Habitación de la Emperatriz

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#1 'Ataque debil ' : 6

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#2 'Cosmos' : 31

El tiempo… es algo tan frágil y preciado.

Recordaba exactamente cada una de las palabras de aquella mujer pelirroja, esa actitud fría e insensible que solo veía por el bien común de Octavius, no… Ares. Un gran estremecimiento sobre mi cuerpo fue invadido despertando en mí la llama con la que debía seguirlo. Mi vista se perdió casi nublándose unos instantes, el primogénito del emperador renacía retomando su lugar como el verdadero dios de la guerra que era, ignoraba todo a mi alrededor dedicándome a sentir el nuevo poder que fue removido de su ser, sabría que muy pronto nos encontraríamos no como rivales sino como alguien que debía seguirle fielmente hasta el fin de los tiempos. Ya los asuntos de Roma pasaban a un segundo plano, si bien toda mi vida había sido un camino forjado lleno de caprichos salvaguardando mi bien común ahora solo debía ver por ese hombre.

Debe ser una broma… ¿ahora te pones a pensar en él?.

El flequillo de mi cabello cubrió mi mirada dejándola ver como algo siniestro y sombrío ante la “concurrencia”, una sonrisa marcaba la fineza de mis labios asomando ligeramente mis dientes, no daba crédito a lo que llegué a pensar por primera vez en mi vida y solo significaba que la esencia de Ushuriel dominaba más en mi interior, las palabras de ambos hombres me tenían sin cuidado.

- Dos hombres que solo se interesan por ellos mismos. –murmuraba levemente cuando Solomon expresaba mis errores, mi falló como emperatriz. Pasaba de largo para botarme sobre el sillón cómodamente, mi comportamiento un tanto infantil relucía bastante, cruzaba la pierna dejando caer mi cuerpo sobre los almohadones observando como si nada pasará gravemente a pesar de que mi poder sobre Roma llegaba a su fin.

Pasaba el tiempo y el cruce de palabras entre ambos hombres era divertido de cierta forma, tratando de ofrecerme Roma todo por ver a Egipto derrotado… ¿orgullo?, puede ser pero nadie entrega algo si no gana nada a cambio durante el proceso. La voz de esa mujer se presentaba en la habitación, al parecer no le resultó peligrosa mi amenaza de permanecer en mi habitación lo cual me pareció interesante de cierta forma, mi mirada siguió la silueta de la princesa que avanzaba con seguridad, una diferente personalidad que vi cuando la conocí de soslayo en los jardines. La vela a lado de mi mesilla parpadeaba fugazmente, todos tenían algo oculto y no lo decía por sus planes, era algo más.

Ladeaba el rostro en dirección de la vela entretenida por el calor que desprendía, una pequeña chispa era lo que se necesitaba, alzaba mi mano para dejarla pasar entre mis dedos sin quemarme, era algo que si podía tener bajo mi control e incluso propagar si así lo deseaba.

- ¿A quién debería de creer?, personas que vienen hasta acá a confrontarme y solo para decirme que si no actúo rápido perderé mi credibilidad sobre una nación.

No me dirigía a nadie específicamente, mi mano se acercaba dejando que la flama creciera cada vez más mientras me comunicaba tranquilamente, como si estuviera hablando sola y era así, nadie existía para mí. Exhalaba profundamente para que apagará de golpe el fuego dejándonos en penumbras… cada uno se merecía mi respuesta.

- Solomon en serio te felicito, al menos de alguna forma evitaste la boda de Selene.-una pequeña carcajada escapo de mis labios recordando el momento de la cueva, aquellas palabras donde el mismo declaró que evitaría todo eso significando que entonces podría estar también involucrada sobre el envenenamiento de Gelum tal como escuché de Fye decir. Nada resultó como lo planeé pero si lo veía de este punto de vista cada intervención mía dejaba camino abierto a Octavius, pensando en esas circunstancias solo podía reír ya que… como lo había dicho…Latrivan!

Recordaba su nombre, la mujer que me anunció mi papel sobre este mundo, si aún no era consciente como la Señora y dueña de las llamas del averno ahora me daba cuenta de los pequeños detalles, lo que quedaba en duda quizá era si le seguiría o no. Volvía mi rostro hacia el senador, lo conocía demasiado bien y por las facciones que dibujaba su rostro podía ver lo que pensaba o sentía a veces.

- Tienes razón, ya no soy la mujer que conociste antes o quizá nunca me conociste como realmente soy… ninguno de ustedes. ¿Quieren escuchar lo que realmente soy ahora o lo que siempre supieron pero prefirieron callar por temor a que YO hiciera algo contra ustedes?

Si… soy la mujer que desterraron cruelmente de Egipto, me negaron mi derecho como reina del Nilo y diosa de Isis. ¿Por qué? … por mi propia ambición.. los egipcios muriendo de hambre mientras yo solo me llenaba de mis lujos, cuidándome todo el tiempo para que no usurparan el trono de mi esposo. Podría decirse que en parte le estoy agradecida a esa pulga que no sea yo quien gobierne sobre esa nación. - mis palabras no contenían sarcasmo alguno, por primera vez en mi vida estaba siendo sincera ante ellos. - Entonces.. si Egipto nunca me preocupo… ¿por qué debería preocuparme por Roma o por mantener una alianza con Britania?.

Me hice solamente de Roma por ver sucumbir a la tierra que me vio nacer, no porque realmente me interesara por ustedes. Tú lo sabes mejor que nadie Solomon, cuando conocí a tu padre… vaya que momentos…- una sonrisa amplia se marcó sobre mi cara de una mujer casi satisfecha o al menos eso pretendía que viera.- Es curioso lo que el destino tenía deparado para mí, toparme con el mismo hermano del emperador de Roma, ¿Solomon no odiaste a tu tío cuando asesinó a tu papá por mí? Ja’h!¿Qué estoy diciendo?.. si seguiste los mismos pasos que tu padre… terminaste por estar a mi lado.

Parpadeé un poco como si hubiera cometido una pequeña travesura, lo más seguro que todos debían quedar atónitos con lo que pasaba en esos momentos. Reclinándome un poco hacia adelante apoyaba mi mentón sobre mi mano, fijando mi vista en una obvia sonrisa, en realidad que todo eso me estaba divirtiendo bastante, - El resto deben de saberlo o intuirlo, yo fui quién asesino a la emperatriz para tomar su lugar. -llevando la mano que tenía hacia adelante empecé a enlistar todas mis “proezas” sobre esa ciudad.- Yo fui quién manipuló al emperador para que iniciara las constantes guerras sobre las naciones vecinas, yo fui quién sedujo al emperador a verme a escondidas mientras estaba con el padre de Solomon, al irse el emperador yo fui la que tuvo un romance con Solomon todo para moverme dentro del Senado de esa forma sabía quién estaría en mi contra o no, yo fui quién ordenó indirectamente al General Edward para que atacará Egipto, déjenme ver… aahh ahhh también fui la que le dije a Solomon que evitará a toda costa la boda de Selene para evitar la alianza, yo fui la que seduje a Fye hace unos momentos con la tonta idea de querer seguirme manteniendo como gobernante de Roma.

Ahora que saben cada uno mis secretos, ¿seguirán brindándome las ofertas que quieren seguirme proponiendo vanamente o le pondrán fin a mi vida en este instante?

Véanme como un monstruo, alguien que ya ha perdido la razón, no me importa. Solo les digo como verdaderamente soy, si se ven capaces de seguir en el mismo cuarto que yo adelante soy toda oídos y si no… - extendí la mano señalando la puerta en forma de invitación.- ahí tienen la puerta abierta, hagan lo que crean más conveniente para ustedes.. ya que todo el discurso de amor y fidelidad a una nación me tienen sin cuidado, por mi parte he sido sincera… así que.. ¿Qué ganan realmente para que deposite mi confianza en cada uno de ustedes?

Solo en aquel cuarto, estando encerrado entre cuatro paredes, aburrido, n esa situacion hubiera escapado una vez mas, pero ahora tenia precio mi cabeza, y como lo hubiese dicho Diva, no podian hacer mucho si caia en las manos equivocadas, ahora solo era esperar, mi hermano tambien estaba en aquel cuarto y el maldito de solomon, que siempre hacia de las suyas ahora me habia tomado como triador, porque habia caido tan bajo, si el mismo habia ido a egipto con lydia, pero todo a truncar de igual manera, siempre lo haica en mi vida, quria dejarme fuera de la boda, y como el esposo que pudiese haber sido los saque, con soldados si, pero solo para que se alejaran lo mas rapido de ahi.

Traidor buena fama me habia dado, pense, mientras caminaba lentamente por todo aquel cuarto, no habia mucho, solo una silla y una cama, estaba cansado del viaje pero no queria reposar por ahora, la circunstancia no lo permitia, y ahroa le tenia mas miedo a salir de ahi, morir, solo podia ser la escapatoria de todo aquello, la mas rapida salida, pero no era de hombres hacerlo, seguia caminando en circulos, mientras las voces de varias persoans se oian a lo lejos, queria salir y escuchar con claridad pero aun la puerta deberia de estar custiodada por esos dos soldados.

Cansado y triste, era mejor descanzar hasta ver la hora en que diva me llamaba o mi hermano, me acoste en la cama, queria salir cuanto antes de ahi, queria ver a mi hermana, a aquella que me habia cuidado, solo para contar mi historia, pero oh maldita sea, un remordimiento mas se hizo presente, el anillo de mi madre, se la habia quedado esa despreciable mujer, todo a las carreras y no se lo habia pedido, por todos los dioses, era una reliquia familiar, y yo lo habia perdido, no queria saber nada mas, solo comenze a cerrar los ojos mientras me movia entre las sabanas, seria mejor quedar asi, sin preocupaciones, por ahora.

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Diva
Solomon
Fye
Pensamientos


La reacción de Fye era por demás suponible, conocía su talón, llevaba nombre propio, Vergilius, obviamente no era hombre de mente fría, o al menos eso parecía al intentar forzar a Diva a seguir su camino sola, sin ayuda, algo que por supuesto, en las actuales circunstancias, le resultaría más que imposible. Solomon lo comprendió desde que la enfrento contra su triste realidad, era ella, aunque distinta, ya no poseía aquella garra milenaria que le habría dado fuerzas para hacerle frente inmediatamente, tratando de demostrar su valía ante él y ante todo el mundo.

Si algo recuerdo de ti, era que siempre tratabas de dejar tu huella en este mundo, pero ahora...

Ahora lucia como una niña, sentada jugando a sabe dios que cosa, Solomon no pudo evitar sentir cierta congoja, no por aquella mujer, sino, por lo que significaba para él. Estaba por acercársele cuando de pronto el fuego que alumbraba el cuarto se apago, quedando todo envuelto en tinieblas y silencio.

El senador no era tonto y ya venía esperando algún ataque de parte suya o de Fye, cualquier cosa podría pasar. Pero la risa de Diva resonaba fuerte y claro, dejando saber perfectamente su ubicación.

Solomon había venido preparado para todo, pero no a tener que enfrentar a esta nueva mujer, que comenzaba a lanzar palabras como poderosas espadas contra su pecho, alma y corazón.


Su cuerpo tembló al oír cada párrafo, dejando su semblante palidecer lentamente, era la verdad que trataba de buscar o que siempre estuvo allí y no quiso ver...ahora entendía el porqué; para salvaguardarse de tan terrible dolor. La historia de Diva, su llegada a la casa de su madre, era cierto! ella había sido la amante de su padre y tío, causante de la disputa entre ambos que llevo a uno a las manos del señor de la muerte.

Que repugnancia, vergüenza e ira, contra ella, contra Fye, pero por sobre todo contra él mismo. No contenía la tristeza, ni la rabia de conocer plenamente que nunca significo nada para ella, a quien amo...

Porque...porque?!

Presuroso busco el origen de aquella voz endemoniada, la oscuridad, solo le hacía ver en su mente la imagen de aquel ser que su corazón lleno. Sus manos en tanto, tomaban con fuerza su cuello, o al menos eso creía él.

Como te atreviste a usarme, porque Diva, porque!!!

Susurrándole amargamente, dejando constatar al resto que todo era cierto, no le importaba la presencia de Fye, ni de Lin. Solo deseaba apagar aquel fuego que calcinaba su cuerpo.

Aquí no Solomon...

Se detuvo de pronto, pasmado, al escuchar la voz de Diva a sus espaldas, no, no era ella, era otra, era la que recordaba, aquella vez en el coliseo, justo a la entrada de Octavius, cuando se atrevió a tomarle la mano. Como podría matar a quien tanto amo?...Sería capaz?

No, no tengo las fuerzas para eso. No soy quien te dará muerte, no te daré el gusto Diva.

Soltó sus brazos mecánicamente dejándolas caer como grandes piezas de mármol a ambos lados de su cuerpo. Había culminado con su misión, hallar la verdad, pero no se atrevería a acabar con la causante de sus males, por el amor, y por saber que a fin cuentas, no distaban mucho en esencia.

Que hizo ella que no hiciera yo?, manipular al senado, expulsar a mi hermana y hermano, envenenar a mi primo...si ella se dice monstruo, entonces...también lo soy, que triste camino a seguir...

Resignado como nunca, de no saber si seguir su nuevo odio o viejo amor, solo se acero a ella entre la penumbra.

Nunca te deje, ni te dejare ir.

Tomándola en brazos suavemente, soltó algunas lágrimas, las cuales únicamente oiría ella. Finalmente dio media vuelta, esperando que todo terminase, pero sabía que no sería así. Su figura desaparecía como una sombra más.

¿Porqué con la sola mirada parecía temerle?, mis manos se apretaban a mis costados conteniendo el aliento pues el aire se consumía por el fuego que nos rodeaba, el humo se disipaba entre nosotros pero mi temple se quebrantó cuando se dirigió a mí haciendo que yo misma retrocediera un paso. - Idiota!!

Retrocedí… que estupidez… esa pequeña señal solo incitó que al extender esa parte de su armadura alcanzara mi cuerpo no solo rasgando mi ropa y desechando esos objetos si no que también hiriendo mi propio cuerpo. La sorpresa se manifestaba en mi cara, jamás me había topado con personas que me desafiaran, el temor opacado en sus rostros por tantos años acostumbrada a ver se extinguieron siendo ahora la que residía ese temor.

- ¿Quién te crees para osar tocarme?!!

Vaya tontería, aún seguía pensando como Diva, el nombre de Ushuriel se rehusaba a salir, atrayéndome con brusquedad su rostro se topo conmigo. Estaba asfixiándome en ese letal abrazo, mis ojos se clavaron en el celeste de su mirada, no era un azul puro como el cielo, estos se oscurecían cada vez que su energía se propagaba alrededor de nosotros. - Diva… Diva!!! Exclamaba casi demente, su respiración chocaba contra mi piel estremeciéndome. Maldito temor que no se apartaba de mí… ¿qué demonios era él?. Sus ojos violáceos cambiaban en un intenso carmín… no.. era el color del fuego, tan cambiantes del tono rojizo al anaranjado, a veces transformándose en un ámbar para terminar de volver al purpura que marcaba su linaje como antigua emperatriz. Estaba logrando su cometido ese hombre al despertar a Ushuriel, su sola presencia no solo le atraía, le incitaba a despertar por más para permanecer a lado suyo. - Corrígete… no soy humana.. por algo estas aquí!! No me compares con esa inmunda especie!!!

Por toda mi vida había sido criada para ser algo más, mucho más a comparación de todos los que me rodeaban. No era una simple mujer que tenía el poder suficiente para hacer que todos se arrodillaran ante mí, tampoco era una diosa cualquiera pues tal título solo se arrebataba por aquellos que trataban de gobernar un mundo que era totalmente pasajero, era algo más.. lo era TODO. Caprichosa hasta el último minuto, entrecerrando los ojos encendieron algo más que rencor, un odio absoluto al compararme en una rosa, no era la detestable de Selene.

- Rosas… Ese patético color, el cual le recordaba a la única persona que deseaba destruir, su hermana. Compararla era un crimen que en ningún ser viviente perdonaría y mucho menos a ese sujeto, su mirada bajaba al suelo a pesar de estar casi flotando sobre este debido a como me sujetaba, su cabello cobrizo ondeo casi también encendiéndose de la misma manera en como se consumía su recamara entre las llamas. - hahahahaHAHAHA!!.. insignificante. Tanto me necesitas como para rebajarte a la tarea de despertarme. Hellgorak… Un torbellino en flamas nos cubrió inmediatamente, recordé su nombre sin que me dijera de quien se trataba, estaba despertando y se notaba en mis acciones, en como aumentaba mi cosmos a pesar de que su cercanía ya incitaba tan esencial tarea. - ¿Por qué tardaste? Eres un.. Solo pude liberar mi mano para que vanamente se sujetara a su cuello, la fuerza que imprimía en mis dedos era completamente nula, no era capaz de lastimarlo.

4º Post de 4 para Defensa (Maestría Fuego)

La vida conocida por Diva estaba llegando a su fin, pronto renacería un nuevo poder capaz de consumir el mundo que ella alguna vez conoció como suyo… Si faltaba poco para que tomará ese lugar, nadie sabía mejor que yo la tarea que se me encomendaba, sufre… sufre por todo aquello que fue provocado por mí. La única razón es Ares y nadie más.

Tenía razón, lo único que podía amar era a mi misma y a la guerra que provoque por caprichos.. no, ahora entendía que era la esencia de Ushuriel que se fraguaba en mi interior con el objetivo de llamar al único ser que podía complementarla, mucho más que Hellgorak. Volvía mi rostro hacia ese hombre rubio que me retenía, apretándome entre el metal que ya destrozaba cada parte de mi cuerpo. Pequeñas gotas cristalinas, ¿lágrimas?, la misma rabia ya se personificaba en mi rostro. - No deseo desaparecer así sin más…

Date cuenta!!.. es tu final!!!, más es el inicio de mi historia. Mis ojos se abrían perplejos, sus labios acariciaron el lóbulo de mi oído susurrando ese nombre, un interruptor en mi interior se encendió dejando que una lágrima cayera, la gota se expandió en una visible onda de energía que transformaba el suelo en pura lava. Las puertas del infierno se abrían ante nosotros, un escenario común en el templo de la Guerra pero que en la Tierra era sometida por ese espíritu. - Pensar que terminé así… ¿sabes cuantos desearían poseer tu lugar?

Una sonrisa suave se marcaba en sus facciones, podía sentirse que era feliz, ya no estaría soportando su propia actitud casi demente. Jamás encontraría la paz eterna pero no tendría que lidiar con problemas típicos, inmundos de sentimientos con los que había crecido como la ambición y venganza. Su hora llegaba a su fin, nadie le impediría morir y el último obsequio fue que alguien totalmente indiferente, ajeno a sus problemas era el que se dedicara arrebatarle esa vida. El esplendor se extinguía después de su reinado, al menos se conservaría en la memoria de las personas, el terror de todos los pueblos y mucho más que sucumbió a la misma Roma en tal caos.

Si Diva, eras un desastre total pero quien mejor para albergar ese espíritu y poder de destrucción que no fueras tú. No serás olvidada, no por mí…

El sonido de las cadenas resonaban, el candado fue abierto para depositar exclusivamente el alma de esa mujer, no sería enviada al Inframundo. Demonios y más demonios sobrevolaban alrededor de Hellgorak, saliendo de aquel portal una figura que se difuminaba entre todo el fuego, blanquecina aparecía casi a floté para que por fin fuera depositada en ese cuerpo. La melodía perfecta de voces agonizantes dieron lugar a su despertar, el aire y la reacción de un cuerpo casi destrozado por la manipulación de ese hombre hicieron que explotara.

Zafándose del agarre de Hellgorak su cuerpo era depositado entre ese mar de lava, una pobre vestimenta cubría a la chica, había renacido.

- Me arrancaste de mi hogar… el Infierno. ¿Para qué? Para ser llamada por el único que merece gloria.. Ares. Esta sensación de vida… ¿tanto tiempo me mantuve encerrada? Imperdonable.. el sello de Hades era más fuerte de lo que creí pero solo falta una cosa por hacer..

Entre sus manos ya se encontraba su cetro y ese pendiente sobre su cuello. Faltaba lo esencial, llamar la atención no solo de su dios, si no del mundo entero.

~~º~~

Paseando su mano sobre la lava, espeso al tacto… no la dañaba, estaba atenta en su propio mundo escuchando solo el eco de aquel hombre, ese hombre al que obedecía absolutamente.

Mis lazos… ¿y que hay de los lazos de mi señor?

Levantándose perezosamente se apoyaba de su cetro, arrastrando su mano por el mango de tal arma, debía acostumbrarse a la motricidad de su cuerpo. Su dedo se posaba por el margo de la puerta, delineándolo en una frágil línea el cual se incendiaba como una mecha, sus ojos se perdían en esa luz, el fuego que se esparcía con tan solo su tacto. Tenía razón, no se arriesgaría a que Diva regresara de una manera patética a rescatar algo que ya no estaba a su alcance, alzando más su rostro observaba la estructura desecha de lo que era la habitación de esa mujer.

Los muebles tronaban en pequeñas explosiones debido a la exposición del calor, cerrando sus ojos aun podía percibir los sentimientos de esa mujer, la sensación de querer aferrarse a algo que no le pertenecía le resultaba un estorbo realmente y no necesitaba de Hellgorak para que se lo recordara, al parecer la poca eficiencia que había demostrado resulto ser más que un problema a pesar de su odio infundado a ese hombre… Octavius. Largaba un pequeño suspiro dando media vuelta, si la seguiría o no ese sería su problema aunque no estaba por demás disfrutar de la compañía de quien resultaba ser su superior.

- No creo que resulte ser de tu interés pero no solo destruiré los lazos de este cuerpo sino también del mismo Ares… esa fue la tarea que me encomendó Latrivan. - Callando por un momento traspasaba las llamas no importándole su aspecto, sus pies descalzos convertían el suelo en misma lava mientras que sin razón aparente sus ojos se llenaban de lágrimas que caían en cenizas manchando la blancura sonrosada de sus pómulos. - sería bello disfrutar de su compañía..

Esas últimas palabras no se referían al amor, solo incitaban a que si él intervenía la destrucción se propagaría, como nunca antes en la historia habían hecho mención de tal hazaña. Sus labios se abrían con lentitud, mostrando una intimidante sonrisa en tal rostro.

Para estas alturas las personas corrían en el auxilio de la aún emperatriz de Roma, aunque dicho título había sido arrebatado quedando solo como una viuda más. Hombres de la guardia real intentaban apaciguar el fuego para que este no se propagara pero todo intento resultaba inútil prefiriendo de tal forma huir para salvar su vida, dando a Diva por muerta. Del otro lado de la habitación la madera se ensanchó resultando difícil de abrirla, menudo problema para Ushuriel que al extender su mano provocó que esta estallara, sus pies descalzos retomaban el lento andar de la Señora de las Llamas, desapareciendo de esa pieza.