Calles...

Su momento débil en el cementerio le había llevado a aquellas diagonales maltrechas. Alessa se detuvo y olio el aroma rancio que expedía las piedras entre el camino, como también una exagerada cantidad de alcohol. Los vapores de los desagües humanos nublaban su vista, pero eso casi no le importo ya estaba acostumbrada a caminar a siegas, así había sido desde siempre ¿Por qué impresionarse en aquel momento?

Se detuvo frente a una panadería vieja, ladeo su rostro y miro que tan solo una viejecita era la que atendía tal lugarcito, esta olio el vapor de las hogazas de pana, residen salidas del horno y su estomago rugió, provocando que se llevase sus manos y tocase su abdomen, al mismo tiempo un leve rubor invadió sus mejillas, para si tan solo pensar:

-Maldita sea tengo hambre y no tengo dinero para acabarla de amolar… mierda. ¿Qué are me aguanto y sigo derecho o entro y robo?… Tengo mis espadas, soy superior a aquella anciana… Pero ella que tiene culpa de mis infaustas… mejor continuo mi camino y ya en las afueras matare una liebre y la asare jejeje… si es lo mejor…

Suspiro y bajo la cabeza para así continuar su camino, pero de repente una voz algo temblorosa se hizo presente:

-¿Alessa?

(Se detuvo la infrahumana y dio la media vuelta) ¿Si? (y ahí estaba la viejecita de la panadería con una escoba entre manos) ¿Dígame madre?

-A pasado mucho tiempo desde que te vi niña, ¿Cómo esta tu hermana?

-¿Hermana? Me confunde no tengo hermana y no soy de estas tierras…

-No me confundo niña, tu eres Alessa la que siempre me venia a ayudar a limpiar los pisos por tres hogazas de pana… así fue por durante tres años… Como no recordarte ( Y la viejecita se acerco a Alessa) ¿pero que te paso en el ojo?

-Nada (llevándose la diestra y tapando el parche que cubría su orbe izquierdo) en verdad nada… le digo que me confunde yo soy tan solo una forastera (dando un paso hacia atrás) Por favor ya no siga insistiendo e insinuando que soy alguien ajena a lo que en verdad soy…

-(la viejecita apretaba el palo de escoba y bajaba la mirada) Discúlpame, ya estoy un poco vieja y te confundí con mi niña… (Dándose media vuelta y marchándose de la presencia de la pereza)

-Shshshs… (Aquella hizo un ruido entre sus dientes) Espere madre… si dice que ya esta vieja no debería estar limpiando usted (corriendo hacia donde la viejecita estaba, tomando la escoba y sonriéndole) le limpio yo este día y usted me paga con hogazas de pan…

-Me parece perfecto (correspondiéndole la sonrisa)

Y así se paso horas limpiando la panadería, quitando el polvo viejo que apesantaban las maderas, puliendo los pisos y limpiando el aparador, la jornada de su trabajo llegaba al final, la viejecita dueña del lugar le hablo y esta correspondió yendo de inmediato, dejando la escoba a un lado…

-¿Si madre?

-Ya es tarde para que una señorita ande deambulando por estos lares… es momento que te vayas a casa, ya me has ayudado mucho mi niña.

-Como usted diga madre, además no se preocupe me se cuidarme demasiado bien, aun así gracias.

La viejecita le dio tres de las mejores hogazas de su panadería, Alessa las cogió, le sonrío y se alejo de la panadería, comiendo, saboreando a diestra y siniestra, pues hambre tenia, no paso ni diez minutos cuando una mujer grito desgarradoramente, esta salió del callejón donde se había quedado sentada deglutiendo el pan, sorprendida miro a una mujer no muy vieja, paranoica en frente de donde estaba la panadería, Alessa se ajito un poco por la imprecación y salió de inmediato corriendo, llego a donde la mujer estaba alterada, le tomo de los hombros y le dijo:

-¿Qué te pasa mujer?

-Mi madre… mi madre…

Era lo único que decía aquella mujer, Alessa le soltó y dio media vuelta, mirando que la viejecita que minutos atrás le había atendido de una forma humilde y maravillosa yacía tendida en el suelo muerta tras un golpe en la cabeza, pues jóvenes hambrientos habían atacado la panadería sin tener consideración de un mallar de edad, Alessa bajo el rostro y cerro los puños, no dijo nada y se dispuso a caminar, sus mejillas húmedas estaban pero no demostraba su rabia… y así se fue deseando nunca volver.

Caminar sin rumbo alguno era fácil, quería ver hacía donde me llevaba mi mente desvariada junto a mis pies libres por así decirlo, comencé caminando a través de las calles de los distritos del Tiber con pesadez el bullicio de la gente que generalmente retumbaba en mis oídos no se oía a penas era raro el extraño silencio, seguí caminando paso a paso con cuidado sabía que el silencio guardaba algo peor que el ruido descontrolado del distrito, algo extraño se estaba suscitando en Roma o en algún lugar lejano porque la tranquilidad no es común.
-“Y tú que crees que sea” - preguntó avaricia en mi mente, miré para todos lados viendo que la calle se encontraba vacía - Una plaga o una guerra próxima - dije en tono bajo tratando de analizar bien la situación si bien las guerras eran el pan de cada día para Roma, la tranquilidad y paz en la ciudad no lo eran, algo se avecinaba lo podía sentir en mi interior algo más terrible que la muerte deseaba con fiereza una venganza contra alguien o algo, mis pensamientos y maquinaciones se conectaron a avaricia, esta presente en mi mente se largo a reír como sabiendo a lo que me refería – “Un dios violento ha despertado y tú sin si quiera saber nada te has dado cuenta de que algo extraño está pasando elegí bien a mi portadora” - dijo lanzando una fuerte carcajada la cual retumbo en mi mente trayéndome de vuelta a la realidad, lentamente retome nuevamente mi paso lento intentando pensar quizá en este nuevo dios latente que de seguro volverá la tierra un infierno con cada respiro y paso que dé.

Pensamientos caóticos invadían mi mente sin control alguno, estos relacionados con el perecimiento y más guerra se le hacía algo terrible, pero que sin embargo podría aprovechar sin consideración alguna por la vida esto se le estaba haciendo común con cada día que pasaba con avaricia dentro de si, su poca humanidad estaba desapareciendo de su cuerpo no obstante esto no le importaba no sacaba nada con ser una buena persona como quería la sociedad si no obtenía beneficio alguno no valía la pena, prefería ser ella misma aunque deje de lado el peso de la vida como mortal ya había aceptado a avaricia como parte de su ser no había vuelta atrás para ella, estaba destinada a servir al señor del Inframundo aunque aún le costará aceptar esto, y pensar que paso de ser una mera extranjera nómada a vivir en la capital del Imperio Romano solamente por la ambición de sus queridos padres, aunque de queridos nada si hubieran tenido la oportunidad la hubiesen vendido por su aspecto que era apreciado por los romanos cabellos rojos y ojos claros, lástima para ellos que fallecieron antes de haber iniciado aquel turbio negocio.
- Una verdadera lástima - dije en voz vaga mientras sonreía y pensar que si hubiera pasado eso sería la puta de algún Senador o Comerciante rico, viviendo solo para dar placer sin obtener nada a cambio - Un verdadero asco de vida - solté nuevamente en voz baja prefería mil veces ser una zorra bien pagada a que trabajar gratis, el dinero movía mi vida.

Los pensamientos sobre el como obtener más aglomeraban mi mente cosa común ya en estos días avaricia quería más y yo simplemente la dejaba hacer, pero con ciertos límites ya que ambas somos estafadoras y negociantes no podía bajar la guardia con ella que me conocía bien y así mismo yo a ella, somos tal para cual no importaba cuanto lo negase una, la realidad era así ya había aprendido a aceptarla en especial si quería más poder no me quedaba otra más que acatar excepto cuando no me conviniera no haría nada de lo que me pida, una voz interrumpió mi meditación una joven de cabellos negros con tonos verdes, ojos rojos y piel morena la miré con cuidado, cuando me disponía a responderle “A quien llamas hermana”, avaricia se hizo presente para evitar esto.
- Ni se te ocurra responderle mal cariño - dijo con voz melosa en mi mente, yo quería saber el porque así que ella no se demoró mucho en responder - Es otro pecado como yo solamente que su contenedora si es sumisa, aunque por lo que siento le falta mucho por obtener todo su potencial - su voz maliciosa recalcando lo de sumisa logró que soltara una risa sin planearlo, me agradaba ser yo mientras pudiera miré a la joven nuevamente y le respondí con tranquilidad ya sabiendo a que se refería.
- Hola, avaricia ya me dijo quien eras solo por eso seré respetuosa - dije con tranquilidad en mi voz mientras pasaba una de mis manos por mi cabello para correrlo hacía atrás - A diferencia suya le estoy dando problemas al pecado, pero entre nosotras nos entendemos bien somos tal para cual - mi voz sonó algo seria más no molesta y lo que dije fue referente a que avaricia y yo eramos iguales.

Aunque muy pocas veces me he tenido que tragar mi orgullo y disculparme, las ocasiones que ocurrió eso eran contadas con dos dedos de mi mano no más que eso, en las demás ocasiones no pase vergüenza ni nada por estilo gracias a mi carácter fuerte, cosa que había estado dejando de lado últimamente por dejar caer en la codicia estaba dejando demasiadas cosas de lado y algo no estaba bien, esa mujer me daba mala espina se ve tranquila, pero se de sobra que los tranquilos son los peores estafadores y embusteros que hay - “O vamos recién te das cuenta de sus intenciones, no te iba a decir nada porque podía sacar provecho” - la voz burlona de avaricia resonó en mi mente, al parecer no estaba del todo equivocada, oí a la joven atentamente y reí internamente así que tramaba algo en mí contra lástima no le seguiré el juego.
- Lo siento tengo otras cosas que hacer y si mi destino me busca me encontrara - dije cortésmente mientras pasaba una de mis manos por mis cabellos rojos para correrlos de mis hombros y dejarlos caer por mi espalda, miré por última vez a la mujer para luego darme la vuelta e ir en dirección contraria a la cual la mujer quería, por ahora era más importante ir a la Sobajera y ver que tal iba todo sin mi presencia, aunque de seguro todo iría con normalidad había instruido bien a las mujeres del local y cada una sabía su rol en caso de que faltase yo.

Caminar sin rumbo alguno era algo realmente fácil, quería ver hacía donde me llevaba mi mente desvariada junto a mis pies libres por así decirlo, tras salir de la Sobajera dejando instrucciones en caso de que no volviese comencé caminando a través de las calles de los distritos del Tiber con algo de modorra el bullicio de la gente que generalmente retumbaba en mis oídos se oía pero en menor grado últimamente todo estaba extrañamente tranquilo, seguí caminando paso a paso con cuidado sabía que el silencio guardaba algo peor que el ruido descontrolado de aquel distrito, algo extraño estaba pasando y estaba conciente de ello, en la lejanía se podía sentir un fuerte cosmos explotando al parecer otro dios había despertado, tras aquella expresión de cosmos sentí como se apretaba mi pecho avaricia se hizo presente con rapidez en mi mente al parecer estaba relacionado con ella.
“El señor Hades ha despertado en toda su magnitud” dijo algo inquieta al parecer ella le temía al que es su jefe, pero aquello solamente significaba para mí que pronto desaparecería dejando a avaricia sin control alguno o quizá con las migajas que ella me dejará solamente para atormentarme por haber sido estúpida por haberla retado y hecho un trato con ella, mis pies avanzaban solos hasta que lentamente y sin darme cuenta mi cuerpo se alejada del distrito del Tiber.

Silbando Alessa andaba, un tanto desubicada del por donde estaba en aquellos momentos después de haber salido de la Sobajeda. Caminaba sin rumbo fijo, sólo se guiaba de donde hubiera menos gente ya que le molestaba de sobremanera el estar lidiando con seres inferiores. E reojo divisaba cada casucha maltrecha que parecía que a cada correr de aire ésas se iban desquebrajando.

La estrella del infierno estaba demasiado ida en sus pensamientos que no divisó de quien se trataba cuando cruzo camino con alguien que le resultaba familiar. Una mujer de Cabellos largos color rojo escarlata, cuerpo bien definido y rostro hermoso, Aquella se le quedó mirando escasamente escinco segundos, y como no pudo recordad quien era simplemente se alzó de hombros y continuo su andancia ignorando una posible respuesta que la enlazara al pasado… Cuando humana aún era.

Bostezando seguía su caminata, de vez en cuando se detenía cuando encontraba una panadería ya que ligeramente le llamaba la atención deglutir de nueva cuenta aquellos alimentos que gustaba en un pasado no tan lejano. Cuando en brazos llevaba sus hogazas de pan la mujer se desvió hacia el sur pues deseaba pasar un rato en una que otra plazas, ya que ligeras reminiscencias le incomodaba, ligeramente recordaba a un joven un tanto tonto que le hacía reír del cómo se habían conocido tras un choque de cuerpo por culpa de un tropezón. Suspirando y comiendo aquella inmediatamente se alejó…

El camino desde el bosque a la ciudad fue algo que no tomé en consideración puesto que mi mente estaba fija en algo y ese algo era Bárbara, no me importaban los rasguños sufridos al pasar en medio de árboles y maleza, no me importaba nada más que ella la extrañaba demasiado no sabía el porque de esta angustia el simple hecho de no saber nada de ella me estaba volviendo loca ya no me importaba nada por el momento, me estaba volviendo sentimental cosa que aborrezco hasta de mi persona que demonios estaba pasando conmigo, paré de repente y miré a todos lados una extraña aura de muerte yacía en el Distrito del Tiber algo muy grande pasaría y pronto, no era tiempo de parar debía de seguir caminando, tenía que encontrarla lo más pronto posible aunque fuese su cadáver este último pensamiento me hizo helarme y si ella estaba muerta, en ese caso donde estaría su cadáver lo único en lo que podía pensar ahora era encontrar el cuerpo aunque sea para darle una sepultura digna ya no había tiempo para sentimientos estúpidos, debía de alejarlos de mi mente y pensar fríamente todo, ya no era la simple Aglaya ya no, era el cuerpo que contenía a la Avaricia y por ello debía de eliminar todo lo que quería y enfocarme en Hades y lo que me mandase, seguí caminando sentía que pronto encontraría lo que estaba buscando.