Riachuelo cerca del Santuario

El tiempo seguía pasando mientras los pensamientos seguían fluyendo cuales aguas de un río, el problema de esto último es que la verdad se pierde tiempo precioso, que se debería de ocupar en otras cosas, pero por razones que escapan a mi conocimiento, siempre volvía a este círculo vicioso cuando sentía que no podía hacer nada, hace poco la presencia de la reencarnación de la diosa de la sabiduría había desaparecido de las cercanias del Santuario, con ella también desaparecio la presencia de otro dios que por su cosmos debe ser uno de los tres hermanos, además de esto la presencia del cosmos oscuro del que podría ser Hades se encuentra en Rodorio junto a otro de similar características, pero porque nadie hacía nada, la presencia de un santo dorado desapareció de aquel lugar, se supone que los caballeros deberían de proteger al Santuario y sus alrededores, pero por lo que he podido concluir desde donde me encuentro, es que no les importa nuestra diosa, solamente les importa su propio y sucio trasero, no entiendo porque las armaduras los eligieron sino son capaces de proteger el Santuario de una posible amenaza como lo es Hades, y es más por lo que note ni siquiera hicieron algo para evitar que se llevasen a Sophia.

Luego de varias ideas que se pasaron por la mente de la deidad del amor pasional, la ganadora, para solucionar el problema de Poseidón fue, la de tratar de pedir ayuda en el santuario. Sabía que quizá las cosas eran bastantes complicadas y que quizá no iba a poder encontrar una ayuda al cien por ciento en ese lugar, pues la gente podía desconfiar de ella; sin embargo Lydia entendía que eso era lo único que podía hacer para proteger a los dos únicos seres a los que quería en verdad, por lo que para nada le importaba que esos seres la viesen bañada en lágrimas llorando por la posible muerte de aquellos dos. Es que no podía evitar pensar lo peor. Poseidón era muy fuerte y lo único que se le ocurría era sellarlo, pero para eso debía tener la oportunidad de encontrar información en el santuario.

En su ruta hacia ese lugar, la mujer de los cabellos negros se detuvo ante el despliegue de dos cosmos bastante interesantes, pues para ser el cosmos de los caballeros de Athena, éstos le parecían más puros, pacíficos y cálidos. Era como si esos dos fuesen el lunar del santuario, puesto que en antiguas ocasiones ella había percibido los cosmos de los guerreros de Athena y todos eran violentos y casi tan fríos como los de un guerrero de Hades. No había duda de que cuando tenían que defender a Athena los caballeros se transformaban de una manera bastante peculiar. Los que eran amables y reflexivos podían volverse furiosos y precipitados, y los normalmente desquiciados se volvían calculadores en demasía; ciertamente la diosa del amor se sentía bastante sorprendida por los cambios que sufren los guerreros de la diosa de la tierra en cada época que los veía.

-Esto no será sencillo. Ellos con seguridad desconfiarán de mí, y seguro eso sólo complicará más las cosas, me hará perder tiempo y eso es lo que no me sobra.... Puede que no sea buena idea pero recuerdo que en épocas anteriores los caballeros de Athena la ayudaron a sellar dioses...- Pensó la diosa mientras termianaba de materializar su cuerpo un poco lejos de donde estaban aquellos dos, y con paso firme llegó hasta la presencia de las personas que estaban ahí y se detuvo aún sin saber qué decir. Es que no eran lo que ella esperaba, pues ella pensaba que los dos eran caballeros fuertes con armaduras brillantes, pero al parecer eso no era así, ya que uno solo de ellos tenía una armadura dorada, ya que la chica que se encontraba en ese lugar no portaba aquel manto sagrado que protegía a los guerreros de la diosa de la sabiduría a pesar de tener el cosmos que la identificaba como tal.

-¡Escuchen caballeros de Athena! -Dijo Lydia mostrando algo de firmeza a pesar de que su lado humano se había descontrolado hasta el punto de hacerla llorar, pues ya había hecho en su cabeza la visión de la muerte de esos dos. Bien ella podía enfrentar a Solomon sin pensarlo dos veces para ayudar a esos dos, pero sabía que haciendo eso, las posibilidades de acabar definitivamente con la amenaza que representaba Poseidón eran casi por no decir totalemente nulas. Con algo más de tranquilidad, la mujer de los cabellos negros respiró profundamente y sin temor o dudas empezó a decir:

-Yo no he venido a hacerles daño, pero por desgracia el destino ha hecho que yo se la encargada de traerles malas noticias, pues Athena ahora sí está verdaderamente en peligro. Poseidón a atacado el sitio donde ella se encontraba platicando con Zeus y ahora ellos dos están en un grave peligro. Yo no sé hasta cúando Zeus podrá protegerla, y sé que ustedes están furiosos con él, pues se la ha llevado sin su permiso, pero les aseguro que sólo lo hizo para protegerla. Si fuera de otro modo él ya hubiese huído dejando a Athena trás y no ha sido así. Sé que es díficil que confíen en mí, pero ustedes son sus guerreros y estoy segura que algo pueden hacer. No tengoa quién más recurrir y ella es lo único que me queda para proteger si Mauritius muere. ¡No puedo permitir que ese despreciable de Poseidón la lasitme! No importa cómo pero tienen que ayudarme a salvarlos. Aunque sea una deidad Sophía sigue siendo importante para mí, y no puedo confiar en nadie más que en sus guerreros.

Lydia terminó de decir esto y guardó silencio, puesto que aún se encontaba desesperada y el miedo de ser atacada, a pesar de haber bajado su cosmos hasta llegar a camuflarse con los humanos, pensaba que quizá Poseidón no estaba actuando solo; sino que probablemente podría tener a alguien que la vigilase para atacarla en el momento menos esperado. Por este motivo ella esperaba que esos dos cooperasen con ella para poder salvar a Sophía y que no intentasen enfrentarla inútilmente, pues con eso sólo lograrían que su amada prima peligrara mucho más, y ese no era el fin de sus acciones, porque si era para eso, entonces mejor se hubiese quedado en ese lugar sin tener que dar todo ese viaje para prácticamente rogarle a esos dos o a todos los que se encuentren cerca, que la ayuden a acabar con la amenza que estaban en lo alto del olimpo.

Marchar desde la entrada del Santuario hasta el bosque ubicado en los alrededores no le había llevado más que un segundo, las bondades de poder utilizar la tan llamada Velocidad de la Luz demostraban nuevamente la potencia de un Santo Dorado…y dado que tampoco quería perder el tiempo o arriesgarse a otro evento como el sucedido en Rodorio, Aspros ya se había envestido con la Armadura Dorada de Géminis, que resplandecía sobre su cuerpo como el mismo sol.

Llegando hasta el claro donde corría un riachuelo que ya tenía más que conocido, el peliazul pudo escuchar por poco el discurso de la presencia divina que según se presentaba era una diosa…una diosa relacionada directamente con aquel que hubo secuestrado a Sophia, por más excusas que presentara sobre una “conversación amistosa”. Frunciendo el ceño, Aspros avanzó al tiempo que la muchacha de cabellos violáceos le contestaba con una sorpresiva seriedad.

Je, al parecer no soy el único Santo inteligente que queda. “Lamento” interrumpir, pero debo reiterar las palabras de la Amazona…si tanto te preocupa la seguridad de Sophia ¿por qué no alejarla del peligro? Está claro…Sophia no le interesa en lo más mínimo, tan solo está asustada por la perspectiva de que Poseidón elimine al avatar de Zeus. La forma de llamarlo por su nombre humano la delata. Dijo Géminis con expresa reticencia a mostrar siquiera los mínimos respetos.

En otras circunstancias los habría mantenido, pero viendo que una diosa, alguien quien se suponía tenía bastante poder como para ponerle un paro a Poseidón JUNTO al “Rey” de los dioses si se confabulaban llegaba pidiendo una ayuda tan ridícula…lo hacía dudar, por decir lo menos. Era sospechoso, más porque en toda la historia del Santuario nunca había recibido tal petición y por tanto, se le hacía totalmente ridículo.

Poseidón es enemigo del Santuario, pero no por eso nos debemos entrometernos en sus asuntos. La única excepción es si ataca a Athena, en este caso a Sophia y por sus palabras, el Emperador del Mar va por la cabeza del Rey de los Dioses…ni más, ni menos.

Y siendo una diosa, ¿por qué no se quedó a defender su reino teniendo tanto poder? El Santuario no tiene nada que ver con el Olimpo, su hegemonía quedó independiente de la Tierra desde la era mitológica.

Ah si, también está el pequeñísimo detalle de que fue el mismo Zeus quien secuestró a Athena de forma rastrera, destruyendo parte de Rodorio en el proceso. Finalizó Aspros dejando claro el asunto. Quisiera o no…el argumento de la mujer se caía a pedazos por su propio peso. No me culpe si dudo de sus palabras…su argumento es pobre y sus deseos egoístas. Así que...¿tiene algo más que agregar?

Las palabras indiferentes y desconfiadas por parte de la mujer que estaba con el hombre de los cabellosa castaños no se hicieron esperar, pues en seguida salió con una pregunta que de plano pensó en ignorar porque le parecía que esta poseía una respuesta demasiado evidente como para que ella perdiese su tiempo contestándola. Era cierto que Zeus le había dicho que se mantuviese al margen y todo eso; sin embargo ella sabía que luego de hablar con ellos, lo quisiera o no, tendría que regresar a ese lugar para llevarse a Athena o meterse en la pelea a pesar de la orden de Zeus. Fuera como fuera, luego de ver que un hombre de cabellos azules se presentaba ante ella haciendo incapié en la misma pregunta insulsa, Lydia se dio cuenta de que estaba perdiendo tiempo, y como eso era precisamente lo que no le sobraba decidió contestar de una vez para poder avanzar y lograr algo medianamente aceptable.

-Por qué no la he traído comigo?- Dijo Lydia con un tono bastante irritado, pues ya estaba bien de tener que estar hablando con seres que parecían no tener en claro como iban las cosas. Es que no le cerraba el hecho de que ellos concibieran que ella traería de vuelta a su prima al sitio donde dejaron que Zeus se la llevase así de la nada, para que luego regresar alguien más a querer hacerle daño, y por mucho que que lo que ella iba a decir pudiese generar una disputa entre ellos, Lydia no estaba dispuesta a quedarse callada así que sin pensarlo dos veces dijo:

-En estos momentos Sophía no puede ser tocada por Solomon o Poseidón, como quieran llamarle, porque Zeus lo está entreteniendo. Si yo la traigo acá, a pesar de sus deseos fervientes de hacer que esos dos entren en razón, sólo haré que ella sea blanco fácil para que cualquier otro idiota se la lleve. Por lo menos Zeus no quería hacerle daño, pero no sé si Ares que anda por ahí piense igual que el señor del rayo.

Otra pregunta más había quedado en el aire, y Lydia no iba a dejarla sin respuesta, así que ni bien terminó de hilvanar sus ideas para la otra respuesta, la diosa del amor pasional se dispuso a contestar la duda de la mujer que había hecho la primera pregunta, acerca de por qué no había peleado para proteger a Sophía. Francamente ella sentía que ellos no eran nadie, para que ella explicase su forma de proceder, pero dado el hecho de que precisaba la ayuda de ellos, no precisamente por la fuerza que estos tuviesen sino, por algua idea importante que pudieran darle; la mujer de los cabellos negros dejó su orgullo de lado y dijo:

-Si yo peleaba como dicen ustedes para salvaguardar la seguridad de Sophía, lo único que hubiese logrado es matarla con todo ese despliegue de poder. Ella como está ahora sólo puede aguantar la pelea, porque es seguro que Zeus se está contiendiendo, de otra manera Sophía hubiese explotado o desaparecido, donde Zeus emane todo su poder. Eso es algo que ustedes ya deberían calcular, son los santos de la diosa de la sabiduría, a ver si demuestran que son dignos de la armadura que portan y piensan un poco más antes de actuar o decir cosas. Si hubiese querido hacer una trampa, no hubiese venido a meterme a este lugar.

Lydia guardó silencio, pues su ángel del amor había aparecido en escena y estaba intentando ayudarla. Personalmente ella hubiese querido pedirle que cuidase a Sophía, pero luego de recordar a Solomon en ese lugar, se dio cuenta de que estaba más a salvo con ella en ese lugar, ya que después de todo, al estar cerca suyo, Lin podría tener más oportunidades de salir bien librada en cualquier situación. Bastante dulce era la forma en la que se mostraba Lin ante esos caballeros, y a ante los ojos de la mujer de los cabellos negros esta chica no dejaba de parecérsele a su prima, quien pensaba al igual que ella, que hablando con tranquilidad las cosas podrían resolverse. Ella por su parte al hablar ocn esos santos de Athena, se estaba dando cuenta que no era así.

-Lin... Muchas gracias por tu ayuda, pero mucho me temo que estos seres no son lo más analíticos precisamente. NO sé por qué ellos piensan que yo puedo querer sacar algo de ellos, que no sea una idea que yo misma llevaría a cabo para acabar con la amenaza de Poseidón.- Lydia suspiró y estuvo dispuesta a darse media vuelta sin decir nada, cuando alguien más apareció en escena. Un muchacho joven que apenas si parecía haber salido de la niñez estaba diciéndole tonterías acerca de que su juicio estaba nublado y que ella sólo quería salvar a Zeus. Tonterías como esas eran las que hacían que la mujer de los cablellos negros se iriritase mucho más, puesto que ese mocoso no sabía nada de lo que había pasado allá arriba en el Olimpo, y que lo que menos le interesaba era ayudar a la hombre que había prescindido de ella como si nada. Para eso no iba a humillarse de esa forma, no para ayudar a Mauritius. A él lo dejaría aprender sus lecciones a la mala, pero a su prima, a pesar de su comportamiento, no tenía pensado dejarla abandonada.

-Juicio nublado? Tienes idea de lo que dices mocoso? Poseidón cansado de ser el rey de los mares? Crees tú que ese es el motivo de su ataque? No tienes idea niñito. Se vé que lo que tienes de edad lo tienes en tu cerebro. Las cosas no son como tú piensas y no debes pedirme que me tranquilice porque estoy actuando lo más relajada que se puede en un momento así,- Lydia dijo esto con el tono envenenado, puesto que justificaba el proceder de los otros dos; sin embargo no podía evitar sentir que la forma de actuar de ese chico era por demás tonta y precipitada. No entendía cómo era que chicos así se sentían con el derecho de decir todo lo que se les venía en gana, y nadie, absolutamente nadie, se tomaba la tarea de ponerlos en su sitio. Bueno! Si ese era el caso, a Lydia no le importaba entonces darle una lección y tomar esa tarea como suya, por lo que dijo:

-Dices que Athena debe aprender su lección? Te recuerdo que si muere no podrá aprender nada. Y Poseidón no parecer controlar por completo a Solomon, a mí me está pareciendo que es al revés. Extrañamente Poseidón está peleando por ROma, ese pedazo de tierra que no sé para qué le sirve. Dado que ese es el objetivo del rey de los mares, todos los integrantes de la familia real están en su mira. Todos están marcados para ser sus víctimas incluyendo Athena.

Afrodita guardó silencio luego de decir esto e hizo aparecer un reloj de arena en la palma de su mano derecha. Aún faltaba arena por caer, pero para Lydia el asunto ya estaba hablado y como lo pensaba antes, tiempo era lo que menos tenía para gastar, así que tenía que irse a otro lado a buscar ayuda. Por mucho que le doliese parecía ser que tendría que recorrer al despreciable de su hermano Vergilius para poder si quiera pensar o aspirar a tener una posibilidad de ayudar a acabar con la amenaza de su odiado primo el senado más tarado de Roma.

-Bueno se terminó ya este absurdo de tener que estarles rogando por una sola idea en la que ninguno tenía que esforzarse más allá de lo necesario, pues sólo tendría que abrir su boca y decírmela. Se ve que no se cuenta para nada con ustedes. No es que sea su obligación ayudarme pero en serio esto iba por Sophía, pues era lo úlitmo bueno que pensaba hacer por ella.- Lydia se dio media vuelta y se praparó para marcharse, ya que era preciso que ella fuera al olimpo y trajese de regreso a esa insolente prima suya, para así olvidarse del asunto por siempre; sin embargo uno de los caballeros tomó la palabra. Aquel con el cosmos pacífico, y con serenidad en su voz. El caballero que había visto primero en ese lugar.

-Así que tu idea es llevarle a Nike para que despierte?- Lydia recuperó sus frente y siguió diciendo- Pues si eso crees que puede ayudar a Sophía por mí está bien. yo no prentendo que luchen por ayudar a Zeus. El no necesita ayuda de nadie, ya me lo dejó bien claro hace poco, por lo que mi petición es de verdad para Sophía.- Un rayo sonó bastante fuerte y el cielo tomó un color bastante peculiar. Lydia lo presentía. Zeus estaba en peligro y ella tenía que regresar o buscarla manera de ayudarle aunque este no quisiera. - Y tienes razón caballero de Athena, si ya tengo a esa mujer allá... Para qué iba a querer tenderles una trampa? No tiene sentido, espero lo entiendan todos ustedes.- Dijo Lydia posando su vista en el hombre de los cabellos azules por unos pocos segundos. Este de verdad parecía ser el más furioso por su obvia incompetencia, tanto, que ella estaba segura que Mauritius se había llevado a Athena en sus narices, cosa que le pareció bastante tonta por parte de su amante, ya que las cosas hubiesen podido haber sido hechas de una manera más cautelosa y tranquila, no de la manera salvaje como habían sido realizadas.

Ya la situación empezaba a descontrolarse, no precisamente porque el cielo estuviera cayéndose a pedazos sino que en realidad, con tantas personas en un solo sitio Aspros tan solo se sentía hastiado…más cuando ninguno de los otros aportaba nada nuevo o de valor, tan solo rodeos.

Lo peor de todo eran los argumentos de la supuesta diosa y del Ángel que además se había presentado. Apartando las palabras de la rubia, que eran motivadas por una fe ciega en su deidad, las de Afrodita eran simplemente, estupideces.

Mal plan no es. Le respondió Géminis a Sagitario con tono tajante, zanjando de una vez que realmente no tenía nada en contra del plan del arquero con la única excepción de un detalle que estaba demás. Igual, lo haces ver como si para actuar de mensajero se necesitara a más de un solo Santo. Es más que suficiente contigo, ¿no? Es tu plan Sagitario, encárgate tú de llevarle Nike a Sophia y de regresarla sana y salva; yo me encargaré de seguir preparando las cosas aquí.

Sobre usted Afrodita, no pretendo ser grosero pero…tenga dignidad. Se oye demasiado desesperada y sus argumentos carecen de verdadero significado; para ser una diosa actúa demasiado humana…eso sin contar que habla tal como si supiera todas las medidas de seguridad del Santuario, específicamente de las Doce Casas. ¿Por qué cree que jamás los enemigos de Athena han podido atravesar todos los Templos? Mientras que según sus propias palabras, ya Poseidón llegó a donde está Zeus. Lástima…la historia nos respalda.

Sea como sea…Sagitario, trae de vuelta a Sophia en una sola pieza incluso si tienes que perder tu cabeza en el proceso. Espero buenos resultados.

Por otro lado, Aries-

En ese instante el peliazul tan solo se movió de forma indiferente, acercándose a Arone sin quitarle de encima la mirada…notando la manera en que parecía estar un tanto descontrolado; siguiendo la ruta de sus ojos traicioneros captó que el objetivo de sus miradas furtivas no era otra persona más que el Ángel. Resoplando, Aspros posó su mano sobre su hombro.

-tenemos cosas más importantes que hacer. Nos vamos. Finalizó el Tercer Guardián del Zodiaco desapareciendo del lugar mientras arrastraba consigo al portador del Carnero.

Ya no tenía nada que hacer ahí; el asegurarse de las intenciones de otro recién llegado había sido un “éxito” por más ridículo que le hubiera resultado el supuesto argumento de la diosa del amor y como bonus, ya había alguien con la motivación y poder suficiente como para rescatar a Sophia de lo que fuera que se estuviera cociendo en el Olimpo. Lo único que faltaba entonces era designar a los guardianes finales de las Doce Casas así como prepararlos para la llegada de aquella quien habría de despertar como Athena y por lo tanto, su destino era de nueva cuenta el inicio de la cuesta en la montaña coronada por la estatua de la diosa de la Sabiduría.

Varias cosas dijeron los caballeros de Athena, en especial uno de cabellos azules, quien decidió dar por terminado el asunto y su presencia en ese lugar, pues al parecer no le interesaba absolutamente nada de lo que iba a hacer su compañero. Poco nada le importaba lo que ellos estuvieran pensando, porque a final de cuentas, ella había logrado sus fines, es que... ¿No era eso lo que ella quería lograr después de todo? ¿Acaso no había en otro tiempo utilizado todo lo que estaba en sus manos para lograr lo que se propía costara lo que costara? Daba igual que de pronto los caballeros de Athena dijesen cualquier cosa y criticasen las defensas de su reino, o del olimpo y sus defensas. Es que en realidad ellos no tenían por qué criticar a los otros reinos, ya que ellos por mucho que dijeran que nadie podía pasar por las doce casas, no habían podido si quiera defender a Sophía del secuestro de Zeus.

-Lin. - Lydia dijo el nombre de su ángel sin mirar a los presentes en ese lugar, pues un cambio en el cosmos de Zeus, así como las luces en el cielo habían llamado su atención, y fuera como fuera ella al final iba a entretenerse hasta con las piedras del templo, ya que el panorama no era para nada interesante.- Haz el favor y vete de este lugar. No quiero que te quedes en este sitio ni un segundo más.

La diosa del amor pasional dijo esto y elevó su cosmos para abrir un portal que usaría la chica de los cabellos rubios para marcharse como su señora le estaba diciendo. Obviamente Lydia sabiendo que Poseidón estaba como desquiciado atacando en cada reino, que se le ocurría, ella no iba dejar que su único angelito fuera a su reino. ¡No! A esas alturas del partido ella tenía que buscar otro sitio para que su amiga no fuese atacada.

-Muy bien caballero de Athena. Como tú pareces ser el único que no ha caído en la insensatez vamos a ir al templo de Zeus a hacer que Sophía despierte de una vez a la realidad.- Lydia abrió un portal hacia el olimpo y siguió diciendo- Esta es la última cosa buena que haré por ella, así que por favor hazla bien, que es mi interés que mi ingrata prima sobreviva. No quiero perder a la única familiar que tengo que vale la pena.- La mujer de los cabellos negros miró al caballero de Sagitario y por primera vez en todo ese enredo habló con la verdad, para hacerle una petición a aquel santo de la diosa de la sabiduría.- Por favor dile que... Yo sé que no tengo que pedirte nada, pero... Quisiera que le digas, que cumpliré lo que me dijo y que no me convertiré en un ser malvado.

Una vez dicho esto Lydia estuvo a punto de entrar al portal, cuando algo hizo que su semblante cambiara. La mujer que aún no tenía armadura así como los otros soldados de Athena habían abandonado el lugar, por lo que ahora ella estaba sola con aquel hombre de los cabellos castaños, lo cual iba a facilitar un poco las cosas, ya que lo que iba a ocurrir en ese lugar era algo que no le convenía viviesen los demás.



-No puede ser... ¿Acaso Mauritius es un inútil? ¿No puede hacer una simple tarea sin fallar?- Preguntó Lydia mientras elevaba su cosmos y hacía que su cuerpo fuese cubierto por una gran cantidad de mariposas y corazones de cosmos rosados, los mismos que brillaron con una luz morada con negro y desaparecieron para dar paso a una armadura rosada que iba a cubrir su cuerpo durante la futura batalla que iba a librar en ese lugar, pues el cosmos de Poseidón se acercaba al lugar donde estaba ella a una velocidad increíble.
Tal y como era de esperarse el que antes fue primo de Lydia estaba ahora de pie sobre una gran roca diciendo una serie de improperios y cosas sin sentidos, que sólo podría decir un hipoglucémico con varias horas de ayuno; eso sí, la diosa del amor tenía que admitir que aquel hombre al que ahora odiaba incluso más que a sus hermanos lucía más inteligente y menos pusilánime que cuando lo vió hechizado por aquella asquerosa mujer cuyo nombre no quería traer a su memoria para no envenenar su humor ya bastante afectado.

-¿Tú aquí? ¿Acaso no tuve suficiente de tí cuando era una humana? ¿Por qué demonios tengo que verte en ese lugar? ¡Me tienes harta! ¡Eres peor que una maldición de Hades, a quien daría mi vida sólo para no tener que aguantar el disgusto de verte! ¡Tú! Maldito gusano rastrero, asqueroso ser vil que no tiene neuronas en su cererbro! ¡Ya me tienes harta! ¿Por qué no te vas al fondo del mar con las horribles creaturas que te sirven, tan feas como tú y me dejas en paz?- La diosa del amor carnal estaba histérica y en su rostro de hermosura sin igual se veía plasmada únicamente una ira incontenible, que amenazaba feroz como un dragón furioso lanzando fuego.

-¿Pobre? ¿Ingenua? ¿De qué estás hablando? Tú no sabes cuáles son mis alcances, y no por más que te esfuerces tu pequeña mente, no lo podrá comprender jamás... No es la primera vez que me desechan como un trapo viejo y estoy segura que no será la última, porque los hombres como ustedes no son capaces de valorar lo que tienen en sus manos. ¿Una Julai? ¿Qué significa ese apellido? Absolutamente nada! Ahora soy más poderosa que nadie y no voy a permitir que tú me fastidies la vida cenador inservible y necio!

El agua del riachueco empezó a agitarse como si algo estuviese a punto de salir de la misma, pero Lydia no iba a perder su tiempo tratando de averiguar qué era lo que iba a resultar del ataque de su ex-primo, por lo que sin pensarlo dos veces, la mujer de los cabellos color azabache elevó su cosmos y puso frente a ella su defensa. Aquella que iba a hacer que aquel ser que pretendía parecer poderoso frente a sus ojos.

Pronto frente al ahora autoproclamado emperador de ROma, estaba una imagen enorme, una especie de ilusión cuyo tema único y casi central, era un derroche de lujuria. La imagen era clara y los personajes estaban definidos a la perfección, pues Afrodita había usado la imagen de Solomo y Diva en uno de sus tantos encuentros amorosos; ninguo de los dos estaba haciendo nada fuera de lo normal, porque el acto sexual que debería llevar la ilusión, fue pasado por alto a propósito por la mujer de los cabellos negros, ya que sabía que con esa sola imagen y su poder, aquel senador iba a caer en su juego. Luego de varios segundos una pared de corazones negros se formó frente la diosa y acabó por completo con el ataque lanzado por su enemigo.

-¿Piensas atacarme con algo así? No me creo que Mauritius no haya podido matarte así no más. Seguro esto es obra de algunas de tus trampas, porque no eres más que un cobarde que se jacta de una falsa valentía. ¡Bueno! Yo no tengo tiempo para perderlo contigo en este lugar, búscame en otro sitio si quieres pelear limpiamente contra mí, o vete a esconder debajo de los océanos hasta que quieras enfrentarme.

Una vez dicho esto Lydia elevó su cosmos e hizo brillar la corona que ataviaba su cabeza, una luz respalandeciente inundó el lugar y la diosa del amor pasional desapareció del lugar, sin atacar una sola vez, sin decir absolutamente nada más, pues ya lo que ella había venido a hacer en ese lugar, no había servido de nada y ella ahora tenía que dejar ese lugar.