Dentro del Bosque

No habia pasado demasiado tiempo desde que habia dejado a sophia en su recinto. Bueno, la que deberia ser la diosa Atena. Que estaria pasando ahora por su mente. Despues de estar frente a la muerte por unos instantes... Deberia de tener otra mentalidad. Como simple mortal no podria hacer nada. Sus soldados parecian ser lo suficientemente fuertes como para poder detener a los demas ejercitos que deambulaban tras su cabeza. La mision estaba realizada.

Pero nuevas razones invadian mi cabeza. Despues de que Solomon invadiera mi recinto, mi fuerza habia sido disminuida. Quizas el impacto de tener ante mi al verdadero dios de los mares era demasiado. Como primer combate cuerpo a cuerpo habia sido lo suficientemente fuerte. Mis heridas pasaban desapercibidas despues de que sophia las habia curado con su cosmos.

Me encaminaba hacia ningun lugar. Solo me habia perdido por estos densos bosques, tratando de buscar alguna respuesta a este embrollo. Ares aun se perdia entre sus acciones humanas, al igual que Hades. ¿que deberia de hacer?. Donde deberia de estar. Un cosmos que ya conocia se hacia presente desde hace tiempo en un lugar cercano. El cosmos explotaba en su maxima fuerza, sin duda aquella mujer estaba peleando con todo su poder.

Cerre los ojos solo para sentir su presencia, tambien pude notar el cosmos de Poseidon, este era debil. ¿seria posible que aquella diosa pudiera acabar lo que yo nunca termine?. Era mas que obvio que no por nada era temida por muchos mas. Ahora solo el destino podria hacerla encaminar hacia mi. ¿con que sentimiento?, aun no lo sabia.

Y fue asi como caminaba en ese bosque. Lentamente, sin ninguna prisa. Habia denotado el cosmos de Lydia antes, en ese lugar. El de Solomon, solo quedaban vestigios. Fue asi como supuse que le habia ganado a ese dios tan terco. Era de sorprenderse que una diosa hubiese derrocado al que alguna vez fue mi hermano. El dios de los mares, el aquel imponente señor, el que su cuerpo alguna vez pertenecio al reino humano, convertido en un senador. Su cuerpo habria desaparecido sin dejar ningun rastro.

Mis pensamientos me llevaban ahora a cuestionarme. ¿que habria sido para lydia?. ¿tendria algun rencor anterior con su supuesto primo como para matarle deliveradamente?. Las dudas me carcomian. Y me sentiria incomodo que en ese momento me apareciera como si nada ante aquella mujer. La habia dejado sola. Incluso la habia mandado lejos en aquel instante en que Solomon invadia el olimpo. Hubiese sido mejor que yo me hubiese quedado con ella. Pero el orgullo pudo mas que yo. Incluso pareciera que no queria que me viese derrotado, si por algun motivo me hubiera derrocado aquel ente de dios.

Y fue asi como llegue, solo cubierto por los arboles que quedaban siempre ergidos. Un cosmos parecido me hizo reaccionar. Tambien estaba ahi uno de los angeles de Lydia. Quizas la ausencia de su diosa la habia hecho buscarla. Me encamine hacia ella. Sus vestimentas asi como su cuerpo no habian sufrido algun rasguño. Era extraño de ver. No aguantaba las ganas de cuestionarle.

¿Asi que has matado a Solomon?, el que alguna vez fue tu primo querido. Dime que se siente haber arrancado su vida y la de poseidon.

Despues de todo quella mujer habia logrado vencer a Poseidon, con el recipiente en el cuerpo de su primo "querido". Por muy fuerte que fuera sentimentalmente Lydia debio haber sentido algun reproche en ese instante. O simplemente un dolor intenso por arrancarle la vida a uno de sus familiares. Poco a poco mi mano derecha pasaba por mi cabello jugueteando un poco, mientras que con ojo cerrado miraba a esa pareja. Ambas ya estaban reunidas en lo que seria su reunion familiar. Pero eso no era lo principal en eso.

Gracias a Lydia me habia librado de un dios mas... Aunque no fuera lo suficientemente fuerte pudo derrocar a uno de mis hermanos mitlogicos. Aquel que habia ido directamente a mi recinto a querer asesinarme, al igual que a Sophia. No logre retenerlo por mucho tiempo. Mi poder quedaba nulo ante la vista macabra que lanzaba contra mi. Sin duda ahora no tenia que desmerecer el esfuerzo de aquella diosa. Servia mas para mis planes de lo que habia supuesto.

Bien, solo queria probar que tan fuerte te has vuelto lydia... Musite mientras seguia caminando hacia ella.. Ahora creo que debemos tener nuevos planes... Dije mientras quedaba casi a la par de ella. No podia ahora abrazarla, ni mucho menos besarla. La habia menospreciado en mi recinto por proteger a la misma atena, asi que quizas estaba bien merecido el desprecio que ella sustentaba.

Solo la mire por un rato y le di la espalda, sabia que tardaba tiempo en que ella se repusiera, o quel incluso pudiera mirarme. Ahora solo esperaba que tomara alguna decision, de mi parte habia cuidado de atena, ella habia matado a Poseidon, ahora le daria una nueva oportunidad para ver que planes tenia en mente.

¿y bien ahora que has derrocado a poseidon, que es lo que quieres hacer?

Lydia escuchó con atención lo que había dicho su amiga y subordinada. Verdaderamente ese ángel del amor se le hacía tan puro, tan inocente, tan hermoso, que el sólo pensar que algo o alguien la podía lastimar hacía que ella sintiera un hoyo enorme en su pecho imposible de llenar o tapar con nada. Lin se estaba mostrando un poco más madura que antes, por lo que la mujer de los cabellos negros podía presumir que era imposible que fuera a perder ante nadie así no más; sin embargo a pesar de tener esa certeza, el hecho de que pudiera estar exponiéndola a algún tipo de riesgro difícil de enfrentar, hacía que la deidad el amor pasional se preocupara bastante.

Tan respetuosa como era, la joven de los cabellos amarillos se alejó un poco en cuánto Zeus dio a notar que la conversación iba a tomar matices serios y que quizá ella como una subordinada no tenía que escuchar, por no ser una deidad como ella o Mauritius. Esto en otro tiempo quizá hubiera sido algo bastante aplaudido por la ex-princesa de Roma, quien ahora se estaba planteando la idea de mantener al margen a su amiga o introducirla en los temas de interés bélico o estratégico que ella iba a discutir con su amante. Al final la respuesta surgió en la mente de la mujer como si se tratase de un brillo imposible de ocultar y de sus labios salió una frase para su compañera:

-Lin querida. No tienes para qué alejarte, pues los asuntos que vamos a tratar ahora son muy importantes y pienso que tú también estás involucrada. No quiero trabajar con medidas desconocidas para tí. Eso no nos llevará a nada bueno.

Una vez dicho esto Lydia dirigió su mirda hacia su amante, quien le había hecho ya una pregunta bastante importante. Poseidón no estaba muerto, sólo estaba dormido por algún tiempo, tiempo que estaba segura iba a ser productivo para ellos si actuaban con prudencia. Para la amante del señor del rayo ahora las cosas se estaban complicando más que antes, pues sentía que sino se decidía por un plan de manera inmediata, el ataque de alguna deidad podía tomarlos por sorpresa.

-Aún no tengo claro qué es lo que voy a hacer de aquí en adelante. Mi proposición es que nos fortalezcamos y esperemos. Estoy segura que hay muchos otros que también están haciendo lo mismo. Lo más prudente será que nos mantengamos al margen por lo menos durante un tiempo.

Lydia dijo estoy acto seguido hizo aparecer en su manos uno de los objetos que le había robado al cadáver de su primo. No estaba segura de cómo funcionaba, pero sabía claramente que si lo activaba con cosmos ese objeto iba a revelar sus funciones de manera inmediata. Y fue así como con una elevación de su cosmos la joya brilló y en el centro de la misma mostró la imagen de lo que la prima del senador difunto quería ver. La imagen de Athena y otros caballeros más.

-Parece que Sophía está tomando las riendas del asunto. La puedo ver aquí en el centro de esta joya hablando con sus subordinados. Quisiera ver más- Dijo la mujer elevando su cosmoso y de pronto se sintió transportada por el efecto de aquel objeto hacia donde estaba su prima. La hija del emperador estaba sorprendida. Nunca había sentido nada así antes. Era como sentir una neuva especie de libertad. Estaba en dos sitios a la vez, pero en realidad no estaba en uno. Nadie la veía, escuchaba o la podía sentir, en aquel lugar. Ella estaba en la sala cerrada donde se encontraba la chica quien ahora tenía los cabellos morados y lo veía todo con claridad, además de escucharlo también. Ese objeto era tan interesante que Lydia casi agradeció la muerte de su primo, pues por medio de ella pudo llegar a sus manos. Gracias a esa joya, nadie la detenía en su búsqueda de la verdad, ella era como una especie de fantasma observándolo todo sin que nadie se diera cuenta.

-Parece que Sophía piensa elegir un nuevo patriarca.- Dijo Lydia cuando todo regresó a la normalidad y todo lo que podía ver era era el bosque frente a ella con sus dos acompañantes.- Si ella está haciendo eso, quiere decir que es probable que el ejército del inframundo quiera atacarla , o quizá Ares. No puedo pensar en nada más ahora. ¿Qué opinan ustedes?- Preguntó la mujer mientras sostenía la joya en sus manos.

Bostece un poco mientras Lydia hablaba con su guerrera. Solo tenía un ángel. ¿Qué se sentiría perder lo que mas quisiera en esta vida? Pensé mientras todo ese bosque parecía susurrar de poco a poco sus secretos. Las ramas de los arboles chocaban con tal fuerza haciendo que cayeran lentamente algunas hojas secas que ya no pudieron aguantar mas las embestidas por parte del viento del norte.

Era así, como ligeramente ladeaba la vista de regreso con la diosa, parecía ser que después de todo su pelea fue algo productiva. Quizás entre los harapos de ese dios había encontrado algo necesario para nuevos planes. El brilloso instrumento deslumbro por completo mis ojos. Parecía ser un artefacto raro. Que solo los dioses podrían tener entre sus manos. Entonces, la voz de Lydia me despertó de mi letargo.

Parecía que ese objeto raro se trataba de un ojo espía, por así decirlo. Ya que, por lo que decía aquella mujer, podría verse cualquier lugar de la tierra. Encontrar a alguna persona. Cualquier infinidad de acciones. Aunque se ocultara debajo de un roca, o que pudiera adentrarse por debajo del suelo, seria encontrado, y sin mas, espiado a placer.

Así, que, ¿puedes ver a cualquier persona con ese artefacto eh? Interesante objeto. Seguro que se lo ganaste a tu primo. Musite mientras buscaba alguna respuesta en mi cabeza. Sophia apenas había convocado a sus soldados, Hades estaba en alguna parte de esta tierra, al igual que Octavius. Probemos esa porquería con un nuevo objetivo… Dije mientras buscaba que Lydia buscara la forma de obtener mi propia satisfacción… Busca a Vergilius…

Lydia miró a Mauritius con evidente molestia. No comprendía cómo era posible que él estuviese actuando de esa manera tan absurda cuando sabía que por ella él se había librado de la presencia de Poseidón por el momento. Algo dentro de ella le hacía suponer que quizá el hombre estaba así al darse cuenta de que no tenía el control de todas las situaciones como solía pensar, y que por esa razón estaba con ese humor tan insoportable. Sí ese era el caso entonces más le valía a Mauritius sacarse el trauma a la fuerza porque ella no iba a aguantarle tantas tonterías luego de haber pasado tantas cosas sólo para quitarle un obstáculo de encima.

-¿Porquería? ¿Esto te parece que es lo que con tanto esfuerzo he conseguido poder ayudarnos? ¿Mauritius te estás dando cuenta de que tu forma de proceder es estúpida?

Lydia cerró el puño en el que tenía la joya que mostraba cualquier sitio del mundo y alejó su mano de la vista del hombre de los cabellos rubios. No quería que el tuviera siquiera la mínima oportunidad de arreatársela de las manos, pues sabía claramente que ese premio que tenía en sus manos le correspondía por el simple hecho de haber luchado contra Poseidón y haberle ganado. Sólo iba a ver por medio de esa joya lo que ella quería, no lo que el señor del rayo le ordenase de forma grosera y déspota. Ella podía no ser más poderosa que él, pero sabía que si se lo proponía incluso él podría caer bajo su poder. No iba a dejar que él le pasara por encima.

-Lo siento Mauritius pero no voy a hacer lo que me estás pidiendo si no eres capaz de pedirme las cosas de manera educada. ¿Qué pasó con el hombre tan bueno con el que me encontré afuera del senado? Sigue portándote de esta manera y yo me iré con Lin lejos de tí. Sabes que soy capaz de cumplirlo.

Dijo con seriedad la mujer de los cabellos negros mientras observaba a el senador que tenía en frente. No podía entender por qué dese que llegó había estado pensando con lo pies y ni siquiera había demostrado algo de agradecimiento ante su hazaña. Ella había hecho todo por él y sin embargo el señor del rayo no parecía querer aceptarlo o sencillamente no quería darle el crédito que a a ella le correspondía. No importaba cuánto le costara o de qué manera ella iba a sufrir de ahora en adelante. Lydia sabía que deeguir la situación de esa manera tan insostenible, se iba a ver obligada a tomar que no le iba a gustar pero que era llevada a cabo por su bien.

Lydia escuchó lo que decía el hombre de los cabellos rubios frente a ella y se dio cuenta de que estaba yendo por terreno muy peligroso. No es que ella precisamente fuera temerosa ante el poder de Zeus, sino que había aprendido que ese ser tan energúmeno y tan precipitado era precisamente lo que necesitaba para poder lograr sus planes. Muchas cosas quería decirle la mujer de los cabellos negros a aquel hombre que ahora se las daba de autosuficiente y que se atrevía a decir que Mauritius no existía cuando ella podía ver en sus ojos que aún estaba presente en cada gesto y en cada palabra.

-¿Más atributos? ¿Acompañarte? Te vas contra mí y luego contra mi único ángel? ¿Tienes idea de lo que eso signfica para mí?- Lydia no puedo contenerse tanto como ella deseaba, pues aquel hombre había tocado un punto sensible para la diosa al hablar de su angelito de esa forma. Si bien era cierto ella quería que su amante hiciera todo lo que ella le pidiera sin saberlo, tal y como había sucedido hasta ahora; el que el señor del rayo hubiese si quiera concebido el tratar de hacerle algo a Lin hizo que la ex-princesa de Roma sintiera que su sangre hervía de ira.

-Ten cuidado con lo que dices. Yo no voy a permitir que le hagas alguna cosa a mi querida Lin. Eres mi amante, pero no por eso creas que voy a perdonarte cualquier tontaría..- Lydia respiró profundamente cuando la mano de aquel hombre rodeó su cuello de una forma que no amenazaba su vida, pero que sí la obligaba a ponerse alerta, porque sabía que esa cercanía por parte de Mauritius no era para nada algo bueno.

-Yo que tú Mauritius o Zeus, como quieras llamarte, me andaría con cuidado. Fui capaz de matar a un hombre que significó demasiado para mí... ¿Crees que no te mataría a tí tampoco? ¿Qué te hace pensar más importante que el difunto Solomon?- Evidentemente Lydia había hecho una confesión clara de lo que SOlomon significó para ella y seguramente el hombre que estaba detrás de ella iba a reaccionar de manera violenta y quizá eso no iba a ser tan bueno para la mujer, puesto que su interlocutor aún tenía apretado su cuello; pero dado el caso de ese hombre de los cabellos rubios había decidido buscar lo que no se le había perdido, la mujer de cabellos negros tomó la resolución de golpear su orgullo.

-¿Me vas a recompensar? Lo dice el hombre que frente a Sophía me mandó lejos y al que en vano intenté ayudar, porque en agradecimiento sólo me mando a su enemigo para que me eliminase. -Lydia dijo esto mientras hacía que el objeto que tenía en sus manos brillase otra vez. Estaba muy molesta con ese hombre pero sentía que pelear con el por esas cosas frente a Lin era algo que no podría verlo bien su angelito.

-Lin querida muchas gracias por ser así tan linda como eres. Te voy a recompensar grandemente por tu accionar. Siempre debes recordar que sólo a mí me debes respeto.- La mujer de los cabellos negros levantó su mano yvolvió a mirar aquel objeto y que tenía. Ahora en la imagen se mostraga a Vergilius y Octavius en lo que parecía ser un cementerio. Ambos estaban chocando espadas el uno contra el otro haciendo que la imagen diera la clara sugerencia de una batalla mortal entre los dos.

-¿Satisfecho? Se saciaron ya tus ganas ver a mi estúpido hermano menor y al imbécil de mi hemrano mayor?- La mujer de los cabellos dijo esto como si no le tomase importancia al asunto, pero en su rostro la preocupación por lo que pudier pasarle a su prima SOphía se pintó en cuestión de segundos, además del miedo por las concesecuencias de lo que ella había dicho antes al hombre que estaba con ella. Había fallado en su plan de ser sabia y cuatelosa, por lo que presumía que seguramente las cosa no iban a ser color de rosa de ahora en adelante. Ella amaba a ese hombre, pero aún no había aprendido a controlar sus emociones lo suficiente como para no lastimarlo por la forma en la que contestaba ante sus modos groseros y posesivos.

¿Acaso te importa demasiado la vida de aquel ángel? ¿Así como también te importo tu primo? ¿Ese mismo al cual derrotaste cerca a este lugar? Sabía que los rumores eran ciertos. Incluso sospeche en el mismo instante en que te presentaste en mi presencia, sin ningún rasguño después de haber derrotado a ese idiota.

Baje ligeramente mi cabeza, mientras que una mueca de sonrisa comenzaba a ver, disimulada un poco por el ángulo en el que estaba hablando. Aquel sentimiento que había tenido Lydia por Solomon parecía q había sido enserio. ¿Algún romance? O quizás había ido más lejos. Un amorío con el de su propia sangre. Común entre toda esa mierda de gente que habitaba ahora la tierra.

Ja… Se escucho momentáneamente, mientras que poco a poco, se comenzó a escuchar mi risa burlona por todo aquel lugar… Ni las palabras de aquel ángel me habían hecho reír tanto como las mencionadas por Lydia. Simplemente volví a apretar de manera que no pudiera moverse, esta vez había llegado hasta el punto de fastidiarme en ese momento. Que se había creído esa mujer. Después de que siempre estuve protegiéndola, ahora me echaba en cara que le había mandado a Solomon.

Parece ser que disfrutaste matar a tu primo…. ¿Pero aun así, crees que voy a aceptar tus idioteces?... Jajajaja, tus malditas palabras no tienen sentido… ¿Piensas que me voy a creer que querías a ese imbécil? Tú como la diosa Afrodita, solo puedes quererte a ti misma. Pero algo queda claro, después de todo ese gusano solo fue un simple estorbo en tu camino. Tu mismo le has dado muerte por ser débil, pero eso no pasara conmigo.

Le solté el cuello, pero ahora estaba demasiado molesto como para dejar pasar esta ofensa. Pero a la vez recordé lo que sentía por esa mujer, además de mis futuros planes. Ayudaría tenerla aun en mi lado. Pero era demasiado tarde, ya le había hecho girar, mirándola directo a los ojos, le tome por los hombros, y la empuje hacia el suelo.

Recuerda bien esto Lydia…Tu me perteneces, no olvides tu maldita posición…Ahora bien, si te tengo dos opciones para ti. Una, si quieres unir junto con Solomon en este mismo fango, solo tienes que decírmelo… Pero por el tiempo que te conozco, creo que estarás mas de acuerdo con esta segunda… Únete a mi de nueva cuenta, así como alguna vez nuestros cuerpos mortales se unieron en el senado. ¿Sabrás corresponder mi fuerza Lydia?…

Lydia estaba escuchando con atención lo que decía aquel hombre que se encontraba frente a ella diciendo un sin número de cosas que hacían que ella lo viera como una especie de bestia heridad y amedrentada ante una situación que evidentemente no podía controlar. Tal y como ella había supuesto, aquellas cosas que había dicho acerca de SOlomon no habián hecho más que dejarle un mal sabor de boca a aquel hombre de los cabellos rubios, quién ella podía ver se mostraba más molesto por eso que por el hecho de que ella hubiera puesto a su ángel por encima de él y de todo lo demás.

-¿Sospechar qué? ¿Qué tiene que ver que no haya tenido un sólo rasguño? ¿Qué estás queriendo insinuar? Por si no te has dado cuenta mi cosmos aún se siente débilmente en el lugar dónde antes estuve. Es más que obvio que yo he peleado contra él sin contenerme un sólo segundo. Que ese imbécil no haya tenido el poder para acercarse a pegarme es otra cosa diferente.

Lydia guardó silencio una vez más, pues al parecer Mauritius era presa del mismo mal que había atrapado a su difunto primo y había adquirido la misma tonta costumbre de vomitar todo lo que era generado en su mente sin buscar la manera de arreglarlo un poco para no quedar en ridículo cuando ella le hiciera ver su error con palabras firmes y llenas de verdad. Pues no había nada más tonto que decirle a ella que no podía si quiera acercarse a la posibilidad de poder pisotear al enemigo que ese hombre que tenía frente a sus ojos, sin que éste hubiese dado batalla antes.

-Te demostraría lo contrario pero no quiero que mi angelito vea como el señor del rayo nos da un espectáculo deprimente.- La mujer de los cabellos negros miró a Lin con algo de complicidad dándole a entender a la chica que no tenía nada de qué preocuparse porque ella sabía lo que estaba haciendo y que siempre saldría victoriosa pasara lo que pasara.

-Lin. Creo que esto va a tomar un rumbo un tanto violento... Estoy pensando que mejor te marchas unos segundos a dar una vuelta por los alrededores, pero sin que te alejes demasiado puesto que no me gusta perderte tanto tiempo de vista. -Una vez dicho estoy Lydia regresó su mirada hacia Mauritius y una insipiración profunda hizo que la mujer de los cabellos largos guardara silencio, pues aquel hombre le había apretado el cuello por unos segundos haciendo que la falta de aire la tomase por sorpresa. Las cosas que siguió diciendo aquel hombre habían dado mucho que pensar y seguro iba a responderle con evidentes ganas de lastimarle el ego.

-Un segundo tú qué...- La exclamación de Lydia quedó inconclusa así como la posibilidad de su futuro reclamo, puesto que ahora el portador del señor dell rayo la había hecho girar de manera rápida y la había empujado hacia el suelo haciendo que ella cayera en el fangoso suelo del bosque ensuciando su hermoso vestido negro.

-Esto no te lo voy a dejar pasar Mauritius imbécil. ¿Crees que no puedo intentar matarte? ¿Piensas que no puedo lograrlo? ¡No me subestimes te lo he dicho! - Lydia se puso de pie evidentemente furiosa dando al espectáculo una imagen bastante graciosa, puesto que aquel hombre de la mirada llena de odio le llevaba mucha altura y en su rostro se evidenciaba la diferencia de edad que tenía por encima de ella. La imagen era como ver a un ratón tratando de desafiar a un gato grande y furioso.

-Yo no soy un objeto para pertenecerte y quien se va a revolcar en el fango así como Solomon vas a ser tú. No pienso perder mi tiempo discutiendo esto otra vez contigo. Espero comprendas algo de una vez en tu maldita cabeza: ¡Tu no me mandas!!- Cuando la ex-princesa de Roma dijo esto su brazalete de serpiente brilló con una luz rosada. Evidentemente Lydia quería inflingirle a Maurtius un castigo físico por todo lo que había dicho y hecho, pues le molestaba en verdad que ese hombre mostrase conocerla tan poco y que se atreviera a decir que ella sólo se quería a sí misma. Le parecía que Zeus hablaba juzgando según su condición y que de pronto era él quien no amaba a nadie, ni siquiera a ella.

-Si no quieres que esto pase a mayores, más te vale disculparte por tu actitud arrogante, porque otra cosa así no voy a dejártela pasar.- Lydia cerró sus ojos y le brazalete dejó de brillar. Ella estaba furiosa con Mauritius y con Zeus, pero eso no significaba que olvidaba lo que sentía y lo importante que era que ese ser permaneciera a su lado. Ella no sólo quería a su amante para sus planes sino para muchas cosas más. Cosas que no le iba a dar el poder que tanto buscaba ni todos los amantes que pudiera conseguir. Por eso, y sólo por eso la mujer de los cabellos negros aún se contenía en todo lo que hacía.

Ahora me vienes con esas palabras. ¿Que me disculpe? Que los peones se arrodillen ante su rey. Que yo tenga que pedirle perdón a una mujer. Ja. Como te lo he mencionado ya con anterioridad, si quieres seguir con esto, tendrás que acatar mis órdenes. Solo podrás opinar en algunos puntos, pero no tomaras decisiones sobre mi vida o demás asuntos.
Dije sin escuchar a Lydia. Su actitud obviamente estaba siendo manipulada por sus sentimientos heridos que por su propio razonamiento. Estaba aun muy por debajo de mi. Incluso por matar a un simple gusano se había manchado con esa sangre impura. Comencé a caminar unos cuantos pasos. Solo quería alejarme de ahí. Mi siguiente paso podría ser ir a matar incluso al mismo Ares para que toda esta mierda acabara de una buena vez.

Pero entonces pude sentir el cosmos de esa mujer. Parecía como si se atreviera a atacarme. Regrese hacia ella, y me la quede mirando fijamente mientras parecía su objeto en forma de serpiente comenzaba a brillar. Estaba claro que le había herido su ego. Y ahora parecía que quisiera matarme a mí también. No le daba mucha importancia a lo que hiciera.

Piensa bien tu siguiente movimiento Lydia. No te quiero hacer daño. Así que no me incites a destrozarte. Dije sin dejarla de mirar. Lentamente comencé a elevar mi cosmos. Solo quería demostrar mi poder. Ella ya había hecho su parte. Ya era hora que me temiera como lo que en verdad era. El dios de dioses. El cielo de repente comenzó a nublarse, mientras se podía avistar una tormenta muy cerca. Mi cosmos rodeo todo el lugar. Las nubes ocuparon todo el bosque, dejándolo casi a tinieblas. Mientras que un rayo cayo cercano hacia donde se encontraba Lydia. Un estruendo se escucho al chocar contra la tierra.

Ahora dime que decides… Estas conmigo o en mi contra… Musite mientras en mi cuerpo podía verse una radiación de poder. ¿Era así como debería comportarme con ella? O simplemente clamaría que todo fuera como antes.

Las acciones por parte de Zeus la deidad el rayo hicieron que Lydia abirera sus ojos de par en par bastante preocupada no por su vidad, sino por aquel despliegue de cosmos que podría atraer la atención de alguien desagradable. No es que sus cosmos fuertes no llamasen de por sí la atención sino que, como una deidad inteligente comprendía que no podía forzar encuentros innecesarios en ese lugar. Ella lo tenía bien en claro desde un principio y nadie podía quitárselo de la cabeza así no más. Lydia la princesa de Roma tenía claros conocimientos de que sus planes podían verse destruídos por la imprudencia de su amante quien al parecer no tenía para nada en claro lo que era la prudencia en todos sus aspectos.

-Muy bien... Creo que esto lo puedo temrinar ya. He descubierto su debilidad y lo único que debo hacer es callar y fingir nuevamente una sumisión que no existe para mí pero que tengo que tratar de hacer ver para que éste hombre no me fastidie las cosas, además... Sophía lloraría mucho si alguno de los dos muere, y después de todo se lo he prometido.

Lydia poco a poco hizo que su cosmos disminuyese al observar el cambio en la coloración del cielo y el enorme despliegue de poder del que hacía muestra el rubio como si se tratase de una especie de exhibición de esas en las que había que demostrar ser más ostentoso. Con algo de pesar la pelinegra tuvo que reconocer que su amante aún seguía recordándole a Solomon por la forma en la que se lanzaba a hacer estupideces sin analizar las cosas. Si bien era cierto ella había herido su orgullo al mostrarse de esa forma tan altanera, era más que una verdad innegable que el rubio estaba pasándose de la raya con aquel berrinche que estaba llevando a cabo frente a sus ojos.

-¿Que decida?- Lydia sacó su objeto especial, aquel por el que había dado pie a la pelea. El que le permitía ver cualquier lugar sólo con desearlo, aquella estrella de oro que le resultaba más útil que el lente que tenía en el salón del mundo.- Ya decidí hace tiempo. No hay necesidad de preguntar ni de seguir con este escándalo absrudo.- Dijo la deidad sin inmutarse incluso cuando el poder del señor de los truenos pegó en la tierra cerca de dónde ella se encontraba. Lo sabía de antemano. Mauritius había demostrado no poder ponerle un dedo encima. No de esa manera, sino de una más humillante. Una que consistía en otros parámetros que ella no pensaba traer a remembranza en su mente en esos momentos.

-Continuaré contigo así que no tienes por qué portarte de esa manera. No querías ver por medio de este objeto? Mira con atención. Aquí se muestra Sophía. La mujer por la que me mandaste lejos... Señor del rayo.- DIjo la mujer en tono monocorde dando por terminada aquella discusión sin sentido que no iba a llevarlos a ningún lugar, puesto que ella quería por encima de todo permanecer al lado del más poderoso de los señores que gobernaban el mundo. Obstinado, abusivo y descerebrado, ese era el ser que iba a ayudarle a cumplir sus planes y que iba a proteger lo único que le quedaba vivo y que quería.

-Mira con atención. Al parecer Sophía esta en el santuario. ¿Quieres ir a verla?

Narración/ Pensamientos de Lydia/ Lydia