Camino a las Villas

La dama podia ver que al fin la lluvia y el viento aminoraban mientras que la noche se volvia tranquila, sin embargo, ahora podia ver que la noche pronto terminaria y que seria el comienzo de que el alba surguiera de nuevo, iniicando un nuevo dia.
Realmente el tiempo se habia pasado demasiado rapido, pues ella aun no tenia signos de cansancio y meons el joven de cabellera rubia, por lo que, hizo sonreir un poco, tal vez al amanece podia seguir su busqueda y si es desde temprano que mejor.

Sin embargo el chico, Beneth la saco de sus vagos pensamientos cuando sintio su mirada y luego su comentario de la lluvia y demas, hizo que sonriera la dama y le respondiese - No me aburren sus comentarios joven Beneth, al contrario jejeje y pues, creo que dentro de poco elalba surguira y la luna se ira....y yo tendre que irme....por lo que le quisiera preguntar, sabe donde estan las villas de los sobrinos del emperador? - Esta vez, lo siguio mirando a los ojos, al momento que de reojo veia al gatito que parecia estar en un profundo sueño, dichoso el gatito de poseer tal tranchilidad, pensaba la chica, mientras esperaba la respuesta de su compañero, por el momento...

Al fin la lluvia habia cesado y la noche tambien lo hacia, apareciendo unos cuantos rayos, iluminando el sombrio firmamento de aquel dia. Ambos chicos salien de la carpa improvisada y se puedo percatar que estaba muy empapada, pero su grosor no permitio que se mojaran ni un solo pelo, la dama salia y se estirba levemente, pues las piernas las habia tenido en una sola posicion y ya se habia cansado de ella, en lo mientras el gato iba a un charco para beber un poco de esa agua, y el rubio sacudia la manta y la escurria para luego colgarla en una rama del arbol para que se secase, para despues darse la vuelta, y la joven de cabellera rojiza volviera a su postura acostumbrada mientras el joven le respondia a su pregunta, un tanto extrañado, segun lo que noto la chica.

- Mmm si, de hecho quisiera conocerlos, pues tengo un encargo, solo que me mandaron aqui sin darme mas referencias de ellos que el hecho que vivian en villas separadas.....solo se eso, por eso queria llegar alguna de estas y preguntar mas a fondo del paradero de todos, pero ya que usted me dice que Fye esta en el palacio, usted sabria donde esta la villa de los demas, pues me gustaria saber del paradero de donde se hospedo la princesa de Britania y tal vez de un sobrino llamado Richard....-.

mintio en una parte, pues no podia revelar su verdadero proposito, no seria seguro para ella, ademas eso se debia quedar como un secreto hasta que llegara la hora de revelarlo, se sentia un poco mal de no decir la verdad completa, pero sabia que debia de ser asi..... Por lo que espero a que el chico le respondiese algo

El día había comenzado nuevamente, la humedad era irrelevante, de las hojas caían las últimas gotas de la lluvia el calor que brindaba el sol era un poco molesta, los mosquitos aparecían de la nada para bailar entre los charcos que dejó la tormenta. La mujer de cabellos rojos le volvía a preguntar sobre el paradero de los sobrinos del César, y donde habitaban ellos, la verdad era que jamás me importasen ninguno de ellos, pero creo que algunos de ellos vivieron en Villa Mellitius, el lugar donde Helena había habitado allí, por lo que mis difuntos padres comentaban entre ellos solo escuche eso de un tal Fye. No estaba muy seguro quizás mi información de ellos no era tan clara y segura. Y Richard la verdad no sabía nade él, mi estadía en el senado era solo por privilegios de mis padres, era muy egocéntrico, solo me importaba que estuviesen mis esclavos para darme lo que yo quería.

-Disculpe señorita Arwen, pero solo se que el Señor Fye ha habitado una vez en Villa Mellitius, creo que no queda tan lejos, está mas cerca que llegar a mi villa, quisiera ayudarle pero es todo lo que se, dentro de unos cuantos metros más habrá una bifurcación de caminos, allí hay algunos carteles que indican a que Villa del Imperio Romano se encaminara usted. Eso me recuerda que debo colocar una cartel que indique como llegar a la mía, claro que antes debo pasar por un bosque, ni siquiera hay caminos que llegue a ella. Jejeje.

Reía por mi descuido tan obvio, si quisiera que la conocieran nunca iban a poder tener visitas, pero cuando llegue voy a trabajar en ello. El calor se volvía un poco molesto así que la manta había secado rápido –Disculpe señorita Arwen. Le exclame para no ser irrespetuoso y no darle la espalda así como si nada, mientras nuestra conversación seguía en pie. Tomé de la manta la sacudí, la doble y la guarde en mi mochila, tome de ella colgándomela de nuevo a la espalda. Miré de reojo para ver a Grant, venía caminando hacia mí para volver a mis brazos, era extraño que un animal sintiera ese afecto por mí. De pie con Grant en mis brazos le volví a hablar de frente a la mujer de cabellos rojos. –Y Richard, la verdad no lo conozco, quizás en Villa Mellitius encuentre alguna respuestas, ese lugar es muy conocido por lo grande que es, nunca me acerqué allí pero si Fye alguna vez vivió allí seguro algún familiar debe encontrarse en estos momentos, además es seguro que la gente conozca mejor a la familia del César.

Un nuevo dia habia comenzado , las hojas eran humectadas por pequeñas gotas de agua, los mosquitos y demas insectoa se dejana ver, cuando se acercaban a los charcos que habia dejdo la lluvia.
La chica de cabellera peliroja le seguia preguntando el paradero de los sobrinos del emperador, pero al parecer el chico no sabia en realidad mucho, porl oque se decepciono un poco, pero almenos ya le habia dicho de una tal villa Vallis Mellitus, extraño nombre en verdad, pero podria conseguir algo ahi, pues estaba dispuesta a no descansar hasta encontrarlos a todos.
Asi que con una sonrisa en el rosotro le respondio

- Muhcas gracias joven Beneth, en verdad la informacion que me ha dado me servira mucho, ademas tal vez un dia lo visite, ya cuando aya puesto su letrero jejejje - le sonreia pues su respuesta habia causado algo de diversion, y se precatba que el sol ya comenzaba a iluminar todo y el calor y por lo visto ya habia secado la manta que les habia servido para refugiarse de la tormenta. El joven se diculpaba y se ponia de espaldas para poder sacudir y guardas la manta, y luego el pequeo gatito volvia de nueo asu dueño para estar en su sbrazos, para luego responderme que en villa vallis mellitus conseguiria varias de mis respuestas, por lo que sonrio y le dijo

- Otra vez gracias por ayudarme joven n.n, en verdad le agradezco mucho todo lo que ha hecho por mi, ahora me retiro, no quisiera retrasarlo mas en su viaje, hasta pronto y gracias nuevamente.- Asi la dama, se acerco al cachoror, lo acaricio levemente y luego le sonrio a Beneth, para despues emprender su camino nuevamente.

La señorita Arwen me explicó que debía emprender su viaje, encontrar respuestas aunque, sus cuestiones eran algo complicadas de manejar, si algún militar romano escuchase su petición de los paraderos de la familia del César sospecharían de ella, y sería encerrada para sacarle la verdadera información que seguro es importante y duda en decírmelo. De todas formas tengo que volver a casa, seguro mis aldeanos están preocupados hace rato que desaparecí sin decir nada. Arwen se despidió para ir a Villa Mellitius, allí seguro encontrará más a fondo lo que busca.

-No se preocupe, no me ha molestado en lo más mínimo y espero que encuentre lo que busca. Ojala no se pierda y tenga cuidado una mujer tan hermosa como usted paseando por Roma, y sola, seguro no es muy conveniente (De alguna forma estaba seguro que no le pasaría nada, parece tan segura de sí misma). Roma es un infierno, y esta lleno de demonios que acechan a mujeres bonitas, jejeje. Bueno... suerte, veré como poner un cartel en esta bifurcación de caminos.

Arwen saludaba a lo lejos emprendiendo un nuevo viaje, mientras el gato y yo nos quedamos saludándola también.
El camino a casa no era tan largo, pero debía comer algo, el gato me miraba ambiciando algo para alimentarse. Gracias a los Dioses una pareja de ancianos pasaban por los alrededores, y llevaban demasiados pescados encima de un burro en una canasta. El dinero no era problema tenía algo de la herencia de mis padres, y era lo suficiente para pagarles a los humildes viejos, me acerque a ellos para negociar algunos pescados que llevaban con Grant en mis brazos. Ellos venían en dirección contraria así que solo debía esperar a que nos crucemos. Estábamos muy cerca y me miraban desconfiadamente, no los culparía, pero la anciana miro tiernamente al felino en mis brazos, y pararon con su burro para acariciar al gato y el anciano preguntó, mientras la anciana acariciaba a Grant.

-Disculpe señor, a mi esposa le apasionan los gatos, que hace un hombre tan singular por estos lados. El viejo me miraba como si fuese de alta sociedad romana, aunque no lo era, solo que no había dejado el hábito de vestirme como lo hacía antes cuando vivía sobre todo.

-Solo estaba caminando por estos lados, veo que ha tenido un buen día de pesca señor. Le exclamaba al anciano, y la señora me sacó al gato para verlo mejor y acariciarlo. –Ah si, y dígame hacía donde se dirige joven, quiere que le regale un pescado?. Me decía el vejestorio mientras sobaba la espalda de su burro que llevaba varios kilos de pescado en su lomo. –La verdad quería comprarle algunos, el hambre me estaba matando de hace rato. Luego la vieja que tanto apañaba al pequeño Grant, exclamó. –Y si los llevamos a casa a comer, allí le daré leche al gatito desnutrido que tengo en mis brazos se nota que hace días que no se alimenta. Quedé un tanto sorprendido al pensar en llevar a un extraño a su posada. Que personas tan raras… -Porque no?, no parece un ladrón o un militar romano, que le parece joven? nuestra casa queda a unos cuantos minutos en una de las villas, por cierto no me he presentado soy Amelio y mi esposa es Lauris, y usted joven?…

La verdad esos dos eran demasiados extraños nunca vi ancianos tan confiados, si fuese un ladrón astuto los dejaría sin pescado y sin burro. Era muy raro para mi que me invitaran a comer, sin siquiera presentarme. Porque creo que alguien me está poniendo a prueba todas las personas que estoy conociendo hacen de mi otra persona, mi necesidad de ver a alguien suplicar por su vida o escuchar gritos de terror, todo lo que antes me hacía feliz ya no existe en mi, de forma u otra me siento bien relacionándome con personas... personas de bien, por lo menos hasta ahora no he tenido que lastimar a nadie... El viejo se presentó y me dio un apretón de manos, y la vieja seguía molestando al gato, no se porque pero sentía que tenía demasiado al felino y no soportaba que lo mimara tanto.

-Mi nombre es Beneth mmm.... creo que no estaría mal comer con ustedes, de todas formas tenía mucha hambre, y como ven el gato también. Y díganme donde viven ustedes, están solos. Pregunté con un poco de bacilamiento, ya que no los conocía y era difícil deducir si eran amenaza, el hecho era que la invitación estaba y no sabía si los vejetes eran ladrones disfrazados, aunque se ven bastante reales.

-En que está pesando joven, viene con nosotros o se quedará en este lugar, el almuerzo no se cocinará solo, vamos nuestra casa está cerca de la Villa Casale, es una cabaña lejos de la población del lugar, nos gusta estar solos.

Sin darme cuenta estaba en mi nube de desconfianza y el viejo luego me habló, la señora traía a Grant en brazos, aunque el felino mostraba desesperación de poder escapar de los gordos brazos de la señora, quien iba contenta hablando con el gato. El viejo le dio una palmada al burro para que avanzara, no tenía nada que perder así que continué caminando con ellos. –Señor Amelio, muchas gracias por su amabilidad la verdad hoy en Roma es difícil invitar a extraños a su hogar, y estoy a gusto con ustedes dos.

-No joven, cuando lo vi a los ojos, esos ojos verdes me mostraban amabilidad, a parte usted me recuerda a mi hijo, jajaja, ya estamos por llegar joven, allí le mostraré la cabezas de los animales que he cazado se ven tan impresionantes en la pared de la entrada de casa, jajaja. El viejo reía con sarcasmo, pude darme cuenta que cuando menciono a su hijo la señora había bajado la mirada a un costado, el hijo del que hablaba ya no estaba con ellos, eso era seguro. No quise preguntar de él en el camino a su cabaña, igual ya llegábamos, según el vejete. El camino que tomaban ellos, era a través de unos cuantos árboles, el camino que llevaba a Villa Casale continuaba. Los árboles tapaban cualquier indicio de entrada a su hogar, a de ser que no le gustan las visitas, de lo cual comencé a sospechar, pero ya era tarde ya estábamos cerca de la casa; los árboles terminaron y daban a un hermoso paisaje una cabaña, con animales en su granja y distintas clases de rosas en el palco de su pequeña choza. Un pequeño lago daba detrás de su cabaña un buen lugar para vivir.

-Y joven Beneth, que le parece este es mi hogar, vamos que la comida va estar dentro de media hora, mi bella Lauris cocinará para nosotros. La señora iba con mi felino en brazos. –Jejeje, muchas gracias don Amelio. Era lo único que me salía en ese momento, mientras caminábamos a la entrada de casa.

Dahinten iba tranquilamente, buscando un buen lugar para entrenarse. Sabía que el imperio Romano era muy grande y que además corría un gran peligro si se alejaba de los territorios que gobernaba el César.

El fiel guerrero de Zeus iba silbando, Hachi caminaba detrás de los pasos del caballo de Dahinten, Silver. Los tres se distraían cada cual en algo distinto. Dahinten se sentía muy a gusto acompañado de sus dos amigos animales, pero le hacía ya falta alguien con quien charlar.

Iban alejados del camino común, pues a Dahinten no le daba mucha confianza ir por ahi donde sería presa facil de cualquier asaltante o malhechor, que iban armados con arcos y flechas, y además, Dahinten disfrutaba de la naturaleza y de los largos paseos por el bosque.

A lo lejos, Dahinten escuchó unas voces. Tomando sus espadas, Dahinten se bajó. Amarró el caballo a un árbol y seguido de Hachi caminó sin hacer ruido en dirección a las voces. Por fin pudo ver a los dos hombres que hablaban, estaba más o menos a 50 pasos de ellos. Uno era un hombre anciano y otro un joven de cabellos rubios. Ambos caminaban charlando muy animadamente hacia una casa de muy buen aspecto. No era un lugar suntuoso, pero estaba rodeada de belleza natural por todos lados.

Dejando atrás las dudas sobre las voces, Dahinten guardó sus espadas y se decidió a hacer algo que ya había hecho hace bastante tiempo...tocar una puerta de una casa desconocida.

Fue nuevamente por Silver, y se encaminó lenta pero decididamente hacia la casa. Los dos hombres estaban parados en el umbral de la puerta y un ligero olor a comida empezaba a sentirse. Dahinten estaba realmente hambriento, y estaba decidido a ver si le vendían algo de comer. Tenía unas cuantas monedas de oro en el bolsillo y con eso podía pagar bien por lo que le pudieran vender.

Con toda su cortesía, Dahinten se acercó a los dos hombres y como un gesto amistoso, le tendió la mano al joven, mientras decía:


-Buen día.
Mucho gusto, mi nombre es Dahinten. Perdonene que irrumpa aquí de improviso, lo que sucede es que vengo de viaje, y tras varios días de comer frutas ya mi cuerpo necesita un poco de comida distinta jeje. Y me preguntaba si ustedes me podrían vender algo de comer?...-

La rubia de orbes celestes, cabalgaba demasiado rapido, el corcel corria como si estuviera en una carrera. A causa de esto, el viento chocaba bruscamente con su rostro, además de que hacia que sus cabellos dorados, fueran a su cara, por lo que cada vez que podía se los quitaba para poder tener una mejor visión y no perder el sentido de la vista y de poder controlar al caballo, asi que tenia una lucha constante con estos.

Sin embargo al fin los logro acomodar y ahora solo volaban unos cuantos en los lados, por lo que apresuro aun más el cabalgar. Pero al llegar a la entrada de la villa, vio a lo lejos una joven de cabellera rojiza, en realidad estaba en medio de los diversos caminos que habían a las villas, con sus respectivos letreros indicando el nombre de cada villa. Por lo que le pareció muy extraño ver a una joven sola ahí, pero ella tenia una misión mas im portante, por lo que apresuro aun mas el caballo, dejando solo polvo y una brisa a su paso.

Tambien en el camino se encontró aotras dos personas, pero debido a su velocidad tan solo vio las siluetas. Su cabalgar fue hasta que llego a la entra de el camino de las villas, para que descansara un poco el animal, mas no se bajo, solo aminoro el cabalgar, pues veía la cuidada ya cerca y eso le aliviaba aun mas, puesto que ahora iba a paso despacio, para que se tranquilizara un poco el caballo.


- Ya estamos cerca bonito....no te canses amigo! -Alexandra le decia con voz suave y tierna al corcel, mientras le acariciaba su cuello y se adentraba a la cuidad.

Otra vez en los senderos que da a las villas del Imperio Romano, estaba caminando tranquilamente, con Grant en mis brazos, mi visita a los vejetes y el encuentro inesperado con Dahinten de alguna forma había despertado algo en mí, nose lo que era pero ya no me sentía normal, mi interior, algo me molestaba, sentía un leve cosquilleo en las manos, en casi todo el cuerpo. -Que rayos es? El felino me miraba de forma extraña como si escuchara lo que estaba diciendo, esos ojos rojos que reflejaban mi ser, que intrigante, no podía dejar de mirarlo mientras daba cada paso siguiendo el recto camino sin desviarme.

Me estaba poniendo algo nervioso, así que desvié mi mirada al camino, podría chocarme con algo sino me fijaba por donde pisaba. El sol se ponía a dormir de a poco, por suerte no hacía frío, era una tarde templada, una pequeña brisa movía mis cabellos rubios, mi ropaje blanco se tornaba amarillento, era necesario apresurarme para llegar a casa, la limpieza de mi persona era de urgencia el olor a pescado se había impregnado en la ropa y un poco al gato. Mire al cielo y me preguntaba que sería esa sensación extraña, las palabras no podían explicarlo, ya que nunca lo había sentido, quien era realmente ese Dahinten. Creo que son preguntas que nadie me las podrá responder, o eso era lo que pasaba por mi mente en esos momentos. Ya que si solo mencionaba algo de mi situación actual, pensarían que estaba loco, o deliraba, inconscientemente.

-Dahinten, Helena, quienes son realmente, estoy seguro que no son simples humanos, que demonios será, y porque yo, y ahora, será que las historias de mi maestro en Esparta que una vez me contó eran ciertas y lo que sentí de ellos era esa extraña energía a la que antiguamente llamaban "COSMOS"!!!!

El general seguía cabalgando a gran velocidad intentando llegar a su residencia, lastimosamente la villa Almenara se ubicaba en la parte mas alejada de la zona de las villas por lo que había facilitado las tragedias que se habían presentado en tal lugar, Talos apretaba con fuerza las reindas de su caballo mientras escuchaba con sumo cuidado las palabras de aquel niño esclavo que había sido un portador de malas noticias para el general.

- Todo sucedió tan rápido…. En un momento todo estaba cubierto de llamas señor Talos, pocos pudieron escapar, todo se estaba consumiendo en cuestión de segundos, escuche sus gritos pidiendo ayuda, lo único que pude hacer fue correr a buscarle –

El chico que no pasaba de una edad de 15 años mostraba el terror que le había causado aquella visión del fuego, Talos paso su mano sobre su rostro limpiando sus lagrimas tratando de calmarle, pero era un trauma que no pasaría tan fácilmente. Al general realmente no le importaba lo que podía pasar con sus esclavos a excepción de Luccia, esa mujer que había sido su confidente y amiga, aparte de su mas exquisita puta personal… si ella estaba muerta, pues bien el mandaria el mundo a la mierda pero se llevaría a unos cuantos con el.

El peliplata se bajo de su caballo quedándose con una cara de estupefacción, lo único que quedaba de la villa Almenara eran ruinas y cenizas, lo había perdido todo.

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Cochero
Emisario
Solomon
Pensamientos

Señor, señor...

Repitió el cochero al hombre que yacía dentro del cubículo, quien a pesar de tener los ojos bien abiertos no le hacía caso, era Solomon, quien inexplicablemente había salido palacio sin su caballo blanco, es más, el tiempo que paso en teoría de su salida al instante en que reacciono finalmente por los gritos de su conductor no pudieron haber pasado a lo máximo diez minutos.

Despertando sobresaltado, como si de una pesadilla tratase, el senador vio con calma los arbustos y villas, se le notaba confuso, ido, sin saber a ciencia cierta que le había pasado y como habría llegado ahí.

Me escucha...

Giro el rostro para ver de espaldas al muchacho que lo llevaba por el camino de las villas, puso su mano en la pequeña puerta del lado para tratar de abrirla y saltar, estando está cerrada, suspiro y se remitió a dirigirse al muchacho.

Como llegue acá...sabe quién soy, verdad?

El muchacho de ojos saltones y cabella lisa sonrió, para luego soltar una breve carcajada mirándole de reojo sin soltar las riendas de los corceles.

Como no saber que Ud. es el gran senador de Roma.

Existía algo muy extraño en aquel sujeto que parecía burlarse solapadamente de Solomon, que guardaba en su mente, sea lo que fuera, al senador no le agradaba nada y apenas lo había conocido.

Pero no se preocupe, lo recogí en el mercado, me pidió que lo llevara a villa Adriana y aquí nos tiene señor. Además, mire allí...

Dándose la vuelta, el cochero detuvo con fuerza a los esplendidos corceles a poco más de un metro de un camino ortogonal al cual estaban. Justo otro hombre a caballo pasaba con prisa, llegando a detenerse al ver el rostro de Solomon, era el emisario del senado, quien justo se dirigía hacía su villa. Era rubio, bajo y de piel bronceada.

Senador, que auspiciosa coincidencia, vengo a solicitar su presencia con carácter de urgencia, se trata del emperador, un general de Persia viene con noticias...

Dijo visiblemente acelerado, Solomon titubeo por breves segundos, dejando de lado el amargo recuerdo de Diva, en comendo toda su fuerza y atención a la guerra contra Egipto, ya que, e mensaje de aquel general, podría servirle. Bajo del coche un momento para recoger la misiva cuando de pronto, su cochero arranco con rumbo desconocido, dejando tras suyo, un polvorín, del cual prácticamente nació, su caballo blanco.

Solomon no pregunto, ni se inquieto, suponiendo que era otro enviado de Lydia o tal vez de la propia Diva, montando su fiel corcel dirigió rumbo contrario al que tenía, rumbo a roma.