Villa Adriana

Respuesta corta, pero que dejaba un sentimiento de melancolía entreverada en la brisa gélida de la noche ya llegada, proveniente por cada tonada expuesta en las palabras de la sirvienta, Samantha por unos segundos dejo que el ambiente fuese envuelto por silencio absoluto, cerrando los ojos y recordando el rostro de su mellizo, dejo escapar un suspiro. Aun en cuclillas repasando sus manos entre las carmesíes rosas. La mujer se expresa algo enternecida por aquella simple mujer que yacía dentro de la cúpula jugando con aquel elixir sanguinolento.

-No pierda toda esperanza mujer sirviente, su hermano ha de seguir con vida siendo que se enlisto a las legiones Romanas, eso significa que es de espíritu fuere, con ideales de libertad y de nunca rendirse.

Dibujando apenas una sonrisa efímera entre su faz, proveniente de aquellos gruesos labios, recargando sus manos en cada rodilla, haciendo un leve esfuerzo, Samantha se pone erguida, fija su mirada cristalina en aquella mujer da una leve reverencia, seguida de una media vuelta, dando escasamente tres pasos Samantha detiene su andancia para decir:

-La vagabunda noche ha llegado a su cúspide, por lo que inyecta a los espíritus rebeldes un leve ensueño en sus orbes, pocos son los que vencen a aquel místico sentir, pero muchos se dejan vencer y caen cálidamente entre el manto que les acurruca por unas horas, con el mero propósito de conceder el descanso mundano, a lo que quiero llegar Flori, es que esta plática a llegado a su fin y me he de disponer a ir a mis aposentos, haga lo mismo usted, la necesito fresca en venideros días, descanse y pásela muy bien.

Tapando su nuca con aquel manto de cera, la mujer comienza a caminar sobre el pastizal que envolvía levemente el sendero del jardín, pasando por costado del lago, dejando que el roció que generaba la cascada, humectara su rostro terso, parándose en las pilastras de entrada ladea el rostro y dice:

-Gracias Flori por perder minutos en una charla, y más por que fuiste sincera, si fuese el mundo así como usted niña, la guerra no existiría… ¡Bueno amiga mía! Quiero pedirle otro favor, si llega ver a mi hermano Richard por favor decirle que le espero en mi aposentó… Por favor… Buenas noches.

Callando y retomando su paso, Samantha se aleja con una felicidad entre su organismo latiente, ya que avía encontrado un ser humano que valía la pena entablar comunicación, sin sentir hipocresía en cada frase escupida de su garganta. Adentrándose al edificio, la mujer con cansancio se dirige a su cuarto.

Noches y días incontables pasaron sobre la errabunda dama, el cansancio fue dibujado en su faz, pero su tenacidad por llegar a la Roma era más fuerte que su hambre, la esperanza flaqueo al paso de las horas, desmoronándose emocionalmente, puesto sus frutos de aquel viaje no tenían la claridad para florecer en su espíritu.

Una noche mas le envolvió en aquella andancia sin destino aparente, la brisa fue silenciosa, tan solo propicio la perfecta sensación gélida en el cuerpo casi desnudo de Cassie. Sus brazos subyugados fueron mecidos por el correr de aire del derredor. Bullicio incoherente ensordeció sus oídos, pero aunque fue molesto para aquella damisela, no causo el desesperar de su alma, tan solo cabalgó silenciosamente entre la nada.

Y cuando ya todo era desilusión para Cassie, una luz a lo lejos pintaba de nuevo su esperanza entre su cuerpo, acarreando al caballo bruscamente, era así como esta se acercaba con rapidez, deteniéndose súbitamente frente a la entrada romana de aquel pueblo sin ley aparente, ya que las ermitas y cierta gente aun despiertas celebraban con orgias una entrada triunfante de un noble capitán.

La mujer trago saliva y se adentro al lugar, mirando como la gente perdían valor con sus celebraciones vulgares, paso desilusionada en ciertas callejuelas de aquel pueblo que estaba mas haya de Roma, por la cultura que se derrochaba esa noche y la denigración de las casas, la forastera concluyo que estaba en los suburbios de Roma, deteniendo su caballo para que este bebiera un poco de agua, la mujer se decide a adentrarse a uno de las tabernas, que por lo que escuchaba, la felicidad se derrochaba.

-Muy buenas moches.

Dijo en la entrada, viendo que casi no le prestaba atención, sin importar aquellas reacciones de mal educar Cassie se dirigió asía la barra, sentándose de piernas entrecruzadas, malgastando una pieza de oro pequeña, la cual cubrió con la diestra y así ordeno:

Una copa de vino por favor…

Esperando su pedido Cassie tan solo observaba pensativamente aquel medio salvaje, después de que fue complacida por el vino, hablo con la cantinera preguntándole donde pudiese conseguir posada, esta le dio indicaciones, Cassie agradeció y se marcho, llegando al otro estreno de la ciudad cerca de los mercados vio una posada abierta.

Rento un cuarto y descanso un día completo, en la tardé toda la gente se reunía por las celebraciones que el cenado romano donaba a su pueblo dominado, aquella no le presto atención, preparo sus maletas y así de nuevo cabalgo asía las afueras de la ciudad, rumbo a las villas de los nobles ilustres de aquella época, pasando por varias de ellas a las cuales no se quiso a adentrar a pedir trabajo por el aura vano que expedían cada una de sus construcciones.

Tal parecía que todo iba ser un viaje que se realizo con estupidez, puesto en Roma no iba a encontrar la verdadera felicidad, y cuando se retiraba de aquellas villas una le llamo la atención, ya que su aura era de paz y bonanza, adentrándose con algo de miedo, la mujer ultraja las tierras nobles que la Villa Adriana propiciaba en aquella noche estrellada, bajando del caballo, la mujer toca con fuerza la puerta principal, esperando con impaciencia y nerviosismo, sea bien recibida y aceptada por aquella familia.

La dama esperaba impacientemente a que la puerta se abriera, y cuando toda esperaba se disolvía entre el paso de la brisa gélida, una jovenzuela curiosa abrió dicho portón, hablando de sus patrones y dándole la bienvenida, al mimo tiempo con cortesía invitadle a adentrarse a al enorme plació, llegando en la sala principal, la errabunda mujer sin pedir permiso se sienta en una de las sillas desplayadas, suspirando con felicidad por la sensación excitante de descanso la mujer sonríe y dice:

-Me he de presentar ante usted señorita ,soy Cassie una errante de reinos muy lejanos, que abandono sus tierras amargas en busca del amor y el trabajo, pero más que eso, un respeto vano, ha de extrañarse del por qué una dama visita esta villa a tales horas pesadas de la noche, pero no me contuve a a esperar.

Guardo Silencio y se levanto, le muro fijamente sus ojos cristalinos asía la sirvienta de aquellas tierras, queriendo romper en llanto, postrándose con brusquedad ante ella y con quebrantada de voz, por un turbo sentimiento exclame:

-Me humillo ante usted amable dama, para así tener el descaro de pedirle a su merced, un trabajo en tan hermosa villa, le juro por todos los dioses que soy de fiar, y que soy una mujer que ama trabajar, no le defraudare señorita mía, por favor convencer a su patrona que me acepté en tan dichoso ambiente.

Callando espero por largo tiempo en esa posición sumisa a quela joven Flori , contestada con amabilidad, mientras que a lo lejos los lobos aullaban el nacer de una nueva luna, de la Roma antigua.

-Por favor llevarme con su patrona

Suplico por ultimo antes de esperar respuesta a lo pedido anteriormente.

El camino cambio de colores: Antes mármol y ahora pura y gélida oscuridad que se derrochaba en el firmamento nocturno. Las estrellas danzaban con brillantes entre aquel manto infinito negro, la luna daba su espectáculo de luz platinada entre los edificios pequeños del jardín que bañaba con gran descaro, un juego de luz y sombras que Cassie nunca avía visto en toda su amarga vida, por segundos la brisa cantaba en sus oídos dejándole mutado el misticismo de aquellas tierras jóvenes de inmensas dimensiones.

Aquella brisas tan helada que propiciaba escalofríos y malestares de cuerpo, para Cassie que vestía escasamente con prendas harapientas que cubría escasamente: senos y muslos no importaba, por que aquellas sensaciones era matadas con tan hermosos y colosal paraje que les ceñía.

El caminar de aquellas dos doncellas entre los pastizales de la villa culminaron frente a una enorme y bella cúpula, donde un esclavo se encontraba limpiando, en su mano temblorosa una copa vacía sostenía con gran firmeza, Cassie solo le sonrió como signo de saludo cordial, por aquel casual encuentro. Dirigió su mirada a los rosales de la entrada mientras dejaba que Flori hablara.

Cassie no decía nada solo le seguía sumida en sus recuerdos tras ver aquel caucásico hombre frente a ella, cerca de los aposentos de Samantha, recordando cada delineé perfecto de su hermosa sonrisa dirigida hacia ella, solo para ella, solamente. Flori ordeno una copa y siguió hablando para después invitarle a sentarse y para esperar a que llegase su patrón, la mujer muda suspiro y por fin pudo tener valor para decir:

-Gracias mujer en verdad gracias no sé como pagare este gran favor que has hecho tras encontrar trabajo… en deuda estoy.

El velo nocturno era exquisito en aquella villa, siendo Cassie una poeta para expresar con palabras lo que quería trasmitir el medio en derredor, para la humanidad… pero en aquellos momentos de desnudes de alma resistió y siguió callada, tan solo escuchando y viendo el rostros de la extraña, el cómo trasmitía dolencia y lo remarcaba con palabras, en verdad lamentable en verdad admirable.

Vino, comida, amistad, confianza y admire, lo que nuca tubo Cassie en Hispania, en aquella noche de verano se derrochaba sin permuta alguna, o es lo que quería pensar la forastera, la brisa corría y con ella la tonada perfecta, soledad agradable y frio insaciable, pero que no molestaba a ninguna de aquellas yacentes damiselas.

Las palabras de Flori cesaron ya era momento que Cassie diera vida con su saliva, por lo que antes de empezar a parafrasear, toma con la diestra la copa plateada como la luna regordete y oxidada, donde un elixir escarlata yacía estático, sujetándole con firmeza hace la acción de poner su brazo en un ángulo de noventa grados, quedando la copa cerca de la comisura labial de Cassie, soltando un suspiró y cerrando sus ojos, esta sorbe el vino con impaciencia, humectando su reseca boca, culminando y no dejando nada en aquel recipiente ridículo, dice:

-Son tantas oraciones que vos me dice, tan lindas tan honestas, dolor y felicidad, agua y aceite, nada es distinto todo es igual, solo hay que ponerle empeño para que resalte diferente a las faceta que pone esta sociedad, a lo que quiero llegar es que usted no es tan diferente a mí, pero tenemos atributos que nos separa, pues usted tiene hermanó, lejos pero lo tienes, y veo que amigos y demás, pero yo tan solo sola estoy, acostumbrándome mirando el sol desde años y aunque suene extraño, esta soledad le llame felicidad, tal vez no entienda lo que diga… pero una cosa remarco y es: que me impacto su sincerada que no sé ni que decir, así que mejor guardo silencio y vos siga con sus fluidas palabras, querida niña, querida amiga...

La verdad es que Cassie nunca había entablado una charla, por lo que no sabía qué hacer ni decir, solo sonríe lastimeramente esperando que aquella culminara la plática de la mejor manera.