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- Esperando Fuera de las recamaras del Senado -
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- Esperando Fuera de las recamaras del Senado -
Recuerdo del primer mensaje :
Narracion - Hablo - Pienso
Aún permanecía esperando afuera del cenado, Octavius había entrado hace algunos minutos, me había prometido que al parecer podía ver a Vergilius ese mismo día. Los planes dieron un giro inesperado, habían cambiado de rumbo, al parecer el viaje a Hispania no iba a hacerse aún, sino que a causa de aquella reunión, a la cual iba a asistir también aquel sobrino mío, iba a poder encontrarme con aquella persona que deeaba ver cuanto antes y no iba a tener que esperar más tiempo. Por esa noticia estaba tranquila, quizas contenta, aunque mi rostro no lo demuestre por la seriedad que siempre llevaba conmigo.
Si eso que dice él es cierto, entonces podré encontrarme justo aquí con Vergilius, entonces debería esperar en este mismo lugar...- Pensaba mientras miraba entre las cortinas del carruaje, las puertas del senado estaban cerradas, no había nada que pudiera hacer, solo esperar tranquila allí dentro, aunque no quise hacerlo y salí del carruaje, inquieta por que pase el tiempo más rápido, me apoyé en la pared del edificio, mientras miraba el cielo, sumida en mis pensamientos.
[justify]Aún permanecía esperando afuera del cenado, Octavius había entrado hace algunos minutos, me había prometido que al parecer podía ver a Vergilius ese mismo día. Los planes dieron un giro inesperado, habían cambiado de rumbo, al parecer el viaje a Hispania no iba a hacerse aún, sino que a causa de aquella reunión, a la cual iba a asistir también aquel sobrino mío, iba a poder encontrarme con aquella persona que deeaba ver cuanto antes y no iba a tener que esperar más tiempo. Por esa noticia estaba tranquila, quizas contenta, aunque mi rostro no lo demuestre por la seriedad que siempre llevaba conmigo.
Si eso que dice él es cierto, entonces podré encontrarme justo aquí con Vergilius, entonces debería esperar en este mismo lugar...- Pensaba mientras miraba entre las cortinas del carruaje, las puertas del senado estaban cerradas, no había nada que pudiera hacer, solo esperar tranquila allí dentro, aunque no quise hacerlo y salí del carruaje, inquieta por que pase el tiempo más rápido, me apoyé en la pared del edificio, mientras miraba el cielo, sumida en mis pensamientos.
Lucy- Ataques :
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Re: - Esperando Fuera de las recamaras del Senado -
Luego de su fugaz encuentro con aquella mujer, Solomon había errado el camino a su villa,no por desorientación o acausa del malestar que le aquejaba, sino por propia voluntad. Un instinto tan adentrado en su alma que ni estando maldito terminaba por desaparecer.
Demonios...
Refunfuñaba dejando que su aliento esparciera el polvoriente recinto. El sol parecía inclemente hacía él. Le irritaba con sólo sentir sus rayos cayendo sobre su piel oculta tras su tunica. Inclusive la careta de metal que llevaba le brindaba poca protección. Sin embargo élnole daba la atencióndel caso. Sólo buscando refugio entre los escombros parecía ser suficientepara espantar el fastidio del astro rey.
Había estado el día anterior inspeccionando los alrededores de la ciudad. Vigilando algo másque a lachusma incapaz de ver su propia miseria. Estaba analizando la actual jerarquia del estado. Todo hacía preveer que ninguno delos hijos del emperador seguía con vida. Conel senado destruido y lasospechosa desaparición de generales la aparente calma pendia de un hilo.
Todo hombre debe reinar....
Tomaba con demencia su brazo derecho intentando convocar aquella lanza con la que había derrotado a los berserker, pero esta no accedia a su llamado. Obviamente sabía que era un usurpador, así que aquello podria suceder...sólo quedaba buscar soluciones, lascuales estaba seguro llegarian con el abrazo de la noche.
Demonios...
Refunfuñaba dejando que su aliento esparciera el polvoriente recinto. El sol parecía inclemente hacía él. Le irritaba con sólo sentir sus rayos cayendo sobre su piel oculta tras su tunica. Inclusive la careta de metal que llevaba le brindaba poca protección. Sin embargo élnole daba la atencióndel caso. Sólo buscando refugio entre los escombros parecía ser suficientepara espantar el fastidio del astro rey.
Había estado el día anterior inspeccionando los alrededores de la ciudad. Vigilando algo másque a lachusma incapaz de ver su propia miseria. Estaba analizando la actual jerarquia del estado. Todo hacía preveer que ninguno delos hijos del emperador seguía con vida. Conel senado destruido y lasospechosa desaparición de generales la aparente calma pendia de un hilo.
Todo hombre debe reinar....
Tomaba con demencia su brazo derecho intentando convocar aquella lanza con la que había derrotado a los berserker, pero esta no accedia a su llamado. Obviamente sabía que era un usurpador, así que aquello podria suceder...sólo quedaba buscar soluciones, lascuales estaba seguro llegarian con el abrazo de la noche.
Solomon- Dios/a
- Reino : Atlantida
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Re: - Esperando Fuera de las recamaras del Senado -
Ya entraba la noche, el triste rojo del ocaso daba paso a la oscuridad. Pronto todo el reinado de Apolo terminaria. Solomon podria oir en su sueño la cabalgato de los caballos de fuego que arriaban al sol en pleno techo celestial. Su boca entreabria y un fuerte sorbo de aire se lograba oir, con tanta pasión como si fuera un renacer nuevo para su cuerpo.
Agitado por la una conmovedora sensación dio cuenta que aquellos destellos que le detenian en su avance terminaron por desaparecer. De inmediato se puso de pie no intentando buscar explicaciones a lo que le iba sucediendo. Sólo le interesaba una cosa aquella noche sin luna.
Su ropaje desprendia una fina capa de fino polvo cristalina dejando que ante leve movimiento dejase una clara estela plateada. La noche yacia cubierta por las nubes oscuras, perfecta oportunidad para el renacido Archer quien ahora llevaba bajo la careta de hierro una despabilante sonrisa. Con la fuerza de mil hombres inicio su busqueda a gran velocidad no dejando nada más que aquel fino polvo de joyas a su paso. Las colosales columnas que aun persistian de pie parecían no ser molestadas de su sueño por el visitante.
Pasando por sobre los techos como una sombra siniestra avanzo sin descanzo hasta llegar frente a la casa de uno de los senadores que estuvieron toda su vida en contra de sus ideales. Una sierva salía justo para comprar algunos viveres sin percatar de la estatua misteriosa en el techo del frente.
Así que algunos viven...perfecto.
Agitado por la una conmovedora sensación dio cuenta que aquellos destellos que le detenian en su avance terminaron por desaparecer. De inmediato se puso de pie no intentando buscar explicaciones a lo que le iba sucediendo. Sólo le interesaba una cosa aquella noche sin luna.
Su ropaje desprendia una fina capa de fino polvo cristalina dejando que ante leve movimiento dejase una clara estela plateada. La noche yacia cubierta por las nubes oscuras, perfecta oportunidad para el renacido Archer quien ahora llevaba bajo la careta de hierro una despabilante sonrisa. Con la fuerza de mil hombres inicio su busqueda a gran velocidad no dejando nada más que aquel fino polvo de joyas a su paso. Las colosales columnas que aun persistian de pie parecían no ser molestadas de su sueño por el visitante.
Pasando por sobre los techos como una sombra siniestra avanzo sin descanzo hasta llegar frente a la casa de uno de los senadores que estuvieron toda su vida en contra de sus ideales. Una sierva salía justo para comprar algunos viveres sin percatar de la estatua misteriosa en el techo del frente.
Así que algunos viven...perfecto.
Solomon- Dios/a
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Re: - Esperando Fuera de las recamaras del Senado -
Con el transcurso delas horas dio por entendido que todos yacian dormidos, así dio un brinco aterrizando suavemente sobre el tejado de la familia de uno de los contados sobrevivientes del infierno desatado en el senado. Este dato lo conocia bien, pues, aquel mitico día no todos los senadores habían asistido a la reunión con caracter de urgencia, aquello era algo completamente natural, despues detodo, como siquiera pensar en una audiencia plena en un mundo lleno de enemistades y guerras frias.
Sin embargo...desde aquella masacre el nombre de Solomon habria sido elevado al más alto grado de heroe, despues de todo, en la mente de la población había quedado plaamada la imagen de aquel senador que logro ahuyentar a los demoniacos guerreros del infierno.
Aquella comitiva que llego al consultorio...sin duda era una invitación a algo...y se bien que es aquel "algo".
Susurro mientras quedo completamente quieto sobre aquella superficie fria. El rugir del viento ocultaba su habla mientras lafuerza de Eolo terminaba por desaparecer el polvo plateado quellevaba encima.
Sin embargo...desde aquella masacre el nombre de Solomon habria sido elevado al más alto grado de heroe, despues de todo, en la mente de la población había quedado plaamada la imagen de aquel senador que logro ahuyentar a los demoniacos guerreros del infierno.
Aquella comitiva que llego al consultorio...sin duda era una invitación a algo...y se bien que es aquel "algo".
Susurro mientras quedo completamente quieto sobre aquella superficie fria. El rugir del viento ocultaba su habla mientras lafuerza de Eolo terminaba por desaparecer el polvo plateado quellevaba encima.
Solomon- Dios/a
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Re: - Esperando Fuera de las recamaras del Senado -
Muchas horas después una resplandeciente luna aparecía liberada de entre las temibles nubarrones. Su halo plateado iluminaba con misteriosa claridad todo rincón de Roma, inclusive Solomon se notaba sorprendido ante la claridad de aquella noche. Su túnica ondeaba orgullosa dándole un aspecto sombrío y fantasmal.
Tal vez llevado por la curiosidad, aquel hombre levantaba el rostro en dirección del disco celeste; se quitaba con avidez la coraza gris que pronto dejaba libre al par de estrellas rojas apenas tintineantes, sus ojos apuntando con persistencia aquel mágico satélite, parecía ser hipnotizado o cubierto por un sutil encanto del cual era imposible escapar. No dio cuenta de los pasos que se podían ir escuchando planta abajo.
Un hombre ya entrado en años ingresaba al patio, descuidado no presentía el peligro de su situación. Había despertado por una sed abrumadora, levantándose no encontró ningún cántaro con vino siendo su último recurso el agua fría que brotaba de su manantial en el jardín. Su calva reflejaba la luz que proyectaba la luna, aquello fue lo que atrajo la irritante mirada del cazador nocturno.
Carente de conciencia, Solomon, caía pocos metros tras el hombre que seguía imperturbable en su búsqueda de agua. Yacía semidesnudo, como cualquier hombre en el interior de su hogar. Pero él no era el único con sed...su piel blanca resplandeciente revelaba en Solomon un apetito nunca antes sentido, una sensación muy distinta a la que un humano tendría hacía otro; no era carnal aunque se ajustaba tanto hacía aquello.
Avanzaba...avanzaba...avanzaba aunque lentamente, el mismo carecía de la voluntad suficiente para resistirse, aquella luz de plata inmaculada le perturbaba la mente más allá de sus límites. El deseo, el caos, el desorden y las ansias de placer colmaban su corazón.
Delicadas gotas de perla caían por su rostro mientras sus pupilas cambiaban de rojo a un dorado perfecto. Fue aquel instante en que el anciano senador dio cuenta de que no estaba sólo. Tan rápido como le era posible daba la vuelta. Pero aquello sólo lo llevaría a los ojos de oro de la bestia que yacía a sus espaldas. Se podía sentir como su conciencia desaparecía ante la abrasador encanto del arma conocida como Solomon.
Fuertes latidos remecían el cuerpo del ex senador. Entre sus pensamientos llenos de lujuria y violencia algo nacía. Una marca. La misma que llevaba desde el inicio de su aventura. Roma. Aquel ideal aparecia para liberarle del hechizo.
Ahhhh...
Un martilleo arremetía contra su cerebro haciéndole caer de rodillas. Ambas manos cogían con fiereza su cabeza jalando con fuerza algunas pocas hebras de dorada cabellera. Su mente se volvía un revoltijo de cosas, pero de entre ellas...Su deseo impuro por Roma sobresalía, aquello era su tormento, su lujuria, su desesperanza, su todo. Así se libero de la agonía que le aquejaba, de sus labios terminaban por caer la saliva que por rabia y dolor había sido expulsada. Sus ojos dorados alumbraban tenuemente. Su cuerpo se erguía mientras sus brazos carentes de energía caían como dos pedazos de hierro fundido.
La blanca luz de aquella noche hacía de su sola presencia algo mágico. Su cabellera yacía cubierta del mismo oro que sus ojos y su piel alguna vez pálida rebozaba de vida.
Nada...nad...me ...hará...perder....m..camino.
Su agitada respiración apenas le permitía hablar más sus ojos penetraban con más fuerza al anciano frente suyo, haciendo su piel arrojada temblar para luego estirarse tanto que sería muy fácil cortarlo con una tijera.
Tú...%&%•%$•$...nombraras...pedirás...reclamaras como si tu vida valiera de aquello...nombrar a Solomon como...
Se detuvo de repente, los latidos en su pecho aumentaban hasta llegar a una frenética danza. Le dolía, pero lo soportaba con una hidalguía digna de un caballero. Sus labios apenas se abrían para susurrar lo que yacía escrito en su destino como ineludible.
...emperador.
Como aliviado de una aparatosa carga dejo su cuerpo relajarse por unos segundos. Tragando saliva brinco alejando su figura del patio hasta devolverle al tejado de donde aun proyectaba aquella esplendida mirada. Sin mayor vacilación desapareció en dirección de todos los posibles senadores que aun debían estar con vida. Acabaría con ellos en tan sólo las horas que le quedaban. La misma idea sería fijada en sus pobres mentes...hacer de Solomon, el emperador que Roma merecía.
Tal vez llevado por la curiosidad, aquel hombre levantaba el rostro en dirección del disco celeste; se quitaba con avidez la coraza gris que pronto dejaba libre al par de estrellas rojas apenas tintineantes, sus ojos apuntando con persistencia aquel mágico satélite, parecía ser hipnotizado o cubierto por un sutil encanto del cual era imposible escapar. No dio cuenta de los pasos que se podían ir escuchando planta abajo.
Un hombre ya entrado en años ingresaba al patio, descuidado no presentía el peligro de su situación. Había despertado por una sed abrumadora, levantándose no encontró ningún cántaro con vino siendo su último recurso el agua fría que brotaba de su manantial en el jardín. Su calva reflejaba la luz que proyectaba la luna, aquello fue lo que atrajo la irritante mirada del cazador nocturno.
Carente de conciencia, Solomon, caía pocos metros tras el hombre que seguía imperturbable en su búsqueda de agua. Yacía semidesnudo, como cualquier hombre en el interior de su hogar. Pero él no era el único con sed...su piel blanca resplandeciente revelaba en Solomon un apetito nunca antes sentido, una sensación muy distinta a la que un humano tendría hacía otro; no era carnal aunque se ajustaba tanto hacía aquello.
Avanzaba...avanzaba...avanzaba aunque lentamente, el mismo carecía de la voluntad suficiente para resistirse, aquella luz de plata inmaculada le perturbaba la mente más allá de sus límites. El deseo, el caos, el desorden y las ansias de placer colmaban su corazón.
Delicadas gotas de perla caían por su rostro mientras sus pupilas cambiaban de rojo a un dorado perfecto. Fue aquel instante en que el anciano senador dio cuenta de que no estaba sólo. Tan rápido como le era posible daba la vuelta. Pero aquello sólo lo llevaría a los ojos de oro de la bestia que yacía a sus espaldas. Se podía sentir como su conciencia desaparecía ante la abrasador encanto del arma conocida como Solomon.
Fuertes latidos remecían el cuerpo del ex senador. Entre sus pensamientos llenos de lujuria y violencia algo nacía. Una marca. La misma que llevaba desde el inicio de su aventura. Roma. Aquel ideal aparecia para liberarle del hechizo.
Ahhhh...
Un martilleo arremetía contra su cerebro haciéndole caer de rodillas. Ambas manos cogían con fiereza su cabeza jalando con fuerza algunas pocas hebras de dorada cabellera. Su mente se volvía un revoltijo de cosas, pero de entre ellas...Su deseo impuro por Roma sobresalía, aquello era su tormento, su lujuria, su desesperanza, su todo. Así se libero de la agonía que le aquejaba, de sus labios terminaban por caer la saliva que por rabia y dolor había sido expulsada. Sus ojos dorados alumbraban tenuemente. Su cuerpo se erguía mientras sus brazos carentes de energía caían como dos pedazos de hierro fundido.
La blanca luz de aquella noche hacía de su sola presencia algo mágico. Su cabellera yacía cubierta del mismo oro que sus ojos y su piel alguna vez pálida rebozaba de vida.
Nada...nad...me ...hará...perder....m..camino.
Su agitada respiración apenas le permitía hablar más sus ojos penetraban con más fuerza al anciano frente suyo, haciendo su piel arrojada temblar para luego estirarse tanto que sería muy fácil cortarlo con una tijera.
Tú...%&%•%$•$...nombraras...pedirás...reclamaras como si tu vida valiera de aquello...nombrar a Solomon como...
Se detuvo de repente, los latidos en su pecho aumentaban hasta llegar a una frenética danza. Le dolía, pero lo soportaba con una hidalguía digna de un caballero. Sus labios apenas se abrían para susurrar lo que yacía escrito en su destino como ineludible.
...emperador.
Como aliviado de una aparatosa carga dejo su cuerpo relajarse por unos segundos. Tragando saliva brinco alejando su figura del patio hasta devolverle al tejado de donde aun proyectaba aquella esplendida mirada. Sin mayor vacilación desapareció en dirección de todos los posibles senadores que aun debían estar con vida. Acabaría con ellos en tan sólo las horas que le quedaban. La misma idea sería fijada en sus pobres mentes...hacer de Solomon, el emperador que Roma merecía.
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