[Alejandría] Jardines del Palacio

Recuerdo del primer mensaje :

Volteé hacia atrás mientras corría, ya no había rastros de Selene el el pasaje secreto. No hice ningún gesto y seguí mi camino. Llegando a los jardines, un lugar realmente bello repleto de plantas y flores, árboles y mucha vegetación, era uno de los sitios que más recordaba, era un lugar que me llenaba de felicidad y tranquilidad pero no en este momento, ahora lo que quería era marcharme de Egipto cuanto antes y borrar todos los recuerdos de mi mente. Mi primer objetivo era encontrar aquel caballo de Selene que según ella se escondía en los rosales. Comencé a mirar en todas direcciones y a los lejos vi un lugar repleto de rosas de todos colores, eran hermosas. Sospeché que ese debía ser el lugar donde esté el animal. Me acerqué a paso rápido y si, efectivamente aquel bello corcel estaba esperando detrás de los rosales. Me acerqué con cuidado y acaricié su lomo, el animal era manso, no hizo nada al respecto, entonces, me monté en él.

-Es hora de que nos vayamos de aquí...- Agité las riendas y el animal de dispuso a trotar a lo largo de las hermosas y húmedas praderas. La noche se hacía cada vez más fría, por suerte aún tenía mi capa para abrigar mi cuerpo, pero no la necesité aún. De a ratos volteaba mi vista y miraba la luna llena que era la única luz de la noche, y se veía mu bella, imponente sobre el oscuro firmamento; al igual que cada una de las constelaciones, que me guiaban en mi camino. Lo próximo era encontrar a Edward para que me proteja y me guíe. No perdí más tiempo y me encaminé a la salida para llegar al muelle cuanto antes, no sabía por que motivo que sentía allí en donde estaba una energía oscura, no estaba segura de saber que era pero no podía quedarme allí.

Octavius escuchó todas las palabras emitidas con el mismo semblante de calma y autoridad que tanto le caracterizaba desde que se había desarrollado. Con los brazos cruzados y su imponente altura, parecía que hasta ignoraba los parloteos absurdos de Gelum que actuaba tal y como no debía hacerlo, pero ya no le prestó mayor importancia a lo que decía. Simplemente se limitó a esperar su turno para tomar la palabra una vez que la reina Selene finalizó sus declaraciones.

Dime Gelum…quién ha dicho aquí que yo seré el que se case con la reina Selene?.- Preguntó con tono firme y serio, sin molestarse siquiera en advertir la presencia de las extrañas manifestaciones que bloqueaban el paso hacía la salida del Senado.

Creo que nadie, no es así?. Entonces te recomendaría no sacar conjeturas desafortunadas, ya que es obvio viendo a la reina que no es tu fuerte. – Prosiguió dando un pequeño paseo por todo el lugar, respirando tranquilamente y dejando que los rayos del sol iluminaran su cabello.

Se podía notar en su tono de voz que no estaba para juegos, pero sin embargo, no se encontraba molesto. En realidad, era bastante difícil poder atesorar alguna especie de comportamiento o intención en las acciones y palabras emitidas por el hijo del difundo emperador. Su semblante era el de un hombre muerto, con los ojos pegados hacía el horizonte y sin mirar en ningún instante a la cara de aquel crío que sólo había estado perdiendo el tiempo en aquel lejano país egipcio. Por otro lado, en sus movimientos demostraba el respeto que sentía por los que allí estaban presentes, especialmente la reina Selene, evitando darle la espalda por completo.

Pruebas? De qué quieres pruebas? …en primera forma, no tienes autorización para pedir nada,y además, por lo visto ya has sacado tus conclusiones absurdas, no es así?. - Complementó caminando tranquilamente, como si no le interesara mayormente todo lo dicho en ese momento por el niño que lamentablemente era su primo. Aunque el realmente no lo consideraba así.

Hablas como si tuvieras una importancia en Roma, pero no has hecho nada, no?. No has matado a nadie, no has conquistado nada, no has sido recordado como una leyenda y ahora has fantaseado como un príncipe...- Prosiguió con la misma seriedad de siempre, inquebrantable y calmado ante cualquier situación, algo que por supuesto había heredado de todo su tiempo en la guerra y en la batalla.

Y ahora ni siquiera eres dueño de tu propia libertad, qué puede ser más patético que eso?... solo tal vez, creer que puedes exigir algo, cuando únicamente has sido utilizado como una marioneta del senado. No eres nadie, Gelum. Tenlo siempre en cuenta, porque si lo hubieses sido, jamás habrías sido enviado aquí. Lo entiendes? Si hubieses sido de valor para el pueblo Romano, estarías allá, en Roma, y no aquí dando vergüenza ajena.– Sentenció con dureza, para después detener su camino y voltearse en dirección a la reina de Egipto.

Solicito su permiso para retirarme a Roma, reina Selene. Tengo unos asuntos que atender y comenzar la búsqueda de un nuevo candidato digno para que sea su esposo. Además, sacaré todas las tropas romanas de Egipto, como una muestra de confianza y de que ya no hace falta su presencia aquí. Pero para ello necesito regresar a mi país, para poder encargarme de que vuelvan sanos y salvos. Egipto quedará libre del ejército romano una vez que yo retorné a mis tierras, le parece bien?. – Declaró con tranquilidad, esperando que ella comprendiera perfectamente cual era la verdadera intención de sus palabras.

Por ahora la primera parte ya había concluido. Sólo Selene y Octavius conocían lo que entre ambos había acontecido y no existía ninguna posibilidad de que alguien supiera la verdad, a menos claro, que uno de los dos lo dijera. Por lo tanto, era prácticamente imposible acusar al hijo del emperador sobre algo. No existían testigos, ni tampoco pruebas. Lo único era el acuerdo de palabra entre él y la reina. Por el momento, Octavius se retiraría a concretar unos asuntos y en realidad, con su movimiento planeaba mostrar la confianza hacía la reina sacando las tropas. Y luego, ya ella misma sabría que era lo siguiente.

Gracias a Gelum las cosas se habían complicado bastante, pero por suerte todo parecía haber llegado a buen puerto, al menos por ahora. La intensidad de las emociones sin lugar a dudas fueron muchas, tanto que el mismo Octavius se sentía un poco cansado, pero nada comparado a lo que sería una verdadera batalla. Además, tenía cosas que hacer y no podía perder el tiempo meditando sobre cuestiones insignificantes.

Volteo su cabeza para observar una vez más a la reina y escuchar sus últimas palabras, ya que sabía que después de eso no la vería por unos días. Asintió con su rostro en alto a modo de respeto, para después encaminarse hasta la salida sin hacer mayor bullicio. Por ahora, sus metas estaban puestas en otros rumbos alejados de dichas tierras áridas y sofocantes como lo eran las egipcias.

En sus hombros ahora se encontraba más responsabilidad que antes, pero lo asumía con bastante calma y hasta con orgullo. Le era provechoso el resultado final de todo este viaje, por lo que podía continuar con sus proyectos siempre y cuando no hubiese algún inconveniente inesperado. Y de verdad, esperaba que no lo hubiera, ya que tenía mucha prisa por cumplir con ciertas cosas.

Podía sentir el viento calido rozar sus mejillas, al mismo tiempo que sus pies tocaban el suelo y se hundían levemente producto de la distribución de la arena ante su peso. Cada uno de sus pasos quedaba marcado por donde caminaba, como si el piso quisiera escribir en su ser la historia de un sujeto que vino desde Roma, desde las tierras lejanas, en busca de una alianza que pudiera trascender al mismo tiempo y la historia.

La historia de Octavius, el hijo del emperador romano, desaparecido en batalla y devuelto desde las fauces de la mismísima muerte por la mano de su hermano, Vergilius. Aquel que había sobrevivido a las más complicadas condiciones que puede conocer el ser humano, a los peores tormentos físicos y psicológicos soportables en esta vida. Lejos de su hogar, y de sus seres queridos. De sus tierras y de su ambiente. Solo en un mundo desconocido y hostil, donde no era bienvenido ni tampoco podía considerarse seguro. Un sitio donde la muerte le acechaba a cada segundo que su vida transcurría, aun si que él mismo pudiese darse cuenta de ello. Como una presa atrapada en una telaraña, bajo la atenta mirada de los ochos ojos de la constructora de dicha trampa. Así se encontraba él, que llego siendo joven, y se marchó como todo un hombre.

Caminaba tranquilamente por los bordes de uno de las entradas, tratando de pasar desapercibido. Aún cuando su sola esencia podía deslumbrar la verdadera faceta del hijo prodigo del emperador, que salió de su casa convertido en un hombre, y regresó a ella transformado en una leyenda…

Ese… era Octavius.

Su cuerpo se posicionaba lentamente en dirección a donde me encontraba, manipulando ligeramente el viento me rodeo para que la fragancia de los lirios que aún se arraigaba en mí se entremezclara con el aire, delataba también el ligero perfume de las rosas y eso era que en la habitación de Selene se encontraba ese tipo de flor pero su cuarto no era el causante que tal aroma se impregnara en mi piel sino que...

Mi rostro no cambiaba, no debía darle explicación alguna a ese hombre, bajaba la mirada para observar como algunas gotas de agua se impregnaban sobre mi vestido, era demasiado cordial para ser uno de los jueces del Inframundo.

¿Gusto?-mis ojos volvieron a encontrarse en la silueta de él, mostrando una sonrisa que trataría de intimidar a cualquiera pero tal parecía que deseaba saber algo más, quizá la curiosidad de mi relación con Ira lo motivaba a tratarme de esa manera. Avanzando con tranquilidad dejaba reposar mi mano sobre el agua rodeando la fuente para acercarme, ladeaba mi rostro memorizando sus facciones, cada movimiento con el que actuaba para descubrir sus verdaderas intenciones.

No me refería a eso cuando sentí el aura de Alessa acompañándote. -no se quedaba atrás, era demasiado perspicaz también usar a Selene de esa forma cuando solo comentaba que aún mantenía arraigada esa energía, desviando mis ojos observaba el reflejo del agua, mis dedos arrastraban las ondas que se deformaban dentro de ella. Ya había llegado justo a su lado, el casco de ese hombre estaba a mi alcance por lo que pasando con mis dedos húmedos impregnaba algo de ese líquido sobre ese objeto, mi mano se colocó sobre la parte frontal de su armadura para empujarlo y fuera yo la que me acercara. - No entiendo su fascinación por tipos como ustedes.

La forma en como me comportaba podía resultarle extraña pero en verdad quería saberlo, ¿cuál era el motivo o la atracción que veían hacia los jueces?. Primero Selene al recordar en una vida a Wyvern y ahora Alessa presentándose de esa manera hacia Garuda me enfermaba… que existieran sentimientos de ese tipo. Deslizando cuidadosamente mi mano detrás de su nuca lo acerque a escasos centímetros de mis labios sin que estos ni si quiera se rozarán por tal cercanía.- Puedo sentir aun el calor de tus labios.
 
El reflejo miel de mis ojos lucían vacíos, por mucho que tratará de expresar un sentimiento mi rostros nunca lo emitía. Tal como me había acercado me alejaba para solo permanecer de pie frente a él.- Dime… ¿eres bueno peleando?.

1° Post Ataque Medio --- Manipulación de la Mente

No me esperaba un comportamiento como la que me demostraba ese hombre, un toque de amabilidad en su trato y leve cordialidad, no era algo que me interesara pero eso no me detuvo para continuar cuando lo incité a un encuentro.

¿Crees que el reflejo sea algo real… o una simple ilusión?. –me dedicaba a mirar las ondas del agua que deformaba nuestras imágenes, siempre lo que hacía era manipular la mente, confundirlos sin tener que utilizar mi propia habilidad que era el esfuerzo físico ya que no lo veía muy necesario.

La luz del día se anteponía sobre el cielo radiante, el calor de la mañana levemente comenzaba a azotar, era algo a lo que no estaba acostumbrada por residir la mayor parte de mi vida en un sitio totalmente frío. Suspirando tomaba entre mis manos el casco de ese joven, recordándome apenas a mi compañero de lucha, no supe con certeza porque me lo recordó más no preste atención a cosas que ya no tenían importancia, era lo que era y solo pensar en una vida que ya no poseía resultaba una total pérdida de tiempo. Miraba a mi alrededor, no era un sitio apropiado para combatir además que no estaría de humor contra las represalias de Selene por arruinar sus jardines, acercándome un poco entrelazaba la mano de Hang con la mía, no le di oportunidad para que me respondiera solo lo jalaba un poco para que retomara el paso, siempre adelantándome un poco para conducirlo a un sitio más abierto y no provocáramos daños, además que quería evitarme que alguien viera cosas que no lograría entender.

No conocía hacia donde nos dirigíamos, ese hombre debía de conocer mucho mejor el lugar pero arrogante no quise que me guiara, dando vueltas por los jardines encontrando estructuras diferentes, bellas fuentes y unas que otras estatuas dedicadas a deidades extrañas para mi vista, podía resultar una fuerte distracción para alguien que visitaba por primera vez tales invernaderos. Siempre desprendiendo un aroma dulce e hipnotizante, que incluso relajaba a los extraños logrando emanar tranquilidad. Al fin había encontrado un espacio amplio, las enredaderas de unos rosales cubrían una especie de domo donde nadie nos hallaría y mucho más lo que estaba a punto de hacer, di la vuelta soltándolo… pasando a cubrir su rostro con aquel casco que había llevado todo este tiempo, mi actitud no era condescendiente… solo lo preparaba pero a diferencia mía aun no vestía mi sappuri.

Te equivocas en algo, no porque sean mis hermanas significa que sea como ellas.

Respondía tranquilamente, dejando caer mis manos sobre sus mejillas delicadamente acariciándole, quizá esos pequeños actos era lo que les despertaba a ellas una sensación especial, clavando mis ojos contra los suyos pero no ocurría nada. Resignada dejaba caer de nuevo mis manos pero no sin antes tomar las suyas para que avanzara más dejando caer esa guirnalda de flores como una cortina ocultándonos, algunos rayos se filtraban entre la espesura de las hojas.

En todas las eras nadie ha sido capaz de permanecer a mi lado por causa de mi conducta, les resulta irritante que sea tan indiferente, que no llegue a expresar ni sentir nada. - Pocas veces me dedicaba a hablar de esos temas, simplemente un pequeño impulso me llevo a decírselo. Encendía mi energía envolviéndome en esa aura plateada, lo más curioso es que cuando la energía alcanzaba a las plantas estos se volvían cristales, pequeños espejos donde se recreaban nuestras sombras, manteniéndose todo en plena quietud la luz que llegaba a filtrarse resplandeció iluminando todo como un nuevo campo de batalla, todo era más grande como uno se podía imaginar, el viento se movió agresivamente agitando los pequeños espejos colgantes provocando un suave tintineo.- Además debo de ser así… los sentimientos siempre resultan ser obstáculos ¿no crees?, ¿Qué pasaría si Hades desechara a Alessa porque ya no forma parte de sus planes.. te levantarías contra tu dios todo porque te provocó ese sentimiento especial?

Para nosotros es raro conocer a alguien que nos importe más que nosotros mismos, el de arriesgarlo para solo compartir unos instantes y disfrutar de la compañía de ese ser. Si Hang… se que el sentimiento que te provoca, el haberte tocado aunque sea por un momento pude sentir el sensación que te provoco. ¿Es eso a lo que llaman amor?...