Restos del coliseo de entrenamientos

Sheznarda estaba bastante confundida por todo lo que había pasado, pues no todos los días uno cambiaba su armadura para tomar otra y estar así al servicio de una mujer totalmente diferente a la que ella había estado acostumbrada a servir, pero a quien ya sentía una especie de lazo difícil de romper, a pesar de no haberla visto nunca. Cabe acotar que también el hecho de tener que platicar con un espíritu más amable que el anterior, hacía que la ladrona se sintese bastante fuera de sitio e inmerecedora por tanto de todo lo que le iban a dar en ese lugar que llamaban el santuario; por lo que es de comprender que la mujer de los cabellos rubios se sentía más que nada temerosa de estar en un lugar como el que estaba pisado.

-Me perdido... Espíritu de piscis, es que acaso no has sabido guiarme bien? YO no tengo todo el tiempo para perderlo conociendo los alrededores de este lugar. Quiero llegar a la casa donde se supone debo estar para desalojar al tipo que la cuida, porque no quiero compartir mi vida con él.- Preguntó Sheznarda haciendo aspavientos con un humor bastante alterado, tanto que su mascota salió corriendo a refugiarse detrás de una roca, bastante asustado, pues la ladrona tenía demasiados cambios de humor.

-Claro que te he guiado bien! Lo que pasa es que tú no has sabido hacerme caso! ¿Tan difícil se te hace entrar por las puertas normales que usan todos los demás? No creo que sea tan dificultoso hacer las cosas de la manera correcta.

Sheznarda escuchó estos reclamos por parte de aquel espíritu de la armadura de Athena con poco interés, pues pensaba que a esas alturas ella no iba a cambiar su modo de ser de golpe, aunque ya el hecho de que pensara en cambiar para futuro, daba muestras de que la vieja Sheznarda estaba formando parte del pasado. Con tranquilidad la ex-fantasma de Eris fue a buscar a su mascota y siguió discutiendo y alegando contra el espíritu de la armadura de piscis hasta que se encontró con un hombre que estaba en el piso mirando hacia la nada con cara de no tener idea de qué hacía ahí o de cuánto tiempo había pasado en ese lugar sin hacer nada.

Sheznarda escuchó la respuesta que le daba aquel hombre mientras miraba de reojo a un hombre que había hecho su aparición en ese lugar y que había desaparecido tan pronto como vino, haciendo que la mujer sinties un alivio, porque para volverse loca le bastaba ya con el espíritu de la armadura de piscis hablándole en su cabeza. Al parecer el hombre que tenía en frente estaba pensando que ella que ella era incapaza de llegar a ese lugar en donde estaba su armadura y por lo tanto Sheznarda no tardó en pensar que ese ser la estaba subestimando de una manera bastante absurda.

-¡Así que tú estás con todas las ganas de buscarme pela no? ¿Crees que no puedo llegar a ese lugar? Piensas que no tento el valor suficiente como guerrera para ser bendecida por Athena? Verás como llego antes que nadie!- Sheznarda elevó súbitamente su cosmos haciendo que su mascota se volviese a asustar otra vez y saliera nuevamente a esconderse hasta que su dueña estuviese de mejor humor.

-Sheznarda no pelees!! ¿Qué acaso no puedes estar unos segundos sin pelear? Dale pórtate como una persona racional! Es que no puede ser que tú a estas alturas sigas con la misma forma de ser antes!

-¡Tú silencio! ¡Que no me has dicho cómo llegar y es tu culpa!- DIjo la ladrona al espíritu que la acompañaba y luego miró a su interlocutor. No se creía que él fuese un guerrero de Athena, no parecía nada más que un flacucho de rostro bonito al que se podría tener de adorno a lo mucho, por lo que decidió pasar de él y tratar de ir al templo sola, además que estaba segura que ese hombre iba a pensar que ella estaba loca por hablar sola así que decidió avanzar recto pasando de largo mientras su mascota la seguía unos paso más atrás. Sheznarda esperaba que ese hombre no le hiciera nada a su especie de animalito o seguro se pondría de un peor humor.

Sheznarda estaba caminando hacia donde se veía la entrada al santuario, o algo que se le parecía a ello, pero la voz de su interlocutor no dejaba que ella pensara con claridad o se tranquililzara. Ella ya sabía de sobra que había otros guerreros alla, no era para que ese ser lo estuviese repitiendo a cada rato. Con algo de antipatía la joven apenas si contestó cuando aquel joven trató de dar una excusa para lo que había dicho antes y luego de pensar que su mascota no iba a poder resistir el trajín hacia el santuario decidió mejor regresar sobre sus pasos y tomarla en sus brazos.

-¿Que si tengo una? ¿Qué crees tú? ¿Acaso he venido a pulirlas?- Sheznarda pensó que el espíritu que estaba con ella era un tonto y que había soltado la lengua para contarle a aquel hombre quíen era ella. COn todo eso ella pudo sacar a conclusión de que ese hombre quizá pertenecía a la casa de piscis y que ella tendría que aguantarlo como su compañero, cosa que no la hizo sentir muy bien, pero tuvo que aceptar porque de otra forma iba a amaragarse más.

-Lo único que espero es que este espíritu no suelte la lengua para decir cómo me encontró. No quiero que nadie sepa que he sido fantasma de Eris.-Pensó la ladrona mientras regresaba a su marcha una vez más.

-Sí tengo una, la de piscis. La tuya cuál es? Aunque si sabes mi nombre, debo presumir que fue por que ese espíritu tonto soltó la lengua, y por lo tanto tambíen has de tener la misma armadura que yo... ¿O me equivoco?- Sheznarda siguió caminando y de reojo miró al caballo que tenía ese hombre, lo que le hizo pensar que quizá el tenía más dinero que ella y seguro era un blanco para sus futuros robos- Si vuelves a mirarme otra vez hacia donde estás mirando, te arrancaré los ojos y se los daré a los cuervos como comida.- dijo Sheznarda, puesta se dio cuenta de que su interlocutor estaba mirando hacia el escote de su chitón y eso no le parecía además de atrevido, bastante desagradable.

Después de la particular situación en Rodorio que había terminado con el rapto de Sophia, el Santo de Géminis tan solo procedió a dirigirse al Santuario con la caja de su armadura colgando al hombro. No se daba prisa, después de todo si la habían raptado significaba que la necesitaban viva para un propósito u otro.

Avanzando a través del camino ascendente que llevaba desde la salida de la Villa hasta el portón del Santuario, Aspros terminó cayendo en la ruta lateral del Coliseo de Entrenamiento, lugar donde se sentían dos cosmos siendo uno ínfimamente conocido y débil mientras que el otro era un poco más fuerte, pero desconocido. Aparentemente otra adición se agregaba a las filas de los Caballeros de Athena.

Si vuelves a mirarme otra vez hacia donde estás mirando, te arrancaré los ojos y se los daré a los cuervos como comida. Le escuchó decir y eso era…extraño. Nunca había oído a algún otro Santo o Amazona expresarse de esa manera, pero claro eso no era precisamente malo. Si tuviera que hablar por primeras impresiones, diría que esa mujer tenía bastante actitud.

Disculpen si interrumpo, pero, ¿acaso eres una Amazona recién llegada? Preguntó de pronto el Santo de Géminis llegando al mismo nivel donde estaban los otros dos, ella de cabello rubio y estatura media mientras que su acompañante era el romano de la otra vez, el mismo que Seiren se encontraba amenazando y quien al parecer había iniciado su entrenamiento como uno de los reclutas del Santuario. Guardándose los comentarios sobre tan lento crecimiento y desarrollo, Aspros tomó la delantera sin quitarle de encima la mirada a la mujer. Si es así supongo que deberías saber que un dios ha secuestrado a la reencarnación de Athena. Específicamente aquel conocido como “Zeus” y por lo tanto, no deberías perder el tiempo en este lugar…estamos en situación de emergencia. ¿Cuál es tu constelación y…dónde está tu armadura?

Sheznarda escuchó la respuesta que su interlocutor pretendía que ella tomase como cierta, y pensó que ese joven perdía demasiado tiemp en tratar de negar o esconder algo que era evidente ante sus ojos. Podía sentirlo dentro de su interior, ese hombre había hablado con el espíritu de la armadura de piscis, y era su compañero, no había más vuelta que darle al asunto. Con algo de desgano, la joven siguió su camino mientras acariciaba a su mascota y pensaba en dónde estaría su deidad y cuáando la vería; fue entonces cuando una visión bastante escalofriante apareció en la mente de la rubia, quien detuvo su paso bastante asustada. Algo le había pasado a Athena y ella no sabía cómo podía ayudarla, no es que hubiese visto precisamente a su deidad en algún tipo de peligro, sino que ella había visto el escudo de Egida partirse en dos a causa de un rayo dentro de su mente. Con algo así cualquier caballero dorado iba a entender que algo grave estaba pasando.

-Lo sentiste? Algo está pasando con nuestra señora es hora de que nos apresuremos.- dijo la ladrona mientras aumentaba su marcha, pues pretendía llegar al sitio donde se supone se podía sentir un pequeño vestigio de la energía cósmica de Athena.

-Tú sí eres un caballero y seguro eres de piscis. No puedes mentirme porque se desprende tu cuerpo la energía hermana de mi armadura. No lo sientes? Ellas claman por estar juntas en batalla otra vez..- Una vez dicho esto, Sheznarda guardó silencio, pues alguien más estaba frente a ella impidiendo que siguiera su camino. Se trataba de un hombre alto y fornido, ataviado una armadura dorada del santuario, con una expresión bastante seria en su rostro y unos ojos fríos y casi vacíos, como un océeano negro y profundo. Su apariencia era tan diferente a la de su compañero, que ella fácilmente hubiese dicho que su interlocutor de cabellos blancos y expresión tranquila, que daba la sensación de contemplar un paisaje habitado opr hadas; eran de bandos diferentes y que incluso eran enemigos mortales.

-Que Athena fue secuestrada?- La mujer de los cabellos rubios no podía evitar asustarse con la noticia. Es que eso complicaba todo, pues ella no pensaba que las cosas eran tan graves. Ella se imaginó un asunto menos alarmante como el que se le había expuesto en ese momento. Con algo de asombro Sheznarda miró al futuro candidato de la armadura de piscis y dijo:

-Fue secuestrada y no estuvimos ahí. Mejor vamos para allá, debemos pensar qué podemos hacer, odio ser la última en enterarme de las cosas. Es como estar muerta o ser invisible. Nadie cuenta con uno para nada y por lo tanto uno no hace nada, y sigue viéndose como un inservible.- Una vez dicho esto Sheznarda miró al hombre que le trajo la mala noticia y pensó que las cosas estaban demasiado graves, como para que éste le estuviese diciendo lo que debería o no debería hacer, ya que después de todo él no era su deidad a proteger; siendo como era la ladrona, unas ganas nuevas de hacerle saber a ese hombre que nadie le podía hablar asi. Sin embargo luego de pensar las cosas y comprender que pelar por eso, era simplementen tener ganas de fastidiarlo todo, Sheznarda dejó su actitu de fantasma de la discordia y preocupada realmente por el tema dijo al caballero dorado.- Soy amazona de la armadura de piscis, y aunque no estuve cuando la diosa fue secuentrada, quiero estar ahora... Tienes idea de qué podemos hacer? No me imagino cómo podemos ir a buscarla.

Pues es simple. Dado que Athena fue llevada al Olimpo hay que llegar hasta allá. El problema es que para lograrlo se tiene que ser un dios o poseer capacidades divinas…ninguno de ustedes pueden hacer eso, ¿o si? Señaló Géminis con una media risa en su rostro, arqueando las cejas y dejando ver su punto de forma clara: no, ninguno de los tres que tenía a su alrededor podía siquiera soñar con pisar el Olimpo por voluntad propia, incluso Sagitario quien era el único que si acaso se le asemejaba en “poder”. Y a menos que conozcan una deidad que no sea un genocida total y en ánimos para ayudar a uno de los ejércitos más infames de la Tierra, les recomiendo a todos ustedes que se calmen. Un secuestro implica una sola cosa: la necesitan viva, por lo cual tenemos tiempo.

Una vez dicho eso, lo primero que hay que hacer es una medición de las fuerzas del Santuario. Ya Sagitario lo pudo ver, el vehículo de Hades apareció en Rodorio para proteger a la reencarnación de Athena…incluso si eso significa “neutralidad” para nosotros, eso solo aplica a su cuerpo humano. ¿Qué creen que harán los Espectros si les dan rienda suelta? Estamos a vísperas de un posible ataque y ni siquiera tenemos constancia de nuestros números…o- En ese instante posó su mirada sobre el otro romano de cabello azul, aquel que llevaba un caballo consigo y que realmente, parecía de adorno. -solo tenemos carne de cañón disponible.

Actualmente tenemos a Aries, Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis…al menos de los que conozco. Eso es patético si me lo preguntan…

Como sea, ¿algo que agregar? Y esa última pregunta se la dirigía directamente a Edward de Sagitario, quien se imaginaba, conocería más gente o en su defecto posibles candidatos a armaduras. Con el conteo actual, estaban perdidos…ni más ni menos.

Los comentarios que hizo el hombre de los cabellos azules acerca de la situación que estaban viviendo por el secuestro de la reencarnación de su deidad, le parecieron inapropiados, imprecisos y ciertamente, los ponía a todos en un punto muerto. Si bien era cierto, aquel guerrero parecía ser uno de los que más nivel tenía entre ellos, a Sheznarda le parecía que aquel ser se daba demasiados aires de superioridad, y eso era algo que odiaba de sobremanera; pero como el asunto de Athena le hacía pensar detenidamente en una situación de guerra en la que ellos estaban desprotegidos, la ladrona dejó de pensar en esos detalles inútiles y se dedicó a analizar un hecho importante: No estaban completos y esa era una situación precisa para que sus enemigos invadiesen el lugar y lo hicieran suyo.

Sheznarda ya conocía de vista a aquella reencarnación del señor del rayo, y temía que aquel energúmeno ser, de verdad actuase mal con Athena. Es que a ella le parecía que el hombre que presidía la reunión estaba equivocado por completo. La ladrona había observado ya el carácter de ese hombre y sabía que a duras penas esa mujer de cabellos largos podía controlarlo. Siendo como era ese hombre y su raro proceder, la mujer de los cabellos rubios pensaba con seguridad que ese hombre podría matar a su futura señora si no se movían, pero si era cierto que ella no podía llegar al Olimpo, lo único que podía hacer era llamar a esa mujer para pedirle por la vida de la futura Athena,

Alguien más apareció en la escena e hizo que los ojos de Sheznarda dejasen de mirar al piso donde clavados y mirasen al nuevo caballero que estaba ahí, uno que llevaba su armadura sobre la espalda con una expresión de serenidad. Ese hombre parecía que ser más amable que el otro y le daba una sensación de que en santuario no todos eran oscos como el primero que llegó a hablarles.

-A veces es así, a veces la carne de cañón ayuda mucho a los demás, pero eso ha sido antes, ahora no sabemos cómo van a ser las cosas, y siendo el caso de que estamos en una situación de emergencia, creo que lo mejor es que cada quien vaya a su respectiva casa, mientras el que pueda y tenga la habilidad para ir a ver a Athena hace el esfuerzo por buscarla. Puede que sea injusto lo que diga, porque otro tendrá que hacer el trabajo duro a otro, pero es eso o quedarnos mirándonos las caras, como si eso fuese algo útil para hacer.

Sheznarda guardó silencio y esperó la respuesta de los demás, sabía que quizá podía no ser tomada en serio, pero el hombre había preguntado si alguien tenía una idea, y ella sencillamente se había limitado a decir la suya, le gustase o no a los demás.

Caminé varios kilómetros por el sendero hasta encontrarme con un sitio bastante particular, un coliseo en ruinas rodeado de polvo y algunas columnas rotas, mi vista paseaba por el lugar para ver si encontraba algo que pudiera ayudarme en el camino y a unos cuantos metros de distancia pude identificar a unas cuantas personas reunidas, entre ellos, los dos tipos que habían estado presentes en Rodorio cuando todo aquello sucedió.

Vaya, que suerte los pude alcanzar. Veamos que dicen ellos. –Murmuré mientras caminaba en esa dirección directo hacia esos cuatros sujetos que estaban reunidos hablando al parecer, de lo ocurrido en el pueblo. Pude escuchar que planeaban reunir candidatos o guerreros que pudieran ayudar. Entonces me acerqué, no perdería nada con ayudar, y aún más si tenía que pelear por el camino, no estaría mal darle una paliza al desgraciado que raptó a la pequeña Sophia.

Disculpen, ustedes han estado hablando de ir al Santuario si no me equivoco. –Hice una pausa recordando lo que el pequeño Arone me había dicho antes.– Un chiquillo… hmmm… Arone, me habló de que vivía en ese Santuario también y me dijo que podría buscar ayuda ahí, y me pregunto si ustedes podrían decirme como llegar. Todo lo que pasó en ese pueblo me resultó interesante y quiero buscar respuestas, supongo que en el Santuario alguien me podrá ayudar. No podría quedarme afuera de todo esto.

Me crucé de brazos y me quedé frente a ellos; tal vez estaba interrumpiendo una conversación importante, pero eso poco me importaba, lo que quería ahora era averiguar un poco qué era todo eso de los dioses y por qué el supuesto Zeus había raptado a Sophia.

Hasta que por fin todos decidieron usar el cerebro ¿eh? Está decidido entonces. Dijo Aspros sin cambiar de expresión ni bajar de su hombro la caja de la armadura dorada después de escuchar las palabras de la mujer, la decisión del hombre del caballo y la información aportada por Sagitario.

Ya estaba decidido, si querían reunir a todos los Santos o candidatos para prepararse entonces debían moverse. Dando unos pasos en dirección al camino que conducía al Santuario el Caballero de Géminis se detuvo a tiempo para oír las palabras de otro sujeto más que se unía intempestivamente a la conversación. Con solo verlo el peliazul constató que ese debía ser uno de los tantos “candidatos” reunidos en los alrededores de la montaña.

¿Arone?...he, así que conoces al chiquillo. Perfecto...

A ver, Sagitario…dado que ya los localizaste a ve por ellos y tráelos a la entrada. Explícales la situación y todo lo que eso conlleva. Por otro lado...

Ustedes tres- Dijo, refiriéndose tanto a Ioros como a Sheznarda y el recién llegado Kardia. -si quieren ser útiles necesitaran ser nombrados como Santos. De todas formas…ya tienen el potencial inherente. Si están completamente decididos y abandonaron todas las dudas y cobardías, síganme de cerca. Una vez entren no hay vuelta atrás. Finalizó el peliazul con tono decisivo y retomando el paso en dirección a la salida de ese lugar.

Ya no había más tiempo que perder, si querían ser útiles lo que les faltaba era demostrar agallas, valor y un gran sentido de la justicia, exactamente lo que pedían los mantos de Athena para conceder el título de Santos del Santuario…y ya eso no dependía de él, sino de cada uno de ellos. Sin más, Aspros salió del sitio en dirección a las escalinatas previas al Templo del Carnero Blanco.

Al parecer los más enterados del asunto del santuario habían decidido llevarlos a sus respectivas casas. Con todo lo que había pasado y todo lo que estaba a punto de suceder, Sheznarda entendía que su vida no iba a ser la misma, y que por mucho que le doliese tenía que dejar el recuerdo de Aramse, Samantha y Jabranth atrás, en un pasado oscuro que nadie, abolutamente nadie (valga la redundancía), tenía para qué saber. Por aquel esfuerzo realizado, y por aquella entrega desinteresada, la mujer de los cabellos rubrios había ganado su armadura, ahora sólo tenía que verla frente a sus ojos para sentir que todo lo demás que le había pasado no tenía sentido alguno.

-Bueno, supongo que ya no podemos darle más largas al asunto, y no podremos seguir hablando solos- Dijo la amazona de piscis al hombre de los cabellos blancos mientra avanzaba a su lado y continuaba con su argumento- De igual forma, recuerda la última advertencia que te dije. No creas que por ser compañeros yo voy a ser suave contigo. De donde vengo a nuestros mismos compañeros ridiculizábamos si hacía algo mal y rogábamos con fervor su fracaso.

Una vez dejado en claro ese punto, la ladrona siguió su camino detrás del hombre de los cabellos rubios. A pesar de todo el poder que éste desprendía, la mujer no podía evitar pensar que aquel ser parecía uno de esos hombres renegones y amargados que vivián diciéndole a todo el mundo lo que tenían que hacer y que eran perfectos para jugarles bromas. Definitivamente a Sheznarda le hacía bastante gracia tenerlo de compañero y se sentía entusiasmada de estar con gente tan fuerte y responsable como ellos.