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Camino a Tarraconense
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Camino a Tarraconense
Las horas transcurrían y el viento se estaba haciendo más frio en aquel sendero. La noche estaba en su mayor apogeo por lo que el general reducía que por entre las doces de la noche y una de la madrugaba iba transcurriendo el tiempo. Los caballos estaban ya cansados por tan mezquino manejo por parte del jinete y las inclemencias del tiempo como el destrozado camino. Por lo que sin tanto pensarlo el rubio exiliado decidió detener el carruaje y así alzar una pequeña tienda de campaña para que su dama durmiera tranquilamente mientras el trasnochara haciendo guardia.
Bajando de la carreta Lestat se dirigía a la parte de atrás de aquel cajón para así sacar una lona y comenzar a alzar la tienda. Cuando éste termino se dirigió a la puerta y la abrió cargando a Larissa y diciéndole con mesura:
Te dejaría dormir en el carruaje mí amor pero es demasiado estrecha y dormirías un poco incomoda, además es demasiado peso que carga sólo dos caballos, así que dormirás en la tienda hay suficientes cobijas para que no pases frio, el fuego ya esta establecido ¿Tienes hambre?…
Dicho eso la bajó de entre sus brazos para así caminar lentamente a la fogata y sentarse… su postura curva lo decía todo: Lestat estaba derrumbado con aquello que pasaba tan rápido… observando el fuego el general suspiró largo y tendido para tan sólo decir:
-Ven acá Larissa no quiero que cojas un resfriado por mi culpa… ya mal me siento por arribarte a esta situación y más culpa me volvería loco. Además necesito de tus caricias estoy un poco bajado de animo, por favor amor ven… si quieres y me perdonas de todo esto… al fin de cuentas es culpa mía.
Dicho eso Lestat se llevó la diestra a la cabeza y comenzó a repasar sus dedos sobre su cabello mientras que la izquierda jugaba entre el mango de su espada… los ojos de aquel general mostraban un frustración tan grande, mas sin embargo se mantenía en recato para no alterar los sentimientos de su prometida.
Bajando de la carreta Lestat se dirigía a la parte de atrás de aquel cajón para así sacar una lona y comenzar a alzar la tienda. Cuando éste termino se dirigió a la puerta y la abrió cargando a Larissa y diciéndole con mesura:
Te dejaría dormir en el carruaje mí amor pero es demasiado estrecha y dormirías un poco incomoda, además es demasiado peso que carga sólo dos caballos, así que dormirás en la tienda hay suficientes cobijas para que no pases frio, el fuego ya esta establecido ¿Tienes hambre?…
Dicho eso la bajó de entre sus brazos para así caminar lentamente a la fogata y sentarse… su postura curva lo decía todo: Lestat estaba derrumbado con aquello que pasaba tan rápido… observando el fuego el general suspiró largo y tendido para tan sólo decir:
-Ven acá Larissa no quiero que cojas un resfriado por mi culpa… ya mal me siento por arribarte a esta situación y más culpa me volvería loco. Además necesito de tus caricias estoy un poco bajado de animo, por favor amor ven… si quieres y me perdonas de todo esto… al fin de cuentas es culpa mía.
Dicho eso Lestat se llevó la diestra a la cabeza y comenzó a repasar sus dedos sobre su cabello mientras que la izquierda jugaba entre el mango de su espada… los ojos de aquel general mostraban un frustración tan grande, mas sin embargo se mantenía en recato para no alterar los sentimientos de su prometida.
Lestat- Reino : Olimpo
Templo de la Guerra
Ataques :
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Defensa : Mirror Ignis
Cantidad de envíos : 126
Re: Camino a Tarraconense
Larissa escuchó el viento golpear contra la puertecilla del carruaje, al parecer el viaje estaba tiendo ya una interrupción, es decir, Larissa al fin podría descansar de una buena vez, porque todo estaba demasiado estrecho como para que ella pudiera acomodarse y dormir un poco. Un extraño dolor de cabeza empezó a aprisionar a la joven de cabellos color avellana, algo le estaba sucediendo y un sentimiento raro estaba pronto ahogando el corazón de la joven. Sin embargo este sentimiento no pudo de ninguna manera ser traducido a nada, porque el futuro esposo de la joven mujer de cabellos color avellana interrumpió lo que fuera que ella pudiera pensar en esos momentos abriendo la puerta para que ella saliera.
-Qué lindo mi cielo, me alegra que quieras detenerte un poco, ya hemos avanzado mucho en el camino, y no te preocupes entiendo lo que estás diciendo, la verdad es que en este lugar no hay suficiente espacio para descansar.
Larissa sonrió a su futuro esposo y lo abrazó en todo el momento en que el la bajó con lentitud y la dejó en el suelo apoyando bien sus pies sobre la tierra, ya no tenían tanta prisa como antes, y ahora sus piernas podrían estirarse al fin. Una vez que la mujer hizo esto decidió ahora sí acercase a su futuro esposo, quien se había ido a sentar frente a una fogata; su cuerpo no lucía tan vigoroso como antes, su postura ya no era erguida, se podía entender bien, ese hombre estaba mal, estaba más que mal, estaba demasiado cansado y muchas cosas lo abrumaban.
-Lestat querido... Empezaremos una nueva vida, no te pongas así... Tú eres fuerte, y ROma no ha sabido reconocer tu valor, no por eso vas a ponerte así, tienes que calmarte y pensar que esto nos da paso a una nueva vida.Una vida juntos, una vida sin miedos ni preocupaciones, una vida para ser felices.
Larissa se acercó a Lestat y se sentó a su lado para abrazarlo, temía que el pensara que por su causa estba pasando todo eso, temía que el ya no quisiera verla más o ya no quisiera tenerla a su lado, pero todo esto claramente, estaba guardado en su corazón nada más. Ahora también tenía otro temor... Ese que vino con el repentino dolor de cabeza que con el pasar de los segundos se fue haciendo más fuerte.
-Qué lindo mi cielo, me alegra que quieras detenerte un poco, ya hemos avanzado mucho en el camino, y no te preocupes entiendo lo que estás diciendo, la verdad es que en este lugar no hay suficiente espacio para descansar.
Larissa sonrió a su futuro esposo y lo abrazó en todo el momento en que el la bajó con lentitud y la dejó en el suelo apoyando bien sus pies sobre la tierra, ya no tenían tanta prisa como antes, y ahora sus piernas podrían estirarse al fin. Una vez que la mujer hizo esto decidió ahora sí acercase a su futuro esposo, quien se había ido a sentar frente a una fogata; su cuerpo no lucía tan vigoroso como antes, su postura ya no era erguida, se podía entender bien, ese hombre estaba mal, estaba más que mal, estaba demasiado cansado y muchas cosas lo abrumaban.
-Lestat querido... Empezaremos una nueva vida, no te pongas así... Tú eres fuerte, y ROma no ha sabido reconocer tu valor, no por eso vas a ponerte así, tienes que calmarte y pensar que esto nos da paso a una nueva vida.Una vida juntos, una vida sin miedos ni preocupaciones, una vida para ser felices.
Larissa se acercó a Lestat y se sentó a su lado para abrazarlo, temía que el pensara que por su causa estba pasando todo eso, temía que el ya no quisiera verla más o ya no quisiera tenerla a su lado, pero todo esto claramente, estaba guardado en su corazón nada más. Ahora también tenía otro temor... Ese que vino con el repentino dolor de cabeza que con el pasar de los segundos se fue haciendo más fuerte.
Larissa- Berseker de Ares
- Reino : Olimpo
Templo de la Guerra
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Defensa :
Canzone d'amore nuovo
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Re: Camino a Tarraconense
OFF: Linda te manipule en un párrafo espero y no te molestes x.x
Narración / Dialogo de Lestat / Pensamientos de Lestat / Dialogo del Ladrón
En total silencio escuchó Lestat lo que decía su prometida de inmediato la dama se sentó, el general pudo divisar que su semblante era pálido sin embargo no dijo nada… los minutos pasaron y aquel hombre sólo suspiraba… para tan sólo decir:
-Tal vez…
Esa respuesta corta era con respecto al tema que minutos atrás la dama había proclamado. Lestat se levantaba y con ello tomaba la cálida mano de la doncella de cabellos lagos. Suspirando y observando la fina faz de Larissa, el caballeo musitó mientas la levantaba y abrazaba:
-Me siento tan culpable, no pude cumplir mis promesas… cómo lo siento mi amor.
El joven rubio bajaba su rostro, cabizbajo divisó cómo Larissa posabas sus delicadas manos sobre el peto de su armadura. Éste alzaba su rostro y fijaba su vista en los labios de su prometida. Luego Larissa posaba su diestra sobre la mejilla izquierda del desconsolado hombre. Lestat cerró sus ojos; su semblante reflejó un dolor tan inmenso. Abriendo una vez más aquellos orbes azulados pudo percatarse como también Larissa angustiada estaba. Entrecerrando sus ojos un ligero caudal de lágrimas se dio paso provocando que la de lagos cabello color castaño posara la zurda en su mejilla derecha y que con el pulgar limpiara dicho llanto. Ladeando su faz y dibujando apenas una sonrisa, el joven general desterrado suspiró y con ello jalaba a su dama más hacia a él diciendo:
-Perdóname Larissa, al final de todo no soy tan fuerte… pero al tenerte a mi lado mí debilidad cómo hombre sale a flote. Larissa (Lestat tragaba saliva) presiento algo malo a futuro, por lo que déjame decirte una cosa importante por si llego a morir o si nos alejamos… por favor.
Lestat tomaba aire dando así un paso hacia atrás posando ambas manos en los hombros delgados de su dama, dejando que el viento los despeinara por efímeros segundos. Relamiendo suavemente sus labios y esbozando una tierna sonrisa. El general se confesó:
-Sabes… fue demasiado tiempo viendo una oscura distancia… demasiado tiempo sintiendo dolor en mi interior. Mi aislamiento con este mundo me hizo perder mucho tiempo sin imagina de lo que en vedad me perdía. Y hoy aquí, en frente de ti, bajo el brillo de las estrellas, por fin todo se me aclara Larissa… ya puedo ver que contigo debo de estar, pues al ver tus inocentes ojos por fin encuentro la luz para aclarar aquella niebla de mi interior, dándome cuenta que el mundo donde vivo si existe el color gracias a ti y tu incondicional amor. A veces y sólo a veces me cuestiono si es verdad todo esto pues mi vida entera cambio… esta vez todo es diferente veo en ti luz, esperanza y amor. Perseguí mucho tiempo un sueño, viaje y luche por encontrarlo en la oscuridad, perdiendo poco a poco mi ilusión y fe… y al final lo encontré… mi estrella, mi sendero… mi amor… Larissa, te amo, nunca lo olvides y no lo dudes aunque cambie totalmente a futuro… prométemelo.
Suspirando aliviado Lestat sonreía ya que se sentía mucho mejor con aquella confesión. Tragando saliva y sujetando con una mano el mentón de su dama mientras que con la otra surcaba la parte baja de su espalda y así la jalarla hacia a él. Cerrando sus ojos y bajando su postura lentamente atrapaba a Larissa en un beso tierno… de aquellos que pocas veces se podían disfrutar ¿Y cómo no hacerlo? si para Lestat aquella mujer era su todo, un cálido ángel que le proporcionaba felicidad a lo cual con un beso lleno de sentimiento daba recompensa a su presencia a lado de él.
Sus labios apenas y se rosaban dejando que las puntas de sus lenguas sobresalieran chocando punta con punta. El aliento se entremezclaba dando un mentolado sabor en las gargantas de aquello enamorados. La saliva tan dulce y excitante lubricaba las resecas bocas de ambos y la temperatura levemente aumentada. Sin embargo aquella magia fue cortada de tajo ya que la presencia de un tercero salía a brote en aquella escena. Un joven algo sucio de entre veinticinco y treinta años de vida, el cual con gran exaración aplaudía:
-Jóvenes enamorados, los cuales huyen para ser feliz eternamente… pero… que… ¿Tierno? mi amigo romano y su señorita les deseo una eterna felicidad (acercándose a la fogata) quedando a un costado de Larissa y Lestat) espero que sus sueños se cumpla tras huir del imperio.
-Muchas gracias mi joven desconocido (Lestat sonreía aunque presentía que aquel joven no era de fiar)… no dude que seremos felices… a lado de esta mujer quien tonto no lo seria… ajaja.
-¿A si?… tan maravillosa es esa mujer… ¿Por qué no dejas comprobarlo yo mismo? (balbuceaba entre dientes el desconocido)…
-¿Qué?… disculpa no te entendí lo que dijiste (posándose por el frente de Larissa para así salvaguardarla con su atlético cuerpo)… ¿puedes repetírmelo, amigo?
-(Suspirando) La noche por estos lugares son en verdad peligrosas… mercenarios y violadores rondan aguardando victimas para su regocijo mi buen amigo… Matan a los hombres de una manera tan sádica e inhumana, mientras a que a las damiselas las violan numerosamente, las matan y las vuelven a violar. Tienes suerte de a verme encontrado a mi, romano…
-(Lestat dejaba de fruncir su seño y ligeramente dibujaba una sonrisa) ¡Gracias! Por un momento pensé…
-¿Gracias?… espera aún no termino… yo soy un mercenario y gusto por violar, sin embargo no hago tanto degenere en el pecado… ajaja golpeo al hombre y lo amaro mientas me violo a su mujer una y otra vez… después les corto la garganta tomo su posiciones y me largo… ¿Notas la diferencia?
-Pero que… maldito cerdo aléjate (Dando un paso hacia adelante desenvainando su tizona) deja de alegar incoherencias vamos hombre desenfunda tu espada… la pagaras caro por exponer tus deseos asquerosos ante mi dama.
-Jajaja… como quieras cerdo de Roma (fijando su vista en Larissa) Oh nena te juro que cuando mate a este te lo hare tan rico que gemirás como perra en celo y me suplicaras más y más…
-Maldito hijo de perra… ¿Cómo te atreves a dirigirte tan vulgarmente a mi dama? Pagaras con tu lengua tal falta… ¡Larissa aléjate de aquí rápido!
Lestat todo furioso se despojaba de su peto metálico, pues le seria más fácil pelear con el torso desnudo, aunque fuese más peligroso pues estaba improvisto a ser gravemente herido.
Rápidamente el caballeo se lanzaba a batirse con aquella basura. El sonido del metal tras choca uno con el otro resonaba en derredor de aquel bosque. El general romano era hábil con el sable no obstante el otro también lo era… la pelea se alargaba y los hombres se comenzaban a cansar. Lestat había sido ligeramente cortado de su brazo izquierdo provocando la emanación de su sangre, este se comenzaba a marea por la hemorragia que no cesaba, pero el deseo de salir victorioso en aquel encuentro y defender el nombre de Larissa le provocaba el surgir de una fuerza y determinación espectacular. Tras un movimiento de muñeca semicircular el rubio romano despojaba de la espada a aquel mercenario, para así amenazar su cuello con la punta de su espada y decir:
-No tienes con que ya defenderte ríndete y seré misericordioso con tu vida, aunque no lo merezcas pero no puedo mata frente a mi dama… vamos no te aferres hombre aún a tiempo estás para redimirte.
El ladrón caía hincado al suelo con el rostro bajado, alzando ambos brazos con las palmas descubiertas para tan sólo decir:
-Maldito seas… me rindo.
Lestat al escuchar eso, dibujó una sonrisa de orgullo y envainó su espada para así girar su rostro hacia donde Larissa permanecía cayada. Dedicándole una sonrisa el general exclamó:
-Por vuestro honor amor… he ganado.
-Nunca me rendiré idiota…
Susurraba el ladrón mientras que de su pantalón un puñal de plata sacó abalanzándose contra el general, enterrándolo en su costado izquierdo. Lestat tocia sangre y con ello se giraba hacia donde estaba el causante de tan fatal herida al abdomen. Viéndolo seriamente mientras se contraía de dolor aquel apuradamente pudo decir:
-¿Qué?… maldito tramposo… te juro que si le haces algo te matare… lo juro… aléjate de ella perro.
-No lo creo… es una lastima no veras como yo si la puedo complacer… cerdo de Roma…
Dicho eso el general romano cayó al suelo inconsciente mientras se desangraba… perdiéndose entre las lagunas de su mente dejando desprovista la vida de Larissa. El ladrón rápidamente se acercaba a la de cabellos castaños, sometiéndola en el piso mientras le abría las piernas, la mujer gritaba desesperadamente… Lestat quien yacía inconsciente fraguaba en su mente un sinfín de imágenes de un ser demoniaco que parecía y custodiaba una especie de cárcel en el mismo infierno. Lestat parecía sentir familiaridad con él, por lo que se le podía ver como se acercaba hacia donde el demonio le incitaba. Tras un fogonazo de luz incandescente aquella imagen quedó borrada, dejando sólo un fondo negro con un espejo. Lestat tragaba saliva y con ello se acercaba a dicho objeto reflejando su silueta en el vidrio; pudiendo divisar que el demonio era el… el joven se espantaba y con ello daba un paso hacia atrás cuando de repente pudo escuchar a punta de ecos el socorro de Larissa… este se llevaba las manos a su cabeza y contrayendo su cuerpo hacia atrás gritaba:
-NOOOOOOOOOOOo…… ahhhaaaaaaa… Larissaaaaaaaaaa.
Rápidamente regresaba su conciencia en aquel medio nocturno, percatándose que tendido en el suelo estaba. Por alguna extraña razón su herida no dolía en aquella ocasión. Cómo pudo se levantó y corrió rápidamente hacia donde estaba el ladrón queriendo tratar de violar a su prometida. Lo tomó de los hombros y con brusquedad lo lanzó unos cuantos metros hacia atrás. Lestat estaba furioso por lo que se lanzaba hacia él soltando constantemente una serie de patadas y puñetazos, levantándolo y surcando su cuello pudo ver como el ladrón estaba demasiado lastimado, pero su odio apenas y nacía por lo que lo siguió golpeando hasta que aquel cayó hincado en el suelo, manchando el pasto con su impura sangre. Agitado el general romano musitó:
-Lo pagaras con tu maldita y patética vida pedazo de porquería… ¿cómo te atreviste a tocar la piel de mi niña?… maldito cerdo lo pagaras… lo juro por los Dioses que hoy morirás… morirás… ¡ahhaaaa!
De repente un fulgor carmesí salía disparado desde sus entrañas, cubriendo por completo el cuerpo de Lestat. Sus ojos se tornaban totalmente negros… tal cual fueran canicas de vidrio. Su brazos se ponía mas toscos y su venas resaltaban exageradamente hasta ponerse totalmente negras, siendo perfectamente visibles por entre su piel tersa. Su cabello tomaba una danza de vaivén y constantemente cambiaba de color de dorado a rojo y viceversa. El suelo que pisaba se sumía y la brisa se cortaba haciendo que aquel perímetro se tornara caluroso, lentamente el pasto comenzaba a ser cubierto por un manto de combustión.
El ladrón era envuelto en una desesperación enloquecedora tras divisar aquella faceta demoniaca de Lestat, quien con rapidez camino hacia el sinvergüenza tomando con ambas manos su rostro, posando sus dedos índice en cada ojo mientras que los demás se entrelazaban con sus cabellos sebosos… este con una voz totalmente distinta dijo:
-Maldita basura humana, no sabes con quien te has metido, solía ser el demonio que custodiaba las cárceles del tártaro… pedazos de porquería como tú eran mi almuerzo y cena… recuerda este nombre mierda humana pues en el infierno no veremos… soy: Infernatil...
Dicho eso Lestat abruptamente hacia presión en los ojos del ladrón sumiéndolos provocando que aquel hombre gimiera de dolor desconsoladamente. El rubio embravecido se carcajeaba como si estuviese desquiciado para que de repente su cuerpo se prendiera en llamas cubriendo también al Ladrón, los dos ardían sin embargo Lestat no se consumía en ceniza sólo afectaba a aquel desdichado extraño que ni nombre tenia… los minutos pasaron y sólo quedo un montículo de ceniza parda, Lestat cansado caía hincado al suelo para que tras un soplo de brisa cálida regresara en si y girara el rostro, observando a Larisa este musitó:
-Larissa… amor ¿Qué me está pasando?… Larissa ayúdame… ahhhhaaa… (Rápidamente su faceta de nuevo cambiaba, cabellos rojizos, ojos totalmente negros, facciones perturbadoras, con dedos de fuego, colmillo protuberantes y una sonrisa desquiciante)… es momento de despertar… vamos que esperas… ajajaja… nuestro señor Ares nos llama… rápido demonio ¿Qué esperas?
Después de eso cayó inconsciente pues aun la herida de su costado sangraba provocándole que lentamente ¿muriera?…
En total silencio escuchó Lestat lo que decía su prometida de inmediato la dama se sentó, el general pudo divisar que su semblante era pálido sin embargo no dijo nada… los minutos pasaron y aquel hombre sólo suspiraba… para tan sólo decir:
-Tal vez…
Esa respuesta corta era con respecto al tema que minutos atrás la dama había proclamado. Lestat se levantaba y con ello tomaba la cálida mano de la doncella de cabellos lagos. Suspirando y observando la fina faz de Larissa, el caballeo musitó mientas la levantaba y abrazaba:
-Me siento tan culpable, no pude cumplir mis promesas… cómo lo siento mi amor.
El joven rubio bajaba su rostro, cabizbajo divisó cómo Larissa posabas sus delicadas manos sobre el peto de su armadura. Éste alzaba su rostro y fijaba su vista en los labios de su prometida. Luego Larissa posaba su diestra sobre la mejilla izquierda del desconsolado hombre. Lestat cerró sus ojos; su semblante reflejó un dolor tan inmenso. Abriendo una vez más aquellos orbes azulados pudo percatarse como también Larissa angustiada estaba. Entrecerrando sus ojos un ligero caudal de lágrimas se dio paso provocando que la de lagos cabello color castaño posara la zurda en su mejilla derecha y que con el pulgar limpiara dicho llanto. Ladeando su faz y dibujando apenas una sonrisa, el joven general desterrado suspiró y con ello jalaba a su dama más hacia a él diciendo:
-Perdóname Larissa, al final de todo no soy tan fuerte… pero al tenerte a mi lado mí debilidad cómo hombre sale a flote. Larissa (Lestat tragaba saliva) presiento algo malo a futuro, por lo que déjame decirte una cosa importante por si llego a morir o si nos alejamos… por favor.
Lestat tomaba aire dando así un paso hacia atrás posando ambas manos en los hombros delgados de su dama, dejando que el viento los despeinara por efímeros segundos. Relamiendo suavemente sus labios y esbozando una tierna sonrisa. El general se confesó:
-Sabes… fue demasiado tiempo viendo una oscura distancia… demasiado tiempo sintiendo dolor en mi interior. Mi aislamiento con este mundo me hizo perder mucho tiempo sin imagina de lo que en vedad me perdía. Y hoy aquí, en frente de ti, bajo el brillo de las estrellas, por fin todo se me aclara Larissa… ya puedo ver que contigo debo de estar, pues al ver tus inocentes ojos por fin encuentro la luz para aclarar aquella niebla de mi interior, dándome cuenta que el mundo donde vivo si existe el color gracias a ti y tu incondicional amor. A veces y sólo a veces me cuestiono si es verdad todo esto pues mi vida entera cambio… esta vez todo es diferente veo en ti luz, esperanza y amor. Perseguí mucho tiempo un sueño, viaje y luche por encontrarlo en la oscuridad, perdiendo poco a poco mi ilusión y fe… y al final lo encontré… mi estrella, mi sendero… mi amor… Larissa, te amo, nunca lo olvides y no lo dudes aunque cambie totalmente a futuro… prométemelo.
Suspirando aliviado Lestat sonreía ya que se sentía mucho mejor con aquella confesión. Tragando saliva y sujetando con una mano el mentón de su dama mientras que con la otra surcaba la parte baja de su espalda y así la jalarla hacia a él. Cerrando sus ojos y bajando su postura lentamente atrapaba a Larissa en un beso tierno… de aquellos que pocas veces se podían disfrutar ¿Y cómo no hacerlo? si para Lestat aquella mujer era su todo, un cálido ángel que le proporcionaba felicidad a lo cual con un beso lleno de sentimiento daba recompensa a su presencia a lado de él.
Sus labios apenas y se rosaban dejando que las puntas de sus lenguas sobresalieran chocando punta con punta. El aliento se entremezclaba dando un mentolado sabor en las gargantas de aquello enamorados. La saliva tan dulce y excitante lubricaba las resecas bocas de ambos y la temperatura levemente aumentada. Sin embargo aquella magia fue cortada de tajo ya que la presencia de un tercero salía a brote en aquella escena. Un joven algo sucio de entre veinticinco y treinta años de vida, el cual con gran exaración aplaudía:
-Jóvenes enamorados, los cuales huyen para ser feliz eternamente… pero… que… ¿Tierno? mi amigo romano y su señorita les deseo una eterna felicidad (acercándose a la fogata) quedando a un costado de Larissa y Lestat) espero que sus sueños se cumpla tras huir del imperio.
-Muchas gracias mi joven desconocido (Lestat sonreía aunque presentía que aquel joven no era de fiar)… no dude que seremos felices… a lado de esta mujer quien tonto no lo seria… ajaja.
-¿A si?… tan maravillosa es esa mujer… ¿Por qué no dejas comprobarlo yo mismo? (balbuceaba entre dientes el desconocido)…
-¿Qué?… disculpa no te entendí lo que dijiste (posándose por el frente de Larissa para así salvaguardarla con su atlético cuerpo)… ¿puedes repetírmelo, amigo?
-(Suspirando) La noche por estos lugares son en verdad peligrosas… mercenarios y violadores rondan aguardando victimas para su regocijo mi buen amigo… Matan a los hombres de una manera tan sádica e inhumana, mientras a que a las damiselas las violan numerosamente, las matan y las vuelven a violar. Tienes suerte de a verme encontrado a mi, romano…
-(Lestat dejaba de fruncir su seño y ligeramente dibujaba una sonrisa) ¡Gracias! Por un momento pensé…
-¿Gracias?… espera aún no termino… yo soy un mercenario y gusto por violar, sin embargo no hago tanto degenere en el pecado… ajaja golpeo al hombre y lo amaro mientas me violo a su mujer una y otra vez… después les corto la garganta tomo su posiciones y me largo… ¿Notas la diferencia?
-Pero que… maldito cerdo aléjate (Dando un paso hacia adelante desenvainando su tizona) deja de alegar incoherencias vamos hombre desenfunda tu espada… la pagaras caro por exponer tus deseos asquerosos ante mi dama.
-Jajaja… como quieras cerdo de Roma (fijando su vista en Larissa) Oh nena te juro que cuando mate a este te lo hare tan rico que gemirás como perra en celo y me suplicaras más y más…
-Maldito hijo de perra… ¿Cómo te atreves a dirigirte tan vulgarmente a mi dama? Pagaras con tu lengua tal falta… ¡Larissa aléjate de aquí rápido!
Lestat todo furioso se despojaba de su peto metálico, pues le seria más fácil pelear con el torso desnudo, aunque fuese más peligroso pues estaba improvisto a ser gravemente herido.
Rápidamente el caballeo se lanzaba a batirse con aquella basura. El sonido del metal tras choca uno con el otro resonaba en derredor de aquel bosque. El general romano era hábil con el sable no obstante el otro también lo era… la pelea se alargaba y los hombres se comenzaban a cansar. Lestat había sido ligeramente cortado de su brazo izquierdo provocando la emanación de su sangre, este se comenzaba a marea por la hemorragia que no cesaba, pero el deseo de salir victorioso en aquel encuentro y defender el nombre de Larissa le provocaba el surgir de una fuerza y determinación espectacular. Tras un movimiento de muñeca semicircular el rubio romano despojaba de la espada a aquel mercenario, para así amenazar su cuello con la punta de su espada y decir:
-No tienes con que ya defenderte ríndete y seré misericordioso con tu vida, aunque no lo merezcas pero no puedo mata frente a mi dama… vamos no te aferres hombre aún a tiempo estás para redimirte.
El ladrón caía hincado al suelo con el rostro bajado, alzando ambos brazos con las palmas descubiertas para tan sólo decir:
-Maldito seas… me rindo.
Lestat al escuchar eso, dibujó una sonrisa de orgullo y envainó su espada para así girar su rostro hacia donde Larissa permanecía cayada. Dedicándole una sonrisa el general exclamó:
-Por vuestro honor amor… he ganado.
-Nunca me rendiré idiota…
Susurraba el ladrón mientras que de su pantalón un puñal de plata sacó abalanzándose contra el general, enterrándolo en su costado izquierdo. Lestat tocia sangre y con ello se giraba hacia donde estaba el causante de tan fatal herida al abdomen. Viéndolo seriamente mientras se contraía de dolor aquel apuradamente pudo decir:
-¿Qué?… maldito tramposo… te juro que si le haces algo te matare… lo juro… aléjate de ella perro.
-No lo creo… es una lastima no veras como yo si la puedo complacer… cerdo de Roma…
Dicho eso el general romano cayó al suelo inconsciente mientras se desangraba… perdiéndose entre las lagunas de su mente dejando desprovista la vida de Larissa. El ladrón rápidamente se acercaba a la de cabellos castaños, sometiéndola en el piso mientras le abría las piernas, la mujer gritaba desesperadamente… Lestat quien yacía inconsciente fraguaba en su mente un sinfín de imágenes de un ser demoniaco que parecía y custodiaba una especie de cárcel en el mismo infierno. Lestat parecía sentir familiaridad con él, por lo que se le podía ver como se acercaba hacia donde el demonio le incitaba. Tras un fogonazo de luz incandescente aquella imagen quedó borrada, dejando sólo un fondo negro con un espejo. Lestat tragaba saliva y con ello se acercaba a dicho objeto reflejando su silueta en el vidrio; pudiendo divisar que el demonio era el… el joven se espantaba y con ello daba un paso hacia atrás cuando de repente pudo escuchar a punta de ecos el socorro de Larissa… este se llevaba las manos a su cabeza y contrayendo su cuerpo hacia atrás gritaba:
-NOOOOOOOOOOOo…… ahhhaaaaaaa… Larissaaaaaaaaaa.
Rápidamente regresaba su conciencia en aquel medio nocturno, percatándose que tendido en el suelo estaba. Por alguna extraña razón su herida no dolía en aquella ocasión. Cómo pudo se levantó y corrió rápidamente hacia donde estaba el ladrón queriendo tratar de violar a su prometida. Lo tomó de los hombros y con brusquedad lo lanzó unos cuantos metros hacia atrás. Lestat estaba furioso por lo que se lanzaba hacia él soltando constantemente una serie de patadas y puñetazos, levantándolo y surcando su cuello pudo ver como el ladrón estaba demasiado lastimado, pero su odio apenas y nacía por lo que lo siguió golpeando hasta que aquel cayó hincado en el suelo, manchando el pasto con su impura sangre. Agitado el general romano musitó:
-Lo pagaras con tu maldita y patética vida pedazo de porquería… ¿cómo te atreviste a tocar la piel de mi niña?… maldito cerdo lo pagaras… lo juro por los Dioses que hoy morirás… morirás… ¡ahhaaaa!
De repente un fulgor carmesí salía disparado desde sus entrañas, cubriendo por completo el cuerpo de Lestat. Sus ojos se tornaban totalmente negros… tal cual fueran canicas de vidrio. Su brazos se ponía mas toscos y su venas resaltaban exageradamente hasta ponerse totalmente negras, siendo perfectamente visibles por entre su piel tersa. Su cabello tomaba una danza de vaivén y constantemente cambiaba de color de dorado a rojo y viceversa. El suelo que pisaba se sumía y la brisa se cortaba haciendo que aquel perímetro se tornara caluroso, lentamente el pasto comenzaba a ser cubierto por un manto de combustión.
El ladrón era envuelto en una desesperación enloquecedora tras divisar aquella faceta demoniaca de Lestat, quien con rapidez camino hacia el sinvergüenza tomando con ambas manos su rostro, posando sus dedos índice en cada ojo mientras que los demás se entrelazaban con sus cabellos sebosos… este con una voz totalmente distinta dijo:
-Maldita basura humana, no sabes con quien te has metido, solía ser el demonio que custodiaba las cárceles del tártaro… pedazos de porquería como tú eran mi almuerzo y cena… recuerda este nombre mierda humana pues en el infierno no veremos… soy: Infernatil...
Dicho eso Lestat abruptamente hacia presión en los ojos del ladrón sumiéndolos provocando que aquel hombre gimiera de dolor desconsoladamente. El rubio embravecido se carcajeaba como si estuviese desquiciado para que de repente su cuerpo se prendiera en llamas cubriendo también al Ladrón, los dos ardían sin embargo Lestat no se consumía en ceniza sólo afectaba a aquel desdichado extraño que ni nombre tenia… los minutos pasaron y sólo quedo un montículo de ceniza parda, Lestat cansado caía hincado al suelo para que tras un soplo de brisa cálida regresara en si y girara el rostro, observando a Larisa este musitó:
-Larissa… amor ¿Qué me está pasando?… Larissa ayúdame… ahhhhaaa… (Rápidamente su faceta de nuevo cambiaba, cabellos rojizos, ojos totalmente negros, facciones perturbadoras, con dedos de fuego, colmillo protuberantes y una sonrisa desquiciante)… es momento de despertar… vamos que esperas… ajajaja… nuestro señor Ares nos llama… rápido demonio ¿Qué esperas?
Después de eso cayó inconsciente pues aun la herida de su costado sangraba provocándole que lentamente ¿muriera?…
Primer post de cuatro con respecto al tema: Despertar de defensa
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Re: Camino a Tarraconense
Larissa respiró tranquila una vez que entendió que su amado estaba mal por todos los sentimientos encontrados que tenía, pero más que nada se sentía contenta de saber que en ninguno de esos sentimientos estaba el odio hacia ella, o cosa que pudiera parecérsele. Las lágrimas que recorrieron segundos atrás el rostro del futuro esposo de la joven de cabellos color avellana, estaban siendo limpiadas por su hermosa mano, cuando su amado empezó a decirle otra serie de cosas hermosas y procedió a abrazarla, para luego darle un abrazo amoroso, seguido de un beso apasionado, el cual ella correspondió una y otra vez, dejando que su lengua jugara con la suya, sin embargo todo ese momento de amor y pasión se vio opacado casi por completo, con la intromisión de un extraño, un ser que haría que el dolor de cabeza de Larissa empezara a hacer otra vez su aparición.
La voz de aquel hombre diciendo una serie de tonterías, por las cuales Larissa pagaría sólo por el hecho de ver. Pronto, la sangre de Larissa empezó a agolparse en su cabeza, mientras su amado prometido trataba de defenderla del tipo que ahora amenazaba con violarla y cortarle la garganta, provocando así la vida de Lestat, quien no dudó ni un sólo segundo en hacerle frente al despreciable hombre quien más que nada estaba empecinado en insultar al futuro esposo de la joven decabellos color avellana. Las manos de Larissa presionaban su cabeza con fuerza, puesto que un grito furioso emanaba de su ser haciendo que ella sintiera deseos de parar la pelea matando a los dos seres que estaban frente a ella, provocando que la prometida del ex-general romano se confundiera.
-Pero qué es lo que ando pensando? Lestat es mi futuro esposo no puedo matarlo...
La voz de la joven era baja, y su diálogo era un tanto discordante, pero ya no importaba, porque nadie la había escuchado, y más importante aún, lo único que se escuchaba en ese instante era la voz de Larissa, un tanto distorsionada diciendo:
-Eso crees tú? Dale pues! Pago por ver cerdo despreciable! Vamos! Deja que corte tu garganta!
Los ojos de Larissa se pusieron rojos y su pupila se hizo vertical, perdiendo así su redondez humana. Nuevamente la voz de Lestat se escuchó en el sitio, y la pelea perdió su curso de forma brutal y estremecedora, de tal forma que el amado futuro esposo de Larissa perdió parte de su sangre en una herida causada por la espada impura de su enemigo, pero esto no detuvo al general exiliado, quien al final terminó por desarmar a su enemigo y cometer el error de mostrar misericordia, porque una vez que el general bajó la guardia, el despreciable ser enterró su puñal en el costado de Lestat haciendo que el mismo cayera escupiendo sangre.
-No puede ser... Es su culpa por mostrar misericordia... Pero no puede ser no debe morir... Morirá por imbécil...
Todo esto repetía Larissa como si fuera cosa de que hubiera dos mujeres dentro de ella. Al final el hombre que amenazaba la vida de ambos estaba ahora frente a ella y la había hecho caer de espaldas para abrirle las piernas e intentar abusar de ella, pero Larissa profirió un grito desgarrador y como pudo le dio un golpe con su rodilla en el rostro a aquel hombre, quien con los ojos inyectados de sangre trataba de someterla, pero su futuro esposo la salvó mostrando su lado más desquiciado.
-Esto es algo que esperaba ver... Lestat... No seas tan violento, me da miedo...
Una vez más Larissa estaba actuando de forma contraria a lo que expresaba su primera voz, estaba asustada porque pensaba que había enloquecido, ya que su futuro esposo no había hecho más que cometer un acto salvaje y ahora mostrarse ante ella como si fuera un monstruo. Varios segundos pasaron y el cuerpo de Lestat se cubrió con llamas haciendo que Larissa se asustara y gritara una vez más viendo como el cuerpo del hombre malvado era calcinado, luego la voz de Lestat se escuchó al fin. Al parecer el no sabía que le había pasado, y ella tampoco tenía respuesta, lentamente el cuerpo de Lestat cayó en el suelo sangrando mucho más haciendo que Larissa se acercara casi con miedo a verlo, mientras lloraba sintiéndose culpable.
La voz de aquel hombre diciendo una serie de tonterías, por las cuales Larissa pagaría sólo por el hecho de ver. Pronto, la sangre de Larissa empezó a agolparse en su cabeza, mientras su amado prometido trataba de defenderla del tipo que ahora amenazaba con violarla y cortarle la garganta, provocando así la vida de Lestat, quien no dudó ni un sólo segundo en hacerle frente al despreciable hombre quien más que nada estaba empecinado en insultar al futuro esposo de la joven decabellos color avellana. Las manos de Larissa presionaban su cabeza con fuerza, puesto que un grito furioso emanaba de su ser haciendo que ella sintiera deseos de parar la pelea matando a los dos seres que estaban frente a ella, provocando que la prometida del ex-general romano se confundiera.
-Pero qué es lo que ando pensando? Lestat es mi futuro esposo no puedo matarlo...
La voz de la joven era baja, y su diálogo era un tanto discordante, pero ya no importaba, porque nadie la había escuchado, y más importante aún, lo único que se escuchaba en ese instante era la voz de Larissa, un tanto distorsionada diciendo:
-Eso crees tú? Dale pues! Pago por ver cerdo despreciable! Vamos! Deja que corte tu garganta!
Los ojos de Larissa se pusieron rojos y su pupila se hizo vertical, perdiendo así su redondez humana. Nuevamente la voz de Lestat se escuchó en el sitio, y la pelea perdió su curso de forma brutal y estremecedora, de tal forma que el amado futuro esposo de Larissa perdió parte de su sangre en una herida causada por la espada impura de su enemigo, pero esto no detuvo al general exiliado, quien al final terminó por desarmar a su enemigo y cometer el error de mostrar misericordia, porque una vez que el general bajó la guardia, el despreciable ser enterró su puñal en el costado de Lestat haciendo que el mismo cayera escupiendo sangre.
-No puede ser... Es su culpa por mostrar misericordia... Pero no puede ser no debe morir... Morirá por imbécil...
Todo esto repetía Larissa como si fuera cosa de que hubiera dos mujeres dentro de ella. Al final el hombre que amenazaba la vida de ambos estaba ahora frente a ella y la había hecho caer de espaldas para abrirle las piernas e intentar abusar de ella, pero Larissa profirió un grito desgarrador y como pudo le dio un golpe con su rodilla en el rostro a aquel hombre, quien con los ojos inyectados de sangre trataba de someterla, pero su futuro esposo la salvó mostrando su lado más desquiciado.
-Esto es algo que esperaba ver... Lestat... No seas tan violento, me da miedo...
Una vez más Larissa estaba actuando de forma contraria a lo que expresaba su primera voz, estaba asustada porque pensaba que había enloquecido, ya que su futuro esposo no había hecho más que cometer un acto salvaje y ahora mostrarse ante ella como si fuera un monstruo. Varios segundos pasaron y el cuerpo de Lestat se cubrió con llamas haciendo que Larissa se asustara y gritara una vez más viendo como el cuerpo del hombre malvado era calcinado, luego la voz de Lestat se escuchó al fin. Al parecer el no sabía que le había pasado, y ella tampoco tenía respuesta, lentamente el cuerpo de Lestat cayó en el suelo sangrando mucho más haciendo que Larissa se acercara casi con miedo a verlo, mientras lloraba sintiéndose culpable.
Primer post de la defensa
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Re: Camino a Tarraconense
Narración / Dialogo de Lestat/ Pensamientos de Lestat/ Dialogo de Infernatil/ Dialogo del Futuro Lestat
Aguatado y sin casi vida que presumir. Lestat pudo divisar como Larissa apenas y se acercaba a él. El miedo la consumía terriblemente y no la culpaba. Lo que había hecho aquel ex-general romano con el ladrón era en verdad aterrador. El joven rubio divisó que su mujer también estaba padeciendo con dolores constates de cabeza, queriendo levantarse y socorrerla pero la profundidad de aquella herida mortal impedía que lo concretara.
Lestat lentamente iba perdiendo fuerza en querer seguir viviendo. Sus ojos pesaban y en cierto modo ya no dolía su costado. Soltando dicha parte de su cuerpo y reposando sus manos en cada lado de su figura. El general apuradamente surcó una sonrisa y así simplemente dejó soltado un último suspiro para caer inconsciente.
En su mente se formaban centenares de imágenes fuera de la realidad que a él de chico le habían inculcado. Por lo visto formaba una especie de infierno donde miles de cárceles eran custodiadas por un sólo demonio el cual compartía rostro con Lestat. Éste era invadido en miedo mientras dicho ser se le acercaba para tan sólo musitar:
-Bienvenido seas, me presento como Infernatil el amo de las llamas abísmales y tú mi querido general mortal eres el avatar que carga con mi esencia demoniaca, la hora de despertar ha llegado. Es por eso que te está pasando ciertas manías en este momento.
-¿Qué? maldita mierda deja de invadir mi mente… déjame.
-Si te dejo estúpido morirías y yo no renacería, además ¿dejarías sola a Larissa?… ¿Lo harías?
-¿Larissa?… Larissa ¿donde estas amor? (gritaba desesperadamente) Larissa… ¿Qué le hiciste maldito?
-Yo nada, ella está en un conflicto mental por el momento en el mundo de los vivos, ya que también es de las nuestras… un demonio al servicio de nuestro señor Ares. Tú estas en estos instantes muriendo y sólo yo puedo ayudarte Lestat, sin embargo al hacerlo tendrías que pagar con algo…
-¿Morir?, no puede ser… no, quiero estar con Larissa, de la forma que sea, aunque se me niegue amarla, lo único para lo que existo es para estar a su lado… ¿que debo de hacer para tenerla conmigo? ¿Qué cosa?…¡Dime!
Perfecto… dejar que yo resurja en tu cuerpo como lo que somos… un Berseker de Ares, ya a futuro iras comprendiendo tan cosa ahora firma el pacto con un apretón de manos ya de ahí veras que pasara a futuro… ajaja. Y no te preocupes aun tienes suficiente tiempo para despedirte de aquel sentimiento humano denominado amor, de ello y tu querida mujer.
- -Perdóname Larissa (susurraba) pero para mí es más que suficiente cerca de mí, aunque neguemos sentimiento alguno yo siempre te amate… lo prometo.
Dicho eso firmó el pacto el general apretando la mano de aquel demonio. De repente su mente se puso en blanco y así un enorme soplo de aire jaló de regresando consiente a la realidad de aquel bosque. Sus ojos se tornaban negros y su respiración se agitaba, llevándose las manos a su cabeza este gritaba constantemente por el dolor que comenzaba a embriagar su sentidos, producto del resurgimiento de Infernatil en él.
De inmediato lenguas de fuego lo cubrieron dando pauta a su venidero futuro lleno de dolor y negación. El general irracional se levantaba del suelo y salía corriendo hasta toparse con el tronco de un árbol. El dolor que presentaba su cuerpo hacia que aquel entrara en un estado constante de salvajismo, generando que desgarrara la piel de su cuerpo con sus uñas. Sus gritos eran estridentes hasta que se fueron apagando y de ello una desquiciante carcajada surgía. Ahora se tornaba loco y excitado mientras las lenguas de fuego que remarcaban su tosca figura seguían ardiendo. Posando sus manos en el suelo e inyectando una especie de acido en derredor, el general jadeante comenzó a murmurar:
-Perfecto, perfecto…por fin he renacido, no completamente pero si lo suficiente… ajajaja, perfecto, que hermoso el aroma a la vegetación consumiéndose pro mi fuego diabólico… perfecto, esto si que excitante es… ahora debo de hacer que aquella también despierte.
Culminando se levantó y dio media vuelta, su frente sangraba pero no le importaba, caminado rápidamente hacia donde estaba Larissa la tomaba de los hombros y con una voz demoniaca aquel farfulló:
-Vamos que esperas débil demonio si yo ya firme pacto con éste mortal es tú turno de hacerlo y así despertar… Ares nos espera… rápido mujer que no aguanto las ganas de verte con tus verdaderas fachas… vamos perra quiero verte… quiero olerte… sentirte y si es posible complacerme contigo, pero eso será hasta que ambos despiertos estemos… ¿qué esperas? ajajaja
Dicho eso Lestat parpadeó y el negro de sus ojos desapareció. Viendo con gran miedo a Larissa dio unos cuantos pasos hacia atrás y murmuró:
-Amor perdóname, perdóname… por todo los dioses que me esta pasando… ahhhhaa mi cabeza arde… haaaaa
Caía al suelo hincando mientras se contraía de dolor, apretando ambas sienes para asa simplemente encapsularse a que aquello sólo era un mal sueño producto de sus emociones encontradas tras el tema de su exilio.
Segundo post de cuatro con respecto al tema: Despertar de defensa
Maestría de elemento: Fuego
Aguatado y sin casi vida que presumir. Lestat pudo divisar como Larissa apenas y se acercaba a él. El miedo la consumía terriblemente y no la culpaba. Lo que había hecho aquel ex-general romano con el ladrón era en verdad aterrador. El joven rubio divisó que su mujer también estaba padeciendo con dolores constates de cabeza, queriendo levantarse y socorrerla pero la profundidad de aquella herida mortal impedía que lo concretara.
Lestat lentamente iba perdiendo fuerza en querer seguir viviendo. Sus ojos pesaban y en cierto modo ya no dolía su costado. Soltando dicha parte de su cuerpo y reposando sus manos en cada lado de su figura. El general apuradamente surcó una sonrisa y así simplemente dejó soltado un último suspiro para caer inconsciente.
En su mente se formaban centenares de imágenes fuera de la realidad que a él de chico le habían inculcado. Por lo visto formaba una especie de infierno donde miles de cárceles eran custodiadas por un sólo demonio el cual compartía rostro con Lestat. Éste era invadido en miedo mientras dicho ser se le acercaba para tan sólo musitar:
-Bienvenido seas, me presento como Infernatil el amo de las llamas abísmales y tú mi querido general mortal eres el avatar que carga con mi esencia demoniaca, la hora de despertar ha llegado. Es por eso que te está pasando ciertas manías en este momento.
-¿Qué? maldita mierda deja de invadir mi mente… déjame.
-Si te dejo estúpido morirías y yo no renacería, además ¿dejarías sola a Larissa?… ¿Lo harías?
-¿Larissa?… Larissa ¿donde estas amor? (gritaba desesperadamente) Larissa… ¿Qué le hiciste maldito?
-Yo nada, ella está en un conflicto mental por el momento en el mundo de los vivos, ya que también es de las nuestras… un demonio al servicio de nuestro señor Ares. Tú estas en estos instantes muriendo y sólo yo puedo ayudarte Lestat, sin embargo al hacerlo tendrías que pagar con algo…
-¿Morir?, no puede ser… no, quiero estar con Larissa, de la forma que sea, aunque se me niegue amarla, lo único para lo que existo es para estar a su lado… ¿que debo de hacer para tenerla conmigo? ¿Qué cosa?…¡Dime!
Perfecto… dejar que yo resurja en tu cuerpo como lo que somos… un Berseker de Ares, ya a futuro iras comprendiendo tan cosa ahora firma el pacto con un apretón de manos ya de ahí veras que pasara a futuro… ajaja. Y no te preocupes aun tienes suficiente tiempo para despedirte de aquel sentimiento humano denominado amor, de ello y tu querida mujer.
- -Perdóname Larissa (susurraba) pero para mí es más que suficiente cerca de mí, aunque neguemos sentimiento alguno yo siempre te amate… lo prometo.
Dicho eso firmó el pacto el general apretando la mano de aquel demonio. De repente su mente se puso en blanco y así un enorme soplo de aire jaló de regresando consiente a la realidad de aquel bosque. Sus ojos se tornaban negros y su respiración se agitaba, llevándose las manos a su cabeza este gritaba constantemente por el dolor que comenzaba a embriagar su sentidos, producto del resurgimiento de Infernatil en él.
De inmediato lenguas de fuego lo cubrieron dando pauta a su venidero futuro lleno de dolor y negación. El general irracional se levantaba del suelo y salía corriendo hasta toparse con el tronco de un árbol. El dolor que presentaba su cuerpo hacia que aquel entrara en un estado constante de salvajismo, generando que desgarrara la piel de su cuerpo con sus uñas. Sus gritos eran estridentes hasta que se fueron apagando y de ello una desquiciante carcajada surgía. Ahora se tornaba loco y excitado mientras las lenguas de fuego que remarcaban su tosca figura seguían ardiendo. Posando sus manos en el suelo e inyectando una especie de acido en derredor, el general jadeante comenzó a murmurar:
-Perfecto, perfecto…por fin he renacido, no completamente pero si lo suficiente… ajajaja, perfecto, que hermoso el aroma a la vegetación consumiéndose pro mi fuego diabólico… perfecto, esto si que excitante es… ahora debo de hacer que aquella también despierte.
Culminando se levantó y dio media vuelta, su frente sangraba pero no le importaba, caminado rápidamente hacia donde estaba Larissa la tomaba de los hombros y con una voz demoniaca aquel farfulló:
-Vamos que esperas débil demonio si yo ya firme pacto con éste mortal es tú turno de hacerlo y así despertar… Ares nos espera… rápido mujer que no aguanto las ganas de verte con tus verdaderas fachas… vamos perra quiero verte… quiero olerte… sentirte y si es posible complacerme contigo, pero eso será hasta que ambos despiertos estemos… ¿qué esperas? ajajaja
Dicho eso Lestat parpadeó y el negro de sus ojos desapareció. Viendo con gran miedo a Larissa dio unos cuantos pasos hacia atrás y murmuró:
-Amor perdóname, perdóname… por todo los dioses que me esta pasando… ahhhhaa mi cabeza arde… haaaaa
Caía al suelo hincando mientras se contraía de dolor, apretando ambas sienes para asa simplemente encapsularse a que aquello sólo era un mal sueño producto de sus emociones encontradas tras el tema de su exilio.
Segundo post de cuatro con respecto al tema: Despertar de defensa
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Re: Camino a Tarraconense
[youtube] https://www.youtube.com/watch?v=02sMrl8U8sQ&feature=related [/youtube]
Narro/hablo/ bersker del poder
Segundo post de la defensa: Maestría elemento sonido
Larissa no cabía en sí de la desesperación. El ver a su futuro esposo tirado en el suelo emanando sangre de su herida hacía que la joven de cabellos color avellanas se sintiera inútil, triste e inservible. Sentía que su vida se ponía peor que antes, era como si de pronto los dioses estuvieran en su contra otra vez, tal y como pasó cuando sus otros amantes la dejaron sola y desolada; la única diferencia era que esta vez ya no tenía el mismo ánimo de antes, de pronto la alegría por estar viva empezó a esfumarse junto con la vida efímera de Lestat, quien ya estaba reposando en su regazo con el rostro bañado por sus lágrimas.
-Oye no sufras tanto... Dale bonita, tú eres una mujer fuerte, y es exactamente por eso que yo te escogí. Ya no más humillaciones y tristezas, deja que yo te ayude a olvidar.
Larissa escuchó esa voz dentro de su cabeza una vez más, pero ahora no sólo la escuchaba, sino que también veía frente a ella la silueta de una mujer con sus mismas características. En el sentido figurado de la palabra era exactamente igual a ella, pero en el sentido estricto de la misma, lucía diferente. Era como ver una versión más fuerte de Larissa, casi como si hubiera evolucionado a un ser más fuerte. Con movimientos lentos Larissa dejó a su amado moribundo a su lado y se puso de pie para acercarse a esa mujer que le sonreía y esperaba su acercamiento.
-¿Qué eres tú? No eres humana... Eso lo sé.
La mujer que estaba frente a Larissa sonrió y no esperó a que Larissa se acerca más, puesto que entendió que con su accionar le estaba dando permiso para poder acercarse a hablarle. Lo entendía a la perfección, este demonio o fantasma, lo que fuera; comprendía que Larissa estaba tan adolorida y tan desprotegida que necesitaba más que nada una mano amiga que la ayudara a ponerse de pie. Con un abrazo fuerte, la fantasma del poder realizó el primer paso de su plan, ahora venía la segunda parte.
-Linda yo sé que te estás culpando por esto que ha sucedido... Comprendo que ahora mismo no sepas qué hacer, o a donde ir... Pero deja que te diga, que el único culpable de todo es Talos. Ese general empujó a Lestat a hacer todo para poder estar contigo, porque te ama tanto que no quiere irse sin ser tu esposo. ¿Lo entiendes ahora?
Larissa guardó silencio y se aferró a esa mujer que estaba con ella, aunque no fuera real sentía que su abrazo sí lo era. Podía sentir incluso su calor y todo lo que conllevaba la cercanía de dos personas. La mujer de cabellos color avellana no sabía que más decir, sin embargo estaba claro que ella estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa que pudiera ayudarla a vengarse de ese general, y fue así como estabas palabras salieron de su boca.
-No hay que ser brujo para darseene cuenta de que eres poderosa... Quiero que me ayudes con tu poder para ir a vencer a ese general. ¡Lo quiero muerto! No me importa incluso si yo dejo de existir...
La chica de cabellos castaños se separó de esa mujer que estaba frente a ella y miró con tristeza a su amado que moría irremediablemente. Ese fue el momento en que el berseker del poder entró en su interior y le dijo- Querida, yo no quiero que desaparezcas, tú ya eres fuerte, y contigo mi poder será mucho más grande. Lo único que quiero es que tu y yo seamos una... ¿Aceptas?
Larissa no dijo nada, porque Lestat nuevamente se había puesto de pie, pero no tal y como era, sino con otra forma de ser, era un tanto más violento y atrevido, tenía un tacto áspero y cruel. Larissa no pudo soportarlo más y dejó que la fantasma enfrentara esa situación. Cosa que le vino como anillo al dedo a la Berseker del poder, quien reconoció al berseker dentro de Lestat y dijo:
-¿Y quien te ha dicho que yo dejaré que tu me toques? Olvídalo! - Larissa se soltó, o más bien, el ser que pretendía serlo, y siguió hablando en un tono bastante cruel y desalmado:
-Tú eres insignificante... No sé porque tengo que dejar que tú me toques, y peor aún complacerte... ¡Eso es un absurdo! ¡NO necesito de tí para tener mi complacencia perro asqueroso!
Una vez que ella dijo esto, Lestat retrocedió, al parecer el control que tenía ese demonio sobre Lestat era aún débil, y eso era porque su error había sido el querer desaparecer la existencia del otro, cuando bien podía haberse unido a ese ser para tener mejor control y poder.
-Pobre humano... Este demonio quiere desaparecerte... A diferencia mía... Yo aún tengo a Larissa conmigo y no la dejaré ir.
Larissa se acercó a Lestat y le dio un beso en la frente, luego buscó a su alrededor un arma y le preguntó:
-Quieres que ese demonio haga sufrir a tu preciosa mujer? Ya has visto como la ha tratado. Créeme, si tú se lo permites, la desmebrará lenta y sádicamente.... Mejor muere, sé un digno guerrero y entiérrate esta espada.- La berseker, le lanzó la espada a Lestat para que la tomara y acabara con su vida de una vez, para que ese demonio no renaciera y no intentar mandarla como si fuera su sirvienta.
-Oye no sufras tanto... Dale bonita, tú eres una mujer fuerte, y es exactamente por eso que yo te escogí. Ya no más humillaciones y tristezas, deja que yo te ayude a olvidar.
Larissa escuchó esa voz dentro de su cabeza una vez más, pero ahora no sólo la escuchaba, sino que también veía frente a ella la silueta de una mujer con sus mismas características. En el sentido figurado de la palabra era exactamente igual a ella, pero en el sentido estricto de la misma, lucía diferente. Era como ver una versión más fuerte de Larissa, casi como si hubiera evolucionado a un ser más fuerte. Con movimientos lentos Larissa dejó a su amado moribundo a su lado y se puso de pie para acercarse a esa mujer que le sonreía y esperaba su acercamiento.
-¿Qué eres tú? No eres humana... Eso lo sé.
La mujer que estaba frente a Larissa sonrió y no esperó a que Larissa se acerca más, puesto que entendió que con su accionar le estaba dando permiso para poder acercarse a hablarle. Lo entendía a la perfección, este demonio o fantasma, lo que fuera; comprendía que Larissa estaba tan adolorida y tan desprotegida que necesitaba más que nada una mano amiga que la ayudara a ponerse de pie. Con un abrazo fuerte, la fantasma del poder realizó el primer paso de su plan, ahora venía la segunda parte.
-Linda yo sé que te estás culpando por esto que ha sucedido... Comprendo que ahora mismo no sepas qué hacer, o a donde ir... Pero deja que te diga, que el único culpable de todo es Talos. Ese general empujó a Lestat a hacer todo para poder estar contigo, porque te ama tanto que no quiere irse sin ser tu esposo. ¿Lo entiendes ahora?
Larissa guardó silencio y se aferró a esa mujer que estaba con ella, aunque no fuera real sentía que su abrazo sí lo era. Podía sentir incluso su calor y todo lo que conllevaba la cercanía de dos personas. La mujer de cabellos color avellana no sabía que más decir, sin embargo estaba claro que ella estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa que pudiera ayudarla a vengarse de ese general, y fue así como estabas palabras salieron de su boca.
-No hay que ser brujo para darseene cuenta de que eres poderosa... Quiero que me ayudes con tu poder para ir a vencer a ese general. ¡Lo quiero muerto! No me importa incluso si yo dejo de existir...
La chica de cabellos castaños se separó de esa mujer que estaba frente a ella y miró con tristeza a su amado que moría irremediablemente. Ese fue el momento en que el berseker del poder entró en su interior y le dijo- Querida, yo no quiero que desaparezcas, tú ya eres fuerte, y contigo mi poder será mucho más grande. Lo único que quiero es que tu y yo seamos una... ¿Aceptas?
Larissa no dijo nada, porque Lestat nuevamente se había puesto de pie, pero no tal y como era, sino con otra forma de ser, era un tanto más violento y atrevido, tenía un tacto áspero y cruel. Larissa no pudo soportarlo más y dejó que la fantasma enfrentara esa situación. Cosa que le vino como anillo al dedo a la Berseker del poder, quien reconoció al berseker dentro de Lestat y dijo:
-¿Y quien te ha dicho que yo dejaré que tu me toques? Olvídalo! - Larissa se soltó, o más bien, el ser que pretendía serlo, y siguió hablando en un tono bastante cruel y desalmado:
-Tú eres insignificante... No sé porque tengo que dejar que tú me toques, y peor aún complacerte... ¡Eso es un absurdo! ¡NO necesito de tí para tener mi complacencia perro asqueroso!
Una vez que ella dijo esto, Lestat retrocedió, al parecer el control que tenía ese demonio sobre Lestat era aún débil, y eso era porque su error había sido el querer desaparecer la existencia del otro, cuando bien podía haberse unido a ese ser para tener mejor control y poder.
-Pobre humano... Este demonio quiere desaparecerte... A diferencia mía... Yo aún tengo a Larissa conmigo y no la dejaré ir.
Larissa se acercó a Lestat y le dio un beso en la frente, luego buscó a su alrededor un arma y le preguntó:
-Quieres que ese demonio haga sufrir a tu preciosa mujer? Ya has visto como la ha tratado. Créeme, si tú se lo permites, la desmebrará lenta y sádicamente.... Mejor muere, sé un digno guerrero y entiérrate esta espada.- La berseker, le lanzó la espada a Lestat para que la tomara y acabara con su vida de una vez, para que ese demonio no renaciera y no intentar mandarla como si fuera su sirvienta.
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Re: Camino a Tarraconense
Narración // Diálogos de Lestat// [/color] Diálogos del Berseker Infernatil
En silencio el avatar del berseker **infernatil** escuchó aquellas palabras por parte de una muy rara Larissa. Ya no era aquella niña dulce, tímida y siempre miedosa de la cual Lestat se había enamorado… ya no. Ahora era diferente, irradiaba un poder pavoroso que hizo que el general romano volviera en si y con ello se sintiera el culpable de su cambio drástico.
La nueva Larissa farfullaba un sinfín de oraciones crueles que eran como estocada directas al corazón alterado de Lestat mas no hizo nada, simplemente cerró sus puños, bajó la mirada y siguió escuchando. Su mentón tembló en cuanto sintió los dulces labios de Larissa rozando su frente. No pudiendo evitar tomarla efímeramente de su cálida mano ya que esta se alejaba para levantar una de las espadas que se mantenía inerte en el suelo.
Lestat de un sobresalto reaccionó cuando la nueva Larissa hablaba con respecto a su seguridad y el cambio brusco que presentaba él. Este le temblaban los ojos y no pudo evitar ser débil y dejar sueltas unas cuantas lágrimas, las cuales se abrieron camino por entre sus ásperas mejillas. Bajando su mirada el joven romano susurró:
-Tienes razón. Soy demasiado débil para merecerme estar a lado de Larissa… Berseker de Ares. Mira que el demonio que albergo en mis entrañas la ha ofendido y lastimado y yo no pude evitarlo… Tienes razón en todo esto. Lo mejor es que yo desaparezca de su presencia ¿No crees qué es lo mejor Larissa… berseker? Así no te lastimaré… yo lo único que quería era estar a tu lado y protegerte de todo… pero soy el que más te ha hecho daño. Perdóname por favor.
Tomando rápidamente la hoja de la espada Lestat se levantó y caminó hacia donde Larissa se mantenía en pie mirándolo. Su mano hacia presión entre la cuchilla de aquella blanca arma por lo que provocaba que su piel se cortara dejando que se derramaran delgados hilos de su sangre. El general romano se detenía frente a Larissa, le sonreía y con una delicadeza hacía que su prometida tomara la espada por el mango, poniéndose él en frente de la punta de dicha arma mientras que con sus brazos surcaba su espalda.
Este comenzaba a jalarla hacia él provocando que la carne de su abdomen se abriera dando paso a que se enterrara la espada en su cuerpo, sin embargo apenas la punta había cortado su piel, para darle así una pauta para hablar:
-Larissa yo soy la persona que te ha dañado desde un principio… vamos mujer en ti también nació un berseker alíate a ese demonio y mátame… soy el que amenaza tu vida con gran descaro y dicho poder tiene la obligación de salvaguardar el cuerpo donde habita. Así que Larissa no dudes y mátame que yo no me puedo quitarme la vida pues es de cobardes suicidarse… pero… pero… si tú lo haces seria un honor morir por tu mano amor. Perdóname por favor Larissa por ser tan cobarde, por lastimarte y amarte… no soy digno de estar a tu lado. Y este destino que llega de la nada me consume de odio. Yo lo único que quería era casarme y hacer una familia contigo… pero yo no soy digno de tenerte. Larissa perdóname por favor por… por… obligarte a estar a mi lado… perdóname… Larisa perdóname por lo que hare en este instante.
Dicho eso Lestat le sonrió de una manera tan dolorosa y en un arrebato de fuerza la empujaba hacia a él para así abrazarla con gran firmeza haciendo que la espada le atravesara por completo. Su rostro se contraía haciendo que de su boca sangre saliera. De inmediato el ambiente se impregnaba del aroma dulzón de aquel elixir escarlata y los vestidos de Larissa se manchaban por completo. El general que débil ya estaba no pudo aguantar y recargaba su rostro en el hombro de su prometida, mientras que la pareja caía hincados al suelo. Tomando ambas mejillas de Larissa el rubio dijo:
-Tu fuiste el mejor sueño que tuve en esta vida Larissa… lastima que muy corto fuera, pero aun así me encantó. Tus ojos y sonrisa pintaron el mundo gris en donde habité por un largo tiempo sino es que siempre… y por eso te lo agradezco. Gracias por tus carisias y besos… por escuchar aquel “Te amo” que hacia que mi estomago temblara. Gracias Larissa… gracias. Ahora todo estará bien tu seguirás el destino que los Dioses te han puesto en frente mientras yo desapareceré de tu mente… sólo fui un corto sueño de aquellos que se pueden reemplazar con mejores. Estoy tan feliz por a ver conocido a la mujer más perfecta del mundo y aun mejor por morir a su lado… protegiéndola. ¡Sí! digo protegiéndola por que así fue. Yo era una amenaza terrible para ti Larissa e hice lo mejor que pude… desaparecer. ¿Lo vez ahora amor? Por lo menos pude cumplir una de las tantas promesas que te di. Ahora bien Berseker que yace en el interior de Larissa se que esta de más que lo diga pero cuídala… porque… Larissa te…
Dicho eso y sin poder terminar Lestat cerraba sus ojos y caía en un mortuorio sueño entre los brazos de Larissa. La brisa corría despacio mutando sensaciones cálidas en derredor. Por un instante el bosque se enmudeció, pero todo eso cambió cuando de los labios del fallecido romano salían unas estridentes carcajadas de ironía atroz. El cuerpo de Lestat comenzaba a irradiar mientras se movía para así alzar sus brazos y tomarlos hombros de la mujer, tronando su cuello de lado a lado este suspiraba y así una vez más tomaba palabra:
-Y yo que pensaba que nunca iba a morir el maldito romano… es una lastima que tuviera que dar ese tipo de pauta en el contrato. Su vida, sentimientos y recuerdos por el juramento de nunca tocarte Larissa… mierda y eso que me encantas… pero bueno ya habrá otras putas de las cuales me complazca ahora bien… déjame verla… quiero hablar con aquel berseker que albergas… ¿vamos que esperas?
Se carcajeaba grotescamente aquel berseker que había robado la fisionomía de Lestat, de inmediato tomaba los hombros de Larissa mientras hacia un especie de conjuro que provocaba que la espada que se mantenía enterrada en su abdomen se encendiere en llamas y así se derritiera, al mismo tiempo dichas flamas sellaban las heridas del joven y surcaban un perímetro de más de tres metros que encarcelaba tanto a Larissa como a él.
Inhalando profundamente el berseker que había arrebatado la existencia de Lestat tomaba el mentón de Larissa y sin anuncio previo le robaba un beso para después empujarla al suelo quedando él encima de ella, lamiendo la comisura de sus labios para tan sólo decirle:
-Berseker del poder… mi demonio predilecto del cual irónicamente tome carriño desde el principio de las eras… demasiado tiempo lejos de tu esencia y cuerpo. Perdóname por no cumplir mi última promesa… el estar contigo. Pero ahora he despertado y la cumpliré con apropie. Mírame aquí estoy (recargando su cabeza en el pecho de Larissa) he regresado… he regresado y despertado por ti, aunque se que nunca me haces caso… mi hermoso demonio consumido por el poder… linda, mi linda llama de “vida”.
Lentamente rozaba las yemas de los dedos en el abdomen de Larissa mientras que las llamas que le surcaban se avivaban más y más, consumiendo todo rastro de vida que existiera en el bosque. El berseker del fuego descendía aun más sus manos hasta colocarlas en un costado de el sintiendo una pequeña protuberancia rígida, por lo que escudriñando encontraba los anillos de compromiso que Lestat había escogido para la boda con Larissa… este surcó una sonrisa y así musitó:
-Berseker y si usamos estas idioteces humanas para nosotros… ¿Crees que funciones? ¿Crees que si nos unan eternamente?… ajaja si es así hagámoslo…
La nueva Larissa farfullaba un sinfín de oraciones crueles que eran como estocada directas al corazón alterado de Lestat mas no hizo nada, simplemente cerró sus puños, bajó la mirada y siguió escuchando. Su mentón tembló en cuanto sintió los dulces labios de Larissa rozando su frente. No pudiendo evitar tomarla efímeramente de su cálida mano ya que esta se alejaba para levantar una de las espadas que se mantenía inerte en el suelo.
Lestat de un sobresalto reaccionó cuando la nueva Larissa hablaba con respecto a su seguridad y el cambio brusco que presentaba él. Este le temblaban los ojos y no pudo evitar ser débil y dejar sueltas unas cuantas lágrimas, las cuales se abrieron camino por entre sus ásperas mejillas. Bajando su mirada el joven romano susurró:
-Tienes razón. Soy demasiado débil para merecerme estar a lado de Larissa… Berseker de Ares. Mira que el demonio que albergo en mis entrañas la ha ofendido y lastimado y yo no pude evitarlo… Tienes razón en todo esto. Lo mejor es que yo desaparezca de su presencia ¿No crees qué es lo mejor Larissa… berseker? Así no te lastimaré… yo lo único que quería era estar a tu lado y protegerte de todo… pero soy el que más te ha hecho daño. Perdóname por favor.
Tomando rápidamente la hoja de la espada Lestat se levantó y caminó hacia donde Larissa se mantenía en pie mirándolo. Su mano hacia presión entre la cuchilla de aquella blanca arma por lo que provocaba que su piel se cortara dejando que se derramaran delgados hilos de su sangre. El general romano se detenía frente a Larissa, le sonreía y con una delicadeza hacía que su prometida tomara la espada por el mango, poniéndose él en frente de la punta de dicha arma mientras que con sus brazos surcaba su espalda.
Este comenzaba a jalarla hacia él provocando que la carne de su abdomen se abriera dando paso a que se enterrara la espada en su cuerpo, sin embargo apenas la punta había cortado su piel, para darle así una pauta para hablar:
-Larissa yo soy la persona que te ha dañado desde un principio… vamos mujer en ti también nació un berseker alíate a ese demonio y mátame… soy el que amenaza tu vida con gran descaro y dicho poder tiene la obligación de salvaguardar el cuerpo donde habita. Así que Larissa no dudes y mátame que yo no me puedo quitarme la vida pues es de cobardes suicidarse… pero… pero… si tú lo haces seria un honor morir por tu mano amor. Perdóname por favor Larissa por ser tan cobarde, por lastimarte y amarte… no soy digno de estar a tu lado. Y este destino que llega de la nada me consume de odio. Yo lo único que quería era casarme y hacer una familia contigo… pero yo no soy digno de tenerte. Larissa perdóname por favor por… por… obligarte a estar a mi lado… perdóname… Larisa perdóname por lo que hare en este instante.
Dicho eso Lestat le sonrió de una manera tan dolorosa y en un arrebato de fuerza la empujaba hacia a él para así abrazarla con gran firmeza haciendo que la espada le atravesara por completo. Su rostro se contraía haciendo que de su boca sangre saliera. De inmediato el ambiente se impregnaba del aroma dulzón de aquel elixir escarlata y los vestidos de Larissa se manchaban por completo. El general que débil ya estaba no pudo aguantar y recargaba su rostro en el hombro de su prometida, mientras que la pareja caía hincados al suelo. Tomando ambas mejillas de Larissa el rubio dijo:
-Tu fuiste el mejor sueño que tuve en esta vida Larissa… lastima que muy corto fuera, pero aun así me encantó. Tus ojos y sonrisa pintaron el mundo gris en donde habité por un largo tiempo sino es que siempre… y por eso te lo agradezco. Gracias por tus carisias y besos… por escuchar aquel “Te amo” que hacia que mi estomago temblara. Gracias Larissa… gracias. Ahora todo estará bien tu seguirás el destino que los Dioses te han puesto en frente mientras yo desapareceré de tu mente… sólo fui un corto sueño de aquellos que se pueden reemplazar con mejores. Estoy tan feliz por a ver conocido a la mujer más perfecta del mundo y aun mejor por morir a su lado… protegiéndola. ¡Sí! digo protegiéndola por que así fue. Yo era una amenaza terrible para ti Larissa e hice lo mejor que pude… desaparecer. ¿Lo vez ahora amor? Por lo menos pude cumplir una de las tantas promesas que te di. Ahora bien Berseker que yace en el interior de Larissa se que esta de más que lo diga pero cuídala… porque… Larissa te…
Dicho eso y sin poder terminar Lestat cerraba sus ojos y caía en un mortuorio sueño entre los brazos de Larissa. La brisa corría despacio mutando sensaciones cálidas en derredor. Por un instante el bosque se enmudeció, pero todo eso cambió cuando de los labios del fallecido romano salían unas estridentes carcajadas de ironía atroz. El cuerpo de Lestat comenzaba a irradiar mientras se movía para así alzar sus brazos y tomarlos hombros de la mujer, tronando su cuello de lado a lado este suspiraba y así una vez más tomaba palabra:
-Y yo que pensaba que nunca iba a morir el maldito romano… es una lastima que tuviera que dar ese tipo de pauta en el contrato. Su vida, sentimientos y recuerdos por el juramento de nunca tocarte Larissa… mierda y eso que me encantas… pero bueno ya habrá otras putas de las cuales me complazca ahora bien… déjame verla… quiero hablar con aquel berseker que albergas… ¿vamos que esperas?
Se carcajeaba grotescamente aquel berseker que había robado la fisionomía de Lestat, de inmediato tomaba los hombros de Larissa mientras hacia un especie de conjuro que provocaba que la espada que se mantenía enterrada en su abdomen se encendiere en llamas y así se derritiera, al mismo tiempo dichas flamas sellaban las heridas del joven y surcaban un perímetro de más de tres metros que encarcelaba tanto a Larissa como a él.
Inhalando profundamente el berseker que había arrebatado la existencia de Lestat tomaba el mentón de Larissa y sin anuncio previo le robaba un beso para después empujarla al suelo quedando él encima de ella, lamiendo la comisura de sus labios para tan sólo decirle:
-Berseker del poder… mi demonio predilecto del cual irónicamente tome carriño desde el principio de las eras… demasiado tiempo lejos de tu esencia y cuerpo. Perdóname por no cumplir mi última promesa… el estar contigo. Pero ahora he despertado y la cumpliré con apropie. Mírame aquí estoy (recargando su cabeza en el pecho de Larissa) he regresado… he regresado y despertado por ti, aunque se que nunca me haces caso… mi hermoso demonio consumido por el poder… linda, mi linda llama de “vida”.
Lentamente rozaba las yemas de los dedos en el abdomen de Larissa mientras que las llamas que le surcaban se avivaban más y más, consumiendo todo rastro de vida que existiera en el bosque. El berseker del fuego descendía aun más sus manos hasta colocarlas en un costado de el sintiendo una pequeña protuberancia rígida, por lo que escudriñando encontraba los anillos de compromiso que Lestat había escogido para la boda con Larissa… este surcó una sonrisa y así musitó:
-Berseker y si usamos estas idioteces humanas para nosotros… ¿Crees que funciones? ¿Crees que si nos unan eternamente?… ajaja si es así hagámoslo…
Post Tercero de cuarto con Respecto al tema: Despertar de defensa
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Re: Camino a Tarraconense
Larissa, o más bien el berseker del poder no se imaginó que de verdad ese romano iba a hacerle caso, ya que su fin era que el mismo se pusiera en pos de alejar al berseker que contenía en su interior y que hacía que ella no pudiera actuar con libertad. Sin embargo ahí estaba pasando todo frente a sus ojos, la hermosa mujer no pudo evitar observar como el herido futuro esposo de esa mujer que había aceptado ser una sola con ella empezaba a hundir sin remedio la espada que ella le había lanzado en su vientre haciendo que el mismo se hiriera y abriera dejando que la sangre saliera con lentitud y resbalara hasta el suelo.
-Espera Romano, las cosas no tienen por qué ser así... Tú puedes luchar contra el berseker infernatil, ese demonio no puede vencerte, tú eres fuerte, y es por eso que Larissa te ama con todas sus fuerzas, no destruyas la confianza que ella ha depositado en tí... Si tú la dejas, harás que ambas quedemos a merced de ese demonio malvado... Dime la verdad romano ¿Acaso pretendes morir dejando sola a tu mujer para huir de tus responsabilidades como futuro esposo de ella? ¿Dónde quedó todo el amor y todo lo que le prometiste? Dónde está toda tu fuerza y poder usarías para hacerla feliz? ¡Contesta y deja de sentir pena por tí mismo!
Las lágrimas de Lestat una vez más se hicieron presentes en el rostro del apuesto hombre, quien no entendía ya de razones, era tan común entre los soldados, o más bien entre los hombres, que al descubrir que su poder no es suficiente para lidiar con la realidad se quiebran y ven en la muerte la oportunidad de huir de la misma y así poder encontrar algo de sosiego. Larrisa dentro de su interior gritaba que su amado no hiciera eso, y Anhilion trataba desesperadamente de impedir tal acción por parte del prometido de la joven de cabellos castaños, sin embargo ya la espada que tenía en frente empezaba a meterse con lentitud en el vientre de Lestat por más que la bersker se empeñara en soltar el mango y tratara en vano de sacarla halando la misma hacia su cuerpo.
-Larissa te ama, pero si haces esto ella no te lo perdonará, no pienso aliarme con ella para matar al único que es capaz de enfrentar a Infernatil e impedir que ejerza luego el domino absurdo que siempre quiere ejercer sobre mi cuando Ares no lo está haciendo. Vamos Lestat no dejes que tu alma muera, si haces eso Larissa nunca te lo perdonara, tenlo claro, ni en el inframundo tendrás descanso si la abandonas en este inmundo lugar...- La berseker soltó la espada para no tener que enterrársela a aquel hombre, sin embargo esta terminó de hundirse haciendo que la sangre de aquel hombre cayera al suelo con lentitud.
-Lestat no mueras... Yo también te amo.- Larissa cayó de rodillas llorando a su amado hombre quien ahora yacía muerto en el suelo. Tenía miedo, mucho miedo, pero más que todo tenía rencor hacia todo aquel ser que a diferencia de ella pudiera llegar a ser feliz. No importaba cuanto tratara de cambiar las cosas, ella era la mujer más desdichada del mundo y nada iba a cambiar tal cosa. Su vida siempre fue un desastre y ahora todo lo bueno que ella pudo alguna vez tener, se destruyó y desapareció dejándola tal como al principo. Sin nada por qué vivir.
Una risa estridente se escuchó en el lugar y al fin la figura de Lestat se puso de pie frente a Larissa albergando ya al berseker que hacía que la memoria de su amado se viera manchada y pisoteada una y otra vez. Algo más se vino con esta especie de despertar por parte del berseker infernatil. Un empujón fuerte seguido de una lamida por parte del mismo se sentaron sobre el cuerpo y piel de Larissa haciendo que se estremeciera del asco, puesto que la forma en la que se expresaba ese ser distaba mucho de la que usaba Lestat y que tanto le gustaba.
-¿Llama de la vida? No me hagas reír... Tú le has quitado la vida al hombre que amo, no veo por qué tenga yo que dejarte verla. No entiendes que ella está molesta? Ella no desea verte. No toques los anillos que me compró Lestat, no son ni serán tuyos
Larissa empujó el cuerpo del berseker y se puso de pie elevando su cosmos. Tanto Anhilion y Larissa estaban más que molestas, y quería cobrabrarle bien caro las cosas que había hecho el demonio que provocó la muerte del romano que tan feliz había hecho a la mujer con la cual Anhilion se haría una sola. Un cosmos rojo como la sangre emanó del cuerpo de la mujer que estaba frente al recipiente de Infernatil, lo que se venía seguro era una pelea, pero no importaba, era algo que tenía que hacerse de una vez, por lo que sencillamente ella no dudaría en tomar el tiempo necesario para que la misma se llevara a cabo, ya lo habían pensado las dos. Si ellas ganaban se librarían de el por unos dias quizá; no es que ahnhilion no quisiera a Infernatil, era sólo que no podía dejar que el pensara que podía hacer lo que le diera la gana sin que hubiera nigún tipo de consecuencia.
-Te diré algo... Como soy compasiva, tu querida berseker y yo llegamos a la conclusión de que te daremos una oportunidad. Pelearemos en este círculo de fuego, el primero en salir disparado del mismo ganará la pelea. Si tú ganas nosotras no opodremos jamás resistencia a tí y podrás hacer lo que desees con nosotras, siempre en cuando no vaya contra las órdenes de Ares; por si nosotras ganamos... Entonces tú tendrás que hacer todo lo que nosotras digamos, sin importar qué sea. ¿Aceptarás el reto berseker Infernatil?
-Espera Romano, las cosas no tienen por qué ser así... Tú puedes luchar contra el berseker infernatil, ese demonio no puede vencerte, tú eres fuerte, y es por eso que Larissa te ama con todas sus fuerzas, no destruyas la confianza que ella ha depositado en tí... Si tú la dejas, harás que ambas quedemos a merced de ese demonio malvado... Dime la verdad romano ¿Acaso pretendes morir dejando sola a tu mujer para huir de tus responsabilidades como futuro esposo de ella? ¿Dónde quedó todo el amor y todo lo que le prometiste? Dónde está toda tu fuerza y poder usarías para hacerla feliz? ¡Contesta y deja de sentir pena por tí mismo!
Las lágrimas de Lestat una vez más se hicieron presentes en el rostro del apuesto hombre, quien no entendía ya de razones, era tan común entre los soldados, o más bien entre los hombres, que al descubrir que su poder no es suficiente para lidiar con la realidad se quiebran y ven en la muerte la oportunidad de huir de la misma y así poder encontrar algo de sosiego. Larrisa dentro de su interior gritaba que su amado no hiciera eso, y Anhilion trataba desesperadamente de impedir tal acción por parte del prometido de la joven de cabellos castaños, sin embargo ya la espada que tenía en frente empezaba a meterse con lentitud en el vientre de Lestat por más que la bersker se empeñara en soltar el mango y tratara en vano de sacarla halando la misma hacia su cuerpo.
-Larissa te ama, pero si haces esto ella no te lo perdonará, no pienso aliarme con ella para matar al único que es capaz de enfrentar a Infernatil e impedir que ejerza luego el domino absurdo que siempre quiere ejercer sobre mi cuando Ares no lo está haciendo. Vamos Lestat no dejes que tu alma muera, si haces eso Larissa nunca te lo perdonara, tenlo claro, ni en el inframundo tendrás descanso si la abandonas en este inmundo lugar...- La berseker soltó la espada para no tener que enterrársela a aquel hombre, sin embargo esta terminó de hundirse haciendo que la sangre de aquel hombre cayera al suelo con lentitud.
-Lestat no mueras... Yo también te amo.- Larissa cayó de rodillas llorando a su amado hombre quien ahora yacía muerto en el suelo. Tenía miedo, mucho miedo, pero más que todo tenía rencor hacia todo aquel ser que a diferencia de ella pudiera llegar a ser feliz. No importaba cuanto tratara de cambiar las cosas, ella era la mujer más desdichada del mundo y nada iba a cambiar tal cosa. Su vida siempre fue un desastre y ahora todo lo bueno que ella pudo alguna vez tener, se destruyó y desapareció dejándola tal como al principo. Sin nada por qué vivir.
Una risa estridente se escuchó en el lugar y al fin la figura de Lestat se puso de pie frente a Larissa albergando ya al berseker que hacía que la memoria de su amado se viera manchada y pisoteada una y otra vez. Algo más se vino con esta especie de despertar por parte del berseker infernatil. Un empujón fuerte seguido de una lamida por parte del mismo se sentaron sobre el cuerpo y piel de Larissa haciendo que se estremeciera del asco, puesto que la forma en la que se expresaba ese ser distaba mucho de la que usaba Lestat y que tanto le gustaba.
-¿Llama de la vida? No me hagas reír... Tú le has quitado la vida al hombre que amo, no veo por qué tenga yo que dejarte verla. No entiendes que ella está molesta? Ella no desea verte. No toques los anillos que me compró Lestat, no son ni serán tuyos
Larissa empujó el cuerpo del berseker y se puso de pie elevando su cosmos. Tanto Anhilion y Larissa estaban más que molestas, y quería cobrabrarle bien caro las cosas que había hecho el demonio que provocó la muerte del romano que tan feliz había hecho a la mujer con la cual Anhilion se haría una sola. Un cosmos rojo como la sangre emanó del cuerpo de la mujer que estaba frente al recipiente de Infernatil, lo que se venía seguro era una pelea, pero no importaba, era algo que tenía que hacerse de una vez, por lo que sencillamente ella no dudaría en tomar el tiempo necesario para que la misma se llevara a cabo, ya lo habían pensado las dos. Si ellas ganaban se librarían de el por unos dias quizá; no es que ahnhilion no quisiera a Infernatil, era sólo que no podía dejar que el pensara que podía hacer lo que le diera la gana sin que hubiera nigún tipo de consecuencia.
-Te diré algo... Como soy compasiva, tu querida berseker y yo llegamos a la conclusión de que te daremos una oportunidad. Pelearemos en este círculo de fuego, el primero en salir disparado del mismo ganará la pelea. Si tú ganas nosotras no opodremos jamás resistencia a tí y podrás hacer lo que desees con nosotras, siempre en cuando no vaya contra las órdenes de Ares; por si nosotras ganamos... Entonces tú tendrás que hacer todo lo que nosotras digamos, sin importar qué sea. ¿Aceptarás el reto berseker Infernatil?
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Re: Camino a Tarraconense
El berseker infernatil hundía aún más sus manos sobre el suelo al escuchar la respuesta negativa por parte de Larissa, negándose totalmente en dejarlo hablar a solas con el berseker Anhilion. Su gesto se descomponía aún más remarcando que tan ansioso estaba de golpear a aquella mortal. Mas todo fue lo contrario, de repente la dama de cabellos largos color castaño empujaba con demencial fuerza a Infernatil, elevando al mismo tiempo su cosmosenergía de una forma apabullante.
Este se quedaba mirando cruzándose de brazos y surcando una irónica sonrisa, mientras que la energía encapsulada en el cuerpo de Larissa lentamente emanaba irradiando con tonalidades escarlatas… como si fuese mera sangre vertiéndose en el panorama. No era necesario decirlo con palabras aquella entablaría un combate feroz.
Y después las palabras dando las condiciones del combate llegaron. Infernatil no pudiendo evitar explotaba en una carcajada estridente, para después simplemente aplaudir, elevando su cosmos haciendo más avivadas las lenguas de fuego que le rodeaban… este contestó:
-¿Aceptar?… aún después de varias eras ¿no entiendes qué tan poderoso soy?… me ofendes amor. Pero será interesante vencerte y hacerte mi esclava jajajajaja. Anhilion yo sólo quería hablar contigo no lo hagas complicado por favor, sea como sea tú eres mi única debilidad… por favor no me obligues a alzar la mano ante ti. Recapacita lo este combate… no me creas tan maldito por favor mujer, Lestat no esta muerto, no haría nada que ocasionara que te alegras de mi… no otra vez. Solo estaba jugando con la emoción del momento… sino mirad con vuestros propios ojos mujeres.
Lentamente Infernatil comenzaba a caminar hacia el frente mientras que las oleadas de fuego bailaban de derecha a izquierda arrasando con todo rastro de vida a su alrededor. Este culminaba de caminar quedando a pocos centímetros de Larissa, para simplemente tomar su cintura y jalarla hacia su cuerpo. Con el brazo izquierdo surcaba la parte baja de su espalda y el derecho la parte superior de tal; para hacer más estrecho la distancia de aquellos dos. Después el caballero despegaba su brazo derecho de la espalda de Larissa y así tomaba con delicadeza su mentón para tan solo sonreírle y decir:
-Yo nunca haría algo que te hiciera llorar Larissa… yo te juré que aunque muerto estuviera reencarnaría solo por estar a lado vuestro. Pero… pero… pero Larissa, al unirme con Infernatil he cambiado drásticamente. Tú misma lo has visto, soy más tosco y frio ¿Acaso soportarías eso amor? ¿Acaso aún así estarías a mi lado… amándome? Si tu respuesta es no… entonces que caso tiene seguir viviendo; pues mejor que gobierne en su totalidad Infernatil mi corazón. No soporto la idea de que no me perdonaras nunca… si tú no sonríes aún estando yo a vuestro lado entonces cuál es mi propósito de seguir vivo.
Dicho eso Lestat se separaba de ella y así se daba media vuelta dando uno que otro paso hasta divisar que la distancia era conveniente, el caballero una vez más giraba y así extendía sus brazos a todo lo que daba, elevando aún más las llamas que le circundaban para que tras cerrar sus puños estas desaparecieran dejando simplemente un rastro de ceniza que al ser golpeada por la brisa, salían danzarinas dispersándose en derredor de aquellos demonios al servicio de Ares. Después simplemente Lestat sonreía y así musitó:
-Nosotros Infernatil y Lestat, hemos perdido por vuestras miradas mis queridas damas Larissa y Anhilion. Nunca alzaríamos la mano ante la mujer que amamos es de ley… y aunque sea un maldito desgraciado, como siempre me hace sentir Anhilion al pensar que quiero gobernar tu vida… sin embargo extraño es que piense tal cosa de mi, si nunca me has dejado entablar una decente charla contigo y eso es comprensible mi actitud no es la más apropiada cuando yo me acerco a ti… pero no por que esté en cierta forma molesto con tus rechazos crudos no me da el derecho de alzar la mano para tomar ventaja con estas condiciones y así obligarte a estar a mi lado… para lo mismo con Larissa de parte de Lestat. Así que nos declaramos perdedores (bajando sus brazos y postrándose ante la dama) [color:9a27=#5199C0]¿Cuál es nuestro castigo? Asumimos con responsabilidad lo que ustedes digan… por cierto (alzando la mano diestra y abriendo su palma) Toma Larissa los anillos de bodas, son tuyo al fin de cuenta, podéis hacer lo que te plazca con ellos, ya no soy merecedor de que tú te cases conmigo… no por pena ni obligación, adelante tómalos (suspirando y dejando que el tiempo corriera unos cuantos segundos) Larissa, por favor no suelo ser un ser que gusta de rogar, pero déjame hablar con ella… por favor, solo por un minuto, solo quiero escuchar con sus propias palabras diciéndome que me aleje de ella… por favor señorita Larissa.
Este se quedaba mirando cruzándose de brazos y surcando una irónica sonrisa, mientras que la energía encapsulada en el cuerpo de Larissa lentamente emanaba irradiando con tonalidades escarlatas… como si fuese mera sangre vertiéndose en el panorama. No era necesario decirlo con palabras aquella entablaría un combate feroz.
Y después las palabras dando las condiciones del combate llegaron. Infernatil no pudiendo evitar explotaba en una carcajada estridente, para después simplemente aplaudir, elevando su cosmos haciendo más avivadas las lenguas de fuego que le rodeaban… este contestó:
-¿Aceptar?… aún después de varias eras ¿no entiendes qué tan poderoso soy?… me ofendes amor. Pero será interesante vencerte y hacerte mi esclava jajajajaja. Anhilion yo sólo quería hablar contigo no lo hagas complicado por favor, sea como sea tú eres mi única debilidad… por favor no me obligues a alzar la mano ante ti. Recapacita lo este combate… no me creas tan maldito por favor mujer, Lestat no esta muerto, no haría nada que ocasionara que te alegras de mi… no otra vez. Solo estaba jugando con la emoción del momento… sino mirad con vuestros propios ojos mujeres.
Lentamente Infernatil comenzaba a caminar hacia el frente mientras que las oleadas de fuego bailaban de derecha a izquierda arrasando con todo rastro de vida a su alrededor. Este culminaba de caminar quedando a pocos centímetros de Larissa, para simplemente tomar su cintura y jalarla hacia su cuerpo. Con el brazo izquierdo surcaba la parte baja de su espalda y el derecho la parte superior de tal; para hacer más estrecho la distancia de aquellos dos. Después el caballero despegaba su brazo derecho de la espalda de Larissa y así tomaba con delicadeza su mentón para tan solo sonreírle y decir:
-Yo nunca haría algo que te hiciera llorar Larissa… yo te juré que aunque muerto estuviera reencarnaría solo por estar a lado vuestro. Pero… pero… pero Larissa, al unirme con Infernatil he cambiado drásticamente. Tú misma lo has visto, soy más tosco y frio ¿Acaso soportarías eso amor? ¿Acaso aún así estarías a mi lado… amándome? Si tu respuesta es no… entonces que caso tiene seguir viviendo; pues mejor que gobierne en su totalidad Infernatil mi corazón. No soporto la idea de que no me perdonaras nunca… si tú no sonríes aún estando yo a vuestro lado entonces cuál es mi propósito de seguir vivo.
Dicho eso Lestat se separaba de ella y así se daba media vuelta dando uno que otro paso hasta divisar que la distancia era conveniente, el caballero una vez más giraba y así extendía sus brazos a todo lo que daba, elevando aún más las llamas que le circundaban para que tras cerrar sus puños estas desaparecieran dejando simplemente un rastro de ceniza que al ser golpeada por la brisa, salían danzarinas dispersándose en derredor de aquellos demonios al servicio de Ares. Después simplemente Lestat sonreía y así musitó:
-Nosotros Infernatil y Lestat, hemos perdido por vuestras miradas mis queridas damas Larissa y Anhilion. Nunca alzaríamos la mano ante la mujer que amamos es de ley… y aunque sea un maldito desgraciado, como siempre me hace sentir Anhilion al pensar que quiero gobernar tu vida… sin embargo extraño es que piense tal cosa de mi, si nunca me has dejado entablar una decente charla contigo y eso es comprensible mi actitud no es la más apropiada cuando yo me acerco a ti… pero no por que esté en cierta forma molesto con tus rechazos crudos no me da el derecho de alzar la mano para tomar ventaja con estas condiciones y así obligarte a estar a mi lado… para lo mismo con Larissa de parte de Lestat. Así que nos declaramos perdedores (bajando sus brazos y postrándose ante la dama) [color:9a27=#5199C0]¿Cuál es nuestro castigo? Asumimos con responsabilidad lo que ustedes digan… por cierto (alzando la mano diestra y abriendo su palma) Toma Larissa los anillos de bodas, son tuyo al fin de cuenta, podéis hacer lo que te plazca con ellos, ya no soy merecedor de que tú te cases conmigo… no por pena ni obligación, adelante tómalos (suspirando y dejando que el tiempo corriera unos cuantos segundos) Larissa, por favor no suelo ser un ser que gusta de rogar, pero déjame hablar con ella… por favor, solo por un minuto, solo quiero escuchar con sus propias palabras diciéndome que me aleje de ella… por favor señorita Larissa.
Post cuarto y último con respeto al trema: Despertar de Defensa
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Re: Camino a Tarraconense
Anhilion escuchó lo que Infernatil tenía para decir. No podía evitar sentir molesta al saber que el se pensaba mejor que ella, sin embargo al enterarse que el no había matado a Lestat, el futuro esposo de Larissa, la mujer con la cual ella compartía su existencia, la berseker consumida por el poder no pudo evitar bajar la guardia con ese demonio que insistía como un loco en hablar con ella. Larissa por su parte solo podía encontrarse feliz al ver a su amado una vez más frente a ella, tal y como el lo había prometido el aún seguía a su lado. El sólo sentir su abrazo hacía que ella sintiera que su vida nuevamente a solucionarse. Cerranso sus ojos la mujer de cabellos color avellanas supiró y se aferró a su amado con todas sus fuerzas sintiendo sintiendo las manos de su amante surcar con ternura su espalda. Una vez más Lestat dijo palabras dulces a su prometida de modo que las acciones de bersker Inferntail se borraron para siempre de su mente, porque en su cabeza sólo reinaba el amor que el siempre le había manifestado; todas y cada una de las cosas que el hombre de cabellos castaños le dijo hicieron que el corazón de la joven latiera como si fuera un caballo desbocado. Lo amaba de forma irracional y no podía dejar de pensar que no lo quería lejos de ella.
-Lestat no digas eso, jamás estaría lejos de tí, para mí no hay mejor alegría que permanecer a tu lado. No quiero que tú estes perdido mientras Infernatil hace lo que quiere...No lo dejes, yo te amo y no me importa si ahora tu forma de ser es más fría o más tosca, yo sencillamente tengo amor hacia tí.
Larissa se separó de Lestat y nuevamente se puso las manos sobre la cabeza, esta vez el dolor de cabeza que la obligaba a ejercer tal acción de forma tan fuerte que al final sintió que perdía la conciencia y así, la mujer de cabellos castaños se sumergió en un mundo oscuro y frío donde los cadáveres y la sangre abundaban formando un foco de peste que hacía que Larissa deseara vomitar las entrañas; pues bien en ese "maravilloso" lugar se alzaba una gran columna de cemento que no permitía la entrada o salida de nadie, haciendo que la mujer del ex general se sintiera perdida y desamparada.
-Larissa...- La voz de Anhilion se escuó en todo el lugar haciendo un eco sonoro y fuerte- Larissa rompe esa pared que está frente a tí, canta como una sirena aunque no lo seas. Sal de la podredumbre de tu vida anterior, sal renovada una vez más.
Larissa no comprendía esas palabras sin embargo algo en su corazón le decía que ella sabía bien de lo que estaba hablando Anhilino, así que sin pensarlo dos veces, la joven de cabellos color avellana abrió su boca y emitió un canto que lanzó una serie de ondas que aumentaron de tamaño hasta llegar al muro y sin demasiado esfuerzo lo rompieron haciendo que la salida se hiciera visible detrás de los escombros del muro. Una vez que Larissa vio la salida, corrió con todas sus fuerzas y llegó al otro lado donde estaba Anhilion esperándola, esta cuando vio llegar a Larissa, le dio un fuerte abrazo y se aferró a ella uniéndose se forma irreversible para así pasar a formar una sola existencia para juntas poder permancer cerca de los hombres que amaban.
-Infernatil aquí estoy.- La nueva Larissa tomó los anillos que Lestat le ofreció con mucho cariño y siguió diciendo- Ambas decidimos ser una sola para pdoer estar con ustedes, puesto que no podemos permanecer lejos de cada uno, y no es por pena ni nada que se le parezca, sino por puro y verdadero amor. Amor del cual dudan a cada segundo ya aún ambas no sabemos porqué. No, mejor dicho aún no sé porqué. Mi amor es tan grande que no puedo dejar de desear que nos pongamos esos anillos.
ÚLTIMO POST DE LA DEFENSA MAESTRIA DE ELEMENTO SONIDO
Larissa/ ANhilion/ Nueva Larissa
-Lestat no digas eso, jamás estaría lejos de tí, para mí no hay mejor alegría que permanecer a tu lado. No quiero que tú estes perdido mientras Infernatil hace lo que quiere...No lo dejes, yo te amo y no me importa si ahora tu forma de ser es más fría o más tosca, yo sencillamente tengo amor hacia tí.
Larissa se separó de Lestat y nuevamente se puso las manos sobre la cabeza, esta vez el dolor de cabeza que la obligaba a ejercer tal acción de forma tan fuerte que al final sintió que perdía la conciencia y así, la mujer de cabellos castaños se sumergió en un mundo oscuro y frío donde los cadáveres y la sangre abundaban formando un foco de peste que hacía que Larissa deseara vomitar las entrañas; pues bien en ese "maravilloso" lugar se alzaba una gran columna de cemento que no permitía la entrada o salida de nadie, haciendo que la mujer del ex general se sintiera perdida y desamparada.
-Larissa...- La voz de Anhilion se escuó en todo el lugar haciendo un eco sonoro y fuerte- Larissa rompe esa pared que está frente a tí, canta como una sirena aunque no lo seas. Sal de la podredumbre de tu vida anterior, sal renovada una vez más.
Larissa no comprendía esas palabras sin embargo algo en su corazón le decía que ella sabía bien de lo que estaba hablando Anhilino, así que sin pensarlo dos veces, la joven de cabellos color avellana abrió su boca y emitió un canto que lanzó una serie de ondas que aumentaron de tamaño hasta llegar al muro y sin demasiado esfuerzo lo rompieron haciendo que la salida se hiciera visible detrás de los escombros del muro. Una vez que Larissa vio la salida, corrió con todas sus fuerzas y llegó al otro lado donde estaba Anhilion esperándola, esta cuando vio llegar a Larissa, le dio un fuerte abrazo y se aferró a ella uniéndose se forma irreversible para así pasar a formar una sola existencia para juntas poder permancer cerca de los hombres que amaban.
-Infernatil aquí estoy.- La nueva Larissa tomó los anillos que Lestat le ofreció con mucho cariño y siguió diciendo- Ambas decidimos ser una sola para pdoer estar con ustedes, puesto que no podemos permanecer lejos de cada uno, y no es por pena ni nada que se le parezca, sino por puro y verdadero amor. Amor del cual dudan a cada segundo ya aún ambas no sabemos porqué. No, mejor dicho aún no sé porqué. Mi amor es tan grande que no puedo dejar de desear que nos pongamos esos anillos.
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Larissa/ ANhilion/ Nueva Larissa
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Re: Camino a Tarraconense
El silencio reinaba y aquellos hombres que compartían mismo cuerpo sentía por primera vez, un verdadero miedo… sí, miedo por ser rechazados por los únicos seres que proporcionaban para sus días grises la luz verdadera. Mas el alivio llegó cuando sus damas hablaron con el mismo tono. Anhilion se presentaba ante infernatil, el cual no podía sentir escalofríos de la emoción por ver que aquella quitaba por fin su barrera y se daba cuenta que aquel demonio no era lo que siempre había pensado.
Aún aquel berseker se presentaba postrado con la cabeza bajada ofreciendo los anillos de compromiso que Lestat, su avatar, había comprado para su prometida. El berseker Anhilion la cual se había unido permanentemente a las memorias de Larissa tomaba aquellos objetos de oro para simplemente manifestar una que otra oración; Oraciones que causaron el encrespar de la piel de aquellos seres. Ambas manifestaban que deseaban permanecer unidas a su lado, generando que aquel caballero alzara la mirada mientras lentamente se levantaba del suelo. Su semblante mostraba sencillamente sentimientos de sorpresa.
El berseker infernatil surcaba una sonrisa y simplemente atrapaba a Anhilion en un fuerte abrazo, para así alzarla y dar una vuelta con ella, bajándola al suelo aquel tomaba delicadamente sus mejillas y decía:
-Es la única recompensa que siempre desee… tu corazón. Siempre te protegí y defendí entre las sombras Anhilion. Me mostré así de frio, controlador y presuntuoso por que no soportaba la idea de que no me vieras de la misma manera que yo te he visto desde que te conocí, en eras anteriores. Y ahora que dejas descubierto que me amas no sabes que tan feliz estoy con escuchar eso. Anhilion te juro que de ahora en adelante todo cambiara. Yo daré mi vida sólo por protegerte… te amo y no me importa desacatar las reglas, por ti hare todo… gracias por darme esta oportunidad, de verdad gracias. Y ahora con tu permiso deseo probar esos labios que siempre he añorado.
Dicho eso Infernatil tomaba la cintura de Anhilion y así la jalaba hacia su cuerpo, aquel estremecía al sentir su piel en la suya. Lo excitaba desbocadamente sin embargo infernatil estaba decidido en respetarla hasta el final para que viera que tanto había cambiado. Suspirando y bajando su postura ya que aquel era demasiado alto. Posó su mano izquierda entre los cabellos de su nuca y así lentamente beso los labios de Anhilion. Aquel beso no duro mucho, ya que se contenía a no expresar sus verdaderos deseos para con ella. Ya que infernatil no quería demostrar que en ese momento la deseaba poseer con todo su corazón. Dándose media vuelta aquel suspiraba de nueva cuenta y musitaba:
-Uff… tan perfectos labios como lo esperaba de ti Anhilion ahora, aquí, en este momento me uno con las memorias de Lestat para ser uno mismo y así ambas… no, perdón sólo tú me aceptes.
Aquel decía aquello mientras elevaba su cosmosenergía y simplemente soltara un ligero fogonazo de luz incandescente, de inmediato cambió un poco la fisionomía de Lestat, se volvió un poco más tosco de la espalda, sus ojos azules claros se tornaban más oscuros y su semblante mostraba una indiferencia leve. Dándose media vuelta aquel corría hacia Larissa para así abrazarla de nueva cuenta mientras olfateaba su aroma le susurraba al oído:
-Larissa… te deseo (comenzando a lamer su oreja lentamente) no sabes cuanto, estoy desesperado (jalando aun más su cuerpo hacia al de él) pero ahora mismo lo que más deseo es usar estos anillos, tal vez la unión no sea legal, pero ya no estamos en Roma en cierta manera, así que nuestros juramentos son validos para vuestros corazones Larissa… Pero (tomando sus hombros y levemente separándola) no puedes casarte con estas fachas mi señorita, tu vestido esta manchado con mi sangre, así que yo mismo te bañare, el carruaje trae tres barriles de agua, uno lo tomaremos para asear tan esquisto cuerpo. Con su permiso mi mujer hermosa…
Sonriéndole aquel la cargaba y lentamente se dirigían al carruaje. Bajándola por un lado de dicho pedazo de madera aquel se encaminó a la parte trasera del vehículo y así desmontaba uno de los barriles. Sus músculos de abdomen y brazos se remarcaban al cargar aquel pesado objeto. Posando dicho objeto que albergaba el agua pura el general exiliado levantaba una de las espadas y así quitaba la tapa. Adentrando ambas manos al líquido incoloro cerró sus ojos y elevó su cosmos para transmitir la energía de su cuerpo a dicho fluido. Las temperaturas del agua aumentaron para ser las apropiadas para aquella noche de perdón.
Abriendo de nueva cuenta sus ojos azul oscuro observó con ternura a Larissa y así le mostró una sonrisa un tanto picara. Caminando hacia ella la tomaba de la mano derecha y la hacia caminar siguiendo sus pasos. De nueva cuenta Lestat la surcaba en sus brazos y le susurraba:
-No te preocupes de tener miedo si alguien nos ve, tenemos suerte y nadie esta aquí cerca. Así que amor lentamente te desnudare para bañarte; apega tu cuerpo al mío, sólo así no tendrás tanto frio.
Dicho eso Lestat lentamente quitaba los tirantes de su vestido manchado por la sangre que anteriormente había derramado sobre ella al sentirse decepcionado de si mismo. Sus manos atropellaban ligeramente sus senos, con la mera intención de tocarlos y excitarse aún más de lo que estaba. Él se ponía de cuclillas para así quitar por completo la ropa de su prometida, no pudiendo evitar suspirar al ver tan hermosas piernas desnudas; lentamente las besó de forma ascendente hasta llegar a sus muslos y así ligeramente mordisquearlos. Las yemas de sus dedos palpaban su piel mientras se ponía de pie y la jalaba hacia a él. Jugando con sus cabellos lánguidamente tomaba un recipiente que todo barril traía adentro de sus dimensiones. Con aquel objeto hondo tomaba la suficiente agua y la derramaba en el sensual cuerpo de Larissa.
Aquel no podía evitar demostrar que tan excitado estaba por estar tocando y mojando el cuerpo desnudo de Larissa, mas sin embargo se contenía para no arrebatarse por completo y tenderla en el suelo para poseerla ahí mismo. Con un lienzo que anteriormente había bajado del carruaje frotaba el cuerpo de la dama para así limpiarla mejor. Los minutos pasaban en silencio, sólo el ruido al caer el agua en el suelo y uno que otro suspiro por parte de Lestat era lo único que se escuchaba.
Sin embargo aquel ya no pudiendo evitar ser un poco más apasionado. Dejaba el cántaro entre las aguas restantes del barril y así abrazaba a Larissa con demencial fuerza, mojando su desnudo tórax, para que salvajemente comenzara a besar su cuello. Rápidamente la alzaba del suelo y se encaminaba al carruaje, llegando a tal, recargaba la espalda de su prometida y la abría de piernas para que aquel se colocara en medio y la levantara, comenzando así a ligeramente mover su cuerpo de adelante hacia atrás y rozar con en de ella.
Su respiración abruptamente se alteraba y su temperatura aumentaba, mientras que su boca inspeccionaba la piel dulzona y delicada del cuello y pechos de Larissa y sus manos sostenían la parte baja de sus muslos. No obstante aquel estaba un poco incomodo con aquella posición por lo que bajando a su dama Lestat abría la puerta del carruaje divisando que tan ocupado estaba, rápidamente sacaba las cosas que le estorbaban para recostar a Larissa en el asiento, cuando vio despejado aquella zona tomó a su dama de nueva cuenta entre sus brazos y la recostó dentro del carruaje, posándose él encima.
Tragando saliva Lestat rápidamente comenzaba a besar a Larissa de una forma un tanto tosca mostrando que tan estimulado estaba. Sus manos recorrían el desnudo y aún húmedo cuerpo de aquella mujer; Lestat se movía a forma que chocara con Larissa. Lerneamente sus dedos descendía a la parte intima de la señorita pero un escalofrió fue que hizo que regresara a el mismo y se echara para atrás cayendo sentado fuera del carruaje, llevándose las manos a sus sienes este suspiró de nueva y se carcajeó. Levantándose se adentró al carruaje y simplemente recargó su cabeza sobre los perfectos, grandes y voluptuosos pechos de Larissa para simplemente decir:
-Perdóname amor, pero al unirme con Infernatil se desataron más mis deseos de carne… el fuego es siempre tan apasionado. Me dejé llevar por mis instintos sin pedirte permiso… discúlpame de verdad; pero tardare un poco en acostumbrarme a esta unión, muy dentro Infernatil pide a gritos poseer a Anhilion y yo por supuesto que a ti, por lo que me vuelvo un tanto salvaje. Ahora bien (levantando su cabeza mientras sus manos jugaban con sus largos cabellos) ¿Quieres qué me vaya y te deje a solas para que te cambies? El vestido esta en una bolsa de cuero con adornos de hilos de oro… dime mi ama ¿quiere qué me vaya o me da permiso de ver y sentir su cuerpo un poco más de tiempo?… a vuestra merced estoy.
Aún aquel berseker se presentaba postrado con la cabeza bajada ofreciendo los anillos de compromiso que Lestat, su avatar, había comprado para su prometida. El berseker Anhilion la cual se había unido permanentemente a las memorias de Larissa tomaba aquellos objetos de oro para simplemente manifestar una que otra oración; Oraciones que causaron el encrespar de la piel de aquellos seres. Ambas manifestaban que deseaban permanecer unidas a su lado, generando que aquel caballero alzara la mirada mientras lentamente se levantaba del suelo. Su semblante mostraba sencillamente sentimientos de sorpresa.
El berseker infernatil surcaba una sonrisa y simplemente atrapaba a Anhilion en un fuerte abrazo, para así alzarla y dar una vuelta con ella, bajándola al suelo aquel tomaba delicadamente sus mejillas y decía:
-Es la única recompensa que siempre desee… tu corazón. Siempre te protegí y defendí entre las sombras Anhilion. Me mostré así de frio, controlador y presuntuoso por que no soportaba la idea de que no me vieras de la misma manera que yo te he visto desde que te conocí, en eras anteriores. Y ahora que dejas descubierto que me amas no sabes que tan feliz estoy con escuchar eso. Anhilion te juro que de ahora en adelante todo cambiara. Yo daré mi vida sólo por protegerte… te amo y no me importa desacatar las reglas, por ti hare todo… gracias por darme esta oportunidad, de verdad gracias. Y ahora con tu permiso deseo probar esos labios que siempre he añorado.
Dicho eso Infernatil tomaba la cintura de Anhilion y así la jalaba hacia su cuerpo, aquel estremecía al sentir su piel en la suya. Lo excitaba desbocadamente sin embargo infernatil estaba decidido en respetarla hasta el final para que viera que tanto había cambiado. Suspirando y bajando su postura ya que aquel era demasiado alto. Posó su mano izquierda entre los cabellos de su nuca y así lentamente beso los labios de Anhilion. Aquel beso no duro mucho, ya que se contenía a no expresar sus verdaderos deseos para con ella. Ya que infernatil no quería demostrar que en ese momento la deseaba poseer con todo su corazón. Dándose media vuelta aquel suspiraba de nueva cuenta y musitaba:
-Uff… tan perfectos labios como lo esperaba de ti Anhilion ahora, aquí, en este momento me uno con las memorias de Lestat para ser uno mismo y así ambas… no, perdón sólo tú me aceptes.
Aquel decía aquello mientras elevaba su cosmosenergía y simplemente soltara un ligero fogonazo de luz incandescente, de inmediato cambió un poco la fisionomía de Lestat, se volvió un poco más tosco de la espalda, sus ojos azules claros se tornaban más oscuros y su semblante mostraba una indiferencia leve. Dándose media vuelta aquel corría hacia Larissa para así abrazarla de nueva cuenta mientras olfateaba su aroma le susurraba al oído:
-Larissa… te deseo (comenzando a lamer su oreja lentamente) no sabes cuanto, estoy desesperado (jalando aun más su cuerpo hacia al de él) pero ahora mismo lo que más deseo es usar estos anillos, tal vez la unión no sea legal, pero ya no estamos en Roma en cierta manera, así que nuestros juramentos son validos para vuestros corazones Larissa… Pero (tomando sus hombros y levemente separándola) no puedes casarte con estas fachas mi señorita, tu vestido esta manchado con mi sangre, así que yo mismo te bañare, el carruaje trae tres barriles de agua, uno lo tomaremos para asear tan esquisto cuerpo. Con su permiso mi mujer hermosa…
Sonriéndole aquel la cargaba y lentamente se dirigían al carruaje. Bajándola por un lado de dicho pedazo de madera aquel se encaminó a la parte trasera del vehículo y así desmontaba uno de los barriles. Sus músculos de abdomen y brazos se remarcaban al cargar aquel pesado objeto. Posando dicho objeto que albergaba el agua pura el general exiliado levantaba una de las espadas y así quitaba la tapa. Adentrando ambas manos al líquido incoloro cerró sus ojos y elevó su cosmos para transmitir la energía de su cuerpo a dicho fluido. Las temperaturas del agua aumentaron para ser las apropiadas para aquella noche de perdón.
Abriendo de nueva cuenta sus ojos azul oscuro observó con ternura a Larissa y así le mostró una sonrisa un tanto picara. Caminando hacia ella la tomaba de la mano derecha y la hacia caminar siguiendo sus pasos. De nueva cuenta Lestat la surcaba en sus brazos y le susurraba:
-No te preocupes de tener miedo si alguien nos ve, tenemos suerte y nadie esta aquí cerca. Así que amor lentamente te desnudare para bañarte; apega tu cuerpo al mío, sólo así no tendrás tanto frio.
Dicho eso Lestat lentamente quitaba los tirantes de su vestido manchado por la sangre que anteriormente había derramado sobre ella al sentirse decepcionado de si mismo. Sus manos atropellaban ligeramente sus senos, con la mera intención de tocarlos y excitarse aún más de lo que estaba. Él se ponía de cuclillas para así quitar por completo la ropa de su prometida, no pudiendo evitar suspirar al ver tan hermosas piernas desnudas; lentamente las besó de forma ascendente hasta llegar a sus muslos y así ligeramente mordisquearlos. Las yemas de sus dedos palpaban su piel mientras se ponía de pie y la jalaba hacia a él. Jugando con sus cabellos lánguidamente tomaba un recipiente que todo barril traía adentro de sus dimensiones. Con aquel objeto hondo tomaba la suficiente agua y la derramaba en el sensual cuerpo de Larissa.
Aquel no podía evitar demostrar que tan excitado estaba por estar tocando y mojando el cuerpo desnudo de Larissa, mas sin embargo se contenía para no arrebatarse por completo y tenderla en el suelo para poseerla ahí mismo. Con un lienzo que anteriormente había bajado del carruaje frotaba el cuerpo de la dama para así limpiarla mejor. Los minutos pasaban en silencio, sólo el ruido al caer el agua en el suelo y uno que otro suspiro por parte de Lestat era lo único que se escuchaba.
Sin embargo aquel ya no pudiendo evitar ser un poco más apasionado. Dejaba el cántaro entre las aguas restantes del barril y así abrazaba a Larissa con demencial fuerza, mojando su desnudo tórax, para que salvajemente comenzara a besar su cuello. Rápidamente la alzaba del suelo y se encaminaba al carruaje, llegando a tal, recargaba la espalda de su prometida y la abría de piernas para que aquel se colocara en medio y la levantara, comenzando así a ligeramente mover su cuerpo de adelante hacia atrás y rozar con en de ella.
Su respiración abruptamente se alteraba y su temperatura aumentaba, mientras que su boca inspeccionaba la piel dulzona y delicada del cuello y pechos de Larissa y sus manos sostenían la parte baja de sus muslos. No obstante aquel estaba un poco incomodo con aquella posición por lo que bajando a su dama Lestat abría la puerta del carruaje divisando que tan ocupado estaba, rápidamente sacaba las cosas que le estorbaban para recostar a Larissa en el asiento, cuando vio despejado aquella zona tomó a su dama de nueva cuenta entre sus brazos y la recostó dentro del carruaje, posándose él encima.
Tragando saliva Lestat rápidamente comenzaba a besar a Larissa de una forma un tanto tosca mostrando que tan estimulado estaba. Sus manos recorrían el desnudo y aún húmedo cuerpo de aquella mujer; Lestat se movía a forma que chocara con Larissa. Lerneamente sus dedos descendía a la parte intima de la señorita pero un escalofrió fue que hizo que regresara a el mismo y se echara para atrás cayendo sentado fuera del carruaje, llevándose las manos a sus sienes este suspiró de nueva y se carcajeó. Levantándose se adentró al carruaje y simplemente recargó su cabeza sobre los perfectos, grandes y voluptuosos pechos de Larissa para simplemente decir:
-Perdóname amor, pero al unirme con Infernatil se desataron más mis deseos de carne… el fuego es siempre tan apasionado. Me dejé llevar por mis instintos sin pedirte permiso… discúlpame de verdad; pero tardare un poco en acostumbrarme a esta unión, muy dentro Infernatil pide a gritos poseer a Anhilion y yo por supuesto que a ti, por lo que me vuelvo un tanto salvaje. Ahora bien (levantando su cabeza mientras sus manos jugaban con sus largos cabellos) ¿Quieres qué me vaya y te deje a solas para que te cambies? El vestido esta en una bolsa de cuero con adornos de hilos de oro… dime mi ama ¿quiere qué me vaya o me da permiso de ver y sentir su cuerpo un poco más de tiempo?… a vuestra merced estoy.
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Re: Camino a Tarraconense
La noticia de que ambas escencias se habían unido para permanecer juntas y así poder estar con aquellos guerreros, tuvieron el resultado esperado, y ya todo empezó a ponerse normal. Ambos, Lestat e Infernatil estaban contentos y no podían disimular el hecho. Atrapando a Anhilion en un abrazo amoroso, el demonio que derramaba sangre se deleitaba haciéndole dar una que otra vueltita para luego bajarla al piso y tomar con delicadeza sus mejillas. Las palabras que salían de sus labios se escuchaban sinceras, aunque era bastante poco común ver a un berseker hacer o decir cosas así, todas salían de los sentimientos de Inferntatil por Anhilion, cosa que daba pie a este espectáculo.
-Inferntatil, tengo que reconocer que mi amor por tí es grande, pero hay algo en lo que sí estoy en desacuerdo... Tu vida debes darla por tu deidad, el señor Ares. Eso tienes más que recordarlo, porque no quiero que la líder de los berseker se ponga pesada estrictamente contigo, eso sería algo demasiado aburrido de ver. Yo sé como son los de nuestras filas. No soportan que el más fino rayo de sol se manifieste ante ellos, por lo tanto tu lealtad siempre debe estar del lado de tu deidad, así como la mía, sin embargo eso no significa que no podamos estar juntos y querernos, sólo debemos recordar que frente a los demás hay que guardar una compostura, para que así nadie pueda empezar a molestarnos. ¿Te parece querido?
Una vez que Larissa dijo esto a Infernatil fue tomada por el mismo de la cintura y así era halada hacia su cuerpo, el cual se estremecía al sentir la piel de Larissa rozando con la suya. un suspiro marcó el compás de los sucesos, dando paso al beso tierno que le daba a Anhilion su amado y querido guerrero, quien bajando su postura posó su mano izquierda entre los cabellos de su nuca uniendo sus labios a los de Anhilion. El beso fue corto, pero ninguna de las dos jóvenes podía negar que ese era verdaderamente el más hermoso de los besos que habían recibido alguna vez en sus vidas. Una vez que aquel contacto de labios estuvo concluído Infernatil, se separaba un poco de ella para tomar aire y decirle otra vez una serie de cosas que agradaban mucho a aquella mujer que estaba frente a él. Pues no sólo estaba diciéndole halagos a aquella mujer, sino que estaba también diciéndole lo mucho que la amaba y que iba a unirse con Lestat al igual que ella para que también fueran un solor que amaba a la misma y única mujer.
-¿De veras harás eso? Has cambiado un poco tu parecer... Recuerdo como antes criticabas a aquellos que se unían con su existencia humana en vez de eliminarla. Tú decías que eso debilitaba al guerrero, y otros por ahí te decían que era todo lo contrario... El tiempo te ha cambiado el parecer por lo que veo.
Una vez que Larissa dijo esto, Infernatil elevó su cosmosenergía y un ligero fogonazo de luz incandescente se liberó del cuerpo de este, dando paso a un cambio en la fisionomía de Lestat quien se volvió un poco más ancho y tosco de la espalda, para dar más fisionomía a su cuerpo de guerrero. Sus ojos azules claros se hicieron un poco más oscuros y ahora en su semblante se podía observar una expresión de indiferencia. Como se había alejado de Larissa para poder hacer este cambio, apenas estuvo todo hecho, Lestat se dio media vuelta y corrió hacia Larissa para darle otro abrazo fuerte y surrarle al oído:
-Me vas a bañar tú?- Larissa se sintió un tanto avergonzada mientras miraba a todos lados para ver si no había nadie en ese lugar, más no era precisamente eso lo que la ponía un poco preocupada, sino el hecho de que ella iba a ser aseada por su futuro esposo, cosa que le parecía bastante incómoda e inapropiada, ya que debería ser al revés la situación.- Lestat en serio no es necesario, yo más bien debería ser quien lo haga por tí. No creo que debas hacer nada de eso yo...- Larissa se sonrojó notoriamentemientras observaba a Lestat empezar con su labor cargándola en brazos para llevarla hacia el carruaje. Una vez que la mujer de cabellos color avellana fue depositada en el suelo, su querido y amado prometido fue a buscar uno de los barriles con agua; mientras Lestat se dedicaba a esta labor, la joven mujer pensaba en si tenían que regresar a Roma ahora que sabían que eran sirvientes de Ares, y más que todo, ahora que Anhilion le había hecho saber que su deidad estaba precisamente en Roma en algún sitio. Por otro lado pensaba que lo mejor era que se pusieran en marcha hacia el templo de Ares, ya que ahí era donde ellos tenían que estar.
Pronto los pensamientos de la joven se desviaron a otros un poco más indecoroso al ver a su futuro esposo mostrando los músculos su abdomen y brazos que se remarcaban al cargar uno de esos barriles llenos de agua. El deseo de tener a ese hombre como esposo aún seguía gritando dentro de Larissa, pero más gritaba el deseo de ser poseída por ese hombre que estaba con ella, quería sentir una vez más su pasión y su fuego. Por unos segundos el general exiliado cerró sus ojos y dio calor a aquella agua fría elevando su cosmos para hacer de la temperatura de la misma, la apropiada para que Larissa pudiera tomar su baño.
Abriendo sus ojos azul oscuro Lestat observó con ternura a Larissa y se sonrió de forma pícara. Caminando hacia ella la tomó de la mano derecha para hacerla caminar mientras la atrapaba en otro abrazo para decirle una vez más con su voz grave:
-Pero ya te he dicho que lo que me pone incómoda es otra cosa.- Larissa hizo un puchero mientras era desnudada por su prometido quien no podía disimular sus deseos por ella, pues ya para esa hora tenían que haber estado casados y esto se comprobó por la forma en la que el ligeramente tocaba sus pechos y besaba sus muslos en el proceso de despojarla de su vestido manchado con sangre. Una vez que nada cubría el cuerpo de la mujer de cabellos color avellana, Lestat la haló hacia su cuerpo y la pegó bien a él mientras jugaba con sus cabellos y con un recipiente cóncavo hechaba agua sobre el cuerpo de aquella mujer que temblaba un poco abrazada a él.
Varios suspiros no sólo por parte de Larissa, sino por parte del general se escucharon mientras eran acompañados por el sonido del agua cayendo al suelo. Un lienzo ahora ayudaba al general a limpiar el cuerpo de la mujer que ahora portaba la existencia de Anhilion. Todo estuvo tranquilo hasta que Lestat no pudiendo soportar más ni disimular nada dejó el cántaro en el barril y con una fuerza demencial abrazó a su prometida pegando su tórax al de la misma dejando que este se mojara. Una vez hecho esto hahciendo que Larissa se sorprendiera bastante, el ex general comenzó a besar el cuello de su futura esposa con una pasión desmedida. Con rapidez Lestat alzó a Larissa del suelo y tomó rumbo al carruaje, para recargar su espalda al mismo, y con un atrevimiento nuevo en él, le abrió las piernas y sin mucho preámbulo se colocó en medio y empezó a rozar su cuerpo moviéndose de adelante hacia atrás. para que aquel se colocara en medio y la levantara, comenzando así a ligeramente mover su cuerpo de adelante hacia atrás y rozar con en de ella.
Su respiración abruptamente se alteraba y su temperatura aumentaba, mientras que su boca inspeccionaba la piel dulzona y delicada del cuello y pechos de Larissa y sus manos sostenían la parte baja de sus muslos. No obstante aquel estaba un poco incomodo con aquella posición por lo que bajando a su dama Lestat abría la puerta del carruaje divisando que tan ocupado estaba, rápidamente sacaba las cosas que le estorbaban para recostar a Larissa en el asiento, cuando vio despejado aquella zona tomó a su dama de nueva cuenta entre sus brazos y la recostó dentro del carruaje,
posándose él encima.
Larissa estaba sintiendo otra vez el fuego de su pasión encendiéndose poco a poco, ahora su amante estaba besándola de una forma más tosca, pero no le importaba, porque todo lo que ese hombre le hacía provocaba gusto en ella. COn lentitud las manos de Lestat iban descendiendo hasta casi llegar a la femineidad de la joven, sin embargo algo detuvo al joven general quien con lentitud la metió al carruaje dejándola en los asietos mientras se hechaba para atrás y se carcajeaba mientras trataba de volver en sí. Larissa por su parte estaba esperando a que el terminara con eso, pues ya sabía que el estaba así por Infernatil y más que todo lejos de molestarse lo comprendía bastante.
-No tengo nada que perdonarte querido, porque nada malo has hecho, tú eres mi dueño y no tengo por qué negar la expresión de aquello mismo que yo también siento. Me gustaría mucho que tú le permitas a esa otra existencia que está contigo, expresarse de la misma forma que lo hacemos Anhilion y yo, quienes ya somos una sola- Larissa besó en la frente a Lestat y siguió diciendo- No quiero que te vallas, quiero una vez más sentirme tuya mi querido ya mado general romano.
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Re: Camino a Tarraconense
- Spoiler:
- -Larissa…
Lestat suspiraba y lentamente se reincorporaba dentro de las dimensiones del carruaje. Con ambas manos tomaba las mejillas de Larissa y así la jalaba hacia a él. Éste observaba detenidamente a su mujer y con una sonrisa picara le robaba un beso un tanto apasionado con ligeros aires de descontrol. Ya que su boca se abría y succionaba demasiado los labios de Larissa, mitras su respiración nuevamente se alteraba y sus manos descendían dibujando la silueta de aquella mujer, pero estancadas se quedaban en la área de sus senos los cuales comenzó a apretujar en forma circular.
Lestat echaba su cuerpo hacia a adelante provocando que Larissa se recostara y él quedara encima. Posando ambas manos en el asiento por encima de los hombros de Anhilion aquel suspiró y dijo:
-Te equivocas amor… yo no soy tu dueño mi niña tontita sino al revés. Yo no puedo decirte no a nada cariño mío y si tu deseo es que tanto Infernatil como yo te hagamos sentir bien esta noche así será… Ashmm… mmm… Anhilion no sabes cuanto te he necesitado… te deseo amor mío… te deseo.
Dicho eso aquel descendía su rostro hasta quedar su boca encima de la piel suave del cuello de Larissa, para que así la comenzara a besar apasionadamente, de vez en cuando su lengua lamia aquella zona de arriba hacia a bajo, y otras veces succionaba su piel con sus labios. El caballero se llevaba su mano diestra a la cintura para así quitarse el broche que hacía sostener la falda que ocupaba como ornamentaría de guerra. Rápidamente la halaba y la lanzaba hacia afuera del carruaje quedando por fin desnudo.
Suspirando Lestat abría las piernas de Larissa poniéndolas en una posición de escuadra de cuarenta grados, dejando un hermoso panorama de su zona intima ya un tanto húmeda. Él se hincaba en medio de aquellas jugosas extremidades y reposando sus manos en las rodillas de Larissa echando su cadera al frente, para que ligeramente sus genitales rosaran entre si.
Lestat cerrando los ojos y fruncía sus hombros para bajar de nueva cuenta el rostro. Sacando apenas la punta de su lengua comenzaba a juguetear con los pezones de Larissa mientras sus manos frotaban sus carnosos muslos lampiños. Como Anhilion comenzaba a excitarse no podía evitar mover su cadera de adelanté hacia atrás generando una ligera presión en el pene erecto de infernatil, el cual no logró evitar y levemente comenzaba a gemir con aquella voz grave que tanto le gustaba a su dama:
-Oh…mmm…mmm…Larissa…mmm…ah…aaa…ohmm…
Separándose de su cadera y sentándose por un lado de Larissa, aquel la sentaba con las piernas aún abiertas. Y mientras succionaba su seno derecho Lestat se atrevía a rosar sus dedos índice y cordial entre la femineidad de la dama. Humectando sus yemas primero comenzó a frotar su clítoris de arriba hacia abajo con para después comenzar a penetrar con ambos dedos de forma rápida su vagina. El caballero romano tomaba una de las manos de Larissa guiándola a que frotara su pene mientras aquel seguía penetrándola con sus delgados dedos. Dejando de succionar su seno se dirigía a apagar los sonidos de sus gemidos besándola de forma desesperada…
OFF rol : x.x Vieja mi sentirlo ando con alcohol en mi sistema desde el vienes por lo tanto no tengo tanta inspiración, discúlpame si está muy flojo o nada que ver a como siempre describo con Lestat ya cuando se vaya desarrollando lo describiré mejor…lo prometo y ya disculpa de verdad u.u
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Re: Camino a Tarraconense
- Spoiler:
La boca del general romano empezó a susurrar con lentitud el nombre de su amada, esta ya le había dicho lo mucho que lo amaba y cuanto deseaba poder tenerlo otra vez como ese día cuando se conocieron, de modo que ahora que estaban solos en ese lugar, el amante apasionado que existía dentro del joven de cabellos castaños salió como una fiera buscando a su presa deseando tenerla una y otra vez en sus fauces.
Con la pasión de siempre el general tomó el rostro de su amada y le dio nuevamente otro beso lleno de lujuria, la misma que pudo sentir Larissa recorriendo todo su cuerpo haciendo que su respiración se alterara y su cuerpo se estremeciera varias veces. Pronto, las manos del general romano pasaron por encima de aquellas cumbres gemelas que tenía la joven sobre su pecho apretándolas y moviéndolas en forma circular provocando la salida de más suspiros por parte de la garganta de la chica de cabellos color avellana, quien se sentía otra vez en una especie de paraiso al estar entregándose a la pasión que sentía por ese hombre al que quería a su lado para toda la vida.
Una vez que Larissa dejó de poner todo tipo de resistencia a Lestat, este hizo que se arrecostara en el asiento del carruaje quedando el encima de ella, para mirlarla con profundo amor y ternura y en un arranque de amor y sumisión propia de los hombres que se dejan invadir por la pasión y el deseo desenfrenado, aquel hombre dijo una serie de palabras, que aunque no fueran verdad en un cien por ciento, porque Infernatil le pertenecía a Ares, por lo menos en los momentos en que estaban juntos eran reales y tan ciertas como la existencia de los seres humanos. Mientras sonreía al escucharlo, Larissa acarició sus cabellos con ternura y descendió sus manos hasta la firma espalda del guerrero que ahora estaba con ella. El tenía razón, ella quería que la hiciera sentir bien, tanto que todo recuerdo horrible y relacionado con el suceso anterior se borrara para siempre de su memoria.
-Yo también te deseo con todo mi corazón Infernatil, quiero que esta noche me hagas sentir lo que nadie jamás podrá... Quiero escucharte gemir de deseo por mí y quiero que calmes todos mis deseos de esa forma en la que sólo puedes y podrás hacerlo..
Anhilino también estaba dejando que esa pasión que estaba con ellos empezara a consumirla hasta la irracionalidad. Ahora sus suspiros se escucharon con más fuerza cuando la boca de Lestat, o Inferntaitl, la verdad ya daba igual; descendió sobre su cuello y probó cada centímetro de la piel de ese lugar haciendo que una serie de contorsiones de placer se vieran por parte de Larissa, quien sin poder evitarlo empezó a descender su mano derecha por la espalda del ex-general apretando en ciertas áreas con una fuerza bastante marcada, mientras la otra empezaba ya a moverse por los firmes músculos glúteos mayores ubicados justo en el punto donde terminaba su columna.
En un impulso bastante degenerado pero que a Larissa le gustó bastante, el general le abrió las piernas y observó con detenimiento su feminidad bastante húmeda haciendo que la joven se avergonzara un poco, pero en sólo cuestión de segundos ese sentimiento desapareció, porque ahora el hombre de cabellos castaños y piel trigueña estaba rozando su erecto miembro con su zona íntima provocando en Larissa una serie de sensaciones que la llevaban a suspirar y cerrar los ojos ahogando sus gemidos casi sin éxito.
La imagen de Lestat con el ceño fruncido hacía que la joven se exitara cada con cada segundo que pasaba, el roce incesante hacía que ambos sintieran deseos de poseerse el uno al otro, y la presión en los muslos y piernas que ejercía la mujer de cabellos castaños en el ex-general, empezó a aumentar de forma considerable, mientras otra serie de suspiros empezaron en fila a escucharse por todo el lugar. Otro acto atrevido hizo que la joven se contorsionara más, pues la lengua de Lestat ahora estaba lamiendo sus excitados pezones erectos y deseos de más placer y sentir por parte de ese amante tan apasionado que ahora los tenía a su merced.
-Como me gusta cuando gimes así... Me fascina escuchar cada gemido tuyo susurrado en mi oído, eso es música, es melodía pecaminosa que hace que olvide todo lo demás...
Larissa dijo esto al escuchar los gemidos y suspiros de su amante, quien ahora estaba muy cómodo moviéndose generando un choque con su miembro recto y palpitante sobre su intimidad. luego de algunos se gundos de tal juego lujurioso, Lestat se separó de su amada para quedar sentado a su lado
mientras succionaba su pecho derecho. Luego sin miramientos, el hombre con una valentía no vista antes en él, se atrevió a rosar sus dedos
índice y medio entre la zona íntima de la joven, empezando a excitar y estimular su clítoris deseoso de más gusto. Luego de todo esto Larissa estaba totalmente entregada a la pasión desaforada que le brindaba eso hombre y sus gemidos se escuchaban por todo el sitio como si fuera una transmisión de voz por un micrófono. La rapidez con la que Lestat sacaba y metía los dedos de su vagina hacían que Larissa se contorsionara mucho más y que sus ojos se cerraran mientras su rostro se contría en una mueca de placer que poco a poco cambió cuando Lestat la besó de forma desesperada. No había dudas de que tanto Anhilino como Larissa estaban complacidas deseando que el goce siguera de largo.
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Re: Camino a Tarraconense
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- Un suspiro por parte de Lestat causaba que este se despegara de aquellos jugosos labios de su dama. Divisando un tanto excitado como aquella se contorsionaba del placer generado por el penetrar de sus dedos, en tan cálida pero húmeda vagina provocaba en el ex general una lujuria ahogante. Su rostro una vez más se posaba en la altura de los senos de Larissa, los cuales lamió de arriba hacia abajo y de vez en cuando mordisqueaba sus pezones erectos.
Después de varios gemidos por parte de su mujer aquel dejaba de penetrar con sus dedos en tan exquisito lugar, para que simplemente con las yemas de los mismos jugueteara en forma circular en su clítoris. Sin embargo su mano se había cansado, por lo que sonriendo pícaramente Lestat se posaba de nueva cuenta frente a Larissa en medio su sus carnosas piernas, las cuales tomó con firmeza mientras comenzaba a lamer su vientre.
Dando pequeños besitos en aquella pálida piel el general descendió hasta llegar a la zona intima de Larissa, la cual irradiaba un calorcito que gustaba sentir aquel hombre, sin embargo en vez de comenzar a lamer su zona intima le ignoró por completo pasando hasta sus muslos, los cuales comenzó a mordisquear mientras descendía sus manos llegando a los glúteos de la de cabellos castaños para así masajearlos lentamente.
Pasaron varios segundos los cuales completo por máximo un minuto y medio para que este dejara de jugar con los muslos de Larissa. Un tanto agitado y trémulo el guerrero fruncía sus hombros y echaba su rostro hacia el frente, causando que su nariz rosara con la húmeda femineidad de Annhilon. Sacando la punta de su lengua Infernatil comenzaba a lamer su zona intima limpiando todo rastro de fluido que manaba de aquella excitada vagina.
Una que otra vez hacía que aquella carnosidad rosada penetrara apenas en el orificio vaginal de Larissa, mientras sus manos apretaban con fuerza sus glúteos. Mas Lestat cambiaba aquel patrón para pasar la punta de su lengua en aquel rojizo clítoris para estimularlo aún más de lo que ya estaba, recogiendo de nueva cuenta un poco de fluido vagina con las yemas de los dedos índice y medio Lestat se atrevía a penetrarla pero esta vez con suavidad.
Su boca se abría a todo lo que daba y succionaba los labios vaginales de su dama avivando más su placer mientras que su mano desocupada ascendía dibujando la silueta de aquella mujer desnuda, hasta llegar a su seno derecho el cual sin dudarlo comenzó a palpar.
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Re: Camino a Tarraconense
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- La excitación de Larissa al sentir como los juegos de su amante eran cada vez más marcados y más depravado, no hizo más que aumentar de tal forma que pronto empezó a sentir deseos de hacerlo sentir igual que ella, pero no pensaba hacerlo de un solo ya que su egoísmo aún era lo suficientemente grande como para querer disfrutar del gusto que recibía por parte del hombre que estaba con ella. Un gemido fuerte y profundo hizo que la joven mujer de cabellos castaños se contorsionara con fuerza demostrando cuán gustosa estaba en esa situación.
Luego de varios minutos de placer enorme, Lestat dejó de penetrar con sus dedos dentro de la vagina de la chica, para en pocos segundos empezar a juguetear con sus dedos pasándolos en forma circular sobre su excitado clítoris provocando las primeras manifestaciones de su orgasmo en la chica. Luego de que el tanta excitación llegaraca casi a su punto, el joven de cabellos castaños empezó a cambiar de posición ahora cambiando la faena a una más provocadora lamiendo su vientre con lentitu y masajeando sus glúteos con lentitud mientras la besaba con pasión, luego de otros segundos el joven descendió su rostro y empezó a lamer la entrada del orificio vaginal de la joven Larissa haciendo que ella sintiera un gusto mayor esta vez; sin embargo aquel placer empezó a desaparecer para ser reemplazado por uno no mejor, pero sí igual de bueno, cuando Lestat pasó su lengua sobre el clítoris de la mujer provocando que ella se moviera mucho mas mientra ahogaba uno que otro grito de placer con sus gemidos.
Como ya había sido suficiente tiempo para que Lestat tuviera el control del placer, Larissa se empezó a mover y se abalanzó hacia adelante para que Lestat quedara debajo de ella, luego lo besó con pasión en el cuello mientras empezaba a descender con lentitud haciendo un camino de besos y lamidas por su vientre; acto la joven llegó hasta la altura del miembro del joven y con lentitud empezó a pasar su lengua por la punta del miembro erecto y palpitante de su amante; no había nada más que decir, quería escucharlo jadear y regodearse con todo el placer que ella le estaba dando, quería que el sintiera que no habría otra mujer con la que el podría sentirse bien que no fuera ella.
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Re: Camino a Tarraconense
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- Lestat quien no paraba de lamer la entrepierna de su amante podía escuchar a leguas como sus acciones daban el perfecto resultado en el ser de Larissa, pues ésta no podía contenerse y gemía por cada lamida y penetrar de sus dedos en su intima parte. Aquel estaba más que saciado al probar cada milímetro de su cálida piel.
Cuando el general jugueteaba repasando sus dedos húmedos en el estimulado clítoris de su dama pudo sentir como el cuerpo de ésta retemblaba anunciando así que con su sólo tacto había generado que ésta tuviera el primer orgasmo de la velada. Suspiró largo y tendido al sentirse satisfecho por aquello. Podía ver de reojo como el abdomen liso de Larissa se contraía por las ondas de placer generando un ligero vaivén en tan colosos senos… aquellos que gustaba mucho apretar cuando excitado estaba. Y mientras masajeaba los glúteos bien torneados de Larisa y repasaba su boca en su vientre aquel le susurraba:
-Oh amor mío como deseaba ya estar a solas contigo de esta manera… Oh amor mío tu cuerpo me estimula a hacer cosas nuevas… Acciones que te complazcan…Mmm Larisa que hermosa te vez así mi vida… Tu enrojecida piel, aquel excitante baile y aún mejor tan hermoso canto… Larissa te deseo por siempre nunca habrá otra mujer que pueda complacerme como ti lo haces, pues no nada más es mi cuerpo el que el que satisfaces sino también mi corazón ya que al saber que tengo un bella mujer que velara por mí para siempre es más que suficiente… Esposa mía te amo… Larissa, gracias por estar conmigo… ohmmm…
Después de eso guardó silencio y de inmediato descendió su rostro de nueva cuenta a la parte intima de su dama. Lestat podía percatarse como Larissa se aguantaba de gemir cuando éste lamia su clítoris por lo que dejando de hacerlo aquel musitó:
-No te contengas amor… no lo hagas, compláceme con ése cantico… ¡Sí!
El general guardó silencio ya que notó como Larisa comenzaba a moverse perdiendo él el equilibrio pues la desnuda mujer se abalanzaba provocando que el quedara ahora tendido en el asiento del carruaje con ella encima de su tórax fornido. Lestat surcó una pícara sonrisa y suspiró. Después de eso sólo de limitó a cuestionarle algo jadeante:
-¿Qué me harás amor?
Lestat quería en ése instante echarse para el frente atrapar a Larissa en un abrazo y poder besarla pero aquella era hábil y comenzaba a lamer su cuello generando que el cuerpo del hombre comenzara a erizarse por el lamer. Simplemente cerraba sus ojos y suspiraba de una manera que remarcara que tan excitado permanecía. Aquel echaba su rostro al frente divisando como Annihilion hacía un camino de su saliva sobre su tórax.
Lestat lo único que hizo fue cerrar aun con más remarque sus ojos al sentir el cálido vaho de Larissa sobre su pene erecto. De a poco a poco aquella comenzaba lamerlo generando que éste de un sobresalto se sentara, aferrando sus manos a la orilla del asiento acolchonado para tan sólo gemir de placer:
-Ohh… mmm… ohh… Ahhh… Dios… ahmm Larissa ohmm… haa… Larissa oh sí…mmm… ohmm
Lestat sentía como pequeñas ondas eléctricas se desataban desde su miembro hasta por todo su cuerpo. Podía percatarse como su piel se encrespaba a cada momento, estaba en el borde de la excitación y su gemir lo remarcaba. Suspiraba y aguantaba a no llegar al orgasmo quería seguir siendo presa de aquellas lamidas que su prometida daba. Estaba más que complacido, deseoso de por fin penetrar en ella, sin embargo dejaba que Larissa tuviera por unos cuantos minutos las riendas de aquella velada lujuriosa… aquel actuaria hasta que ella se lo pidiera por lo que simplemente se dejaba ser dominado antes los juegos de su amante.
De vez en cuando se echaba para atrás pues se contraía por tan gozosos momentos, otras repasaba las yemas de sus dedos sobre la espalda de ella y unas cuantas no podía evitar y exclamaba como una bestia gritando a todo pulmón el nombre de Larissa.
-Ya no aguanto amor... dejemo sestos juegos quieres? amm, ohmmm....ashhmm... Larissa.. ohmm
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Re: Camino a Tarraconense
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- Larissa no podía contener sus regocijo al saber que su amante estaba disfrutando al máximo de los juegos que ella llevaba a cabo. Tenía el orgullo de poder presumir que ponía loco a su hombre, ya que después de todo, el que Lestat fuera el único con la capacidad de encenderla sin que ella pudiera hacer algo igual, no era para nada alentador o lindo. Escuchando los jadeos del hombre de cabellos castaños, la joven de cabellos color avellana se dedicó a seguir pasando su lengua con lentitud sobre la punta del erecto y palpitante miembro de su futuro esposo. Aunque para esas alturas, la joven de cabellos castaños estaba pensando que el referirse a él como futuro esposo, ya no estaba factible, debido a que ella misma había concretado que aunque no se casaran en Roma o en cualquier otro lugar, ella ya era su mujer, porque para ellos significaba aquel acto, era precisamente el ritual de la unión de dos almas que esperaron mucho tiempo para poder estar juntas y disfrutar la una de la otra en casi eterna compañía.
Con la mismsa lujuria de siempre empezó ahora a meter el miembro de su amante dentro de la boca con una lentitud que sería capaz de desesperar a cualquiera, y eso era lo que ella quería en realidad. Quería que Lestat estuviera contento con lo que sentía, con lo que veía, y con lo que podía llegar a sentir a causa de esos juegos que ella realizaba con dedicación. Pronto la velocidad con la que aquella joven hacía el acto de sacar y meter la masculinidad de su amante dentro de su boca se hizo más y más rápida. Quería que jadeara mucho más y a parte de todo, quería que su miembro se pusiera lo suficientemente duro, como para poder cumplir la primera petición de su marido.
-Con que eso quieres?- Larissa miró a los ojos a su esposo y le sonrió mientras le acariciaba los cabellos con lentitud, luego sin decir nada más, la joven mujer se sentó encima de Lestat haciendo que ambas zonas íntimas rozaran con delicadeza provocando, la salida de varios gemidos de placer de la boca de la joven berseker, quien se empezó a mover con lentitud en forma de serpiente, para hacer que su juego fuera más excitante, mientras gemía nuevamente cerrando sus ojos.
-Mmm Lestat querido, me encanta lo que me haces sentir, quiero que esta noche me hagas percibir el más grande gusto que cualquier mujer pudiera llegar a sentir en su noche de bodas. Quiero ser tuya esta noche de modo que mi corazón lata al mismo ritmo que el tuyo, y que nuestras almas se unan para siempre.
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Re: Camino a Tarraconense
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- Lestat sólo observaba como su dama lamia lentamente tu pene erecto generando ondas eléctricas que se disipaban por todo su ser. Aquella succionaba por parte de su prometida en miembro y de una manera rápida hacia sentir un enorme regocijo que no podía evitar gemir estridentemente. Tanto era su excitación que se perdía de la realidad de la noche pasando por desapercibido todo lo que decía la mujer.
De repente Lestat dejaba de sentir placer en su palpitante pene por lo que aquel abrió sus ojos abruptamente para saber el por qué divisando como aquel se sentaba sobre sus piernas rosando así su cálida y humedad feminidad que generaba en el un placer indescriptible, Sólo se limitaba a echar su cadera hacia arriba para hacer mas estrecho la distancia de ambos cuerpo, no podía aquel evitar guardar silencio y suspiraba de vez en cuando para demostrar que tan bien se sentía con aquella danza por parte de su prometida.
Los colosales senos de Larissa lo hipnotizaban de manera que aquel echaba su rostro hacia el frente, atrapando su pezón derecho para así comenzar a mordisquearlo con la comisura de sus labios. Lentamente abría sus piernas generando que aquella también lo hiciera con lentitud descendía su mano zurda y así tomaba su miembro para que lentamente se ayudara a penetrarla. De apoco en poco comenzaba sentir una onda de placer infinita al momento que adentraba su palpitante miembro en la vagina de su amante. Y cuando aquel ya había legado al tope de aquella cavidad humedad lo único que hozo fue abrazar con fuerza a la apenas proclamada berseker para así comenzar a mover su cadera de arriba hacia debajo de manera rápida y un poco brusca pues estaba demasiado editado pro lo que su penetrar reflejada que tan animado estaba…
Lo único que hacía era lamer tanto su hombro como cuello mientras susurraba en medio de gemidos un sinfín de palabras inconclusas pues su excitación al borde de lujuria no lo dejaba hablar:
-Ohmm… Larissa… mm… ahss… sí…mmm ohh… sí… Que rico mujer, más, más… Muévete más para mi amor… oh sí… ¡MMM!
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Re: Camino a Tarraconense
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Larissa estaba al borde del paraíso. No podía dejar de sentirse afortunada al estar cerca del hombre que amaba, aunque no fuera la boda que quería, aunque su unión no fuese en la supuestamente sagrada y gloriosa nación, que una vez creyó importante, aunque ambos estuvieran en ese camino donde pasaban los peores bandidos, nada de eso importaba, porque ella estaba feliz de tener a su esposo; aunque fuera una berseker estaba complacida con la compañía de ese hombre, que además de ser su esposo era el berseker que quería tener a su lado a ANhilion, y que ahora estaba regocijándose en ese placer.
Las oleadas de placer que invadían el cuerpo de Larissa provocaban que la misma gimiera de manera interminable, tenía un gusto enorme por el cuerpo de su amado y todos sus deseos carnales además de estar a flote crecían más con cada penetración que realizaba su marido dentro de ella. No había mucho que decir, Larissa hablaba más con sus gestos de placer que con su voz.
Pronto, el joven de los cabellos castaños empezó otra vez a gemir por las cosas que ella estaba haciendo, y en un arranque de pasión mucho más fuerte que el anterior, Lestat empezó a mover su cadera para así lograr que el gusto que percibido por ambos fuera mucho mayor aún. No habiía prisa para ninguno de ellos, puesto que tenían todo el tiempo del mundo para estar juntos, sin embargo el deber empezó a llamar poco a poco a la berseker, quien pronto no sabía si seguir con aquello o terminarlo de una vez.
Los besos de su marido provocando gusto en la piel de su cuello, y la lengua del mismo pasando por el pezón de su pecho, hiceron que una vez más las ganas del cumplimiento del deber se vieran opacadas, y otra vez, dentro aquella mujer de cabellos castaños . Con prontitud empezó a moverse con más rapidez sintiendo el abrazo de su amante y mientras seguía sintiendo el gusto enorme de los juegos de su amante empezó a sentir el indicio de la llegada de su orgasmo; con rapidez ahora comenzó a moverse con fuerza haciendo que miembro eréctil y palpitante de su amante saliera y entrara de su femineidad con más fuerza y rapidez rozando las paredes de su conducto vaginal provocando un gusto delirante en aquella joven que estaba cabalgando encima del cuerpo de us amante. Con el mismo frenesí que el que tuvo la primera vez que estuvieron juntos, Larissa empezó a gemir y a decir muchas cosas entrecortadas, cosas entre las que que destacaron las siguientes frases, pues el clímax estaba a punto de llegar.
-Mmm... Sigue así querido pronto llegaremos al paraíso... Me encanta Lestat quiero que estemos juntos para esto y para muchas cosas más, quiero tenerte a mi lado para siempre...
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Re: Camino a Tarraconense
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- -Mmm… Ohmm… Larissa ouuu…mm… Larissa
La forma tan rápida en que trotaba Larisa sobre las piernas de Lestat generaba una excitación casi irracional en el berseker, quien sólo seguía penetrando a su dama de manera tosca y rápida. Parecía que ambos llegarían al orgasmo no tardando, sus cuerpos se estremecían por lo que Infernatil deseaba culminarlo al mismo tiempo que su mujer, para hacer aquello más perfecto de lo que ya estaba.
-Mmm… mmm… oucc…mmm…ahmm
Lestat no podía aguantar gemir de una manera estridente, seguía moviendo su cadera de arriba hacia abajo, penetrando con su miembro duro, cálido y palpitante en tan estrecha, exquisita, caliente pero húmeda vagina de su esposa. Sus ojos comenzaban a perderse en un manto blanquecino mientras sentía como su estómago empezaba a contraerse. Aquel podía sentir como uno que otro escalofrió surgido desde sus ingles se iba explayando por todo su ser, generando que aquel se excitara aún más de lo que ya estaba.
A duras penas entendía las palabras de su amante pues aquella estaba tan alterada como él. Lo que Larissa, su chica hermosa, su amante y compañera de toda la vida decía era hermoso generando de inmediato cautivar de joven, distrayéndose de aquellos movimientos. Aferrando a Annihilon y tomando sus mejillas con ambas manos, todo agitado aquel le sonreía para decirle entre jadeo:
-Yo estoy en el paraíso desde que te conocí mi vida… ahsss… Presiento que será esta la última vez en que estemos de esta manera, después sólo nos limitaremos a servir a vuestro Dios…Y no quiero, no, no… no quiero decirle adiós a tu cuerpo, a tus besos y carisias a ti… Pero estaré contento al saber que esta noche te complací en todo sentidos mi niña hermosa… Te amo Larissa… te amo Annihlon. Ahora… ashmm… ven…
Dicho eso jaló el rostro de la mujer y con lentitud comenzó a besar sus labios, mientras seguía penetrándola, de repente aquel se ponía en cuclillas haciendo que tras levantarse se formara una presión entre ambos genitales, generando que aquel suspirara por el éxtasis que sentía. Con ternura se echaba hacia adelante recostando a Larisa en el asiento del carruaje quedando él de inmediato sobre su mujer. Tomando ambas piernas y levantándolas a la altura de su cintura, recostado su rostro entre los senos colosales de Larissa de nueva cuenta comenzaba a hacer aquella danza pecaminosa, echando con rapidez su cadera de adelante hacia atrás penetrándola una y otra vez… Complaciéndola como debería de ser…
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Re: Camino a Tarraconense
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- La pasión y lujuria con la que se manejaban esos dos seres era bastante enorme. No se podía negar que aquello que estaban haciendo era lo mejor que podían hacer juntos y que tenían que disfrutarlo mucho porque quizá con el tiempo no tendrían lo necesario para poder disfrutar de su compañía todos los días.
Los jadeos de Lestat igual de sonoros que antes impulsaban a la jove de cabellos castaños a moverse con más rapidez sintiendo el gusto del placer que le provocaba aquella danza pecaminosa que estaba llevando a cabo con el hombre que quería. Pronto las manos de Lest empezaron a tocar las mejillas de Anhilion para acercar los labios al oído de la chica de cabellos color avellana y decirle ciertas cosas que a una mujer como ella pondrían a mil en sólo cuestión de segundos.
-Yo también lo estoy... Quiero que esto se quede grabado en tu alma para que lo recuerdes todos los días de tu vida, en incluso... Aún cuando estés muerto y bien dormido en lo profundo... del reino de Ares... Quiero que este día Infernatil... Sea la motivación que tengas para derramar sangre... Que sea un motivo mayor que el simple hecho del deber.
Larissa dijo esto y se dejó llevar por las manos de su amante, quien ahora había logrado hacer que ella quedara debajo de él y estaba empezando a manipular la situación con el control indicado de la misma. Las blancas piernas de aquella joven ahora estaban siendo movidas por aquel hombre de piel trigueña había sumergido a Anhilion en un éxtasis nuevo con el beso que antes le había obsequiado. En pocos segundos el nuevo éxtasis que su marido le estaba dando pronto empezó a cambiar de forma atroz. Ahora Lestat estaba con el rostro entre los pechos de la joven mujer de cabellos castaños haciendo que el rubor de la misma aumentara muchos más.
-Mmm Lestat me encanta.
Una vez más la danza apasionante que estaban llevando a cabo ambos, hacía que la joven mujer sintiera un gusto enorme, a tal punto que sentir que por su columna una gran corriente eléctrica se paseaba indicando que pronto llegaría al orgasmo ya estaba a punto de llegar, por lo que Larissa ahora se concentraba en cerrar sus ojos y concentrarse en sentir el gusto que le estaba provocando su amante.
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Re: Camino a Tarraconense
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- -Amm… ohmmm…asnnn… Sí… y tú me encantas mi amor… mi vida que rico, ohmm… no aguant amor… Ohmmm que rico… mm… ohmm… ohmmm… Larissa… Hay… mm… sí… ohmm…
Gemía ligeramente Lestat pues sentía que su orgasmo no tardaría en llegar. Podía percatarse como ondas eléctricas recorrían por todo su cuerpo, generando que éste estremeciera de par en par… La forma en que penetraba en Larissa era un tanto ruda, pues aquel no podía contener más su orgasmo, sin embargo, decidió que antes de que terminara aquel acto sexual quería hacerlo de la manera más tierna.
Por lo que deteniendo su cadera y cerrando sus ojos al sentir el estrepitar de su cuerpo, aquel con suavidad tomo las caderas de Larissa y la jaló aún más hacia a él, penetrando por completo su palpitante pene en la húmeda vagina de su dama. Al sentir aquella presión sobre su sensible miembro no pudo evitar y gimió una vez más.
Lestat comenzaba a echar su tórax hacia el frente, mientras que con sus manos masajeaba sus muslos y piernas hasta llegar a las pantorrillas de aquella. Tomándolas con firmeza alzó sus brazos hasta que pudo entrecruzar las extremidades de aquella por detrás de su espalda, haciendo aquel espacio más estrecho y más excitante. Aquel suspiró y con lentitud comenzó a mover sus cadera de adelante hacia atrás penetrando de nueva cuenta en Larissa. Sus manos se mantenían sosteniendo los muslos de aquella para que así no se moviera tanto y no generar su orgasmo de manera rápida.
Cerrando sus ojos y contrayendo sus rostros un poco se dispuso a besar a Larissa en su boca, tapando así sus gemidos mientras comenzaba a sentir las ondas placenteras que se explayaban por todo su cuerpo por cuestiones del orgasmo que en aquel momento había llegado. Podía sentir como su pene se contraía al igual que toda su cadera, de vez en cuando fruncía sus hombros y echaba su cuerpo más hacia adelante pues aquella experiencia era sublime.
Su cadera dejó de moverse, quedando aún su pene erecto dentro de las cavidades de la tan lubricada vagina de su dama, suspirando y abriendo los ojos, aquel observaba a Larissa regalándole una tierna sonrisa, podía percatarse que tan enrojecido estaba su cuerpo, generando aún más el deseo de seguirla poseyendo esa ardiente noche, pero eso no lo haría hasta que su esposa le diera el permiso, por lo que simplemente se limitó al verla con ternura mientras sus respiración se establecía ligeramente.
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Re: Camino a Tarraconense
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- Larissa estaba sintiendo la máxima excitación al estar en aquella actividad con su futuro esposo. No sabía por cuánto tiempo podría disfrutar de su querido general, por lo que se concentró en sentir con cada fibra de su ser, las sensaciones placenteras que le estaba dando aquel hombre de cabellos castaños. Mientras las manos de Lestat pasaban por las piernas de la joven de cabellos color avellana, el erecto miembro de su amante se rozaba con frenesí dentro de las estrechas paredes de la vagina de su amante haciendo que sus gemidos fueran más fuertes y más sonoros.
-Mmmm Lestat... Me gusta...- Larissa dijo esto mientras ahogaba sus gemidos sonoros con el beso apasionado que le daba su amante. Las lenguas de ambos se entremezclaron en una danza embriagante, que no hizo más que aumentar la excitación y humedad de esa zona de Larissa, quien ya estaba sintiendo las manifestaciones de su orgasmo. El placer y la lujuria se mezclaron por última vez haciendo que la joven mujer empezara a moverse poco a poco haciendo movimientos en forma de S, logrando así obtener más placer.
-Lestat te amo tanto...- Larissa dijo otro beso más a su amante y le pasó la lengua por el cuello, para en cuestión de segundos cerrar sus ojos y concentarse en aquella sensación, que le brindaba el estar cerca del umbral del placer al que estaba llévandola el ex-general romano con cada movimiento de su cuerpo. Una corriente eléctrica recorrió toda la espalda de la joven berseker y un grito fuerte se escuchó por parte de la misma, combinado con una serie de gemidos que indicaron la llegada de su orgasmo. Su respiración agitada hacía que sus pechos se movieran de arriba hacia abajo dando a Lestat una vista maravillosa.
La languidez de la joven berseker se notaba en sus mejillas aún sonrojadas. Aún tenía el erecto miembro de su amante dentro de su conducto vaginal, por lo que contorsionando su cara en una mueca de placer, la candidata a guerrera se movió otra vez con lentitud para dar paso a la última ronda de su juego. Juego del cual ella se sentía muy a gusto de llevar a cabo.
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Re: Camino a Tarraconense
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- Y con su respiración alterada el joven romano escuchaba como su dama estallaba en una serie de gemidos estridentes, mostrando que tan gozosa estaba por aquel acto pecaminoso. Aquel aún permanecía con su pene erecto y sensible, el cual entre las paredes estrechas de la cálida y húmeda vagina de su prometida Larissa.
Lestat podía sentir como se contraía el conducto y orificio vaginal de su dama, indicando que por fin llegaba a su orgasmo. El general romano de inmediato cerraba sus ojos y suspiraba de gozo, ya que aquella comenzaba de nueva cuenta a mover su cadera en forma serpentina, formando así una presión entre su pene grueso y erecto con su vagina estrecha, generando una serie de escalofríos que recorrían poro todo su desnudo ser.
El general quien jadeaba al no poder casi respirar por la pasión desbordada a causa de aquel acto lujurioso. Tomando con ambas manos las caderas anchas de Larissa, para así estando hincado sobre el colchón del carruaje, jalarla aún más hacia su cuerpo, penetrando por completo su sensible miembro, haciendo una serie de gestos placenteros, pues aquel estrecho momento hacia perder la razón del joven romano.
De inmediato el general comenzaba a mover su cadera rápidamente hacia adelante y hacia atrás, queriendo que aquel acto se alargara un poco más y que su dama quedara complacida en esa noche ardiente. El joven rubio gemía de manera estridente pues en su cuerpo nacían sensaciones nunca antes sentidas gracias al acto de hacer el amor. Era como si con aquella mujer sintiera cosas nuevas… cosas que le provocaban tener una cierta dependencia de su cuerpo.
El joven bajando su rostro comenzaba a lamer todo el pecho y parte del cuello de Larissa, y de vez en cuando a mordisquear su cuerpo de una forma descontrolara, sin perder el ritmo de su penetración, quería que aquella sintiera lo mismo que él estaba viviendo en esos momentos por lo que en vez de bajar el ritmo lo aumentaba, causando que los senos exuberantes de Larissa se bambolearan alocadamente, golpeteando de vez en cuando ene l tórax, mientras que duras penas podía hablar:
-Por todos los Dioses… como me encantas mujer… mmm, ohmmm… mmm… vamos nena sigamos ohmmm… ohh… shmm…… mmm…
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