema. ¿Me convenía averiguar un poco más? Todo era muy extraño y si iba a haber una guerra ¿Cómo podía estar desinformado? Ese tema de Athena y el santuario empezaba a ser interesante para mí.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Defteros por fin había pasado una buena noche después de barios días durmiendo a la interperies, La posada era un lugar de aspecto modesto pero muy re confortable.
Defteros habia pasado una buena parte de la noche pensando en cómo encontraría a su hermano antes de dormirse realmente y se le ocurrieron muchas ideas, quizás seguir sus pasos, era probable que hubiera dejado rastros de su paso, de esta manera tarde o temprano tendría que encontrarlo, la principal razón de esta idea había sido que en la recepción lo habían confundido con otra persona, quizás esa persona era su hermano y eso ya era un buen avance.
Defteros ya se encontraba a punto de irse de ese lugar cuando escucho los susurros de las personas que decían, es un caballero dorado, “Un caballero dorado?” pensó Defteros y quiso ir a investigar a la recepción pero mejor prefirió concentrarse en lo suyo y espero hasta que los susurros terminaron, para salir de ese lugar y retomar su camino, con suerte pronto lo encontraría.
Defteros habia pasado una buena parte de la noche pensando en cómo encontraría a su hermano antes de dormirse realmente y se le ocurrieron muchas ideas, quizás seguir sus pasos, era probable que hubiera dejado rastros de su paso, de esta manera tarde o temprano tendría que encontrarlo, la principal razón de esta idea había sido que en la recepción lo habían confundido con otra persona, quizás esa persona era su hermano y eso ya era un buen avance.
Defteros ya se encontraba a punto de irse de ese lugar cuando escucho los susurros de las personas que decían, es un caballero dorado, “Un caballero dorado?” pensó Defteros y quiso ir a investigar a la recepción pero mejor prefirió concentrarse en lo suyo y espero hasta que los susurros terminaron, para salir de ese lugar y retomar su camino, con suerte pronto lo encontraría.
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Y yo te recomiendo que no te acerques más a Sophia. Dijo una voz autoritaria de pronto, rasgando la tensión creada por las palabras del Santo Dorado y la respuesta de la mujer de hebras violáceas. De un momento a otro, haciendo uso de su control sobre las dimensiones y desdoblamientos del espacio, Aspros se había presentado en la escena flanqueando a su prima por la izquierda. Su expresión y tono decían una sola cosa: no le estaba gustando para nada el curso que tomaba aquella conversación.
A diferencia de Sagitario cuya ostentosa y poco práctica Armadura Dorada lo hacía ver como un pájaro antropomorfizado, Géminis iba en su traje de civil: un traje de entrenamiento común y ligero tapado con una capa abrochada al nivel del hombro derecho. Detrás de él había una caja de al menos un metro de alto envuelta con tela de seda blanca, cuyo contenido era un tanto obvio si se hacían deducciones simples.
Lo más llamativo de todo aquello era la melena azulada del recién aparecido, cuyos grandes mechones actuaban cual cortinas para sus centrados ojos.; los orbes, de un color profundo como el mar transmitían un solo mensaje: hasta aquí llegas.
Primero que nada…Sophia, me alegro de verte bien. Quien lo diría, después de un año sin encontrarnos y lo primero que oigo es que llegaste por ti misma hasta aquí. Tu padre estaría orgulloso…dentro de la preocupación, claro está. Dijo Aspros con una sonrisa que se desvaneció al momento en que terminó la frase, refiriéndose al hecho de que si bien ella estaba a salvo era un tanto extraño (por no decir inconcebible) que una dama de la alta sociedad Romana se hubiera movilizado por sí misma a través de al menos tres países distintos, llegando a una Villa perdida en las faldas de una cadena montañosa que le rendía tributo a una deidad tan específica como lo era Athena.
Y justamente ese punto llevó a algo completamente distinto.
Segundo, me repito. Sagitario, quédate donde estás. Tal parece que nada ha cambiado contigo desde que te salvé la vida en los bosques de Roma así que esto lo diré una sola vez: si no sabes tratar a las mujeres no tienes el mínimo derecho de acercarte a una, mucho menos a una Juliai. Avanza un solo paso más y te cortaré la mano. Lo advirtió Géminis con expresa decisión y más de una sola mirada asesina…
Desde el día en que la conoció, no estaba de acuerdo con la actitud del ex-general romano. Ya había puesto en peligro a Seiren abandonándola en el bosque a mitad de una fiebre altísima, regresando medio muerto y obligándola a perderse en estos para siquiera buscar ayuda, una que milagrosamente le había podido brindar al encontrarla casi agonizando.
Era sencillo: Aspros podía ser el sujeto que emocionalmente se encontraba más distante respecto a su familia, pero si algo había aprendido al criarse en medio de un régimen lleno de etiquetas y protocolos era que una mujer era algo precioso, era lo primero que un hombre debía proteger sin hacer distinción alguna…y hasta los momentos, Sagitario no era capaz de ello.
Si has entendido lo que digo, deja de ser un estorbo en la salida. No eres la única persona que transita por la posada.
Como sea…Sophia, tengo que hablar contigo. Supongo que tendrás más de una cosa que explicar ¿no? Te parece si tomamos algo mientras tanto, tenemos más de un verano que no compartimos un té. Preguntó Aspros suavizando su mirada, dando unos pocos pasos para interponerse entre el Dorado y la muchacha, sonriéndole con sinceridad a esta última y esperar por su respuesta. Lo primero era sacarla de allí y que se relajara…simplemente, no le gustaba semejante ambiente para un alma tan noble como lo era su prima. Y bien ¿qué dices?
A diferencia de Sagitario cuya ostentosa y poco práctica Armadura Dorada lo hacía ver como un pájaro antropomorfizado, Géminis iba en su traje de civil: un traje de entrenamiento común y ligero tapado con una capa abrochada al nivel del hombro derecho. Detrás de él había una caja de al menos un metro de alto envuelta con tela de seda blanca, cuyo contenido era un tanto obvio si se hacían deducciones simples.
Lo más llamativo de todo aquello era la melena azulada del recién aparecido, cuyos grandes mechones actuaban cual cortinas para sus centrados ojos.; los orbes, de un color profundo como el mar transmitían un solo mensaje: hasta aquí llegas.
Primero que nada…Sophia, me alegro de verte bien. Quien lo diría, después de un año sin encontrarnos y lo primero que oigo es que llegaste por ti misma hasta aquí. Tu padre estaría orgulloso…dentro de la preocupación, claro está. Dijo Aspros con una sonrisa que se desvaneció al momento en que terminó la frase, refiriéndose al hecho de que si bien ella estaba a salvo era un tanto extraño (por no decir inconcebible) que una dama de la alta sociedad Romana se hubiera movilizado por sí misma a través de al menos tres países distintos, llegando a una Villa perdida en las faldas de una cadena montañosa que le rendía tributo a una deidad tan específica como lo era Athena.
Y justamente ese punto llevó a algo completamente distinto.
Segundo, me repito. Sagitario, quédate donde estás. Tal parece que nada ha cambiado contigo desde que te salvé la vida en los bosques de Roma así que esto lo diré una sola vez: si no sabes tratar a las mujeres no tienes el mínimo derecho de acercarte a una, mucho menos a una Juliai. Avanza un solo paso más y te cortaré la mano. Lo advirtió Géminis con expresa decisión y más de una sola mirada asesina…
Desde el día en que la conoció, no estaba de acuerdo con la actitud del ex-general romano. Ya había puesto en peligro a Seiren abandonándola en el bosque a mitad de una fiebre altísima, regresando medio muerto y obligándola a perderse en estos para siquiera buscar ayuda, una que milagrosamente le había podido brindar al encontrarla casi agonizando.
Era sencillo: Aspros podía ser el sujeto que emocionalmente se encontraba más distante respecto a su familia, pero si algo había aprendido al criarse en medio de un régimen lleno de etiquetas y protocolos era que una mujer era algo precioso, era lo primero que un hombre debía proteger sin hacer distinción alguna…y hasta los momentos, Sagitario no era capaz de ello.
Si has entendido lo que digo, deja de ser un estorbo en la salida. No eres la única persona que transita por la posada.
Como sea…Sophia, tengo que hablar contigo. Supongo que tendrás más de una cosa que explicar ¿no? Te parece si tomamos algo mientras tanto, tenemos más de un verano que no compartimos un té. Preguntó Aspros suavizando su mirada, dando unos pocos pasos para interponerse entre el Dorado y la muchacha, sonriéndole con sinceridad a esta última y esperar por su respuesta. Lo primero era sacarla de allí y que se relajara…simplemente, no le gustaba semejante ambiente para un alma tan noble como lo era su prima. Y bien ¿qué dices?
Aspros- Caballeros Dorados
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Hablo~Narro~Pienso~Aldeanos
Después de haber estado breves momentos en el recinto de Lydia. Poco a poco parecía como si todo el mundo comenzara a cambiar constantemente. Sentía poco a poco las vibraciones que emanaban de ciertos cuerpos. Humanos que comenzaban a despertar cada uno sus propios poderes. Dioses que encarnaban en sus recipientes ya predestinado. Era un caos. De poco a poco aparecían los guerreros que habrían de cubrir cada cual, por sus propias convicciones a su dios. El mundo que alguna vez habían conocido los humanos se perdía entre la razón y el olvido. Unos cuantos eran los elegidos para poder cambiar las decisiones que habían girado siempre por los dioses.
Una vez más se repetía el destino. Así como siglos habían pasado antes de la creación de toda vida. Mucho antes de la formación del propio universo. ¡¡GUERRA!!. Por cada guerra entre las divinidades siempre había un resultado. Buscando siempre el propio bienestar. Era un sentir egoísta, pero así se formaban cada uno su propia reputación.
Ahora el destino de nueva cuenta unía a todos para la batalla final. Siempre se habían desatado guerras. Pero esta podría ser más prometedora. Aunque pensándolo bien. Siempre uno era el ausente. Ahora Ares parecía que era el indicado a cambiar todo aquel destino que antes el hombre se había forjado. Aquel dios errante que sin duda era temido por varios de los dioses. Incluso por mí. Aquel que siempre dejaba una estela de muerte y sangre por donde pasaba.
Siempre fue un errante….
Dios sin gloria….
Que ha cambiado….
Solo unas cuantas palabras salían de mis labios, mientras me acercaba de aquel lugar. Había sentido ya la presencia de la diosa Atena en aquellos lares. Y sin duda era ya hora de que todo volviese a la normalidad.
Donde ha quedado aquella guerrera...
Mi destino quedaba en medio de aquel pueblo. Donde quedaban los últimos guardianes de aquella diosa. Sabía a lo que me atenía ir hasta hi. Incluso lo había pensado por algunos instantes antes de que todo cambiase. Quería ver con mis propios ojos que pasaba con aquel recipiente que seria usado por una de mis hijas para despertar en esa era.
En aquel lugar se comenzaba a modificar todo el ambiente. El viento se hacia presente comenzando a mover todo en aquel lugar. Incluso el suelo comenzaba a estrepitarse, como si la tierra sucumbiera ante alguna fuerza extraña y anormal. Desde lejos se podía escuchar, como bramidos de toros, que con gran fuerza y estruendo hacían acto de presencia en aquel lugar. El cielo se tornaba de un color dorado, mientras que grandes nubes grisáceas comenzaban a centrarse en aquel lugar. Cada una chocaba con su similar, produciendo con ello una tormenta eléctrica. Los rayos eran más extravagantes de los comunes. El brillo era mas intenso.
El viento chocaba contra todo a su paso. Las ramas de los arboles comenzaban a moverse muy estrepitosamente. Mientras que las ventanas de las casas se abrían y cerraban a la par. Así era como todo comenzaba. Como todo el mundo conocería al dios de dioses. El único que podría decidir quien existiría, e incluso que podría deshacer el espacio con un solo chasquido de sus dedos.
Las nubes comenzaban a crear un agujero en el cielo. Mientras que los rayos comenzaban a centrarse en este alumbrando casi todo el lugar.
Una tormenta se acerca….
Por todos los dioses que es eso…
Nunca se había presentado algo como esto….
Así empezaba mis movimientos. Había demasiado por cual perder. Pero ahora importaba muy poco. Pondría mi fuerza por delante y acabaría con todo lo que se cruzara en mi camino. Así lo había dispuesto antes y así seguiría.
De pronto entre todo aquel alboroto de ramas rotas y hojas esparcidas por todo el lugar y del viento que no dejaba de seguir golpeando con mas fuerza todo lo que se le pusiera enfrente. En el agujero entre las nubes caía rápidamente un gran rayo que alumbro todo el lugar. Este rayo impacto directamente a la tierra, pero en un lugar más específico, en una de las posadas que existían en Roma. Ahí se encontraba Atena.
Mientras caía del cielo hacia aquel lugar una estela de luz me seguía. El techo de aquella posada se fragmento, dejando un gran agujero. En el lugar del impacto el suelo se sumergió varios centímetros. Y todo aquel estuviera ahí hubiese cerrado los ojos por el simple destello de mi cosmos. Me incorpore, viendo todo aquel lugar. ¿Seria acaso alguna reunión de guerreros?, puesto que dos parecían tener el mismo tono de armaduras, incluso parecía como si
ambos quisieran proteger a algo muy preciado.
Mire para todos lados, aun había personas que parecían sorprendidas por mi entrada en aquel lugar. Incluso algunos que otros murmuraban. Pero en si a mi no me importaba. No había llegado para ser la atracción de ellos. Solo quería ver si era cierto todo lo que comentaban. Clave mi mirada en una chica, que al parecer estaba demasiado triste como para poder continuar en aquel lugar. Solamente la mire y algo dentro de mi emergía.
No había palabras por cruzar en ese lugar, solamente quedaba algo por actuar. Así que sin decir más solamente comencé a elevar mi cosmos mientras todo a mí alrededor comenzaba de nueva cuenta a cambiar de color, a un dorado intenso. Y así sin que nadie lo supiera, sobre los pies de aquella dama comenzaba a formarse un círculo arcano, y dentro de este comenzaría a emerger un ataúd, que con sus paredes haría una prisión, donde no se pudiera mover, así quedaría esclavizada ante mi. La transportaría hacia mis recintos, sin que nadie pudiese evitarlo. Al menos eso esperaba.
---------------------------------
Ataque hacia Sophia
AF - Dark Coffin
Uso el efecto secundario de mi ataque bajo la autorizacion de Sophia por no contar ella con defensa, para enviarla hacia mis aposentos como Zeus.
Cosmos=38+8(cetro)=46
OF:
Ataque=5600+700=6300
Después de haber estado breves momentos en el recinto de Lydia. Poco a poco parecía como si todo el mundo comenzara a cambiar constantemente. Sentía poco a poco las vibraciones que emanaban de ciertos cuerpos. Humanos que comenzaban a despertar cada uno sus propios poderes. Dioses que encarnaban en sus recipientes ya predestinado. Era un caos. De poco a poco aparecían los guerreros que habrían de cubrir cada cual, por sus propias convicciones a su dios. El mundo que alguna vez habían conocido los humanos se perdía entre la razón y el olvido. Unos cuantos eran los elegidos para poder cambiar las decisiones que habían girado siempre por los dioses.
Una vez más se repetía el destino. Así como siglos habían pasado antes de la creación de toda vida. Mucho antes de la formación del propio universo. ¡¡GUERRA!!. Por cada guerra entre las divinidades siempre había un resultado. Buscando siempre el propio bienestar. Era un sentir egoísta, pero así se formaban cada uno su propia reputación.
Ahora el destino de nueva cuenta unía a todos para la batalla final. Siempre se habían desatado guerras. Pero esta podría ser más prometedora. Aunque pensándolo bien. Siempre uno era el ausente. Ahora Ares parecía que era el indicado a cambiar todo aquel destino que antes el hombre se había forjado. Aquel dios errante que sin duda era temido por varios de los dioses. Incluso por mí. Aquel que siempre dejaba una estela de muerte y sangre por donde pasaba.
Siempre fue un errante….
Dios sin gloria….
Que ha cambiado….
Solo unas cuantas palabras salían de mis labios, mientras me acercaba de aquel lugar. Había sentido ya la presencia de la diosa Atena en aquellos lares. Y sin duda era ya hora de que todo volviese a la normalidad.
Donde ha quedado aquella guerrera...
Mi destino quedaba en medio de aquel pueblo. Donde quedaban los últimos guardianes de aquella diosa. Sabía a lo que me atenía ir hasta hi. Incluso lo había pensado por algunos instantes antes de que todo cambiase. Quería ver con mis propios ojos que pasaba con aquel recipiente que seria usado por una de mis hijas para despertar en esa era.
En aquel lugar se comenzaba a modificar todo el ambiente. El viento se hacia presente comenzando a mover todo en aquel lugar. Incluso el suelo comenzaba a estrepitarse, como si la tierra sucumbiera ante alguna fuerza extraña y anormal. Desde lejos se podía escuchar, como bramidos de toros, que con gran fuerza y estruendo hacían acto de presencia en aquel lugar. El cielo se tornaba de un color dorado, mientras que grandes nubes grisáceas comenzaban a centrarse en aquel lugar. Cada una chocaba con su similar, produciendo con ello una tormenta eléctrica. Los rayos eran más extravagantes de los comunes. El brillo era mas intenso.
El viento chocaba contra todo a su paso. Las ramas de los arboles comenzaban a moverse muy estrepitosamente. Mientras que las ventanas de las casas se abrían y cerraban a la par. Así era como todo comenzaba. Como todo el mundo conocería al dios de dioses. El único que podría decidir quien existiría, e incluso que podría deshacer el espacio con un solo chasquido de sus dedos.
Las nubes comenzaban a crear un agujero en el cielo. Mientras que los rayos comenzaban a centrarse en este alumbrando casi todo el lugar.
Una tormenta se acerca….
Por todos los dioses que es eso…
Nunca se había presentado algo como esto….
Así empezaba mis movimientos. Había demasiado por cual perder. Pero ahora importaba muy poco. Pondría mi fuerza por delante y acabaría con todo lo que se cruzara en mi camino. Así lo había dispuesto antes y así seguiría.
De pronto entre todo aquel alboroto de ramas rotas y hojas esparcidas por todo el lugar y del viento que no dejaba de seguir golpeando con mas fuerza todo lo que se le pusiera enfrente. En el agujero entre las nubes caía rápidamente un gran rayo que alumbro todo el lugar. Este rayo impacto directamente a la tierra, pero en un lugar más específico, en una de las posadas que existían en Roma. Ahí se encontraba Atena.
Mientras caía del cielo hacia aquel lugar una estela de luz me seguía. El techo de aquella posada se fragmento, dejando un gran agujero. En el lugar del impacto el suelo se sumergió varios centímetros. Y todo aquel estuviera ahí hubiese cerrado los ojos por el simple destello de mi cosmos. Me incorpore, viendo todo aquel lugar. ¿Seria acaso alguna reunión de guerreros?, puesto que dos parecían tener el mismo tono de armaduras, incluso parecía como si
ambos quisieran proteger a algo muy preciado.
Mire para todos lados, aun había personas que parecían sorprendidas por mi entrada en aquel lugar. Incluso algunos que otros murmuraban. Pero en si a mi no me importaba. No había llegado para ser la atracción de ellos. Solo quería ver si era cierto todo lo que comentaban. Clave mi mirada en una chica, que al parecer estaba demasiado triste como para poder continuar en aquel lugar. Solamente la mire y algo dentro de mi emergía.
No había palabras por cruzar en ese lugar, solamente quedaba algo por actuar. Así que sin decir más solamente comencé a elevar mi cosmos mientras todo a mí alrededor comenzaba de nueva cuenta a cambiar de color, a un dorado intenso. Y así sin que nadie lo supiera, sobre los pies de aquella dama comenzaba a formarse un círculo arcano, y dentro de este comenzaría a emerger un ataúd, que con sus paredes haría una prisión, donde no se pudiera mover, así quedaría esclavizada ante mi. La transportaría hacia mis recintos, sin que nadie pudiese evitarlo. Al menos eso esperaba.
---------------------------------
Ataque hacia Sophia
AF - Dark Coffin
- Spoiler:
- (Onrol - Si tu cosmo pasa los 45 podrás enviar a tu
enemigo permanentemente a otra dimensión que tu elijas dentro del foro.
No podrá volver al lugar en donde se enfrentaban. Si tu cosmo pasa los
40 al utilizar esta técnica, quien la reciba de tu mismo rango deberá
descontarse -3 de bonus de defensa permanentemente. Si es de menor
rango, deberá descontarse -6.
Uso el efecto secundario de mi ataque bajo la autorizacion de Sophia por no contar ella con defensa, para enviarla hacia mis aposentos como Zeus.
Cosmos=38+8(cetro)=46
OF:
Ataque=5600+700=6300
Última edición por Mauritius el Lun Ene 09, 2012 2:09 am, editado 6 veces
Mauritius- Dios/a
- Reino : Olimpo
Templo del Trueno
Ataques :
AD - Crucificacion Sangrienta (4400)
AM - Circus Flame (5250)
AF - Dark Coffin (5950)
AF - Estrella de Muerte[i] (5950)
Defensa :
Lightning Shield
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
El miembro 'Mauritius' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Ataque fuerte' : 9
--------------------------------
#2 'Cosmos' : 38
#1 'Ataque fuerte' : 9
--------------------------------
#2 'Cosmos' : 38
Dados- Admin
- Cantidad de envíos : 24794
Re: [Villa Rodorio] - Posada
Justo en el instante en que la energía emitida por el Dios supremo de los cielos amenazaba con encerrar a la muchacha dentro de ese sarcófago, el medallón plateado que ésta portaba comenzó a emitir una potente luz blanca, brillando de tal manera que parecía que tuviese vida propia, incluso elevándose por los cielos a una altura superior que de la misma mujer en cuestión.
El ataúd se cerró, pero antes de que pudiera capturarla por completo, un potente destello de energía blanca encegueció por todas partes la visión de los involucrados, sin poder ser claro si había o no atrapado a la muchacha con aquella técnica tan misteriosa.
El humo fue lo siguiente que predominó en el ambiente, ocultando la perspectiva de la ubicación de Sophia. Los aldeanos que aún estaban por ahí corrieron o sino simplemente se limitaron a mirar atónitos cómo todo se estaba volviendo cada vez más raro y extraño.
Lentamente el escándalo fue cesándose una vez que los segundos pasaron, dejando ver poco a poco qué era lo que había sucedido con la de los cabellos rojos. Lo primero fue que un par de pies acompañaba a la muchacha, mientras que el humo continuaba desapareciendo y con ello, se podía apreciar que la persona a su lado no sólo estaba cubriéndole con uno de sus brazos levemente flexionado ante su rostro, a modo de escudo, sino que además se podía notar que portaba una armadura… aunque un tanto diferente a las portadas por los caballeros allí presentes. Seguramente para los que allí estaban sería raro verlo a él en ese minuto, considerando todo lo ocurrido hacía escazos segundos atrás… y más todavía, si es que podían hacer memoria de a quién pertenecía esa armadura para ser más exactos. Y es que el propietario de dicha Kamei, no se podía considerar precisamente un aliado para lo que era la orden de santos de Atenea…
No obstante su portador, paradójicamente, sí que podía tomarse como un fiel defensor de la que estaba siendo atacada. Quizás no era el más indicado para proteger la paz, y era muy poco probable que le interesase la orden de los 12 sagrados guerreros dorados, pero cualquiera que lo conociera podría afirmar con certeza, que sí estaba preocupado en la mujer que estaba predestinada a transformarse en la legendaria diosa de la sabiduría y la guerra inteligente: Sophia.
Un juego muy curioso del destino. En eso se podía definir lo que se veía una vez pasado todo el humo del impacto del poder de Zeus estrellándose contra el brazo del joven. No cabía duda que verlo a él portando esa Kamei y utilizarla para defenderla a ella, era algo que hacía siglos atrás nunca hubiese sido posible de prever ni mucho menos creer. Pero los hechos decían otra cosa y ahí estaba el hijo del difunto Emperador romano, con su brazo sangrante y los ojos cerrados, como si no le importase en lo más mínimo el daño que presentaba en su extremidad. Curiosamente la armadura que portaba no parecía sufrir ningún tipo de daño, siendo visible que el hombre de los cabellos negros sangrase únicamente porque de su mano chorreaba sangre, así como también por un costado de su frente.
Estaba muy cambiado. Su piel era mucho más pálida que de costumbre y sus facciones se mostraban más oscuras, tanto como las ojeras en sus mejillas que destacaban en exceso, así como también la potente y fría mirada que soltaba sin destino fijo, una vez que se decidió a abrir los ojos para mirar a Sophia, ya pasado todo el alboroto.
Solomon… no está muerto. – Declaró con una seriedad poco habitual en él, al menos para con la de los cabellos rojos. – Lamento haberte hecho creer lo contrario.
Bajo su brazo y lo observó por unos segundos. Aún envuelto en dichas prendas celestiales podía sufrir daños, aunque no era algo que le preocupase, sino que más bien le causaba una curiosidad enorme. Luego de un par de segundos así, volvió su cabeza al frente a donde estaba el rostro de Sophia.
¿Estás bien?.
Preguntó como siempre lo hacía, siempre que volvía a verla después de estar separados. La diferencia es que ahora su entonación era una extraña mezcla de frialdad y preocupación sincera, la cual no permitía dilucidar si realmente estaba preocupado o no, puesto se dejaba ver muy tranquilo. Su rostro contribuía mucho a amplificar dicha sensación, puesto que le permitía el expresar lo que pasaba por su interior, manteniendo al joven en un continuo estado de indiferencia. Sólo en sus ojos, y si se miraba de cerca y con mucho cuidado, podía verse el interés que presentaba en ella.
No le prestó atención a nadie más, ignorando por completo tanto al sujeto que estaba atacando como a los tres santos dorados ubicados en distintas locaciones. Su prioridad era comprobar si ella estaba bien, y luego, ya podría continuar con lo demás. Ahora que podía diferenciar las energías no era ajeno al tremendo poder que portaban cada uno de los presentes, especialmente el rubio, que por algún motivo le provocaba el mismo malestar interior que había sufrido cuando estuvo junto a Solomon. Sin embargo ya tendría tiempo para él, seguramente más del que deseaba.
---------------------------------------------
HP: 28000 - 6300 = 21700.
Efectos anulados por portar el Kho, por lo tanto, puedo mantenerme en Rodorio sin ningún problema.
El ataúd se cerró, pero antes de que pudiera capturarla por completo, un potente destello de energía blanca encegueció por todas partes la visión de los involucrados, sin poder ser claro si había o no atrapado a la muchacha con aquella técnica tan misteriosa.
El humo fue lo siguiente que predominó en el ambiente, ocultando la perspectiva de la ubicación de Sophia. Los aldeanos que aún estaban por ahí corrieron o sino simplemente se limitaron a mirar atónitos cómo todo se estaba volviendo cada vez más raro y extraño.
Lentamente el escándalo fue cesándose una vez que los segundos pasaron, dejando ver poco a poco qué era lo que había sucedido con la de los cabellos rojos. Lo primero fue que un par de pies acompañaba a la muchacha, mientras que el humo continuaba desapareciendo y con ello, se podía apreciar que la persona a su lado no sólo estaba cubriéndole con uno de sus brazos levemente flexionado ante su rostro, a modo de escudo, sino que además se podía notar que portaba una armadura… aunque un tanto diferente a las portadas por los caballeros allí presentes. Seguramente para los que allí estaban sería raro verlo a él en ese minuto, considerando todo lo ocurrido hacía escazos segundos atrás… y más todavía, si es que podían hacer memoria de a quién pertenecía esa armadura para ser más exactos. Y es que el propietario de dicha Kamei, no se podía considerar precisamente un aliado para lo que era la orden de santos de Atenea…
No obstante su portador, paradójicamente, sí que podía tomarse como un fiel defensor de la que estaba siendo atacada. Quizás no era el más indicado para proteger la paz, y era muy poco probable que le interesase la orden de los 12 sagrados guerreros dorados, pero cualquiera que lo conociera podría afirmar con certeza, que sí estaba preocupado en la mujer que estaba predestinada a transformarse en la legendaria diosa de la sabiduría y la guerra inteligente: Sophia.
Un juego muy curioso del destino. En eso se podía definir lo que se veía una vez pasado todo el humo del impacto del poder de Zeus estrellándose contra el brazo del joven. No cabía duda que verlo a él portando esa Kamei y utilizarla para defenderla a ella, era algo que hacía siglos atrás nunca hubiese sido posible de prever ni mucho menos creer. Pero los hechos decían otra cosa y ahí estaba el hijo del difunto Emperador romano, con su brazo sangrante y los ojos cerrados, como si no le importase en lo más mínimo el daño que presentaba en su extremidad. Curiosamente la armadura que portaba no parecía sufrir ningún tipo de daño, siendo visible que el hombre de los cabellos negros sangrase únicamente porque de su mano chorreaba sangre, así como también por un costado de su frente.
Estaba muy cambiado. Su piel era mucho más pálida que de costumbre y sus facciones se mostraban más oscuras, tanto como las ojeras en sus mejillas que destacaban en exceso, así como también la potente y fría mirada que soltaba sin destino fijo, una vez que se decidió a abrir los ojos para mirar a Sophia, ya pasado todo el alboroto.
Solomon… no está muerto. – Declaró con una seriedad poco habitual en él, al menos para con la de los cabellos rojos. – Lamento haberte hecho creer lo contrario.
Bajo su brazo y lo observó por unos segundos. Aún envuelto en dichas prendas celestiales podía sufrir daños, aunque no era algo que le preocupase, sino que más bien le causaba una curiosidad enorme. Luego de un par de segundos así, volvió su cabeza al frente a donde estaba el rostro de Sophia.
¿Estás bien?.
Preguntó como siempre lo hacía, siempre que volvía a verla después de estar separados. La diferencia es que ahora su entonación era una extraña mezcla de frialdad y preocupación sincera, la cual no permitía dilucidar si realmente estaba preocupado o no, puesto se dejaba ver muy tranquilo. Su rostro contribuía mucho a amplificar dicha sensación, puesto que le permitía el expresar lo que pasaba por su interior, manteniendo al joven en un continuo estado de indiferencia. Sólo en sus ojos, y si se miraba de cerca y con mucho cuidado, podía verse el interés que presentaba en ella.
No le prestó atención a nadie más, ignorando por completo tanto al sujeto que estaba atacando como a los tres santos dorados ubicados en distintas locaciones. Su prioridad era comprobar si ella estaba bien, y luego, ya podría continuar con lo demás. Ahora que podía diferenciar las energías no era ajeno al tremendo poder que portaban cada uno de los presentes, especialmente el rubio, que por algún motivo le provocaba el mismo malestar interior que había sufrido cuando estuvo junto a Solomon. Sin embargo ya tendría tiempo para él, seguramente más del que deseaba.
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Última edición por Vergilius el Mar Ene 10, 2012 6:48 pm, editado 1 vez
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Todo a su alrededor giraba con una rapidez mucho mayor de la que hubiese querido admitir. La angustia, el dolor, la incertidumbre, la tristeza… eran sentimientos que colisionaban con fuerza dentro de su pecho, encontrados por la duda en las palabras que el señor Edward le había comunicado. Kardia continuaba ahí sentado comiendo como si nada, pero incluso así Sophia tuvo la impresión de que de alguna manera él también era parte del asunto en cuestión.
Bajó la mirada y cerró los ojos con fuerza intentando no vislumbrar nada más que oscuridad, buscando desesperadamente un sitio donde esconderse aunque fuera en su mente, intentando evitar aquellos ojos dulces pero severos frente a ella. La mirada de Edward era profunda y había en ella determinación y urgencia por llevarla a un lugar seguro, pero Sophia no pudo evitar también sentir que había algo de tristeza por estarle despojando de la vida común y ordinaria que hasta ese minuto había llevado.
- No tiene que sufrir… entiendo que es su deber intentar protegerme. – Susurró Sophia casi ahogándose pues sentía que le faltaba la voz. – Pero yo no tengo la fuerza para proteger a nadie si hay una guerra.
Apretó su puño con dicha confesión y terminó por bajar el rostro. Su pecho se hundía mientras que su cuerpo tiritaba, no por miedo, sino por la frustración de verse tan limitada en su propia condición.
Muchas veces deseó ser un hombre en las tardes de invierno mientras que desde su habitación observaba como la lluvia cubría el Valle Dulce. Veía a Fye salir en la carroza de la Villa seguido por un sequito de guardias para ir a Roma. A veces la llevaba, pero Sophia era tan torpe con los eventos sociales que siempre alguien intentaba aprovecharse de eso. Su dulzura natural no le permitía ver en el nido de serpientes en que se metía y muchas veces aquello le trajo humillaciones no sólo hacia ella, sino que tambien a Fye.
Durante los años en que Vergilius estuvo en la guerra, Sophia podía atender alguna de esas festividades de Diva y verse envuelta a su alrededor de los actos de depravación más grandes, shows en los cuales esclavos desnudos bailaban uno sobre el otro. Sus mejillas se ponían rojas como tomates y miraba a otro lugar, lo cual traía la risa de más de una persona. No siempre Fye estaba ahí para protegerla, al contrario, al encontrarse en ese tipo de situaciones con Samantha y Richard ellos se burlaban de su falta de conocimiento de la vida (como primos, sin malicia, no con la intensión de hacerla sufrir por ello). Más de una vez Samantha le había explicado cómo se divertía una mujer Romana, pero Sophia consideraba todo aquello como inmoral y una vergüenza a la familia. Por lo cual, sabía que cada vez que estuviese en Roma sólo pasaría malos ratos, malos momentos, vergüenzas, humillaciones… Más de una vez algun hombre la había intentado seducir y por su forma tan inocente de ser ni si quiera se había dado cuenta y era Fye quien la tenía que sacar de situacion así.
De esa forma, en los días de lluvia en que no tenía nada que hacer y Fye iba a Roma por algún motivo, ella sabía que habría sido diferente de ser hombre. Hubiese podido andar a caballo bajo la lluvia, o portar una espada, una lanza, un arco e acompañar a Vergilius a la guerra. Así no hubiese tenido que estar sola por tanto tiempo esperando su regreso. Muchas de esos días miraba todo con una sonrisa, entendiendo que ese sufrimiento hacía que sus sentimientos por Vergilius fueran mucho más reales y duraderos.
En esos momentos de soledad, su única compañía era Gelum, quien en silencio la acompañaba, o ponía su cabeza en su regazo esperando que Sophia le peinara el cabello con los dedos. En la soledad de ambos hermanos, habían encontrado ser todo el uno para el otro, por lo cual Sophia en ese momento no podía de dejar de pensar en él y como le hubiese gustado ser más fuerte para proteger a su hermano menor.
Sin embargo una voz conocida la sacó de la oscuridad de su mente. Abrió los ojos y pudo ver aquel cabello azul tan familiar con la que había crecido. Lo que sintió fue una mezcla entre sorpresa y alivio.
- ¿Aspros? – Era sorpresa sin duda. De todas las personas con las que Sophia se podría haber encontrado Aspros era la última que pensó ver en un lugar tan lejos de casa. - ¿En verdad eres tú, primo?
El padre de Sophia venía de una familia rica de comerciantes, una de las familias más pudientes de toda Roma. Por ello, el padre de Vergilius había casado a su hermana menor, Flavia, con un miembro de dicho clan a una edad temprana. Tener un aliado económico así de fuerte era importante para alguien que se había empecinado en conquistar el mundo. Los soldados comen, los soldados necesitan armas, y más importante aún, los soldados peleaban por dinero. Nadie en Roma peleaba sólo por amor al arte… era siempre importante tener un caudal de oro constante para poder pagar las empresas en las cuales se conducían. Era de público conocimiento que el que tuviera dinero, conquistaría Roma, ya fuese por amor o fuerza. Por ello, había dejado entrar a su familia a ese hombre de dicho clan que habitaba la Villa de Cambre, pudiendo ellos también adoptar el nombre Juliai.
El matrimonio de Flavia Juliai a los 12 años con el padre de Sophia había traído una alianza poderosa, y más miembros a la línea del cesar. Aunque no eran realmente Juliai, eran parientes por afiliación. Pero entre Sophia y Aspros si había una línea sanguínea que los uniera, puesto que sus padres eran hermanos. Para ser más exactos, el hermano mayor de su padre había casado a su hermano menor con la madre de Sophia.
La chica creía que su madre había encontrado amor y felicidad con él. De hecho, como regalo de bodas el Cesar les había regalado la Villa del Valle Dulce, la cual la familia de su padre había acomodado al gusto y antojo de los recién casados.
El primero en nacer de esa unión a los 13 años de Flavia fue Fye, luego Sophia y por ultimo Gelum. Pero al ser Flavia una mujer tan joven, después del parto de Sophia los médicos le habían dicho que no podría tener más hijos pues desde esa vez había quedado muy debilitada, el parto de Gelum terminó por matarla. Sólo años después de eso, falleció el padre de Sophia… tan parecido a Gelum. Ella siempre pensó que había sido porque extrañaba a su madre, Flavia. Por ello Fye había tenido que hacerse cargo del clan que por ahora se veía alejado de la familia Juliai al ser hijos de una de las hermanas del Cesar, hijos de menor importancia considerando que los que posibles sucesores en caso de la muerte de Vergilius y Octavius, eran Solomon y Richard, ambos hijos de un hombre Juliai.
El año en que Sophia nació, solo meses antes, nacieron Defteros y Aspros. Por ello, los niños habían compartido gran parte de su infancia juntos por ser de la misma edad. De hecho Sophia recordaba más de un verano haberlo pasado completo en la Villa cambre con los dos gemelos. Recordaba la forma en que terminaban la frase uno del otro, la forma en que jugaban con todos a su alrededor confundiéndose, incluso la forma graciosa en que las personas no sabían diferenciarlos. Sophia los admiraba y recordaba esos años de infancia entre ellos con mucho cariño, antes de que por algún motivo, al crecer, los gemelos se fueran distanciando.
Era lógico, las leyes romanas sólo favorecían al miembro mayor de una familia, al "primogenito" que luego pasaba a ser Pater de esa familia. Al ser dos miembros los nacidos al mismo tiempo, se debía privilegiar a uno sobre el otro.
Aspros creció con todo los honores de ser el sucesor del imperio económico de su padre, que para entonces había sido electo senador. Defteros tuvo que mirar como su hermano crecía en poder en Roma y en favoritismo de parte de su padre. Cuando un día escuchó a Aspros llamar a Defteros “segundo” supo lo mal que seguramente estarían las cosas entre ellos.
Sin embargo esos roces y fricciones nunca se habían interpuesto en el amor que Sophia sentía por ambos. Eran parte de su familia, eran de su sangre. Su corazón se sintió aliviado y los deseos por abrazar a Aspros y buscar protección en él la inundaron.
- No sabes lo feliz que me hace verte… - Sonrió con melancolía a punto de saltar a sus brazos para sujetarse a él con su vida, Aspros sabría qué hacer. Él era el inteligente de su familia. Muchas veces, los libros que ella misma había leído eran regalos de su primo o un intento de intentar igualarlo en ingenio… pero nunca se había acercado a su inteligencia. Aspros era astuto, locuaz y brillante. – Fye… Fye… - Intentó decir, calmándose. – Fye ha desaparecido. Atacaron la Villa… todo destruido… todo… ruinas… fuego… muerte…. – No podía articular una oración pero la idea era entendible. – Debo encontrarlo… - Se secó las lágrimas con las manos. – Mi hermano… - Se le trababan las palabras en la garganta por lo apretada que se encontraba. – ¡Ayúdame!
Si Aspros le hubiese ordenado ir con él, ella hubiese tenido que ir con él. Aspros era un miembro de su familia y si Fye hubiese de verdad muerto, y con Solomon muerto… y Octavius muerto… uno de los hombres de su familia sería ahora su pater y entre ellos estaba Aspros y Vergilius. Le debía completo respeto a su primo. Debía ir donde fuera que la llevara. Eran las reglas Romanas y sin reglas en una sociedad como Roma todo se habría derrumbado. Lamentablemente, no quería ser grosera con Edward, pero debía seguir a Aspros, tenía mucho que hablar con él, tenía que suplicarle que la ayudara a buscar a Fye, a Gelum, volver a Roma, reconstruir la Villa en el Valle.
No quería ir con Edward en el fondo de su corazón. Por mucho que le hubiese agradado la compañía del hombre, no quería ver en él el mismo sufrimiento que había visto en todos aquellos que la habían rodeado hasta entonces. Aun recordaba el rostro de su hermano mientras gotas de sangre caían por su frente y se veía como el humo se levantaba por su espalda al haber detenido a Vergilius. Había bloqueado aquella escena de su mente… había intentado olvidarla por completo. Pero ese lugar, esas personas, hacían que todo dentro de ella se sintiera confuso.
- Lo siento, señor Edward. – Dio un paso acercándose a Aspros. – Me gustaría poder ser la persona que está buscando. Pero por lo mismo, creo que debe entender que también hay alguien importante para mí que está en peligro, y debo buscarlo. Familia, deber, honor. Es eso en lo que creo. – Dijo Sophia poniendo una de sus manos sobre el brazo de su primo – Siempre mi familia debe ser primero. No puedo ir al Santuario con usted, debo buscar a mi hermano. No importa lo que pase conmigo.
Fue entonces que algo extraño ocurrió como si en medio de esa noche una tormenta se hubiese desatado. Las ventanas de la posada se abrieron con fuerza y comenzaron a golpear contra la pared la una con la otra. Las personas se pararon de sus asientos comprendiendo que algo anormal estaba ocurriendo. No era poco común que cosas así pasaran en una villa a los pies de un campo de batalla como lo era el santuario.
- ¿Qué está sucediendo? – Preguntó Sophia intentando protegerse el rostro del viento arremolinado que entraba con un brazo. Incluso ella podía sentir que ese cambio tan repentino en el clima no era algo normal.
De pronto todo comenzó a temblar, a fraccionarse, el techo se abrió y voló por los aires. Las personas comenzaron a correr horrorizados pero ella no, inmóvil con los ojos ampliamente abiertos se sujetó del brazo de Aspros sin saber que estaba pasando a su alrededor.
Una estela de luz brillante cayó entonces desde el cielo. Se podía escuchar el retumbar de los truenos en el cielo mientras que los escombros del techo se abrían paso por toda la ciudad. Una figura comenzó a descender desde el cielo, un hombre de cabellera rubia y ojos fríos.
- ¿Ma… Mauritius? – Miró a Aspros confundida, preguntándose si esto tenía algo que ver con él y la rencilla entre ambos medios hermanos.
¿Qué diablos sucedía en esa Villa? ¿Qué sucedía con ella? Primero Vergilius podía utilizar esos horribles poderes. Gelum podía congelar todo a su paso. Solomon y sus ojos demoniacos. Octavius y esa habilidad de flotar en el aire. ¿Es que los dioses habían maldito a su familia? ¿Era acaso lo que decía Edward verdad y una guerra se estaba acercando? ¿Estaba en peligro? ¿Era ella de verdad Athena?
Pero no tuvo tiempo para actuar ni decir nada más, una brillante energía dorada comenzó a cubrir a Mauritius haciendo que Sophia sintiera una presión en su cuerpo que nunca antes había sentido. Una gota de sangre cayó por su labio, haciéndola toser. Su cuerpo humano no podía resistir semejante energía y lo estaba evidenciando en ese momento.
- De… detente… - Susurró con la garganta apretada por la falta de aire en sus pulmones. Miró hacia sus pies, y notó la forma en que un círculo extraño se formaba y un cajón de madera aparecería.
Pero su cuerpo pareció relajarse entonces, como si ese peso hubiese sido removido cuando sintió que el collar que Vergilius le había regalado empezaba a tirarle el cuello, flotando frente a ella. Se sentía extraño, su cuerpo se había liberado de aquella presión pero la sensación era remplazada por un escalofrío sin precedente que hacía que se le pusiera la piel de gallina. Un miedo casi ancestral que despertaba en ella, haciéndola sentir más que paralizada, ansiosa, voces susurrando en su oído palabras en idiomas que habían perdido cualquier significado para ese entonces.
La luz la encegueció por un momento, pero luego notó que frente a ella había alguien ajeno a ese lugar, portando una armadura oscura sobre su cuerpo. Se veía que había detenido fuera lo que fuera que estaba amenazando con dañarla. Notó que se había lastimado el brazo al ver una gotas de sangre cayendo al suelo, pero cuando éste se volteó se dio cuenta que era Vergilius el que estaba usando esa armadura. La imagen la dejó sin palabras… y entendió muchas cosas que antes se había negado a creer… si. Su familia… no era normal. Todo el asunto más que aliviarla o hacerla feliz, le revolvió el estómago.
- ¿Por qué? – Preguntó temblorosa. - ¿Por qué todos se esmeran tanto en protegerme? ¿Tan débil soy? – Su cejas temblaron mientras miraba a un costado.
Ni si quiera había procesado la idea de que Solomon estuviese vivo aun cuando de pronto, la oscuridad la rodeó completamente y ya no supo más de ese lugar.
______
OFFROL
Vergilius Gracias por defenderme =) No me salieron los dados para sanarte esa herida… Sorry!
Lamentablemente, al haber fracasado tu defensa, al no haber podido parar el ataque dirigido a Sophia, ella debe caer en el efecto. No sería justo de otra manera. A Mauritius le salieron los dados y a Sophia no. En todo caso agradezco tu esfuerzo por hacer algo al respecto. Espero que puedas sanarte el brazo de alguna forma xD
______
OFFROL 2
- Spoiler:
- Quiero con este rol demostrar que Sophia tiene graves dudas en su corazón. Esto no se debe a la naturaleza de este personaje, pues en lo general Sophia aunque es despistada e inocente tiene gran voluntad y fuerza interior. Pero hay que ser consecuente con la línea de rol y los hechos acontecidos con Vergilius en la montaña le rompieron la confianza en sí misma y en todo lo que la rodea.
Esto quedo muy claro cuando se roleamos dicha parte de la historia pero quiero dejarlo presente, pues aunque la naturaleza de Sophia sea creer en todas las personas, tener fe y fortaleza, hacer lo que debe hacerse, el rechazo de Vergilius en ese punto de la historia destruyó eso. Quienes hayan leído ese post deben recordarlo bien. Por lo cual, Sophia teme nunca estar a la altura de nada. Bueno, al menos espero que se entienda así por el post que acabo de realizar.
En segundo lado, hacer mención que Sophia ama a su familia en primer lugar y como no ha tomado consciencia de ser Athena aun, para ella su familia estará primero antes de su “deber” como diosa de la guerra (que aun no entiende completamente que lo sea, una carga además que no quiere llevar por ahora).
Última edición por Sophia el Miér Ene 11, 2012 6:50 am, editado 1 vez
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
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Re: [Villa Rodorio] - Posada
Sabia que seria muy dificil hacerle creer todo lo que yo le decia a Athena, ella habia quedado muy apegada a su vida mortal y no se separaria de ella tan facilmente, pero dudar solo nos hacia estar mas en peligro a que en cualquier momento pudieramos ser atacados. Ella tenia dudas, pero no queria terminar de creer lo que ya era evidente. Habia visto a su hermano cambiar, a muchas personas conocidas hacer cosas impropias de un humano, pero aun asi, ella no lo aceptaba, y por ella cerraba mi mano y me suplicaba entre llantos que no la llevara con ella.
Se me partia el alma verla sufrir de aquella manera, pero yo sabia lo que tenia que hacer desde un primer momento. Ella sufriria, pero con el tiempo se daria cuenta que lo mejor era seguirme al santuario como yo le decia, sino lo hacia, ella veria precisamente lo que no queria ver mas, muerte. La muerte seguiria rondandole a menos que Athena despertase.
Señorita.. sino viene conmigo no solo usted estara en peligro, sino todo lo que le rodea tambien. Debe hacerse fuerte y enfrentar al destino. Usted puede hacer mucho mas de lo que piensa. Si no hace nada, todos moriremos. Usted tiene el poder para proteger a su familia y el mundo entero. Creo que ya se habra tenido que dar cuenta que no es como los demas..
Intentaba converncerla por palabras, no queria usar la fuerza, pero antes de que pudiera seguir conveciendola otra persona aparecio. Alguien que al parecer me despreciaba por como pude entender sus palabras, lo observer detenidamente mientras se interponia entre Athena y yo.
Podia notarlo, el era como yo, entonces no comprendia como podia estar tan tranquilo sabiendo que ella estaba en peligro, no habia tiempo para tomar nada, el enemigo podia aparecer en cualquier momento. Aun asi el vio mas importante pararse a hablar e insultar a uno de sus compañeros. No comprendia lo que decia de no saber tratar a una mujer, sus palabras estaban infundadas.
Recordaba aquella vez que tuve que dejar a Seiren sola, pero si no lo hubiera hecho, ahora mismo Athena estaria muerta por que nadie excepto Gelum se presento alli para salvarla. Pero si me reputacion tenia que caer con tal de que Athena siguiera vida, lo aceptaria encantado.
¿Cuanto mas vas a dejar que ella continue en peligro? Sabes tan bien como yo quien es ella, y donde esta el unico lugar para que este a salvo hasta que nuestra diosa despierte.
Esperaba que ese caballero de melena azul reaccionara de una vez, si nos dedicaramos a unir nuestras fuerzas en vez de discutir entre nosotros ya estariamos un paso por delante del enemigo.
Y entonces ocurrio, lo que esperaba Edward que podia pasar. Una tormenta comenzo a caer, algo se aproximaba, algo muy poderoso. Mire mi mano donde se empezo a producir pequeñas corrientes electricas. Despues de practicar mi ultima tecnica habia aprendido a notar las corrientes electricas a mi alrededor, y una muy grande se acercaba, era tan enorme que mi priopio poder reaccionaba.
La puerta de la posada y un hombre rubio aparecio, su poder era grandisimo, no menciono nada, solo creo un portal bajo Athena y un ataud comenzo a cerrarse. Pero antes de que lo hiciera otra persona mas aparecio. Ironicamente, el mismo que intento matarla, ahora intentaba defenderla, pero fue inutil, ella termino encerrada y desaparecio del lugar incluso a costa de las heridas en el brazo del segundo que llego.
Todos los alli presentes tenian un gran poder, y Sophia ahora no estaba. Alli delante tenia al rubio que la habia secuestrado, a el amor de Sophia que intento matarla, y a otro caballero que no compartia mis pesamiento. Recorde las palabras de este ultimo, que no sabia tratar a una mujer, y ahora por su irresponsabilidad de no llevarnosla de alli pues Athena habia terminado secuestrada.
¿Lo entiendes ahora? Debemos dejar de una vez las dudas, ahora tenemos que salvar a Athena y llevarla al santuario, reaccione caballero , ambos tenemos que velar por Athena, no disputar por ella. Crees que a mi me gustaba obligarla.. pero no tenemos otra opcion, mira lo que ha ocurrido.
El no queria discutir con el, sino todo lo contrario, queria cooperar con el peliazul. Ironicamente Sagitario y Geminis debian de unir fuerzas por su diosa. Mire en direccion al rubio que se habia llevado a Sophia, di unos pasos hacia ella, fuera como fuese le sacaria donde estaba ella.
¿Donde te la has llevado? Contesta..
Se me partia el alma verla sufrir de aquella manera, pero yo sabia lo que tenia que hacer desde un primer momento. Ella sufriria, pero con el tiempo se daria cuenta que lo mejor era seguirme al santuario como yo le decia, sino lo hacia, ella veria precisamente lo que no queria ver mas, muerte. La muerte seguiria rondandole a menos que Athena despertase.
Señorita.. sino viene conmigo no solo usted estara en peligro, sino todo lo que le rodea tambien. Debe hacerse fuerte y enfrentar al destino. Usted puede hacer mucho mas de lo que piensa. Si no hace nada, todos moriremos. Usted tiene el poder para proteger a su familia y el mundo entero. Creo que ya se habra tenido que dar cuenta que no es como los demas..
Intentaba converncerla por palabras, no queria usar la fuerza, pero antes de que pudiera seguir conveciendola otra persona aparecio. Alguien que al parecer me despreciaba por como pude entender sus palabras, lo observer detenidamente mientras se interponia entre Athena y yo.
Podia notarlo, el era como yo, entonces no comprendia como podia estar tan tranquilo sabiendo que ella estaba en peligro, no habia tiempo para tomar nada, el enemigo podia aparecer en cualquier momento. Aun asi el vio mas importante pararse a hablar e insultar a uno de sus compañeros. No comprendia lo que decia de no saber tratar a una mujer, sus palabras estaban infundadas.
Recordaba aquella vez que tuve que dejar a Seiren sola, pero si no lo hubiera hecho, ahora mismo Athena estaria muerta por que nadie excepto Gelum se presento alli para salvarla. Pero si me reputacion tenia que caer con tal de que Athena siguiera vida, lo aceptaria encantado.
¿Cuanto mas vas a dejar que ella continue en peligro? Sabes tan bien como yo quien es ella, y donde esta el unico lugar para que este a salvo hasta que nuestra diosa despierte.
Esperaba que ese caballero de melena azul reaccionara de una vez, si nos dedicaramos a unir nuestras fuerzas en vez de discutir entre nosotros ya estariamos un paso por delante del enemigo.
Y entonces ocurrio, lo que esperaba Edward que podia pasar. Una tormenta comenzo a caer, algo se aproximaba, algo muy poderoso. Mire mi mano donde se empezo a producir pequeñas corrientes electricas. Despues de practicar mi ultima tecnica habia aprendido a notar las corrientes electricas a mi alrededor, y una muy grande se acercaba, era tan enorme que mi priopio poder reaccionaba.
La puerta de la posada y un hombre rubio aparecio, su poder era grandisimo, no menciono nada, solo creo un portal bajo Athena y un ataud comenzo a cerrarse. Pero antes de que lo hiciera otra persona mas aparecio. Ironicamente, el mismo que intento matarla, ahora intentaba defenderla, pero fue inutil, ella termino encerrada y desaparecio del lugar incluso a costa de las heridas en el brazo del segundo que llego.
Todos los alli presentes tenian un gran poder, y Sophia ahora no estaba. Alli delante tenia al rubio que la habia secuestrado, a el amor de Sophia que intento matarla, y a otro caballero que no compartia mis pesamiento. Recorde las palabras de este ultimo, que no sabia tratar a una mujer, y ahora por su irresponsabilidad de no llevarnosla de alli pues Athena habia terminado secuestrada.
¿Lo entiendes ahora? Debemos dejar de una vez las dudas, ahora tenemos que salvar a Athena y llevarla al santuario, reaccione caballero , ambos tenemos que velar por Athena, no disputar por ella. Crees que a mi me gustaba obligarla.. pero no tenemos otra opcion, mira lo que ha ocurrido.
El no queria discutir con el, sino todo lo contrario, queria cooperar con el peliazul. Ironicamente Sagitario y Geminis debian de unir fuerzas por su diosa. Mire en direccion al rubio que se habia llevado a Sophia, di unos pasos hacia ella, fuera como fuese le sacaria donde estaba ella.
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